La única salida: ¡Abajo la guerra imperialista! ¡Abajo el capitalismo!
La crisis capitalista mundial y la disparatada política occidental de sanciones están llevando a Alemania al borde del desastre económico. La intervención en la guerra imperialista en Ucrania en defensa de los intereses y áreas de influencia de EE.UU. y la OTAN contra Rusia y China, se ha convertido en una pesadilla para los trabajadores de Ucrania, de Rusia y de toda Europa con una escalada inflacionista que está condenando a los trabajadores europeos y alemanes a la miseria. Al mismo tiempo, los grandes monopolios capitalistas, los bancos, las empresas energéticas, el lobby armamentístico, etc., están obteniendo inmensos beneficios, más que nunca. Como decía Lenin, la guerra es terrible, “terriblemente lucrativa”.
El 23 de febrero el canciller Olaf Scholz explicaba sus planes expansionistas para integrar "todos los países de los Balcanes Occidentales" en la Unión Europea en la Conferencia de Seguridad de Munich. En 2018 escuchábamos a las instituciones europeas vanagloriarse de sus éxitos señalando como estaban logrando privatizar gran parte de las industrias y servicios de propiedad estatal ucranianos, gran parte para en beneficio de capitalistas alemanes. ¡Qué completo cinismo cuando ahora los miembros del Gobierno de coalición, del SPD o de los Verdes, estos lacayos del gran capital, nos hablan de defender la "democracia" y los "valores europeos" en Ucrania! Solo les importan los negocios de los grandes monopolios capitalistas alemanes. Esta es la realidad detrás de los discursos y la propaganda del Gobierno alemán y los medios de comunicación.
Alemania se enfrenta a su decadencia, pero los capitalistas hacen grandes negocios
La guerra imperialista ha atrapado a Alemania en un callejón sin salida y ha profundizado la polarización social. Al tiempo que los grandes monopolios energéticos alemanes obtienen beneficios record (el gigante de la energía RWE ha duplicado sus ganancias hasta los 2.100 millones de euros en la primera mitad de 2022), los costos energéticos este año alcanzarán los 200 mil millones de euros adicionales solo en Alemania, recayendo sobre familias trabajadoras y empresas.
La razón de esto, según el flamante ministro de Economía de los Verdes, "no es la negligencia de la economía alemana", sino la guerra de agresión de Putin. ¿Pero ha obligado Putin a la Unión Europea a fijar los precios de la electricidad al precio del proveedor más caro de cara a que los grandes monopolios capitalistas puedan obtener esos obscenos “beneficios caídos del cielo”? La burguesía alemana y sus Gobiernos de derecha e "izquierda" han obtenido ganancias millonarias con los capitalistas rusos, chinos y estadounidenses. Los capitalistas alemanes se han beneficiado de la energía barata de Rusia para ser competitivos en el mercado mundial. Ahora eso ha cambiado, pero no por razones humanitarias o democráticas, sino para apuntalar los objetivos del imperialismo estadounidense y tratar de evitar su decadencia frente a China. Se han alineado en la guerra económica de EE.UU. y la OTAN contra Rusia y China, y han fracasado completamente con esta política. Ahora Alemania se enfrenta a la bancarrota.
Estos son los hechos: el 31 por ciento de la industria alemana depende del gas natural, y el precio del gas licuado supera al del gas natural en un 40 por ciento. El 16 por ciento de las empresas industriales alemanas dicen que reducirán o cerrarán por completo la producción en el otoño. La industria siderúrgica ha recortado la producción en un cinco por ciento, la industria química en ocho y la industria de fertilizantes ha recortado ya un 70 por ciento de su capacidad. Una situación que ha disparado los precios industriales en Alemania en un 46,9% interanual en agosto, el mayor aumento desde que comenzó la serie estadística en 1949. ¡Una crisis completa de la industria alemana que pagaremos las y los trabajadores!
Las sanciones occidentales han resultado un completo fiasco, convirtiéndose en boomerang que ha acabado golpeando duramente a la economía alemana. La causa, tal y como señaló Lenin en 1915, es que el capitalismo se ha desarrollado a tal punto que todo el planeta está cubierto de rutas comerciales y cadenas de suministro. Resulta imposible aislar a una nación capitalista de estas cadenas de suministro centrales de materias primas.
Este fracaso profundiza la crisis de la burguesía alemana que mira con horror como la participación de sus negocios en el mercado mundial se reducirá dramáticamente. En los últimos días se han alzado más voces que abogan por negociaciones de paz con Zelenski para salvar de la ruina a la economía alemana. Pero la burguesía está atrapada. El ascenso de China y la lucha entre las potencias imperialistas se han convertido en una amenaza para sus ganancias. Mientras que la participación de los productos alemanes en el mercado mundial era del 12 por ciento en 1990, en 2020 eran de tan solo el 7,2 por ciento. Una consecuencia de la Gran Recesión de 2008 y sobretodo del ascenso del gigante asiático. Y ahora también EEUU se beneficiará de la crisis de la industria alemana.
