La segunda parte del congreso de UNETE que estaba previsto para el 20 de febrero se va a demorar unas semanas hasta principios de abril. Este congreso se realizará en una situación de enorme fermento entre la clase trabajadora venezolana inserta en la corriente general de la revolución.Tras 12 años de gobierno del Presidente Chávez, la revolución se sigue enfrentando a sus tareas inacabadas y a los déficits que subyacen a la existencia del capitalismo y del estado burgués en suelo venezolano.
Déficits que amenazan con asfixiar a la revolución y socavar su base de apoyo entre las masas.
Los discursos de Chávez y ciertas actuaciones del gobierno (como la expropiaciones de empresas o la inamovilidad laboral, que impide el despido de trabajadores) sin duda son un estímulo para que los trabajadores impulsen la lucha revolucionaria. Sin embargo la contradicción cada vez mayor entre las palabras y los hechos genera una inquietud creciente entre el conjunto del pueblo. Ese antagonismo va haciendo que cada vez más trabajadores sean conscientes que la única manera que hay de impulsar el socialismo es que la clase obrera se ponga al frente de la misma. Por su propia experiencia los obreros ven que una revolución no se puede apoyar en el aparato del estado burgués para llevar a cabo el socialismo. Los llamados del Presidente Chávez a que la clase trabajadora se ponga al frente de la revolución sólo se pueden desarrollar de un modo efectivo si desde la UNETE nacionalmente se implementa un plan de lucha para llevar el socialismo de las palabras a los hechos.
El congreso del pasado 5 de diciembre reflejaba sobre todo ese ambiente de crítica y supuso una nueva oportunidad de los trabajadores de organizarse. No se observaba en el mismo, como en otros sectores desmoralización o escepticismo ante el auge del burocratismo, sino más bien al contrario un espíritu de lucha contra los patronos y los burócratas y reformistas. Más de 800 trabajadores se reunieron durante para realizar la primera sesión. Este congreso supuso un enorme salto adelante frente al anterior. El congreso de UNETE de 2006 finalizó con la división que provocó la actitud de dos sectores dentro de la central: uno reformista ligado a la burocracia del estado que pretendía frenar el intento de construir un organización sindical que no estuviera bajo su control, enfrentado a otro sector encabezado por Orlando Chirinos cuyas posiciones ultraizquierdistas condujeron a que el congreso finalizara a golpes. Es responsabilidad de estos dirigentes, ahora completamente desprestigiados que la clase obrera permaneciera paralizada y dividida durante los últimos años.
La legitimación de la dirección.
Uno de los problemas que se plantearon en el congreso del 2006, que fue motivo del conflicto y que se vuelve a plantear en este tercer congreso de 2010 es el problema de la legitimación de la dirección. En la apertura del congreso, en diciembre pasado, los pocos representantes de la antigua dirección provisional de UNETE, (tres personas) presentaron su dimisión, y se constituyó una dirección provisional.
En el segundo congreso de UNETE de 2006, los dirigentes que veían que con las elecciones desde la base su posición de poder podía debilitar hicieron todo lo posible para retrasarlas. Al mismo tiempo nadie se ponía de acuerdo en los listados de sindicatos afiliados. Evidentemente los cargos de la dirección necesitan ser elegidos democráticamente por la base. Sin embargo sería un tremendo error hacer el eje de la política de la UNETE la cuestión de las elecciones internas que podrían ser utilizados de nuevo por la burocracia sindical y estatal para paralizar la central. Lo que se impone en la actualidad es la necesidad de impulsar un programa de lucha revolucionario que lleve a la clase trabajadora al poder.
Las declaraciones del presidente Chávez haciendo llamamientos a que los trabajadores se pongan al frente de la revolución, a favor del control obrero de la producción, facilitan esa tarea, pero no la llevan a cabo. Para ello es necesario un plan concreto de lucha por parte de la clase trabajadora y muy especialmente de su vanguardia para acometer las tareas revolucionarias. Será en la práctica de la lucha, (y no puede suceder de otro modo en medio de una revolución) la que determine quienes son los dirigentes de los trabajadores y quiénes no. En ese sentido se tiene que luchar por una central unificada por encima de las corrientes que han paralizado el funcionamiento de la misma por la contradicción de intereses burocráticos que se sobreponían a los intereses generales de los trabajadores y la revolución.
