En estos últimos años hemos estado viendo el avance del fenómeno de la gentrificación en el contexto mexicano, especialmente en zonas como la Ciudad de México, Oaxaca, Quintana Roo.
Recientemente, el viernes 4 de julio, pudimos ver en la Ciudad de México la primera marcha contra la gentrificación, que originalmente era una reunión para conversar sobre esta problemática y que finalmente se convirtió en una marcha. En ella, se pudo ver principalmente a jóvenes y trabajadorxs mostrando un descontento legítimo debido al desplazamiento impulsado por los sectores inmobiliarios tanto nacional como extranjero.
La manifestación apareció con consignas en contra de la llegada de estadounidenses y extranjeros, fundamentalmente de capas medias se estaban estableciendo en distintas colonias, como la colonia Roma o la colonia Condesa, siendo de las zonas más afectadas por el fenómeno de la gentrificación. Este fenómeno se ha recrudecido con el paso de los años en el caso de la Ciudad de México y en el resto del país.
Esta problemática ha provocado el desplazamiento de familias que han vivido en colonias populares, donde los precios de la vivienda han aumentado exponencialmente, las familias terminan en la periferia donde lxs trabajadores y estudiantes muchas veces se hacen varias horas para llegar a sus centros de trabajo y a sus escuelas debido a la centralización, además de afectar los negocios locales que terminan desapareciendo por megacorporaciones que ponen sus franquicias en esas zonas, aumentando la llegada de gente con mayor poder adquisitivo, no solo extranjeros sino también nacionales de clase privilegiada. Aproximadamente 30 mil familias han sido desplazadas en Ciudad de México, en zonas como Iztapalapa o la Gustavo A. Madero (alcaldías donde la gentrificación no había crecido tanto como en colonias de la alcaldía Benito Juárez) los precios de la renta se han quintuplicado.

La gentrificación: Un problema que revela la desigualdad dentro del capitalismo
El término gentrificación, proveniente de la palabra anglo “Gentry” que significa “Pequeña burguesía” o “baja nobleza”, surge en el contexto inglés, y es parte el modelo burgués surgiendo en el siglo XIX en Europa y luego pasando a distintas partes del mundo como en Estados Unidos y Latinoamérica, de la mano con el crecimiento del capitalismo como modelo económico a nivel mundial.
Como se puede ver, este fenómeno no es nuevo, pero en el caso mexicano es considerado un fenómeno moderno. Este problema, producto del sistema capitalista, ha aumentado debido que el empresariado inmobiliario considera a la vivienda como un negocio, limitando su acceso solo para quien pueda pagarlo. Además, generar una lógica especulativa enriqueciéndose a costa del desplazamiento de la clase trabajadora de zonas que anteriormente eran barrios populares. Las grandes ciudades tanto en México como en otras partes del mundo se han convertido en mercancía, y no solo las ciudades, sino los pueblos mágicos y centros turísticos, privatizando las playas y costas, afectando al comercio local.
Igualmente, empresas como Airbnb se han beneficiado de este negocio, acaparando inmuebles en zonas más céntricas de las que familias enteras han sido desalojadas de sus casas para convertirlas en inmuebles de uso temporal. Todo esto se ha convertido en una espiral ascendente imparable desde octubre de 2022 después que la actual presidenta Claudia Sheinbaum (en ese entonces la Jefa de Gobierno de la CDMX) firmó un convenio con esta plataforma.
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Con este ejemplo podemos ver cómo el Estado ha permitido que este problema siga creciendo. Otro ejemplo, fue el desplazamiento del pueblo originario de Xoco para construir Torre Mitikah provocando además de gentrificación, problemas de acceso al agua, ecocidio y un intento de borrar la identidad de Xoco. A pesar de que Claudia prometió hacer algo al respecto con este tema los sectores inmobiliarios que impulsaron Mitikah se salieron con la suya, apoyandose en las autoridades de la alcaldía de Coyoacán.
Actualmente en México, el 50% de las viviendas se venden aproximadamente en 4 millones de pesos, solamente el 2% de la población puede pagarlo, además de que no todxs pueden acceder a un crédito hipotecario, siendo difícil obtener un crédito para obtener una casa. Por ejemplo, en BBVA te solicitan ganar $20,000 pesos como requerimiento para un crédito, solo 2 de cada 10 mexicanos ganan ese salario.

