¡Hay que echar a la derecha y la extrema derecha! ¡Por una alternativa de clase para los trabajadores y los pobres!

Las elecciones alemanas de este próximo septiembre ponen encima de la mesa un cambio histórico: por primera vez en la historia de la República Federal, parece probable que los dos principales partidos del establishment, la CDU-CSU y el SPD, que entre 1953 y principios de la década de 2000 siempre obtuvieron el 70% de los votos, puedan caer por debajo del 50%.

Esta situación colocaría al SPD y la CDU en un mínimo histórico, reflejando el rechazo cada vez mayor frente a las perennes políticas neoliberales impulsadas por ambos partidos, que han socavado durante años el nivel de vida de sectores de la clase media y de los sectores más acomodados de la clase trabajadora, agravando la polarización social.

Algo que ha conllevado un incremento de las tensiones políticas y de la inestabilidad. La izquierda militante debe responder a estos acontecimientos levantando una alternativa de lucha en los barrios y centros de trabajo, evitando así dejar todo el espacio al discurso de la patronal y a la demagogia social de la derecha y la extrema derecha.

La crisis del capitalismo

Detrás de todo está la profunda crisis que padece el capitalismo. En las últimas semanas, diversos informes económicos han demostrado de manera contundente que el crecimiento de la productividad en los países de la UE se ha mantenido en torno a cero desde la crisis de 2008. Y aunque el DAX (Bolsa de Valores de Alemania) alcanzó un récord absoluto de más de 15.700 puntos el 4 de junio, solo en la industria del automóvil están amenazados decenas de miles de puestos de trabajo y las inversiones en medianas empresas se encuentran estancadas.

Dado que apenas hay un crecimiento económico real, ya se están aplicando reducciones salariales y recortes sociales de cara a garantizar las ganancias y dividendos empresariales. Estas políticas neoliberales son consecuencia de las crisis económicas de los años setenta y ochenta y no podrán revertirse a voluntad en el marco del capitalismo.

Las perspectivas para la economía alemana son sombrías. La crisis de sobreproducción a nivel mundial en las industrias de la automoción y del acero está sometiendo a fuertes presiones a los industriales alemanes. Las tendencias crecientes hacia la desindustrialización, desintegración y desmembramiento de grandes corporaciones como ThyssenKrupp empañarán aún más dichas perspectivas. La crisis de los semiconductores, que ha generado falta de chips en la industria de la automoción paralizando la producción, es consecuencia de que la producción capitalista se ha internacionalizado al máximo, pero al mismo tiempo no se planifica racionalmente quedando todo a merced de la anarquía del mercado. Una situación que esta poniendo encima de la mesa la vulnerabilidad de la economía alemana. Todos estos factores, la situación que atraviesa el capitalismo alemán, no dejan espacio a los partidos capitalistas gobernantes para reformas sociales sustanciales.

La política de unidad nacional sigue pasando factura al SPD. Los Verdes se fortalecen.

En la actualidad, los Verdes son los que parecen beneficiarse más de la crisis que padecen SPD (socialdemocracia) y CDU (conservadores). La caída en picado del SPD desde hace años, junto al estancamiento de DIE LINKE en torno a un 6-7%, podría llevar a que votantes decepcionados por la Gran Coalición terminen recurriendo como alternativa electoral a los Verdes.

Hay un enorme hartazgo. La perdida del 40% de sus votantes por parte del SPD es consecuencia de décadas de promesas vacías y políticas de recortes. Los planes de pensiones de miseria Riester-Hartz IV, 100.000 puestos de trabajo en peligro en la industria del automóvil, millones de trabajadores a jornada parcial en 2020, paquetes de rescate por valor de miles de millones para los grandes monopolios capitalistas o el cierre de 20 centros de salud solo el año pasado, estando otros 34 amenazados de cierre. Todas estas medidas han sido adoptadas con el SPD en el Gobierno.


Muchos de aquellos que están decepcionados con el SPD y quieren un cambio, ven a los Verdes como una alternativa frente a la Gran Coalición. Ya en las elecciones federales de 2017 obtuvieron 760.000 votos del SPD, y 1.500.000 en las elecciones europeas de 2019 (también obtuvieron 1.240.000 votos de la CDU). Pero la tendencia actual va más allá. En las encuestas actuales, los Verdes se sitúan en torno a un 20-25%, más del doble en comparación con las últimas elecciones federales.

