La lucha de los más de 100.000 trabajadores de los ferrocarriles en EEUU ha vuelto a poner de manifiesto la verdadera cara de la Administración demócrata. Ante la inminente convocatoria de una huelga en el sector para exigir, entre otros, derechos tan básicos como las bajas remuneradas por enfermedad, Biden y su equipo han prohibido su derecho a huelga recurriendo a la legislación antisindical de 1926 y, para mayor escándalo, ha contado con los votos de todos los representantes del DSA en el Congreso, excepto Rashid Tlaib.

Apoyando esta prohibición, Ocasio Cortez y los suyos han cruzado una decisiva línea roja que ha abierto un debate crucial en las filas de los Socialistas Democráticos de América (DSA).

Precariedad extrema entre los ferroviarios

Las condiciones de los trabajadores del ferrocarril han empeorado dramáticamente. Desde 2016 -entre otros recortes- se ha reducido la masa laboral en un 25%. Las consecuencias han sido un deterioro brutal de las condiciones laborales de los que conservan su empleo y un incremento de la inseguridad en sus puestos de trabajo y en la prestación del propio servicio. La tripulación de muchos trenes se limita a un solo trabajador con lo que las posibilidades de que se produzcan accidentes fatales han crecido exponencialmente.

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Biden y su equipo han prohibido la huelga del ferrocarril contando con los votos de casi todos los representantes del DSA en el Congreso, incluida Alexandria Ocasio Cortez. 


Además de realizar viajes de larga distancia, durante los cuales el tiempo de descanso se hace lejos de casa, estos trabajadores deben garantizar su disponibilidad 24 horas al día, los siete días de la semana, los 365 días del año, siendo avisados en muchas ocasiones con dos horas de antelación para acudir al puesto de trabajo. Si están enfermos tienen que ir a trabajar igualmente a riesgo de ser despedidos si no lo hacen. Una de sus reivindicaciones más sentidas es conseguir 15 días de baja remunerada por enfermedad.

En contraste con estas decimonónicas condiciones laborales, se encuentran los privilegios obscenos de los CEO de las cinco empresas que controlan el 90% de los ferrocarriles. Estos individuos, solo en los tres últimos años, han cobrado más de 200 millones de dólares.

Este escenario no es algo exclusivo de este sector. Tampoco lo es el profundo descontento de los ferroviarios, que se extiende inexorable entre amplias capas de la clase obrera norteamericana. Esto es lo que explica el temor de los grandes capitalistas estadounidenses a que el ejemplo de que la huelga que amenazaba con paralizar la red ferroviaria, pudiera convertirse en una chispa que prendiese más allá de los ferrocarriles.

Biden al rescate de la patronal del ferrocarril

Los doce sindicatos que aglutinan en torno a 115.000 trabajadores ferroviarios llevaban tres años negociando un nuevo convenio colectivo. Tres años marcados por la pandemia y por el trabajo considerado “esencial” y llevado a cabo a destajo por sus empleados. Biden desempolvó este septiembre la Ley de Trabajo Ferroviario (RLA) de 1926 que permite al presidente intervenir en disputas laborales que “amenacen sustancialmente con interrumpir el comercio interestatal”. El resultado fue la presentación de una propuesta de “pacto” que no reconocía ningún día de baja remunerada por enfermedad - la demanda estrella de los trabajadores - y que incluía aumentos salariales muy por debajo del 9% que alcanzó la inflación en 2022. Cuatro sindicatos que aglutinan en torno al 60% de los empleados rechazaron el “acuerdo”. El resto de los sindicatos dijeron que de convocarse el paro, respetarían la línea de piquete.

Biden recurrió a la cámara de representantes  para  prohibir preventivamente cualquier huelga en los ferrocarriles e impuso por la fuerza el convenio colectivo.

Esto sienta un precedente terrible y es una muestra más de que los capitalistas y sus representantes políticos recurren, cada vez con más asiduidad, a medidas represivas y bonapartistas contra los derechos básicos de los trabajadores en todo el mundo. Cuando los “engorrosos trámites democráticos” de la democracia burguesa no sirven a los intereses de los grandes magnates, ¡se suprimen y punto!

El presidente Biden mientras demagógicamente dice apoyar a los sindicatos y el derecho a sindicarse de los trabajadores, o los 15$ la hora, en los hechos es un firme representante y un fiel defensor de los intereses de los capitalistas norteamericanos.