Al mismo tiempo, como en 2008, Alemania aplica medidas nacionalistas y proteccionistas para tratar de evitar la recesión y un estallido social, debilitando más la precaria unidad europea y hundiendo a todo el continente en una crisis más profunda. Las recientes críticas del comisario de Competencia de la UE contra Alemania por su plan de ayudas multimillonarias a sus industrias y grandes empresas, 200.000 millones de euros (el 8,4% del PIB alemán, el doble que el de Francia o Italia), lo ponen en evidencia. . Mientras Alemania puede permitirse actuar de esta manera, con una deuda pública del 68,2% de su PIB, otros países como Francia (114,5%), Italia (152,7 %) o el Estado español (116,1%) no pueden. Una vez más, la supuesta solidaridad europea se convierte en agua de borraja. Es la consecuencia inevitable de una unidad europea sobre bases capitalistas.
La burguesía no puede encontrar una solución pacífica a estos problemas. ¡La guerra imperialista, librada militar o económicamente, es un síntoma de la decadencia del capitalismo y sólo la fuerzas de la revolución social podrán acabar con ella!
El fracaso del reformismo abre la puerta a la extrema derecha
El ascenso de China y la crisis de Occidente están llegando a un punto crítico. Las palabras de Robert Habeck señalando que Alemania no espera “una ola de insolvencias”, solo que algunas industrias “dejen de producir”, muestran el negro futuro del capitalismo alemán. Solo en septiembre, el número de quiebras de empresas aumentó en un tercio en comparación con agosto.
¿Y qué está haciendo la burguesía para combatir la crisis? Olaf Scholz ha anunciado otro "plan de rescate" de 200.000 millones de euros, que principalmente incluyen miles de millones de euros para las empresas privadas. El gobierno alemán ha “nacionalizado” la multinacional energética Uniper, pero al igual que en la crisis de 2008, en realidad este paso se da solo para rescatar las ganancias capitalistas.
Por otro lado, las medidas para “frenar el precio del gas” son un completo fraude. Solo entrará en vigor a partir de marzo de 2023, y a partir de un precio del gas de 12 ct/kilovatio hora, más del doble del precio que tenía el gas en septiembre de 2021. Todos los beneficios discales entregados a las familias con mayores ingresos superan con creces el monto de las ayudas para los trabajadores y los pobres. De hecho, estos “paquetes de ayuda” siguen completamente las doctrinas del neoliberalismo, redistribuyendo el dinero público, que proviene de los impuestos del conjunto de la clase trabajadora, en favor de los estratos más ricos de la sociedad.
Pero cada paquete y cada palanca que aplica la burguesía alemana está fracasando, empobreciendo a las clases medias y hundiendo a la clase obrera. Un terreno fértil para el ascenso de los fascistas, que ofrecen una solución a corto plazo más efectiva a los sectores del capital y amplios sectores de las clases medias desesperados. Con lemas como "en lugar de la guerra económica, los intereses de los alemanes primero", el líder de la formación ultraderechista AfD, Chrupalla, llamó a sus seguidores a manifestarse en Sajonia y Berlín a partir de agosto con un éxito creciente.
La crisis ha envalentonado al sector fascista en la AfD, poniendo a sus pies la dirección del partido. En el Este avanzan a pasos agigantados: según una última encuesta, la AfD ocupa el primer lugar en los estados del Este, con un 27 por ciento; y a nivel nacional, con un 15% de los votos, está solo a tres puntos porcentuales del SPD.
La polarización ha aumentado y la derecha está comenzando a librar una batalla en las calles. El 3 de octubre, el fascista Björn Höcke logró encabezar una protesta masiva de 10.000 personas en Gera, dominada por las fuerzas de extrema derecha. Todo esto, el impulso de la extrema derecha, es resultado directo de las políticas de unidad nacional del Gobierno del SPD y de la izquierda reformista.
DIE LINKE ante el desastre. ¡Contra la crisis capitalista, levantar la bandera del marxismo revolucionario!
Al mismo tiempo, se han formado alianzas de grupos de izquierda y movimientos sociales en todas las ciudades medianas y grandes del país para organizar protestas y huelgas masivas ante la carestía de la vida. Este es el camino. Debemos contrarrestar el derrotismo de los líderes reformistas, que ahora nos alertan del peligro de un "movimiento fascista de masas" en todas partes pero que no han hecho nada para combatirlo impulsando movilizaciones masivas en las calles de la clase trabajadora y los oprimidos. ¡Sí, es posible derrotar a la derecha! Más aún, ¡el movimiento obrero, armado con el programa del marxismo revolucionario, es la única fuerza que puede poner fin a la crisis del capitalismo!
