Temprano, muy temprano. Tan temprano como el cuerpo humano alcanza a levantarse del rezago del día anterior, ya recorría por las calles de la ciudad el espíritu de combate y lucha. Ya se desbordaban por las paredes de los edificios aquellos dolores y la furia que acompañará a lxs estudiantes y al resto de lxs mexicanxs por toda la vida. Desde el alba, las calles se sentían ya removidas por un murmullo que luego sería reemplazado por el grito atronador de cientos de almas marchando, de las detonaciones y del clamor ciudadano por justicia. Decenas de camiones iban ya en camino con destino a la capital del país. Saliendo desde diferentes puntos de Guerrero, repletos de camaradas, estudiantes y profesorxs de las diferentes Normales Rurales, y su praxis. Por eso de las 15:00 ya se encontraba un gran grupo de estudiantes en "El plantón de los 43". Comiendo de una olla grande, platicando, preparando la marcha hacia la victoria alada. Los compañeros de la normal de Ayotzinapa destacaban: calmados y seguros, con disciplina inquebrantable; en posición de firmes y con la mirada al frente. ¿Quién sabe hacia qué lejano futuro se dirigen las miradas de aquellxs cuya vista no se desvía del mañana?

La marcha comenzó de manera decidida. Los diferentes contingentes se localizaron en su posición y siguieron el avance de lxs camaradas normalistas, que marcharon de inicio a fin sin detenerse. Partiendo una ciudad paralizada por sindicatos que bloqueaban avenidas, grupos de estudiantes que tomaban el metro gritando consignas,  y diferentes medios colectivos de transporte, el flujo de un río incesante avanzó sobre Reforma.

Lxs protagonistas fueron lxs estudiantes de las escuelas normales. Una gran cantidad de contingentes llegaron con retraso debido a una lluvia constante y a los grupos organizados que detuvieron calles y avenidas a lo largo y ancho de la capital. La ira de una semana entera de protestas irrumpía una cotidianidad que difícilmente se detiene a observar y criticar su presente. Aún con los periódicos, la televisión y todos los medios mostrando segundo a segundo cada evento, la realidad material de lxs individuxs impide que se pueda hacer un análisis; pero, no sólo eso, también nos imposibilita la rabia. Es tan intenso el golpeteo constante de realidad que estamos desensibilizadxs ante la tragedia. Caminamos lado a lado con la muerte, y elegimos voltear hacia otro lado. Caminamos hombro a hombro, y el cansancio, el tedio, o el desinterés, nos matan. Por eso lxs normalistas marchan. Por eso lxs estudiantes y lxs sindicalistas marchan. Por eso marchan las madres. Por eso las mujeres, las disidencias y los pueblos originarios marchan.  Para que la rabia colectiva se transforme en actuar. Porque caminamos lado a lado con la muerte; pero, a sabiendas que no queda de otra, a sabiendas que nuestrxs muertxs igual y ya no vuelven, a sabiendas que nadie nos va a regresar la horas; ni el tiempo llorado, ni el tiempo de hambre, ni el tiempo de frío, elegimos mirar hacia el futuro. Elegimos la furia controlada. Elegimos la organización desde abajo. Porque caminando lado a lado con la muerte, nos cansamos de tener que llorar y extrañar. 

Dado que cada lucha es una misma, también el enemigo es sólo uno. Durante toda la marcha se levantaron consignas recordando a nuestros compañeros desaparecidos. A once años de la tragedia, de una "verdad" hecha a la medida de lxs poderosxs, se seguía exigiendo la "verdad" a secas. En un sistema de muerte, que es el "capital", gobiernos e individuxs están supeditadxs a las demandas de quienes poseen los recursos. En un país tan desigual, con el imperialismo impidiendo cualquier intento de desarrollo interno independiente, con una clase burguesa voraz que acapara todo avance en materia de reducir la brecha de clase, y el crecimiento de un nuevo poder conocido como "crimen organizado", mayor expresión del neoliberalismo, se mantiene al estado en un equilibrio muy frágil. Con el aumento exponencial en la violencia desde el comienzo de la "Guerra contra el narco" impulsada por el ex presidente Felipe Calderón y su grupo político, también hubo un aumento de la presencia militar en la vida pública. De una tradición violenta propiciada por la guerra fría y el miedo al "comunismo", se entrenó a las fuerzas armadas y a diferentes grupos policiales en tortura, en asesinato silencioso... En desaparición. "La escuela de las Américas", con tácticas probadas durante el combate al comunismo, y métodos científicamente estudiados por mandos Israelíes en el laboratorio de muerte en el que fueron transformando Palestina, prepararon a las fuerzas del "órden" de toda Latinoamérica. Así ocurrieron masacres como la del 68 en la plaza de Las tres culturas. Así se silenciaron a cientos de guerrillerxs, estudiantes y líderes de izquierda durante la guerra sucia. Así también, esas mismas fuerzas policiales y militares, con trabajo de inteligencia e infiltración previos, acribillaron y desaparecieron a 43 estudiantes de la Normal rural de Ayotzinapa. 

