Los monstruosos procesos de limpieza étnica y genocidio de los que el pueblo palestino ha sido víctima, sin tregua, desde hace más de 77 años, se continuaron y recrudecieron a partir del 7 de octubre de 2023, cuando Netanyahu –primer ministro de Israel–, con el apoyo y complicidad de los gobiernos burgueses del mundo, desplegaron su más sangrienta ofensiva en contra de mujeres, hombres e infancias, así como de sus hogares, hospitales y escuelas. Aunque intentaron –y siguen intentando– ampararse con mentiras, sus afanes han sido siempre muy claros: la ocupación total de la franja de Gaza para por fin anexionarla a Israel, Estado ilegítimo producto del sionismo, definido por Abdul Hadi como un proyecto político racista que se escuda tras un discurso religioso para hacerse de capital y colonizar tierras. Como si de un “tin marín” se tratara, aquellxs sionistas miserables escogieron Palestina de entre opciones como Uganda, Madagascar o Argentina. ¿Qué más daba?, con el patrocinio de Gran Bretaña, una de las potencias colonialistas más sangrientas de la historia, podían apuntar a donde quisieran, pero ¿qué mejor que una tierra que facilitara su establecimiento e influencia política y comercial en Asia Occidental? Aquella tierra habitada desde siglos atrás por un pueblo variopinto, de historias antiguas, de familias creadoras de recetas en cuyas cocinas lo más valioso era la comunidad; de danzantes felices al oído de cítaras, tambores y panderetas; de mujeres que bordaban y pintaban sobre sus pieles motivos transmitidos por generaciones; de tierras de las que hacían nacer olivos y amapolas, en donde lxs niñxs jugaban y sobre las que edificaron sus casas, templos y bibliotecas; aquella se trataba, para lxs perversxs sionistas, de “una tierra sin pueblo para un pueblo sin tierra”.
Hoy, con el descarado apoyo diplomático, financiero y militar de lxs poderosxs capitalistas de ultraderecha en el mundo, ya se han puesto en marcha –según declaró sin escrúpulos el gabinete de Netanyahu– “los pasos finales” del asedio para concluir con la “ocupación total” de Gaza y construir, sobre su sangre y ruinas, resorts turísticos de lujo. Sorpresa ninguna, pues el sistema capitalista tan cuidado y defendido por esa legión de centinelas fascistas, es uno que siempre ha puesto –y pondrá– las ganancias por encima de las vidas, y que como decía Luxemburgo, “no tiene más solución que la violencia”.

Pero ¿qué hay de las supuestas izquierdas cuya bandera es la defensa de lxs más vulnerables, esas que proclaman que “la soberanía reside en el pueblo” y para quienes están “primero los pobres”? Tan solo hacen gala de su hipocresía y complicidad criminal, así Sheinbaum y Brugada, quienes, bajando la cabeza ante los dueños del dinero, frente a las cámaras “condenan lo que está ocurriendo” –incapaces, claro, de llamar por su nombre al genocidio–, y se posicionan descaradamente “a favor de una solución pacífica basada en la coexistencia de dos Estados”.
Pero es que, ¿cómo van a plantarle cara a más de 70 años de –en palabras del embajador de México en Suecia, Alejandro Alday– “amistad y relaciones diplomáticas” con Israel? ¡Si hasta han galardonado con el Premio Jerusalén, tremenda presea, a compatriotas –sionistas– de la talla de Octavio Paz o Juan Ramón de la Fuente! ¡Si es motivo de orgullo que el exembajador de Israel en México, Jonathan Peled, presuma, en documentos de la SRE, al Estado ilegítimo como el socio comercial más grande de México en Oriente Medio y a México como su segundo socio económico más importante en América Latina! Dice el secretario de economía, Marcelo Ebrard, que basta con volver la mirada hacia atrás para encontrar nuestra proximidad con Israel… Pues le decimos al señor que si se refiere a que quienes nos desplazan, saquean, persiguen, reprimen, desaparecen y asesinan, aquí y en Palestina, son ellxs, en complicidad con lxs capitalistas y sionistas del mundo, socixs todxs del mismo sistema de muerte, entonces sí y no es necesario volver la mirada demasiado en el tiempo.
Cuando los gobiernos del mundo deberían de estar cerrándole las puertas al sionismo, asfixiándolo política y económicamente para impedir que continúe aniquilando a cientos de miles de personas, lo que hacen es, si no abiertamente patrocinarle y blanquearle, financiarle a la vez que le dan paso a nuestros países por medio de jugosos tratos comerciales y militares.
Desde el siglo pasado, México ha recibido de las fuerzas israelíes, materiales, estrategias y entrenamiento militares. Además de formar a policías y soldadxs mexicanxs a partir de manuales y mecanismos descarados de violencia, tortura, secuestro y asesinato al puro estilo de la Escuela de las Américas, existen pruebas de que la empresa Israel Aircraft Industries (IAI) vendió a México, durante la guerra sucia, aviones Arava que habrían sido utilizados para los “vuelos de la muerte”, es decir, desde los cuales arrojaban a personas –sopechosxs comunistas y/o guerrillerxs– al mar, luego de torturarles, a veces aún con vida; la misma clase de aviones que fueron utilizados para intervenir en Chiapas entre 1990 y 1994, durante el levantamiento del EZLN.
Del mismo modo, empresas israelíes como Nice Systems y NSO Group, han proporcionado tecnologías avanzadas de espionaje, utilizadas, sobre todo, para vigilar a periodistas, activistas y defensorxs de derechos humanos. Así, en 2008, la policía federal –en ese entonces bajo el mando de Genaro García Luna, el “superpolicía” entrenado por Israel que resultó ser narcotraficante– adquirió el software Nice Track; y a partir de 2011 el programa Pegasus ha sido despachado a la SEDENA, el CISEN –hoy CNI– y la PGR, habiendo participado en al menos alguna de estas transacciones Tomás Zerón, artífice de una narrativa fraudulenta a partir de la manipulación de pruebas sobre el asesinato de 3 normalistas de la Normal Rural Isidro Burgos de Ayotzinapa y la desaparición de otros 43, y quien luego de haber sido acusado, entre otras cosas, por tortura y desaparición forzada, huyó a Israel, sabiendo que ahí sería protegido. En este mismo caso, y por si fuera poco, estuvieron involucrados vehículos blindados manufacturados por Plasan Sasa, otra empresa del Estado sionista.