Los Verdes, conscientes de que tienen que ganar a todos aquellos decepcionados con el SPD y, en cierta medida, incluso a los votantes de DIE LINKE, buscan ampliar su base entre sectores de la clase trabajadora y de los estratos más pobres de la sociedad. Hace unos años, junto con los liberales, tenía entre sus votantes a algunos de los sectores con rentas más altas.

Al mismo tiempo, perciben que entre estos sectores más empobrecidos, de clase trabajadora, no hay una gran aceptación de sus políticas "ecológicas", al conllevar un encarecimiento en sus condiciones de vida e impulsar procesos de desindustrialización.

Por eso mismo, tras su elección como candidata a canciller en la conferencia del Partido Verde, Annalena Baerbock se dirigió simultáneamente a los empresarios, a quienes propuso un "pacto [de los Verdes] con la industria alemana", pero también a este sector de trabajadores, hablando de como "nuestro país" se ha construido sobre el "arduo trabajo de los mineros del carbón y sus familias" y señalando que una "transformación ecológica" podría crear hasta 800.000 puestos de trabajo.

Nerviosismo entre los empresarios. ¡El capitalismo verde no tiene salida!

La patronal ve los avances electorales de los Verdes como un voto de desconfianza frente a los dos grandes partidos del establishment. La Iniciativa Soziale Marktwirtschaft (INSM) ("Iniciativa para la economía social de mercado", influyente grupo de presión de los grandes empresarios alemanes) lanzó una campaña de desprestigio contra Annalena Baerbock en varios periódicos importantes, señalando que la misma debería comprometerse sin ambages con la siguientes políticas: la continuación de los recortes sociales, más desgravaciones fiscal para los ricos, una mayor flexibilización laboral y el rechazo a imponer limites respecto al precio de los alquileres.

Esta campaña contra Baerbock busca garantizar que se sigan impulsando ataques contra los derechos de los trabajadores, los pobres y los movimientos sociales. Señalan que los Verdes deberían comprometerse a ratificar el CETA (Acuerdo de libre comercio de servicios que implica ataques contra los derechos de los trabajadores, recortes y obviar la legislación medioambiental en muchos aspectos), mantener bajos los impuestos para las personas con rentas altas, aumentar la edad de jubilación, reducir los niveles salariales y garantizar "plena libertad económica" para los capitalistas. El magnate de los medios de comunicación Georg Kofler, apoyó a los liberales frente a los Verdes con una donación de 750.000 euros señalando que lo hacía para evitar "la anticuada idea de una economía planificada socialista" que supondría la victoria de los Verdes.


A pesar de todo, los Verdes han seguido recibiendo donaciones record de grandes empresarios: 1,67 millones de euros solo de cuatro donantes muy ricos; incluido un millón de Moritz Schmidt, quien, entre otras cosas, hizo su fortuna especulando con bitcoins; 500.000 de un gigante de la industria farmacéutica privada y un total de 120.000 de un importante heredero de una empresa de envases de plástico de Suabia. ¿Aportarían estas ingentes cantidades de dinero si se esperaran que los Verdes fueran a expropiar empresas o incluso si esperaran que simplemente fueran a eliminar los envases de plástico? Obviamente, no. Los Verdes vuelven a demostrar una vez más lo poco que podemos esperar del "capitalismo verde" los trabajadores y los pobres.

Elecciones en Sajonia-Anhalt. ¡Hay que echar a la derecha y a la extrema derecha!

Los resultados y polémicas en torno a las elecciones en Sajonia-Anhalt han puesto encima de la mesa como el conflicto de clases se está intensificando. El comisionado del Gobierno Federal para Alemania del Este, Marco Wanderwitz (CDU), aprovecho estas elecciones para impulsar una fuerte campaña anticomunista, señalando los resultados de Alternativa por Alemania (AfD), un 20,8%, eran consecuencia de una población "socializada por la dictadura". Todo a pesar de ser el partido más votado entre los menores de 30 años, que nunca experimentaron la vida bajo la RDA.