Hechos: no discursos y declaración de intenciones.
Uno de los rasgos más determinantes en el seno de la UNETE es que los discursos y manifiestos programáticos y declaración de intenciones están muy a la izquierda por parte de muchos dirigentes sindicales, sin embargo, en la práctica no se lleva a cabo nada de lo que se dice. Las palabras no cuestan nada. Los congresos de UNETE, la propia organización, sus resoluciones no pueden convertirse en una palanca para que determinados dirigentes sindicales sean reconocidos como interlocutores por el gobierno. Los dirigentes de UNETE se deben distinguir por su capacidad de movilizar masas de trabajadores y dirigir a la clase trabajadora a tomar al poder. Desgraciadamente estos dirigentes hablan de socialismo y control obrero, pero en la práctica pueden reducir la UNETE a una central reivindicativista que correr el peligro de repetir los vicios de la CTV y convertirse en un mero apéndice de la burocracia estatal.
Plan de lucha contra el sabotaje y por el control obrero.
La única manera de combatir estas tendencias es que la UNETE se ponga a la vanguardia de la lucha por el socialismo y muy concretamente en defensa de la revolución, contra el sabotaje económico por parte de la burguesía y la burocracia. En las últimas semanas hemos visto la expropiación de las cadenas de supermercados Éxito y de Cada. Estas expropiaciones suponen un primer paso adelante en el camino, que sólo se completará, si las mismas se extienden al resto de la economía y sobre todo, si se desarrolla el control obrero de la producción, si los trabajadores ejercen la dirección de las empresas.
Anteriores expropiaciones pusieron de manifiesto que la gestión burocrática conlleva ineficiencia, despilfarro y corrupción, sólo los trabajadores pueden corregir esas desviaciones, no empresa por empresa, si no de un modo coordinado en todo el aparato industrial del país. La expropiación de empresas individuales tiene un carácter socialista en la medida que sirva para imponer la nacionalización y planificación democrática de las masas de la clase trabajadora al conjunto de la economía. La tendencia a la estatización de sectores de la economía es una muestra de los límites de la propiedad privada de los medios de producción, del capitalismo para impulsar la economía. Pero esa tendencia no es socialista de por sí. Sólo lo es si va en el sentido de beneficiar y consolidar el poder de la clase trabajadora, y no de tal o cual sector de la burguesía o de la burocracia del estado. Así, la expropiación de la cadena de supermercados Éxito podrá ser un avance para la revolución si los trabajadores llevan las riendas. Si no se convertirá en un desastre para el saqueo burocrático, dando argumentos a la derecha contra las políticas del Presidente.
Para dar respuesta a estos problemas el congreso de UNETE debe de implementar una política coordinada de todos los trabajadores en dos líneas: Tomar la iniciativa de un modo organizado para ocupar empresas cerradas, infrautilizadas o que hacen sabotaje económico o especulan y ponerlas a producir bajo control obrero, demandando al gobierno su nacionalización. Esto sería un modo efectivo de que la clase obrera pusiera su sello a la revolución, más allá de las palabras. En este congreso de UNETE se tendría que aprobar un plan detallado con responsables por estado para ocupar empresas e implementar consejos de trabajadores impulsados desde los sindicatos de UNETE para luchar contra el saboteo capitalista.
Lucha contra la ineficacia y sabotaje burocrático en el aparato del estado.