Elbit Systems, compañía localizada en Haifa, fabricante de armas “probadas en combate” –es decir, empleadas para matar personas en Palestina– ha suministrado a la SEDENA de drones para “garantizar la seguridad interior”. El gobierno mexicano, asimismo, se ha hecho de armas de Israel Weapons Industries, muchas de las cuales han terminado en manos de los cárteles mexicanos.
¡Se trata de cientos de miles de millones de pesos invertidos en tecnologías que han asesinado a mujeres, hombres e infancias en Palestina y en México! Como tantas veces hemos gritado fuerte junto a nuestrxs compañerxs de la Asamblea Interuniversitaria y Popular por Palestina, su violencia es global, luchamos lo mismo aquí que allá, por las madres y padres que buscan a sus hijxs entre los escombros de Gaza, igual que bajo la tierra en lugares como Teuchitlán, también víctimas de armas israelíes y estadounidenses.
CEMEX, cementera mexicana, además de explotar recursos, ha abastecido de materiales las construcciones de asentamientos sionistas y al menos un muro segregacionista en Palestina. Mekorot, compañía nacional de agua de Israel, trabaja ya bajo convenio con la Conagua para privatizar –colonizar y robar– agua lo mismo en Palestina que en México.
Para colmo, y porque todavía pueden ser más cínicxs, “Héroes por la vida”, grupo sionista de exsoldadxs israelíes disfrazado de organización de voluntariado, se fundó en 2013 para “ayudar a lxs pobres niñxs del tercer mundo”, llegando en 2017 a la capital mexicana y entrando, este año, a las escuelas de San Cristóbal de las Casas, Chiapas, para hacer propaganda sionista, a la vez que enseñan las técnicas de combate israelíes.

El genocidio palestino sigue siendo posible por la alianza criminal entre el sionismo y el capital. Sin los convenios millonarios entre los gobiernos del mundo e Israel, las políticas fascistas de éste no podrían llevarse a cabo. Por eso exigimos al gobierno cómplice de México, ese que se dice de izquierda, que rompa relaciones con el Estado sionista, ¡ya!
La historia de Palestina es la historia nuestra, una de invasiones y despojos colonialistas, de asesinatos y desapariciones impunes, de persecución y criminalización clasista y racista hacia quienes se atreven a decir ¡basta! Nos han declarado la guerra, pero no les tenemos miedo. Las instituciones y gobiernos falsamente democráticos nos han traicionado una y mil veces a todos los pueblos. Por eso llamamos a la juventud de estudiantes y a la clase trabajadora a convertir todo nuestro dolor, indignación y rabia en un movimiento internacional que le plante cara al fascismo con la organización y la lucha en las calles a partir de un programa socialista revolucionario. ¡Esta masacre capitalista solo la vamos a parar nosotrxs! ¡Por Gaza y por todos los pueblos oprimidxs! ¡Viva Palestina libre!