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" Los diferentes contingentes se localizaron en su posición y siguieron el avance de lxs camaradas normalistas, que marcharon de inicio a fin sin detenerse. "

Dado que cada lucha es la misma, desde Levante hasta Chiapas, se corearon los gritos de protesta que exigían la devolución de nuestros compañeros, sanos y con vida. Se cantó por lxs desaparecidxs y lxs miles de asesinadxs, tanto aquí como más allá de los mares. Se gritó por los pueblos desplazados, por lxs estudiantes muertxs, por las mujeres, y se cantó en contra del genocidio del pueblo Palestino. Porque todas las luchas son la misma lucha. En contra del capital, de su maquinaria de muerte y de expulsión. Porque las mismas tácticas que usan aquí para demoler, para robar el agua y construir condominios, también se están usando allá, y más allá, en donde nuestros ojos no ven. En Palestina, en el Congo, en Sudán, en Libia, en Iraq, en Haití, se observa la misma dinámica. Acumulación desmedida por parte de lxs capitalistas, un estado cooptado por el interés económico, y una base social dividida y lastimada. El proyecto del imperialismo burgués es el mismo, y encuentra su mayor expresión bajo el disfraz del victimismo y de la fé. Nuestrxs desplazadxs y muertxs por el crimen organizado no son tan distintxs a lxs muertxs y desplazadxs por el sionismo, parten de una misma lógica: el interés del capital por intentar extraer el mayor valor posible de sus tierras.

Y así llegamos al 26 de septiembre. Conmemorando a lxs caídxs. Con las plantas de los pies lastimadas y vencidas. Con sólo el espíritu que nos levanta. Aún con la desmedida fuerza policial desplegada a nuestros costados. Aún cuando los grupos organizados en torno a la acción directa se enfrentaron a los escudos, y los escudos decidieron escuchar a su instinto más primario y atacar. Aún con las quemas y las detonaciones. Nadie dejaría que esa fecha se olvide. Con el estado mexicano y el gobierno de la capital preparando finamente sus tácticas para evitar y aplastar movilizaciones buscando limpiar su imagen ante el imperialismo y el poder económico en vísperas del próximo mundial. Con una juventud llena de furia por la violencia y las bajas oportunidades, con el asalto diario del desempleo y la falta de un claro futuro, que decide confrontar a la violencia estructural con su propia violencia; mientras el mismo sistema la criminaliza por golpear puertas y negocios, mientras ordena a sus policías a golpear cuerpos y espíritus. Con todo esto, y en el marco de tantas movilizaciones y tanta tristeza, no debemos olvidar que sólo la lucha unida de la clase proletaria nos salvará. Como todas las luchas son una misma, y el trabajo colectivo nos libera y engrandece, debemos recordar que "Palestina libre" y que "Vivos se los llevaron", consignas que deben de ser acompañadas de la organización de la juventud y la clase trabajadora. Que la lucha de clases es vigente aún en nuestros días. 

Al monstruo del capital solamente se le combate con una clase trabajadora y estudiantil consciente, preparada; con métodos de análisis de la realidad material y de práctica revolucionaria que estén a la altura del enemigo. Y con esperanza en el futuro, en el porvenir. Con esa mirada al frente de "normalista" que recuerda a sus compañeros y que aspira a un mañana donde infancias y vejeces ya no deban salir de sus casas a marchar. Cuando eres normalista rural ya no queda de otra más que olvidar la infancia, entregarte a los estudios y caminar. Porque cuando a la educación la atraviesan balas, sólo te queda la disciplina. Cuando las industrias mandan a sus sicarios a "pelar" los montes y llevarse a lxs niñxs, sólo te queda el tibio abrazo de la resistencia. Porque una tradición de lucha tan enorme no la van a apagar a disparos. Quieren que la organización rural, "morena", y desde abajo se compre el sueño capitalista y neoliberal. Pero no, camaradas. Como cada 26 de septiembre, no olvidamos a nuestros desaparecidos y nuestros muertos. No sucumbimos ante la derrota. No nos conformamos con las migajas que da el reformismo, o las promesas de campaña. Salimos a caminar un sendero tapizado de memoria, con nuestrxs camaradas al frente. Siempre lxs más combativxs. Siempre lxs de disciplina inamovible. Porque el campo, ni en la "Chinaca", ni en las normales, se rinde. 

Con un grito acallado en el pecho, en el corazón del mismo país, escuchamos a nuestrxs compañerxs levantar su voz sin ninguna plataforma, sin ningún apoyo sino el de las masas que en solidaridad, y a lado suyo, toman las calles, con el ruido de las detonaciones de fondo, con la ira de once años de lucha: ¡Ayotzinapa vive, la lucha sigue!

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