Lo que pasa para el sector privado se puede trasladar al público. El estado venezolano sigue siendo un estado capitalista, un estado a imagen y semejanza de la clase que lo creo que todavía domina la economía venezolana y la mantiene en su estado inestable y anárquico. No se puede desarrollar ninguna política revolucionaria apoyándose en semejante maquinaria, cuya composición, leyes, hábitos reproducen a una escala mayor los vicios de la clase dominante. El que afloren casos de corrupción o de ineficiencia es consecuencia de que nada fundamental ha cambiado. El ejemplo más notorio es el problema eléctrico con los cortes de luz continuos a lo largo y ancho del país. ¿Para que sirvieron las nacionalizaciones de 2007? ¿Hubo una mejora efectiva del servicio, este se hizo mejor y más económico para los trabajadores, las comunidades y los más pobres? La respuesta desgraciadamente es no. Y si tenemos que ser honestos, no le podemos echar la culpa a la IV república. Las carencias son producto de la dejadez, del sabotaje consciente, de la falta de previsión, en definitiva de la gestión burocrática. El problema eléctrico podría ser resuelto si la clase trabajadora controlara las empresas eléctricas del país. Eso implica necesariamente una lucha contra esa burocracia, que no es un ente abstracto, si no que son individuos concretos, muchos de ellos que provienen de la IV república y que ahora son rojo, rojitos. Este próximo congreso de UNETE debe organizar un plan concreto para que los trabajadores se hagan con el control del sector eléctrico, que se conformen consejos de trabajadores, que los técnicos estén bajo el control , la supervisión de los obreros, y que lo burócratas o escuálidos enquistados sean botados de estas empresas.LA UNETE debe exigir e impulsar en la práctica la disolución de los ministerios y entes gubernamentales y su sustitución por consejos de trabajadores que se organicen y coordinen a nivel nacional sustituyendo esa maquinaria estatal burguesa. Lo que es válido para el sector eléctrico lo es para el resto de las empresas estatales.
Ley orgánica del trabajo.
Esta ley ha sido una de las asignaturas pendientes de la última legislatura y que la Asamblea Nacional ha sido incapaz de elaborar. ¿Cómo es posible que tras 5 años, con mayoría aplastante de la revolución, no se haya aprobado una ley que sustituya a la vetusta y reaccionaria ley del trabajo IV republicana? Esta situación no es fruto del azar: son las presiones de la burguesía y de su aparato estatal la que ha llevado a que esa ley no se apruebe. Durante meses los medios de comunicación de la derecha han estado presionando para que no se implemente. En la lucha de clases hay una ley que señala que la burguesía (y la burocracia) no va a conceder ninguna reivindicación que no se logre por el camino de la lucha. Una ley del trabajo que beneficie a los trabajadores no se va a conseguir negociando en los pasillos de la Asamblea Nacional. Se va a conseguir movilizando a los trabajadores en la calle con una plataforma clara de que queremos los trabajadores que sea esa ley. Naturalmente no queremos que esa ley, sirva para suavizar la explotación a que nos someten los capitalistas, si no que sirva para terminar con ella. En definitiva sentar las bases para terminar con la explotación capitalista. En ese sentido la UNETE debería en lo que queda de legislatura organizar una campaña de movilización nacional que culminara con una gran marcha a caracas donde miles de trabajadores llevemos nuestra propuesta a la asamblea nacional para que se apruebe la ley que nosotros queremos. Sólo con miles de obreros frente a la Asamblea Nacional conseguiremos imponer una ley auténticamente revolucionaria.
Este congreso a realizarse en las próximas semanas puede resultar decisivo para el futuro de la revolución venezolana. Puede ser la oportunidad para que la clase obrera empiece a jugar de un modo organizado y colectivo su papel de dirigencia de la revolución. Tarea es de la vanguardia de los trabajadores que asistieron a su primera parte el pasado 5 de diciembre organizarse para llevarlos a cabo. Los trabajadores de la CMR , camaradas de Vivex, Mitsubishi, Macusa, Inveval y decenas de empresas lucharemos en ese congreso por impulsar una central auténticamente revolucionaria que sea capaz de poner a la clase trabajadora en condiciones de llevar a cabo la revolución socialista.