La economía norteamericana ha regresado a la UCI, con un crecimiento del 0,1% en el cuarto trimestre de 2012 se sitúa de nuevo en niveles de prerecesión. Una de sus grandes losas es el gigantesco déficit presupuestario, que superó el billón de dólares. El año 2012 terminó con las frenéticas negociaciones entre republicanos y demócratas para superar el llamado “abismo fiscal”, un intento de reducir la enorme brecha que existe entre los gastos y los ingresos del Estado.
Aunque llegaron a un acuerdo in extremis, quedó pendiente decidir cómo reducirían el déficit. Tanto republicanos como demócratas coinciden en lo esencial: reducir el gasto público, les separa la cantidad. Mientras los primeros proponen un recorte de 4,6 billones de dólares en diez años, los segundos lo sitúan en 1,8 billones. El otro escollo en la negociación es la cuestión de los impuestos, mientras los republicanos se niegan a incrementarlos a las rentas más altas, los demócratas quieren prolongar las reducciones impositivas a las rentas medias y bajas, y aumentar los impuestos a las más elevadas.
Al no existir acuerdo, el pasado 1 de marzo entró en vigor el llamado “secuestro fiscal”, se trata de un mecanismo acordado por los dos partidos en agosto de 2011. Tanto el “abismo” como el “secuestro” son eufemismos que pretenden crear un escenario apocalíptico para justificar brutales recortes de los gastos sociales. La entrada en vigor del “secuestro” supone la reducción automática del gasto federal, se recortarán 85.000 millones de dólares de aquí a septiembre, y 1,2 billones de dólares en los próximos diez años. El objetivo del gobierno norteamericano es acabar el año fiscal con un déficit aproximado de 800.000 millones de dólares.
Las conquistas y los derechos sociales en el punto de mira
Los nuevos recortes del gasto social, que se suman a los que se han venido aplicando desde el inicio de la crisis económica, representan un ataque sin precedentes a la clase trabajadora y a los sectores más desfavorecidos. Además de poner en riesgo una posible recuperación económica, según los expertos, esta primera ronda de recortes reducirá el crecimiento del PIB en un 0,6%, el FMI y otros organismos internacionales ya han anunciado que revisarán a la baja la perspectiva de crecimiento económico.
Una de las partidas más afectadas será la destinada a la financiación del Medicare (programa sanitario para los mayores de 65 años) que tendrá una reducción de 9.900 millones de dólares. Además se recortarán 4.000 millones de dólares de los programas dedicados a suministrar alimentos a aquellos que viven en la pobreza, justo en un momento en que el número de norteamericanos que reciben cupones de comida ha alcanzado el récord de 47,8 millones de personas, un 15% de la población, casi el doble que en 1975. Según la organización Meals On Wheels Association of America, que aglutina a 5.000 organizaciones locales que distribuyen un millón de comidas diarias entre los pobres, dejarán de dar 19 millones de comidas. Las familias con bajos ingresos sufrirán especialmente con los recortes en los programas de nutrición, vivienda y otras necesidades básicas, agravando aún más la pobreza que afecta ya a más de 50 millones de personas.
Los parados tampoco se salvan. El subsidio para los desempleados de larga duración, actualmente 3,8 millones de trabajadores, se reduce en 140 dólares mensuales. En total, el dinero federal destinado al desempleo bajará un 11%, además de reducir el período de cobro de la prestación por desempleo. También la educación pública perderá 3.000 millones de dólares, el presupuesto del Departamento de Transporte se reducirá en 637 millones, y así podríamos continuar con todos y cada uno de los programas y partidas sociales.
Decenas de miles de empleados públicos a casa y sin salario
Para reducir gastos, durante las próximas semanas y meses cientos de miles de empleados públicos del Departamento de Defensa, Tesoro, Transporte y otras agencias federales serán enviados a sus casas con permisos forzosos, con la consiguiente reducción salarial. Defensa ha comenzado ya a enviar estas notificaciones a cientos de miles de empleados civiles. Según un portavoz del departamento la “gran mayoría” de sus 800.000 empleados civiles tendrán un permiso forzoso de un día a la semana, comenzarán el 25 de abril y durarán hasta el mes de septiembre. El salario para la mayoría de los trabajadores bajará un 20%. En total se calcula que esta medida afectará a aproximadamente un millón de empleados públicos, con recortes salariales que llegarán hasta el 35%. Además se amplía por tercer año consecutivo la congelación salarial en todo el sector público.
El “secuestro” prevé también el despido de decenas de miles de trabajadores. Según estimaciones del gobierno, unos 750.000 empleados públicos perderán su trabajo. Algunas fuentes dicen que si se tiene en cuenta a ayuntamientos y gobiernos locales, esta cifra se situaría en dos millones. Según los sindicatos de enseñanza, se despedirá a 50.000 profesores, que se sumarán a los 300.000 despedidos desde el inicio de la crisis en 2009, y el 7 de abril, 149 controladores aéreos, un tercio del total, irán a la calle. Estos son sólo dos ejemplos de la oleada de despidos del sector público que veremos en las próximas semanas.
La reducción del gasto federal representa un duro golpe para los distintos estados, muchos ya están al borde de la bancarrota y esto puede ser la puntilla que los hunda definitivamente. Michigan el pasado 1 de marzo declaró el estado de emergencia en Detroit, la ciudad que durante décadas fue el símbolo del auge del capitalismo norteamericano, en la que se producía buena parte de los automóviles fabricados en el mundo. Hoy, sus 70.000 casas y fábricas abandonadas simbolizan la decadencia del capitalismo. El hundimiento de Detroit podría convertirse en la mayor bancarrota de la historia de una ciudad en EEUU. Pero no es un caso aislado, por ejemplo, en California tres ciudades se encuentran en la misma situación, entre ellas Stockton, que en su día fue uno de los símbolos de la burbuja inmobiliaria. El ayuntamiento de Chicago ha anunciado el cierre de 61 escuelas y de llevarse a cabo será el mayor de la historia en EEUU; es la última fase de toda una serie de cierres que ha afectado a 30.000 estudiantes y mil profesores.
Receta acabada para la explosión social
El “secuestro fiscal” es una receta acabada para un estallido de la lucha de clases. El año pasado ya hubo importantes movilizaciones de estudiantes y profesores contra los recortes educativos, la más significativa fue la huelga de profesores en Chicago que terminó con una victoria parcial. De nuevo están en lucha, junto a estudiantes y padres contra el cierre de escuelas, el 27 de marzo paralizaron el sector en una jornada de lucha. Lo mismo sucede en Filadelfia, California y en otras ciudades y estados. Los trabajadores del sector postal también están afectados, en este caso por la privatización, que dejaría a cientos de pueblos sin servicio y a miles de carteros en la calle. El 24 de marzo convocaron marchas “de costa a costa” en las que participaron miles de trabajadores. Sin duda, en las próximas semanas y meses veremos a más sectores en lucha. Los jóvenes y trabajadores norteamericanos no sólo se enfrentan a un futuro de pobreza, como sucede en Europa la clase dominante estadounidense está aprovechando la crisis como excusa para acabar con derechos y conquistas sociales arrancadas por la clase obrera norteamericana en heroicas luchas en los años treinta y setenta del siglo pasado.