La LCR (Liga Comunista Revolucionaria) ha anunciado su intención de disolverse a favor de un nuevo partido "anticapitalista". En realidad, la LCR ya es un partido y además "anticapitalista". Entonces, ¿qué sería lo nuevo de este acontecimiento? En el fondo, la dirección de la LCR ha sacado la conclusión de que el futuro de su organización sería más prometedor si la opinión pública ya no la considerara como comunista o "trotskysta". Lo que hay que hacer, pues, es cambiar el envoltorio, presentarse con una nueva etiqueta y el asunto estará resuelto.
La LCR (Liga Comunista Revolucionaria) ha anunciado su intención de disolverse a favor de un nuevo partido "anticapitalista". En realidad, la LCR ya es un partido y además "anticapitalista". Entonces, ¿qué sería lo nuevo de este acontecimiento? En el fondo, la dirección de la LCR ha sacado la conclusión de que el futuro de su organización sería más prometedor si la opinión pública ya no la considerara como comunista o "trotskysta". Lo que hay que hacer, pues, es cambiar el envoltorio, presentarse con una nueva etiqueta y el asunto estará resuelto.
¿Pero por qué motivo debería tener esta nueva iniciativa más éxito que todas las demás iniciativas del mismo género que se han lanzado en la historia de la LCR? Porque la fuerte presencia mediática de Olivier Besancenot, nos dicen, cambia la situación. Efectivamente, los periódicos y cadenas de televisión cuyos propietarios, como por ejemplo Bolloré, son famosos reaccionarios, no escatiman medios para promover a Besancenot, presentándole sistemáticamente bajo una óptica favorable. El apoyo prestado a este "revolucionario" por los medios capitalistas puede parecer algo paradójico, pero se enmarca en una estrategia muy bien pensada por el Estado y los representantes del capitalismo.
Los grandes grupos capitalistas no permanecen indiferentes ante los cambios que se desarrollan en el seno de los partidos de izquierda. Sus intereses vitales están en juego. Los capitalistas sostienen siempre a la derecha contra la izquierda, pero también es importante para ellos mantener el control sobre los partidos de izquierda. El interés del capitalismo está en promover todo lo que contribuye a dividir a la izquierda y a debilitarla en el plano electoral y organizativo. Sobre todo es primordial, desde el punto de vista de los capitalistas, reforzar los elementos más abiertamente pro-capitalistas en las direcciones de los partidos de izquierda, entre otras cosas en el Partido Socialista y en el Partido Comunista.
Es por este motivo por el que los bancos, los industriales y los medios de comunicación capitalistas sostenían a Michel Rocard (quien se oponía a la nacionalización de los bancos) en contra de Mitterrand en los años 70. Es por lo mismo por lo que han sostenido a Ségolène Royal en 2007. En el PCF, la "mutación" impulsada por Robert Hue también recibió el apoyo entusiasta de los medios capitalistas. Esta mutación ha desembocado en un giro hacia la derecha en la política del PCF, hasta el punto en que la dirección del partido ha reconocido a la "economía de mercado", o sea el capitalismo, como la única forma de sociedad posible. De esta manera, los dirigentes del PCF han aprobado y apoyado las privatizaciones masivas del periodo 1997-2002.
Actualmente, la prensa capitalista y la industria audiovisual trabajan en reforzar la posición de Royal, a la que se le considera como la más fiable de entre los "elefantes" socialistas. Apoyan al mismo tiempo a liquidadores como Zarka, Gayssot, etc., que son favorables a la liquidación del Partido Comunista Francés. El cálculo, detrás de la promoción de Besancenot, es que toda la progresión electoral de la LCR se logrará perjudicando al PS y al PCF. El PCF ya ha quedado muy debilitado por el comportamiento de sus dirigentes, cuando participaron en el último gobierno de la izquierda, y por la dilución "anti-liberal" de su programa. Los capitalistas esperan que un nuevo revés electoral acabe por romperlo del todo, política y financieramente. De ahí el interés de promocionar a Besancenot. Esta estrategia puede que tenga cierto éxito. No se puede descartar, por ejemplo, que los resultados de la LCR aumenten ligeramente durante un tiempo. Pero no dará lugar a la creación de un "gran partido anticapitalista". En el plano electoral, el nuevo envoltorio de la LCR no generará grandes resultados. Frente a la derecha, la inmensa mayoría de los electores de izquierda mirarán al PSF como la única fuerza capaz de vencerla. En cuanto al PCF, la causa fundamental de su debilitamiento, que no es sólo electoral, se encuentra en el carácter reformista de su programa que no le permite diferenciarse de la política del PS. Lo mismo le ocurrirá a la nueva organización de Besancenot. De hecho, esta organización, lo único nuevo que tendrá será el nombre. Su programa será aún más abiertamente reformista. En el fondo, los programas de la LCR y el PCF ya son casi idénticos. La única diferencia entre los dos partidos se dará en el tamaño y la implantación social, mucho más importante por parte del PCF, a pesa de los daños ocasionados por esta mezcla incongruente de bricolaje fiscal y "comercio justo" que conforma la columna vertebral de su programa actual.
El proyecto de la LCR se parece al del PCF en 2006-2007, pero con una base militante mucho más pequeña. Los dirigentes del PCF quisieron presentarse a las elecciones bajo la marca de un "reagrupamiento anti-liberal" supuestamente más "abierto", más "amplio", etc. La idea era que el término "comunista" ya no gustaba suficientemente a los electores, que era necesario ocultarse detrás de otra etiqueta.
En una artículo publicado por La Riposte y recogido en el periódico de la federación del Pas-de-Calais del PCF, liberté 62, resumimos este experimento de la forma siguiente: "Numerosos comunistas, marcados por los malos resultados del partido en 2002, se dejaron seducir por la estrategia de los colectivos anti-liberales, porque pensaban que permitiría reanudar los lazos entre el PCF y una parte de su electorado potencial, y recuperar así algo del terreno perdido. Pero, con algunas excepciones, la experiencia demuestra que la creación de los colectivos no le ha permitido al partido conectar con una capa más amplia de la población, tan sólo con grupos variopintos de ex comunistas, ex socialistas, izquierdistas diversos y otros "independientes" más o menos pequeño-burgueses que solo le trajeron al movimiento desmoralización y confusión".
Incluso después del fracaso de los colectivos anti-liberales, el PCF se presentó, durante la campaña electoral a las presidenciales, bajo el nombre de "izquierda popular y anti-liberal". Pero esta operación de "marketing político" no engañó a nadie ni tampoco amplió la base electoral del partido. De igual manera, el hecho de que la LCR cambie de nombre y se declare más "amplia" no le permitirá reforzarse de forma significativa, sus dirigentes esperan provocar escisiones a su favor en el PCF y el PSF. En nuestra opinión, esto es muy poco probable, pero aunque se dieran escisiones de este tipo, serían de tamaño muy reducido.
Muchos comunistas, simpatizantes de nuestro periódico, nos preguntan que opinamos desde La Riposte acerca de este proyecto de "nuevo partido". Quieren saber si nos dejaremos tentar por esta aventura. Esta posibilidad queda totalmente excluida. La Riposte se comprometió en una lucha para defender las ideas, el programa y la teoría del marxismo en el seno del PCF, no nos desviaremos de este objetivo. Los militantes de La Riposte llaman a todos los comunistas a permanecer fieles al PCF, y a todos los que, decepcionados por su deriva, lo han abandonado en el pasado, a reincorporarse a sus filas. Hay que reforzar el partido en número y en ideas. Hay que ayudarle a volverle la espalda al reformismo y a recuperar las ideas marxistas.