¡Hay que levantar un partido genuinamente comunista, con un programa de lucha por el socialismo!
Del 17 al 19 de septiembre Rusia celebró elecciones para el Parlamento Nacional (Duma), en el momento de mayor desgaste del régimen de Putin de los últimos veinte años. Aunque según los resultados oficiales Rusia Unida obtuvo 28.064.258 de votos (49,82%), las denuncias por fraude electoral han sido numerosas, empezando por las que ha realizado, con bastante rigor, el principal partido de la oposición y que ha agrupado el voto del descontento, el Partido Comunista de la Federación Rusa.
Tras las multitudinarias protestas contra el Kremlin de esta primavera, las elecciones ratifican el proceso de creciente polarización y descontento. El Partido Comunista de la Federación de Rusia (PCFR), que obtuvo 10.660.599 (el 18.9%) ha visto incrementar su apoyo en 3,6 millones de papeletas más que en 2016, ¡¡un 51,9% de aumento!! El PCFR ha reclamado la victoria electoral en cuatro regiones del país además de impugnar los resultados de Rusia Unida en ciudades como Moscú por un pucherazo gigantesco con el voto por correo.
En contraste con este resultado, los partidos de la oposición de derecha y neoliberal sufrieron una pérdida significativa de votos: El LDPR[1] con un 7,55% redujo su apoyo en 2.664.994; Yabloko, con un 1,34%, también perdió 298.005, y Rodina, con un 0,8% otros 341.729 votos.
La victoria de Rusia Unida se cocinó gracias a un fraude electoral masivo, que incluyó la exclusión previa de numerosos candidatos del partido de Alexej Nawalny. Su aplicación de “votación inteligente”, que proporcionaba un listado de los candidatos mejor colocados para derrotar al partido de Putin, y que beneficiaba claramente al PCFR, fue eliminada por Apple y Google el mismo día que comenzaron las votaciones electrónicas por presiones del Kremlin. Existen numerosas pruebas de fraude masivo tanto en la elección presencial, manipulando urnas en las que se introducían cientos de papeletas, como en el sistema de voto electrónico.
Crisis económica, desigualdad y pobreza
La crisis del capitalismo ruso y su incapacidad para responder a las necesidades de los trabajadores y los pobres alimentan estos acontecimientos. La desigualdad económica, en un país donde se calcula que sumas equivalentes al 75% del PIB se han evadido a paraísos fiscales, ha alcanzado proporciones insoportables. Se estima que el 10% más rico de la población posee el 87% de los ingresos del país. Durante la crisis del Covid19, más de un millón de personas han caído en la pobreza y las diferencias entre regiones se han profundizado.
La economía rusa depende en gran parte de la exportación de materias, sobre todo del petróleo y el gas, que representan más del 60% del total de las exportaciones rusas y más del 30% de su PIB. El colapso de los precios internacionales del petróleo durante la pandemia, como en 2008 o en 2014, puso en serios apuros los ingresos del país aumentando el déficit público. El nuevo repunte de los precios del petróleo y el gas, aunque pudiera atenuar estas dificultades, genera nuevos y serios peligros por el incremento de la inflación, actualmente en un 6,7%.
La merma de ingresos, y el hecho de que el Gobierno de Rusia Unida no sea más que un comité político de la plutocracia imperialista que maneja despóticamente los asuntos del país desde hace más de dos décadas, llevaron a Putin a impulsar importantes contrarreformas y recortes sociales que han ido minando su autoridad entre amplios sectores de la clase trabajadora y las capas medias. La reforma de las pensiones de 2018 por ejemplo, elevó la edad de jubilación de los hombres a 65 años y de las mujeres a 63, cuando la esperanza de vida entre los hombres es de 68 años o incluso menos entre la población más empobrecida.
Durante la crisis del Covid19 los salarios reales han vuelto a caer hasta un 12%, alcanzando sus niveles más bajos en una década. Entre enero y septiembre de 2020, la renta real disponible se redujo en promedio un 4,3%. Según diferentes encuestas de la prensa, más del 40% de la población afirma carecer de dinero suficiente para comprar ropa y comida.
