El Centro Nacional de Inteligencia ha dictado una segunda resolución sobre la solicitud de Habilitación Personal de Seguridad de Xaquín García Sinde, veterano sindicalista de CCOO en los astilleros ferrolanos de Navantia, fundador de GanemosCCOO y miembro de la corriente marxista El Militante. Y lo que tras la primera resolución era una sospecha más que fundada, ahora es una certeza absoluta.
El CNI reconoce explícitamente que su veto se debe a que Xaquín “ha demostrado una continuada participación en organizaciones y grupos cuyos ideales defienden una estrategia revolucionaria: de clase, anticapitalista e internacionalista. Si bien esta participación es lícita, se considera discordante con la protección de la información clasificada que el Ministerio de Defensa español cede a la industria para sus desarrollos armamentísticos”.
Es decir, las actividades políticas del compañero Xaquín, a pesar de ser lícitas, lo convierten, a ojos del CNI, en un riesgo para la seguridad nacional, en sospechoso de terrorismo, espionaje o sabotaje porque no otra cosa significa eso.
En el fondo, este reconocimiento de la motivación política del veto a Xaquín no se diferencia en nada de aquella etiqueta de “desafecto al régimen” con que la dictadura franquista catalogaba a quienes no comulgaban con ella. Ni tampoco se diferencia de la mentalidad de fondo que late en la frase del general Videla tras el golpe de Estado fascista en Argentina en marzo de 1976: “Primero mataremos a los subversivos, después a sus colaboradores, luego a sus simpatizantes, más tarde a los indiferentes y, por último, a los tímidos”. El que no está conmigo, está contra mí, el principio de todas las personas con mentalidad dictatorial.
El veto del CNI al compañero Xaquín sólo puede ser calificado de caza de brujas, y es un síntoma más del carácter autoritario y represivo del PP, que se suma a la Ley Mordaza, la persecución penal contra sindicalistas y trabajadores, las multas abusivas y otras medidas similares adoptadas por este gobierno reaccionario para tratar de frenar la lucha contra sus recortes amedrentando a quienes nos movilizamos contra ellos. Ese veto es un ataque a todos quienes luchamos por un cambio social profundo y real que garantice una vida digna a toda la humanidad, a todos quienes luchamos para acabar con la dictadura de la minoría privilegiada a cuyo servicio está el CNI. Por eso la campaña de solidaridad con el compañero va a continuar con fuerza redoblada.
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