Que la economía estadounidense se encamina hacia una recesión parece ya una realidad, ahora el debate está en su profundidad y duración. Pero aunque oficialmente la economía aún no está en recesión, la realidad es que millones de trabajadores norteamericanos llevan ya tiempo sufriendo el deterioro de la situación económica en EEUU. Cuando estalló la crisis de las hipotecas basura, los economistas burgueses se dieron prisa en "tranquilizar" a los inversores asegurando que era una crisis financiera pero que la economía real, es decir la productiva, estaba en perfectas condiciones.
Que la economía estadounidense se encamina hacia una recesión parece ya una realidad, ahora el debate está en su profundidad y duración. Pero aunque oficialmente la economía aún no está en recesión, la realidad es que millones de trabajadores norteamericanos llevan ya tiempo sufriendo el deterioro de la situación económica en EEUU. Cuando estalló la crisis de las hipotecas basura, los economistas burgueses se dieron prisa en "tranquilizar" a los inversores asegurando que era una crisis financiera pero que la economía real, es decir la productiva, estaba en perfectas condiciones.
Los últimos datos publicados demuestran que no es así, en el caso de EEUU, el PIB en el último trimestre de 2007 creció un raquítico 0,6%, situando la tasa anual en un 2,2%, el crecimiento más débil en los últimos cinco años. El índice de actividad manufacturera cayó de 50,7 en enero a un 48,3 en febrero; el mismo índice del sector servicios se situó en 49,3, cuando estos índices bajan de 50 equivalen a contracción del sector. Otro indicador del empeoramiento de la situación es la caída de la confianza del consumidor. El consumo ha sido uno de los principales motores de la economía estos últimos años, según una encuesta publicada por Reuters/Universidad de Michigan, la confianza ha caído un 11% desde principios de este año. Como señala el director de la encuesta, Richard Curtin: "Las caídas anteriores de esta magnitud siempre han ido asociadas a recesiones posteriores". Y a todo esto hay que añadir el tremendo coste económico que están suponiendo para el capitalismo norteamericano sus aventuras imperialistas en Iraq y Afganistán.
En este contexto económico Bush presentó unos presupuestos récord: 3,1 billones de dólares. Los presupuestos se podrían resumir en: menos impuestos para los ricos (la cuantía de la reducción supera el presupuesto destinado a educación), más gasto militar (el mayor desde la II Guerra Mundial ajustada la inflación y sin incluir Iraq ni Afganistán) y recortes sociales (por ejemplo, una reducción que supera los 600.000 millones de dólares en el presupuesto sanitario); es decir, como es habitual, los capitalistas pretenden que la carga de la crisis la soporten los trabajadores.
Aumento de los conflictos laborales
Esta situación está teniendo un efecto sobre los jóvenes y trabajadores norteamericanos que comienzan a despertar de décadas de letargo. Ya el año pasado pudimos ver huelgas importantes como la de General Motors, profesores, enfermeras o la huelga de guionistas. Pero también hubo otros conflictos que en la prensa "libre" no han aparecido y que demuestran que nuevas capas superexplotadas se incorporan a la lucha. Uno de los ejemplos son los trabajadores de la MTV de Nueva York, 5.000 trabajadores jóvenes, entre 20 y 30 años, con unas condiciones laborales precarias, sin derechos sindicales y salarios muy bajos. La empresa en diciembre anunció la intención de reducir sus derechos sanitarios y las contribuciones a sus pensiones, espontáneamente salieron a la calle, tomaron la iniciativa de formar el sindicato, intentaron generalizar la lucha con los guionistas y finalmente la empresa dio marcha atrás en enero en algunos de sus ataques.
Este tipo de conflictos se han podido ver de forma generaliza en sectores explotados como son la limpieza, conserjes, hostelería y también en el sector público. Los trabajadores de este sector están sufriendo duros ataques por parte de los distintos gobiernos locales y municipales que han reducido drásticamente sus presupuestos. Por ejemplo, el gobernador de California ha aprobado un presupuesto que incluye el despido de 7.000 trabajadores, 4.400 millones de dólares menos para educación, 1.130 millones menos para sanidad, en total reducir el presupuesto en 14.000 millones de dólares en ocho meses. Lo mismo se puede decir del Ayuntamiento de Nueva York que pretende reducir su presupuesto un 2,5% este año y un 5% el próximo. En este caso son más de 100.000 trabajadores (profesores, enfermeras, bomberos, policías...) con una gran tradición sindical y que ya han dicho claramente que no aceptarán ni un ataque.
En este último período también ha habido luchas importantes entre los trabajadores del sector automotriz: 2.500 trabajadores de Volvo, 5.000 de Harley Davidson, Chrysler, y el último de estos conflictos es en American Axel, esta empresa se dedica al suministro de piezas para la industria automovilística, sus 3.600 trabajadores llevan dos semanas de huelga y la consecuencia directa ha sido la paralización de siete plantas de la General Motors en EEUU.
