Restricciones al derecho
a voto
La clase dominante estadounidense se permite el lujo de dar lecciones de derechos democráticos al resto del mundo, pero si se observa más de cerca la “democracia” estadounidense veremos que deja mucho que desear. Por ejemplo, los 600.000 habitantes de Washington DC no pueden votar de forma permanente en las elecciones al congreso. En las últimas elecciones presidenciales, en el estado de Florida, gobernado por el hermano de Bush, el 31% de la población negra tenía restringido su derecho al voto. En Alabama el porcentaje es del 12,4%, en Iowa, Mississipi, Nuevo México, Virginia y Wyoming, uno de cada cuatro hombres negros no puede votar (información extraída del New York Times).
También tienen restringido su derecho a voto más de dos millones de presos (el 60% son hispanos), la mayoría no pueden hacerlo de forma permanente. En todo el país, el 13% de los hombres negros son excluidos del sistema electoral durante años o para toda la vida, en muchos casos su delito es haber sido detenidos fumando marihuana.
Abstención
La abstención ha aumentado fundamentalmente en los estados industriales y en los barrios obreros, donde tradicionalmente ganan los demócratas, y la participación ha aumentado significativamente en los estados rurales, donde tradicionalmente ganan los republicanos. Entre los jóvenes comprendidos entre los 18 y los 25 años de edad, apenas ha ido a votar un tercio. Por ejemplo, en el Sur de EEUU la participación entre la población negra (tradicionalmente demócrata) sólo fue del 42%, frente al 72% de las últimas elecciones presidenciales. En California, con respecto a las últimas elecciones al congreso (1998), han dejado de ir a votar 1.150.000 negros e hispanos.
¿A qué se debe esta baja participación y la victoria de los republicanos? Por supuesto no es fruto de la arrolladora personalidad de Bush, como dicen algunos medios de comunicación estadounidenses. Estos resultados, fundamentalmente, son la consecuencia de la ausencia de alternativa para los jóvenes y trabajadores. El partido republicano y el demócrata son dos caras de la misma moneda, ambos son dos partidos capitalistas, uno intenta representar la cara amable y otro su cara más dura. Pero en definitiva, en las cuestiones fundamentales están de acuerdo.
Más ataques
Nada más conseguir el control del congreso y el senado, la administración Bush ha acelerado sus ataques contra los derechos democráticos y las condiciones laborales de los trabajadores estadounidenses. Ha anunciado la privatización de 850.000 empleos públicos, la reforma de la ley que permitiría legalmente ampliar la jornada laboral más allá de las 40 horas semanales, reducción del presupuesto destinado a sanidad y educación, mientras que al mismo tiempo anuncia la restricción del derecho al aborto y el aumento del dinero destinado a los grupos religiosos de ultraderecha.
Si alguien ha sacado la conclusión de que esta “victoria” republicana es un cheque en blanco para profundizar los ataques a los trabajadores estadounidenses está muy equivocado. La clase obrera estadounidense tiene una heroica tradición de lucha y en el próximo período veremos de nuevo su entrada en escena para frenar los ataques de la derecha.