Este lenguaje ajeno propio de la política burguesa no será capaz de disuadir a esos sectores desmoralizados que apoyan y votan a AfD. La política de recortes sociales y su completa arrogancia continuarán alimentando la desestructuración social, proporcionando a AfD un caldo de cultivo para su demagogia reaccionaria.

Los Verdes tampoco son capaces de contrarrestar esta demagogia. Al tiempo que Robert Habeck, uno de los líderes de los Verdes, señalaba que "los procesos de cambio son objetivamente necesarios" (es decir, nuevos impuestos al CO2 que principalmente perjudican a los trabajadores y sectores más pobres de la sociedad y el recorte de más puestos de trabajo) y que "todos los partidos coinciden en estas cifras", el candidato de la extrema derecha de AfD, Chrupalla, lo puso contra las cuerdas denunciando estas medidas como ataques sociales bajo el disfraz de la "transformación ecológica". Habeck fue incapaz de plantear una alternativa frente a la demagogia de la extrema derecha.

El discurso de AfD es pura demagogia. Su planteamiento de una "zona económica especial del Este" reivindica establecer un paraíso fiscal en Alemania del Este para las multinacionales "al mismo nivel que en la vecina Polonia". Chrupalla, que pertenece al ala más ultraderechista de AfD encabezada por Björn Höcke, no se dirige principalmente a los trabajadores, sino que se basa en los perjuicios de sectores desclasados de las “clases medias y profesiones liberales”.

Estas tendencias anti-obreras también se reflejan en los ataques de Meuthen, uno de los Presidentes de AfD, contra el programa “eco-socialista” de los Verdes, a pesar de su carácter reformista extremadamente limitado. ¿Cómo se supone que un partido así, que considera “socialismo” incrementar los salarios más bajos, oponerse a los recortes de las pensiones y plantear reformas mínimas en el mercado de la vivienda, pueda luchar por mejorar la situación de la clase trabajadora?

Es necesario un cambio de rumbo. ¡DIE LINKE debe aprender de los errores del “nuevo reformismo”!

Las contradicciones sociales impulsan bruscos giros en el seno de las distintas fuerzas políticas. Solo mediante la lucha social pueden enfrentarse con éxito los ataques de la patronal y de AfD. DIE LINKE debe basarse en la lucha de la clase trabajadora e impulsar la misma en los barrios y en los centros de trabajo. Esto tendría un impacto muy positivo en sus resultados electorales, pero sobre todo, ¡y esto es mucho más importante!, sentaría las bases para luchar por mejorar las condiciones de vida de los trabajadores y los pobres. Tal y como señaló Rosa Luxemburgo, el poder de la izquierda política no radica en el número parlamentarios que tenga el partido, sino en el apoyo y raíces entre la clase trabajadora y su fuerza en las calles.


En este sentido, las elecciones en Sajonia-Anhalt son una seria advertencia para DIE LINKE. Las opiniones entre la base de votantes de la CDU y AfD han puesto de manifiesto la profunda polarización existente en estas elecciones. Entre el electorado de AfD, el 91% se manifestó a favor de que la CDU forme una coalición con AfD; al mismo tiempo, entre los votantes de la CDU, solo el 11% se manifestó en este sentido. Una parte mayoritaria de de votantes de la CDU también planteaban evitar un gobierno con participación de AfD. Sin embargo, la política de la CDU, que nominó como candidato para las elecciones al Bundestag a Hans-Georg Maaßen, del ala más derechista, resulta completamente impotente en la lucha contra la extrema derecha. Con la CDU presentándose como una fuerza contra la extrema derecha, el declive de DIE LINKE en Sajonia-Anhalt no deja de profundizarse. El hecho de que menos del 10% de los menores de 30 años votaran por DIE LINKE, demuestra que el partido no ofrece a los jóvenes de Alemania del Este una alternativa combativa contra sus cada vez más precarias condiciones de vida.

De hecho, los Verdes no siempre se han beneficiado del declive del SPD. En las elecciones federales de 2009, las primeras después de la introducción de los planes de ajuste Hartz IV, DIE LINKE obtuvo 1.100.000 votos del SPD, ¡más que cualquier otro partido! En aquel momento, DIE LINKE era percibido principalmente como una fuerza militante contra el plan de ajuste Hartz IV, los duros recortes sociales y el envío de tropas militares a conflictos en el extranjero.