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Las condiciones de los trabajadores del ferrocarril han empeorado dramáticamente. Desde 2016 se ha reducido la masa laboral en un 25%. Los ritmos de trabajo han aumentado al tiempo que las medidas de seguridad han disminuido peligrosamente. 


Esta es la auténtica cara del Partido Demócrata y del presidente Biden. Esta se muestra de forma especialmente cruda en este contexto de profunda crisis del capitalismo mundial y con la burguesía estadounidense en medio de una dura pugna con el capitalismo chino por la supremacía mundial. Los capitalistas de EEUU no van a dudar ni un momento en someter a las condiciones más deplorables a su propia clase trabajadora para intentar salir victoriosos en esta competición.

La huelga prohibida y el DSA: o con los trabajadores o con los capitalistas

Solo una de las representantes de la  “izquierda progresista” del Partido Demócrata ha votado en contra de la prohibición de la huelga. Todos los demás, varios miembros de los Socialistas Democráticos de América, incluida su cara más conocida, Alexandria Ocasio Cortez, han dado su voto a favor de esta medida rompe huelgas.

Este hecho supone un antes y un después para el DSA. Sus representantes se han colocado del otro lado de la barricada y esto tiene muchas implicaciones y también lecciones vitales para el futuro.

Desde el surgimiento del masivo movimiento de apoyo a Bernie Sanders se ha dado un debate sobre si trabajar o no dentro del Partido Demócrata, sobre si era útil o no para que las ideas del socialismo avanzasen en EEUU. Ya hemos tenido muchos ejemplos de que el Partido Demócrata está corrompido hasta la médula, implicado al máximo grado con los grandes capitalistas, que son los verdaderos dueños del partido.

Esto no se contradice en absoluto con el hecho de que las masas utilizan lo que tienen a su alcance para defenderse de los ataques neofascistas de Trump y los suyos, como han hecho en las elecciones de medio mandato. Y en el terreno electoral no existe ninguna alternativa de clase para los trabajadores y la juventud. Pero los demócratas defienden lo que defienden. Lo hemos visto con la guerra de Ucrania, con el maltrato a las personas migrantes, con el fiasco de sus políticas sociales. Lo hemos visto cuando hicieron todo lo que estuvo en su mano para evitar que Sanders se presentase a presidente ¡hasta en dos ocasiones! Pero esta imposición antihuelga  es de un nivel de clasismo y de reacción que no tiene nada que envidiar al trumpismo.

¿Cuál es la diferencia entre tener diputados socialistas o no tenerlos si a la hora de la verdad se posicionan contra los trabajadores y aprueban prohibir huelgas? Esta pregunta es la que se están haciendo ahora muchos simpatizantes y miembros de los Socialistas Democráticos de América. Tanto es así que el DSA ha tenido que publicar una declaración[i] en la que se solidariza con los ferroviarios y su derecho a huelga y reprueba el comportamiento de Ocasio Cortez y  Cori Bush – algo que no había ocurrido hasta la fecha -. En este comunicado su Comité Político Nacional también se compromete a discutir ampliamente en las bases del DSA este aspecto. El próximo agosto celebrarán su congreso nacional.

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La actuación de los congresistas del DSA apoyando la prohibición de la huelga ferroviaria ha desatado una profunda crisis en sus filas. 


El DSA se ha convertido en una organización de referencia para millones de jóvenes y trabajadores en el último periodo. En los próximos meses y años se darán luchas muy fuertes en EEUU y los que han nutrido sus filas o miran hacia ellos en momentos cruciales de la lucha de clases, necesitan una alternativa viable para cambiar de raíz el curso de los acontecimientos.

Existen fuerzas y determinación para levantar esa alternativa. Pero es indispensable romper con el Partido Demócrata. Acabamos de tener una buena muestra de lo lejos que se puede llegar atados a la lógica de Biden, que es la lógica del sistema. La solución pasa por construir un partido de nuestra clase y para nuestra clase.

Unir las fuerzas de toda la izquierda política y sindical combativa y revolucionaria en esta tarea será clave para que las masas en EEUU puedan responder a la ofensiva de la extrema derecha y ganar. Dar esta batalla dentro del movimiento y de las propias filas del DSA es un punto central para los comunistas revolucionarios hoy.

[i] Apoye a los trabajadores ferroviarios, desarrolle el poder de los trabajadores


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