La aprobación por parte de Donald Trump de un decreto presidencial para impedir la entrada de inmigrantes en EEUU ha desatado una oleada de movilizaciones masivas por todos los EEUU. Ocupaciones de aeropuertos y manifestaciones multitudinarias en las principales ciudades han respondido a la política reaccionaria y racista de Trump. Los compañeros de Socialist Alaternative (CIT en EEUU) están en primera línea impulsando la lucha y defendiendo una política de clase, socialista, antirracista e internacionalista. A continuación publicamos un artículo de la compañera Cora Bergantinos en el que aborda el contenido de estas medidas.
Donald Trump está moviéndose rápidamente para cumplir muchas de las promesas reaccionarias que hizo durante su campaña presidencial. El quinto día de su presidencia firmó órdenes para dar luz verde al inicio de la construcción del “muro” en la frontera mexicana, cortar los fondos federales a las “ciudades santuario”, añadir 5.000 patrulleros fronterizos y triplicar el número de oficiales del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE), al mismo tiempo que les permite “echar a todo aquel que represente una amenaza para la seguridad pública”. También ha promulgado una prohibición de facto de la inmigración de musulmanes, paralizando los visados de seis países de mayoría musulmana. Se dice que cortará drásticamente el actual programa de refugiados, particularmente desgarrador dado la situación actual en Siria. Trump está enviando un mensaje claro contra nuestras hermanas y hermanos inmigrantes, y es el momento de activar la resistencia. Ha prometido reiteradamente deportar a dos o tres millones de trabajadores indocumentados, y amenaza con hacerlo en meses ¡lo que hizo la administración Obama en ocho años!
Trump dice que su administración se centraría en deportar criminales, miembros de bandas y traficantes de droga, sin embargo, para alcanzar el número previsto de deportaciones tendría que ampliar y redefinir el concepto de criminal, socavando el procedimiento básico con una escalada masiva e implacable de deportaciones. Pero incluso incluyendo a todo aquel que ha tenido alguna vez un ticket de aparcamiento no son suficientes personas para que el ICE las persiga.
Por eso la orden de Trump dice que el objetivo prioritario serán aquellas personas “implicadas en fraude o declaraciones falsas intencionadas relacionadas con cualquier asunto oficial o solicitud ante una agencia gubernamental”. Como señala The New York Times: “esencialmente incluiría a cualquier trabajador indocumentado que ha firmado un contrato de empleo en EEUU”. Si Trump mantiene su promesa, necesitará regresar a las tácticas utilizadas durante los años de Bush con redadas en los centros de trabajo y vecindarios que acorralaron a miles de trabajadores en lavados de automóviles, plantas procesadoras de carne y supermercados.
Considerando el actual clima, esta política podría desencadenar una resistencia masiva, especialmente en las “ciudades santuario” clave como Nueva York, Chicago y Los Angeles. No sería la primera vez que una sobrerreacción del Partido Republicano contra los inmigrantes provoca una tremenda convulsión en la sociedad. En 2005, los republicanos dominaban el Senado y aprobaron la H.R. 4437, la Ley Sensenbrenner, que amenazaba a todos los trabajadores indocumentados con la deportación y criminalizaba a todo aquel que les ayudara.
Esto llevó a una de las oleadas de manifestaciones de masas más grandes en la historia de EEUU, culminando con el histórico “Día sin inmigrantes” el 1 de mayo de 2006, y una huelga que paralizó sectores importantes de la economía, incluido el puerto de Los Angeles. Este movimiento derrotó la H.R. 4437 y echó atrás las actitudes más reaccionarias anti-inmigrantes, pero los sindicados lamentablemente no sacaron a la clase obrera nativa para luchar al lado de los trabajadores inmigrantes, dejándoles aislados. Mediante redadas en los centros de trabajo, especialmente en las industrias donde estaban en marcha campañas de organización sindical, muchos fueron deportados, el movimiento se rompió y la demanda de “igualdad de derechos para todos los trabajadores” temporalmente fue derrotada.
En ese momento, el Partido Demócrata intentó desviar el movimiento de las calles y, mientras prometía “una reforma extensa de la inmigración” incluido un “camino a la ciudadanía”, como afirmaron durante la campaña de Obama en 2008, posteriormente no cumplieron nada, ni siquiera cuando los demócratas controlaban la presidencia y ambas cámaras del congreso. Con Obama, los Demócratas continuaron con las deportaciones, alcanzando récords históricos y ayudaron a crear la infraestructura que Trump utilizará ahora para llegar más lejos.
Luchando por el futuro
Pero mientras Trump quiere implantar su agenda rápidamente, este no es el mismo país de hace una década. Una nueva generación se ha radicalizado y galvanizado en la lucha por la campaña de inmigrantes Dreamer, Ocupa Wall Street, la lucha por los 15 dólares, Black Lives Matter y en la reciente victoria de contra el oleoducto de Dakota. Millones respondieron el año pasado al llamamiento de Bernie Sanders por una revolución política contra la clase millonaria.
La agenda de Trump puede ser derrotada, pero serán necesarias más que protestas y manifestaciones si queremos ganar. Esta vez, los trabajadores nativos y los jóvenes deben salir en solidaridad con los trabajadores inmigrantes. Los sindicatos tienen un papel crucial que jugar, no sólo organizando en centros de trabajo clave sino también convocando asambleas de masas donde la clase obrera puedan discutir, planificar y organizar acciones de desobediencia civil no violentas para parar la maquinaria del ICE, incluida la acción huelguística. Ya se han comenzado a crear en varias ciudades redes para organizar acciones y frenar las deportaciones.
La defensa de los derechos de los inmigrantes no es sólo una cuestión de equidad y justicia. Millones se sienten amenazados por los ataques de Trump a los derechos de las mujeres, a los derechos de los trabajadores y contra las protecciones medioambientales. Trump sabe que se enfrentará a una oposición masiva y quiere rápidamente conseguir victorias. Una derrota de una lucha enviará una oleada de desmoralización a todos nuestros movimientos. ¡No podemos permitir un paso atrás! La agenda derechista se puede derrotar pero sólo si nos unimos en solidaridad y creamos nuestra fuerza social, la fuerza más fuerte de la humanidad.