Precisamente las elecciones en Sajonia-Anhalt, donde el discurso vacío del "experto económico" Wulf Gallert ha sido ahora reemplazado por el eslogan apolítico "Mejor. DIE LINKE", ha puesto en evidencia que esta "política gubernamental pasiva" es una receta para garantizar el completo estancamiento del partido.

Podemos ver un claro ejemplo al respecto en el Estado español. Aquí, Podemos ha asumido la política tradicional de la socialdemocracia en el Gobierno de Pedro Sánchez, rechazando enfrentarse a las políticas neoliberales de Isabel Díaz Ayuso en Madrid. De hecho, el Gobierno de Pedro Sánchez, en el que participa UP, ha mantenido una política de respeto mutuo y no injerencia respecto al Gobierno reaccionario de Ayuso. Cuando Ayuso dio un nuevo giro hacia la extrema derecha, buscando una cooperación abierta con Vox en las elecciones regionales de Madrid, el dirigente de Podemos, Pablo Iglesias, renunció a sus cargos en el Gobierno para enfrentarse a Ayuso en Madrid. El resultado fue una derrota, obteniendo un 7,21% de los votos, apenas un 1,61% más que en las anteriores elecciones, mientras que Vox alcanzaba un 9,13% de los votos, reflejando el descredito de UP.

¡Hay que fortalecer al movimiento obrero!

Que en las próximas elecciones federales sea derrotada la Gran Coalición y que los Verdes se vean obligados a incluir reformas sociales menores en su programa, puede ser un paso adelante. Pero no debemos dejarnos engañar. Apoyamos la transformación ecológica en la industria siempre que sea planificada y en beneficio de la clase trabajadora y de los sectores más pobres de la sociedad. Pero DIE LINKE y la izquierda sindical deben enfrentarse a esa propaganda que habla de "transformación ecológica" cuando su aplicación implique desindustrializar regiones enteras, ofreciendo indemnizaciones de miseria para los trabajadores despedidos y programas de reciclaje laboral completamente deficientes.


A pesar de que la dirigente de los Verdes, Baerbock, habla de que este giro hacia una economía sostenible puede crear cientos de miles de nuevos puestos de trabajo, vemos cómo día a día se recortan cientos de miles de puestos de trabajo y se reducen los salarios en las industrias del acero y del automóvil, ¡a pesar del aumento de la inversión en nuevas tecnologías de los últimos años! Estas políticas seguirán desindustrializando más regiones de Alemania, destruyendo cualquier perspectiva de futuro para los trabajadores y sus familias, y ampliando aún más la brecha entre precios y salarios.

De nada sirve que DIE LINKE complazca al SPD y a los Verdes en este contexto. Los intereses de la clase trabajadora y los pobres están muy claros: el fin de una política sanitaria que responde a los intereses de los grandes capitalistas; el fin de la política de conciliación y paz social de los sindicatos con la patronal; establecer topes a los alquileres y expropiar a los grandes fondos de inversión y gigantes empresariales en el sector inmobiliario; acabar con la "flexibilización" laboral, con la subcontratación, con las privatizaciones, reducciones de salarios y despidos.

Los acuerdos entre el Gobierno y los grandes empresarios no han beneficiado a las familias trabajadoras. Las mismas empresas que aplicaban reducciones de jornada y anunciaban despidos recibían ingentes cantidades de dinero público fruto de los planes de rescate. Al mismo tiempo, los especuladores obtenían miles de millones en dividendos en las Bolsas. ¡Solo el propietario de Lidl ha ganado un promedio de mil millones al mes durante la pandemia!

Los sindicatos y DIE LINKE deben ofrecer una política revolucionaria que permita luchar por cambio radicales frente a todos estos problemas que padece la clase trabajadora. En lugar de trocear la Thyssen and Co. bajo la excusa de una nueva reindustrialización “ecológica”, exigimos su transformación ecológica pero bajo el control de los trabajadores y en beneficio de los mismos, garantizando una producción acorde con las necesidades de la sociedad. Los especuladores de las Bolsa de valores deben ser expropiados y sus ganancias utilizadas en beneficio de la clase trabajadora y de la sociedad. Pero esta política no se puede llevar a la práctica dentro del capitalismo, sino luchando y derrocando al mismo.


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