No es un tema de nacionalismos, sino de clase
Esta última marcha del 4 de julio a puesto la problemática sobre la mesa y generado un debate importante sobre el tema. El enojo de los manifestantes es totalmente legítimo. Aún así esta marcha intentó ser distorsionada por parte de la derecha mexicana y los medios de comunicación, sirviendo a los intereses de sus patrones, diciendo que la marcha era para pedir “vivir de a gratis en zonas como la Condesa y la Roma” ignorando que gente de clase trabajadora que originalmente vivía ahí terminó siendo desplazada por la gentrificación. Como siempre el foco lo pusieron en los disturbios que ocurrieron en un Starbucks, desviando la atención del verdadero problema señalado por la mayoría.
Otro comentario que se hizo es que “era una marcha xenófoba contra los estadounidenses”, lo cual tampoco es cierto, sino que el enojo era contra el desplazamiento y el acaparamiento de los precios, se debe mencionar que gentrificación no es igual a migración o que extranjeros vengan al país de turismo. Aún así hay que tener cuidado con el uso de consignas ultranacionalistas como “México para los mexicanos” o “No se van a ir, los vamos a saca” y evitar que alternativas reaccionarias se infiltre en el movimiento contra la gentrificación para distorsionarlo y que los mismos argumentos se ocupen después para atacar a lxs migrantes de otros contextos y que en su mayoría son clase trabajadora.
Recordemos que la mayoría de lxs gentrificadores y los que benefician la gentrificación suelen ser de la pequeña y alta burguesía que no aportan directamente a la economía mexicana, la mayoría de lxs estadounidenses de clase trabajadora también han sido víctimas de la gentrificación en su respectivo país. Además de que al usar estos discursos ultranacionalistas omiten que las empresas nacionales inmobiliarias y de especulación también se benefician o que muchos de estos sectores que se benefician ni siquiera están en territorio mexicano, como varios inversores en el mercado inmobiliario.
El Gobierno Federal como el de la Ciudad de México lanzaron comunicados sobre esta marcha y en vez de profundizar en el problema, señalaron más el tema de los destrozos y que no iban a permitir el racismo y la xenofobia dando a entender que la marcha solo fue para atacar a los estadounidenses, lo cual es un señalamiento hipócrita cuando la Guardia Nacional ha reprimido a migrantes centroamericanos y sudamericanos.
¡Luchemos por una vivienda digna y accesible
La batalla contra la gentrificación es una lucha contra la desigualdad, contra los procesos de colonización, contra la especulación y el enriquecimiento de un sector de la burguesía y de que la vivienda tiene que ser un derecho para todxs. Mientras no se ataque el fondo del problema, los planes que se han presentado por parte del gobierno federal o del de la Ciudad de México, serán impotentes.
En la Ciudad de México se han intentado realizar políticas sobre el tema de la gentrificación, como construir edificios de arrendamiento público o regularizar el Airbnb, pero estas políticas han sido insuficientes. Con esto no queremos decir que no se hagan reformas inmobiliarias o leyes de alquiler para poder ir frenando este problema, pero entendemos como revolucionarios que las reformas son temporales, insuficientes y que no acaban con el problema de fondo.

Es urgente construir un movimiento inquilinario masivo, que apunte al corazón de este mercado especulativo y ponga el derecho universal a la vivienda pública, gestionada directa y democraticamente por sus inquilinos y organizaciones, por delante del lucro de los rentistas.
Necesitamos organizar desde abajo a este movimiento para luchar por un programa que incluya:
1.-Expropiación sin indemnización de las viviendas en manos de bancos, fondos buitre, especuladores y caseros rentistas para que, junto con las que están bajo el control del INVI, se pueda constituir en los próximos cinco años un parque de entre cuatro y cinco millones de viviendas de titularidad pública para alquiler social a nivel nacional. Poner a disposición inmediata las 8.6 millones de viviendas deshabitadas de acuerdo al censo de 2022[1]. Este sería un primer plan, al que deberían seguir planes semejantes en los siguientes quinquenios para sacar la vivienda del mercado.
2.-Estas viviendas públicas, por ley, no podrían ser enajenadas ni volver al mercado privado, y serían alquiladas por un precio que en ningún caso sobrepase el 20% del SMI.
3.-Este parque de vivienda pública universal debe estar bajo control y gestión democrática de las y los inquilinos, asambleas y colectivos de la vivienda implicados en la lucha.
4.-Establecer un tope inmediato a todos los alquileres, estipulando un máximo por metro cuadrado, que suponga una rebaja inmediata del 50% en la media de los precios actuales.
5.-Establecimiento de contratos indefinidos de alquiler que protejan a las y los inquilinos e impidan las subidas especulativas. Prohibición de todo tipo de cláusulas abusivas, con sanciones ejemplares a los caseros infractores.
6.-Expropiación sin indemnización del suelo urbano y urbanizable en manos de fondos de inversión, bancos y especuladores inmobiliarios.
7.-Expropiación de las grandes inmobiliarias y empresas de la construcción. Creación de una red estatal de empresas públicas de la construcción en todos los territorios, bajo control obrero. De esta manera se acabaría con la corrupción sangrante de las licitaciones públicas y con el cartel inmobiliario.
8.-Prohibición del alquiler turístico o de temporada en zonas con déficit habitacional, y una estricta regulación de ese negocio que salvaguarde los cascos históricos de las ciudades y la protección medioambiental contando con el asesoramiento y las propuestas de las organizaciones, sindicatos y colectivos de la vivienda y ecologistas.
9.-Prohibición de los desahucios por ley. Basta del empobrecimiento de la clase obrera.
10.-Autodefensa vecinal y obrera contra los desahuciadores.
Necesitamos una huelga general de inquilinos e inquilinas para arrebatar este plan de vivienda publica universal y asequible.
Pero también, sabemos que la gentrificación y la desigualdad no terminarán de raíz si no terminamos con el sistema capitalista, que es el que permite que la vivienda sea vista como un negocio, el que permite que el acceso a la vivienda y a servicios básicos sea un privilegio. Debemos organizarnos como clase trabajadora, no solo en México sino a nivel internacional con un programa revolucionario y una economía planificada a favor de la clase trabajadora, para poder acceder tanto a la vivienda como a servicios básicos, derechos garantizados y a una vida digna. Necesitamos luchar por una sociedad socialista que no haga de los derechos un negocio privado.
¡Vivienda digna para la clase trabajadora! ¡La vivienda es un derecho, no un privilegio!
Recomendamos leer nuestro artículo: La lucha por la vivienda pública y universal. Una aportación desde el marxismo revolucionario
[1] https://issuu.com/agsconstruye/docs/revistaconstruye-enero-2022-leon/s/14458136