Para responder a una realidad que no tiene nada que ver con la propaganda oficial, Putin anunció poco antes de las elecciones la entrega de una nueva paga extraordinaria tanto para los jubilados —43 millones de una población de 110 millones—, como para los empleados públicos que representan un tercio del empleo del país. También anuncio una importante subida salarial para policías y militares para 2022 y 2023, garantizando que se situaría siempre por encima de la inflación. Medidas que reflejan el temor existente en el Kremlin ante el creciente descontento social, y que buscan asegurar un firme apoyo entre los cuerpos represivos del Estado.
El PCFR debe dejar de ser la “oposición responsable”
El PCFR, que ha participado en las protestas contra los recortes sociales del Gobierno y a favor de reformas democráticas, lo que explica en parte su avance significativo en estas elecciones, ha estado cultivando durante años la política de una “oposición responsable y patriota” al régimen de Putin, actuando más como aliado que cómo adversario de este fiel representante de la oligarquía capitalista.
Pero la creciente polarización social y la presión de los movimientos sociales han abierto contradicciones dentro del partido. Mientras el aparato dirigente, encabezado por Gennadi Ziugánov, ha lanzado purgas sistemáticas contra los candidatos que manifestaban posiciones más a la izquierda[2], que en parte se explican porque los fondos del partido dependen principalmente de la financiación estatal y de las donaciones de ricos empresarios, existe una tendencia interna cada día más fuerte para que el partido actúe como una oposición firme y de clase.
Por supuesto, las maniobras del Kremlin para que el PCFR vuelva al redil también se intensifican, como se vio en las pasadas elecciones cuando diferentes agrupaciones escindidas del partido como “Rusia Justa” o “Comunistas de Rusia”, alentadas por Putin, se presentaron de manera independiente para debilitar el voto por el PCFR. Una buena muestra de lo consciente que es el régimen de Putin de los peligros de despertar de la clase trabajadora rusa y de su determinación para cortar de raíz cualquier intento de oposición seria.
En cualquier caso es evidente que el PCFR se ha beneficiado del amplio malestar social y del voto de protesta de capas de trabajadores y de sectores empobrecidos. Pero este apoyo se tiene que traducir todavía en una lucha consecuente contra el régimen capitalista corrupto de Putin. En los momentos críticos la dirección del partido se ha comportado como un aliado fiable, que ha hecho gala además de una degeneración ultranacionalista que nada tienen que ver con el internacionalismo proletario y que ha servido para amplificar el discurso reaccionario de Putin.
¡Necesitamos volver al programa del marxismo revolucionario, del comunismo genuino!
Para combatir eficazmente al capitalismo ruso es necesario construir un movimiento de masas revolucionario de la clase trabajadora y la juventud. Todas las corrientes y tendencias a la izquierda dentro del PCFR deben librar una batalla seria y principista contra una dirección que ha demostrado su incapacidad para defender el programa leninista. Hay que levantar la bandera de la expropiación de los grandes plutócratas y de los monopolios bajo el control democrático de la clase obrera. Hay que defender los salarios, las pensiones, los subsidios sociales, el acceso a la vivienda, a la educación y la sanidad pública, los derechos democráticos y la libertad de expresión, y de organización de la única manera efectiva: movilizando a la clase obrera y la juventud con un programa genuinamente socialista.
La oposición liberal, encabezada por elementos con Alexei Navalny, no es más que una extensión del imperialismo occidental integrada por aspirantes a oligarca u oligarcas caídos en desgracia, que solo busca enriquecerse a costa incrementar la miseria de las masas rusas.
El futuro está en manos de la clase trabajadora rusa. Según una encuesta del Instituto Levada de agosto de 2021, casi dos tercios de la población rusa (62%) se pronunció a favor de una economía planificada que supondría un mejor sistema económico, la cifra más alta desde 1992. Datos que muestran el potencial explosivo fruto de las contradicciones sociales que se están acumulando.
En esta situación histórica, conocer y estudiar el legado de León Trotsky en su lucha contra la degeneración burocrática del Estado soviético y del Partido Comunista, en defensa de la democracia obrera y del programa del bolchevismo contra el régimen autoritario del estalinismo, proyecta mucha luz sobre las tareas actuales de los comunistas en Rusia.
[1] Partido Liberal-Demócrata de Rusia.
[2] Es el caso de la expulsión de Elena Shuvalova, que se negó a votar con el PCFR el presupuesto del Ayuntamiento de Moscú por incluir recortes sociales.