¿Te imaginas poder ser mileurista? Cobrar todos los meses una nómina, cotizar a la seguridad social... Aunque acceder a una vivienda no podrías, y tu salario ahora te daría para mucho menos porqué en los últimos años los precios de lo más básico se han disparado; tampoco podrías mantener el coche y por supuesto ningún banco te concedería un crédito.
Pero ya ha pasado el boom y estamos en crisis. El crecimiento económico se basó en la especulación, en el aumento de la explotación de los trabajadores y la tremenda burbuja inmobiliaria que nos impedía adquirir una vivienda digna si no era a través de créditos desorbitados. Aumentaron los ritmos de trabajo a través de horas extras y más trabajo en menos tiempo, hubo una pérdida progresiva de poder adquisitivo y utilizaron a los jóvenes como ariete para degradar las condiciones laborales de las plantillas. En esa época los jóvenes nos convertimos en mileuristas, el sueldo no nos daba para emanciparnos y ser independientes, pero nos decían que era cuestión de tiempo, que el crecimiento económico era la clave para que todos termináramos prosperando. Una vez salíamos del instituto o la universidad, sí podíamos encontrar empleo, pero con una tasa de temporalidad del 54,3% ya en 2006, es decir sin ningún tipo de estabilidad, pasando por distintos trabajos a lo largo de un mismo año.
Resulta que la prosperidad no iba a llegar después de todo. Los datos alarmantes comenzaron ya en 2007. La tasa de paro juvenil subía en este año, culmen del boom, hasta un 39,5%, es decir, ¡subía 26 puntos respecto al año anterior! Y así hasta llegar al 42% del año 2010 y ya el descabellado 46,1% contabilizado en el segundo trimestre de 2011. La crisis ha llegado, y toca apretarse el cinturón, eso dicen. Nuestras condiciones de vida se están degradando tan rápido, que la situación que sufrimos en el boom nos parece un privilegio. En los más de tres años que llevamos de crisis, no sólo se ha disparado el desempleo y la temporalidad, también han bajado los sueldos, llegando ya a rozar el salario mínimo interprofesional, 640 euros. Situación que se agrava si estamos empleados a través de una ETT, donde no tenemos ningún derecho ni garantía y dependemos enteramente de la apetencia de las empresas (en el conjunto estatal los servicios públicos de empleo registraron 381.050 colocaciones sobre el total de las 13.977.537 efectuadas. Las ETTs, sin embargo, intermediaron hasta 1.677.883 contrataciones, lo que supone casi cinco veces más que el propio Estado).
Pero la crisis se sigue profundizando. Los empresarios no tienen empacho en hacer propuestas. Así el Banco Central Europeo ha aconsejado aplicar en España los miniempleos, y la patronal CEOE le ha faltado tiempo para sumarse a la medida. Sin derechos laborales, sin paro, por 400 euros al mes y con una cotización voluntaria por parte del trabajador para mantener algunas contrapartidas sociales. Se podrían sumar varios miniempleos, diluyendo por completo cualquier posibilidad de estabilidad o trabajo digno, eso sí, los costes de contratación se reducen para el empresario de forma notable. Como siempre, se habla de intentar dar posibilidad de trabajo a los millones de jóvenes en paro, pero es evidente que el objetivo es seguir destruyendo puestos de trabajo estables y con derechos, para contratar en estas condiciones a los nuevos esclavos asalariados.
Desde que se ha hecho la propuesta se ha formado cierto revuelo mediático y no se sabe si el gobierno del PP incluirá o no en la reforma laboral prevista para enero esta modalidad de contratación. Pero no tienen de que preocuparse, pues algo muy parecido ya existe en la práctica. Justo antes de las elecciones, el gobierno de Zapatero aprobó un Real Decreto para regular las prácticas en las empresas de jóvenes de 18 a 25 años. Con esta nueva norma, que desafía incluso las propias leyes laborales, se puede explotar a los jóvenes negándoles incluso el reconocimiento como contratado, ni siquiera se cotizará, ni se tendrá derecho a paro. El empresario se beneficia por todos los lados, ya que no paga impuestos ni tiene ningún deber ante el trabajador, con el que se deja claro que no tiene ninguna relación laboral. Todo por 426 euros al mes.
Temporalidad, precariedad, salarios de hambre y relaciones laborales de hace 50 años, donde el jefe manda y si se te ocurre decir esta boca es mía o no estar agradecido porque te dejen trabajar, te vas a la calle. Este es el presente de los jóvenes trabajadores. Dadas las circunstancias, y la crisis que se sigue profundizando, el futuro sería aún más negro si sólo dependiera de los banqueros y sus gobiernos. Por suerte esto no es así. Los trabajadores no somos tontos, y por mucha propaganda engañosa sobre las medidas anticrisis, ya hemos salido centenares de miles a las calles, y la lucha contra esta realidad va a ir a más. Los jóvenes volveremos a ser la maza que golpeará a los que nos niegan el futuro.