En los próximos meses podemos ver también la huelga de los 55.000 trabajadores de Verizon (segunda empresa de telecomunicaciones de EEUU). Estos trabajadores son de los pocos que tienen cubiertos los gastos sanitarios totales para ellos y sus familias, sólo el 6% de los trabajadores norteamericanos lo tienen, y la empresa pretende que a partir de ahora los trabajadores paguen entre 10 y 100 dólares al mes de seguro sanitario. Y también han anunciado que irán a la huelga los estibadores de la costa occidental. Además su sindicato, el IWLU, ha convocado un paro el próximo Primero de Mayo para protestar contra las guerras de Iraq y Afganistán, y exigir el regreso inmediato de las tropas. Esta medida fue aprobada en su último congreso y han enviado una carta al AFL-CIO para que se sume a ella. Es un acontecimiento histórico, será la primera huelga en décadas con un carácter político.
Las primarias demócratas
Es difícil recordar unas primarias demócratas tan seguidas y reñidas como éstas. En los medios de comunicación podemos encontrar todo tipo de análisis empíricos y superficiales, que explican la victoria de uno u otro candidato por su "simpatía", por sus lágrimas o cualquier otro detalle similar.
Lo más importante de estas primarias es la enorme participación, más de 22 millones de personas, el doble que en las elecciones de 2004 y cuatro veces más que en 2000. Y sobre todo, la masiva participación de los jóvenes y que refleja la creciente politización de la juventud estadounidense. Basta un ejemplo, en las primarias de Iowa participaron 52.000 menores de 30 años (en las de 2000 participaron sólo 2.000). Esta alta participación y la gran expectación que están generando son un reflejo de los profundos deseos de cambio que hay en la sociedad estadounidense y que también se expresa en que los dos candidatos sean una mujer y un negro, algo impensable en EEUU hace sólo unos años.
Todavía no está claro si ganará Hillary Clinton o Barak Obama. Por ahora este último lleva una ventaja aproximada de cien delegados, pero todavía le faltan unos 500 para tener la mayoría necesaria de 2.025. Aún así, tampoco estaría garantizada su nominación como candidato presidencial ya que está el voto de los 700 superdelegados (gobernadores, senadores, congresistas demócratas...) que podrían cambiar el resultado de las primarias, lo que demuestra el carácter "democrático" de estas primarias, al final, la última palabra la tiene el establishment demócrata, que sin duda votará lo mejor para sus intereses, es decir, para los intereses del capitalismo norteamericano.
Obama o Clinton
La realidad es que tanto Obama como Clinton no representan ninguna amenaza para los capitalistas, los dos son representantes de su sistema y ambos serán fieles guardianes y defensores del sistema, como han manifestando en muchas de sus declaraciones, y que también se refleja en las cuantiosas sumas de dinero que las grandes empresas han donado a sus respectivas campañas.
La ventaja de Obama se explica porque de los dos candidatos es el que más ha conectado con ese deseo de cambio. Está haciendo una campaña totalmente demagógica, presume de no haber apoyado la guerra de Iraq omitiendo que no lo hizo porque hace cinco años no era senador, pero sí votó a favor de destinar más dinero a la guerra o de continuar con la guerra en Afganistán. Denuncia la pobreza y los bajos salarios, pero su solución es apelar a la "moral" de los capitalistas para que cedan algo de sus jugosos beneficios. Además, en cuestiones como el aborto y la religión sus ideas son bastante reaccionarias, muy similares a las ideas defendidas por los republicanos más reaccionarios.
Todavía faltan meses para las elecciones, por ahora todo parece apuntar a que los demócratas ganarán. Muchos ya comparan la probable victoria demócrata con la de Reagan en 1980 cuando ganó la presidencia de modo arrollador y además tenía la mayoría de las dos cámaras. Ahora por primera vez en casi tres décadas podría ocurrir lo mismo. Pero en una situación caracterizada por la inestabilidad a todos los niveles, ocho meses son demasiado tiempo para hacer un pronóstico electoral. En otros artículos hemos explicado que los demócratas son sólo la cara amable del sistema capitalista, ni siquiera son un partido socialdemócrata al estilo europeo. La ausencia de un verdadero partido obrero de masas es la causa de que muchos jóvenes y trabajadores norteamericanos vean en el Partido Demócrata su alternativa. Pero si ganan las próximas elecciones, en medio de una recesión económica, los trabajadores norteamericanos aprenderán a través de su experiencia que la única manera de defender sus intereses es a través de la lucha consciente y con la creación de un verdadero partido obrero de masas.