El reformismo sin reformas da la ventaja, por el momento, a Sarkozy
La derrota de la izquierda en las elecciones presidenciales de 2002 condenó a los trabajadores y jóvenes franceses a cinco años de ataques continuos: contra las condiciones laborales y los servicios públicos, contra las pensiones y la seguridad social, contra los derechos de los parados y de los trabajadores inmigrantes y sus familias, sometidos al hostigamiento y la represión.
Pero los últimos cinco años también han sido de tremendas luchas, a una escala nunca vista en Francia desde los acontecimientos revolucionarios de 1968: la lucha por la defensa de las pensiones o el gran movimiento de masas que obligó a la retirada del "contrato de primer empleo" (CPE), que reducía a los jóvenes trabajadores a una situación de esclavos asalariados sin, ni siquiera, los derechos mínimos que disfrutaban los demás trabajadores.
La derrota de la Constitución Europea en el referéndum de 2005 y la victoria abrumadora del Partido Socialista en las elecciones regionales fueron un reflejo del profundo descontento social que existe dentro de la sociedad. Exactamente igual que los disturbios de masas que estallaron en más de 200 ciudades en reacción al acoso policial en noviembre de ese mismo año.
El reformismo en crisis
Ahora, en estas elecciones presidenciales y en las legislativas que les seguirán, millones de trabajadores y jóvenes tienen la oportunidad de liberarse del que sin duda ha sido el gobierno más reaccionario desde el régimen de Vichy en los años cuarenta.
La campaña electoral se ha de-sarrollado en un contexto de huelgas (tres semanas de huelga de los estibadores de Marsella, seis semanas los trabajadores de Citroën en Aulnay-sous-Bois), por lo tanto, era razonable esperar que en las presidenciales como en las legislativas ganaran los partidos de izquierda. Aún así, los resultados de la primera vuelta de las presidenciales no son particularmente buenos para la izquierda, a pesar de una participación histórica del 84%.
Sarkozy, el candidato del principal partido capitalista (UMP), fue, de los 12 candidatos, el que más votos consiguió, un 31%. Adoptando muchas de las ideas del racista Frente Nacional (FN), ha logrado atraer a muchos de sus votantes. El apoyo al FN ha pasado del 16,9% en 2002 a un 10,4%. Esto sitúa a Sarkozy en una posición, sobre el papel, más favorable que la candidata socialista, Ségolêne Royal, que consiguió un 26%. Sin embargo, una victoria de la izquierda en la segunda vuelta todavía es posible.
La explicación fundamental de este resultado reside, en primer lugar, en la ausencia de una alternativa socialista clara al capitalismo por parte de los partidos tradicionales de la izquierda. El PSF se presentó a estas elecciones con el programa más abiertamente pro-capitalista de toda la historia del partido. La incapacidad del gobierno Jospin de desafiar el poder de los capitalistas es lo que preparó el camino para la derrota de la izquierda en 2002. El impacto de esta derrota llevó a una crisis dentro del PSF y al surgimiento de lo que potencialmente se podía haber convertido en una poderosa oposición de izquierdas. El colapso de la autoridad del ala de derechas se pudo ver en el 42% de votos contra la postura oficial de la dirección del PSF en el referéndum de la Constitución Europea. Sin embargo, los dirigentes oportunistas de esta oposición capitularon ante el ala de derechas en el congreso del partido en Le Mans, a cambio de puestos y promesas de futuros ministerios. Finalemente Ségolène Royal, representante del ala más procapitalista del partido, fue elegida como candidata a las presidenciales.
Durante la campaña electoral, Royal recurrió reiteradamente a ideas nacionalistas como el amor a la patria, la bandera y el himno nacional. Para combatir el desempleo ha propuesto un plan similar al odiado CPE. Para combatir la delincuencia defendía que los jóvenes infractores fueran internados bajo supervisión de las fuerzas armadas. Su programa no contenía ni una sola medida que supusiera una mejora significativa de los niveles de vida. En una palabra, no era una campaña socialista, sino una campaña de reformismo sin reformas. Sin embargo, y a pesar de todo, la candidata del PSF ha logrado duplicar en votos a los que obtuvo Jospin en la primera vuelta de las pasadas presidenciales, concentrando una parte mayoritaria del voto de la izquierda. Millones de obreros y de jóvenes han decidido cerrar el paso a la derecha votando al candidato de la izquierda con más posibilidades
Hay un gran espacio para una política realmente de izquierdas
Para el Partido Comunista esta nueva caída, después de la de 2002, ilustra las consecuencias desastrosas del abandono de algo parecido a una política socialista, que la dirección del partido ha sustituido por una verborrea "alternativa" confusa y pequeñoburguesa, basada en nuevos impuestos y multas a los capitalistas "malos", permiso a los "buenos", comercio justo, desarrollo sostenible, etc. El programa del partido, incluso, pretende que el capitalismo puede erradicar totalmente el desempleo y la pobreza gracias a ajustes impositivos y gasto público.
Es evidente que los jóvenes y los trabajadores no están convencidos de que este galimatías "antiliberal" puede ser tomado en serio, especialmente después de la aprobación, por la dirección del PCF, de un programa masivo de privatizaciones que fue puesto en práctica por el gobierno socialista-comunista en 1997-2002. Su sanción en las urnas ha sido la cosecha electoral más baja de la historia del PCF: 700.000 votos en las presidenciales.
Sin embargo, sería un error no ver que existe entre millones de jóvenes y trabajadores un ansia por una política auténticamente de izquierdas. Los resultados de la Liga Comunista Revolucionaria (LCR) obteniendo más de 1.400.000 votos, duplicando a los recogidos por el PCF, son una señal muy clara. Incluso si sumamos los votos de Lucha Obrera (LO) que ha conseguido más de 400.000, el caudal de apoyo hacia organizaciones que se presentan con un programa anticapitalista, aunque menor que en 2002, sigue siendo considerable.
Estos resultados electorales demuestran la enorme polarización política de Francia y como el proceso de toma de conciencia entre amplias capas de la clase trabajadora y la juventud se desarrolla en profundidad. Y son estas razones las que pueden provocar un vuelco en la segunda vuelta a favor de la candidata del PS. Millones de trabajadores, millones de jóvenes ya han pasado por la dura escuela de la derecha. Si ese potencial se moviliza en las urnas y finalmente gana la candidata socialista, la historia no habrá terminado. La clase obrera francesa exigirá a la nueva presidenta una política bien diferente y si ésta rechaza ese mandato, una nueva oleada de luchas sacudirá el país de norte a sur y de este a oeste. En cualquier caso una cosa es evidente: las condiciones para levantar una alternativa marxista revolucionaria en Francia están, quizás, más avanzadas que en cualquier otro país de Europa.
Candidato Partido % Votos
Sarkozy UMP 31,18 11.450.302
Bayrou UDF 18,57 6.820.914
Le Pen FN 10,44 3.835.029
De Villiers 2,23 818.704
Candidatos de la izquierda
Candidato Partido % Votos
Royal PSF 28,87 9.501.295
Besancenot LCR 4,08 1.498.835
Buffet PCF 1,93 707.327
Languiller LO 1,33 488.119
Bové CU 1,32 483.076
Schivardi PT 0,34 123.711
Voynet Los Verdes 1,57 576.758
Otros candidatos
Candidato Partido % Votos
Nihous CPNT 1,15 420.775
Resultados electorales izquierda/ derecha en la primera vuelta
2002 2007
Derecha 16.279.886 22.294.949
Izquierda 8.100.197 13.379.121
Otros 420.775