Pero el daño causado por las políticas reformistas pro capitalistas ha sido enorme. Años de traición por parte de los partidos que se reclaman "de izquierda", "socialdemócratas" y "verdes", han profundizado la desconfianza hacia las frases y discursos vacíos de los reformistas, y han dejado a un sector cada vez más grande de la clase trabajadora y los pobres huérfanos políticos.
Tenemos que llenar ese espacio a través de la acción directa y la autoorganización, desbordando a los dirigentes sindicales y a la izquierda reformista, denunciando el fracaso total del capitalismo y planteando un claro programa socialista revolucionario para superarlo. Por la expropiación sin compensación de los capitalistas y la nacionalización de las empresas energéticas, las industrias clave y los bancos, para evitar la catástrofe total que nos amenaza. Esta es la tarea.
Pero, ¿qué políticas están defendiendo los dirigentes de DIE LINKE? Cuando el capitalismo se enfrenta a su crisis más profunda desde 1929; en medio de la amenaza de una Tercera Guerra Mundial; y cuando la estrategia de sanciones económicas occidentales hace aguas por todos lados, ¡la mayoría de dirigentes de DIE LINKE han decidido apoyar las medidas capitalistas del Gobierno federal! ¡Un amplio bloque en el partido ha adoptado directamente el discurso de la OTAN, exigiendo sanciones contra Rusia y China, y apoyando una guerra económica que condena a la mayoría de la población a la pobreza! ¡Apoyo total a la guerra imperialista! ¡Qué bancarrota política más completa!
Para ocultar su completa sumisión ante la burguesía alemana, utilizan de manera demagógica demandas como las “expropiaciones de los oligarcas rusos”. Los comunistas estamos a favor de la expropiación de la oligarquía capitalista en todos los países, pero en primer lugar ¡de nuestra propia burguesía! Convertir esto en una reivindicación de "izquierda” o de "oposición" en la guerra imperialista, planteando la expropiación de los opositores a nuestra propia burguesía, de la burguesía enemiga, es un completo fraude. Así lo planteo Lenin en 1917 señalando que esta política "ayuda indistintamente a su propio gobierno imperialista, atrayendo principalmente la atención sobre la malignidad del rival y del enemigo y arrojando un velo de frases nebulosas, generales, y de bondadosos deseos sobre los actos igualmente imperialistas de su ‘propia’ burguesía."[1] Y así sigue siendo.
Se niegan a reconocer la realidad. El fracaso total de la política de sanciones demuestra que la burguesía alemana es completamente impotente frente a la crisis capitalista. Solo el marxismo ofrece una alternativa: volver las armas contra la burguesía y hacer la guerra contra el sistema de clases capitalista para acabar con la guerra imperialista, como ya planteó Liebknecht en 1918
Otro sector de la dirección de DIE LINKE, Sahara Wagenknecht, plantea un rumbo diferente, pero es solo otra cara de la misma moneda. Ella junto a otros dirigentes pacifistas y reformistas argumentan que solo con levantar las sanciones económicas contra Rusia superaremos la crisis que nos atenaza.
Pero la crisis del capitalismo es global. Gazprom obtuvo miles de millones en beneficios el mes pasado. Cada buque cisterna que sale de los EE.UU. hacia Europa con gas natural licuado genera a sus inversores 200 millones de dólares en ganancias. Los capitalistas, de cualquier país, nos explotan y hacen su guerra imperialista para maximizar sus ganancias capitalistas. ¡Es una crisis causa por la propiedad capitalista! La respuesta no es un nacionalismo económico de izquierda, o ponerse del lado de una u otra potencia imperialista, de Rusia o de China, sino luchar por el socialismo internacional, como Liebknecht y Rosa Luxemburg en 1914.
Este sector plantea que los aumentos de impuestos a los ricos y los aumentos de salarios, sin plantear la cuestión de la propiedad capitalista, son consignas reformistas. ¡Y es verdad! ¿Pero no es reformismo pretender que solo con una política económica más amigable con Rusia y China se puede resolver la crisis capitalista? ¿O querer parar la guerra capitalista rogándoles a instituciones capitalistas como la ONU que negocien? Algunos elementos degenerados en las filas del estalinismo alemán y del DKP van más allá: ¡llaman abiertamente a la victoria del imperialismo ruso para obtener una "ventaja táctica" para la clase obrera! ¡Que completa bancarrota!
¡Por un programa independiente de lucha de la clase obrera! ¡Expropiar a los explotadores!
Durante más de 100 años, los reformistas, como los que encontramos hoy en la dirección de DIE LINKE, han fracasado por completo en la lucha contra el capitalismo y contra las guerras imperialistas. Ahora el capitalismo se enfrenta a una nueva crisis histórica que podría poner en peligro el futuro de la civilización humana.
La tarea de los comunistas es clara: ¡el principal enemigo está en casa! ¡Debemos oponernos a todas las fuerzas a quienes nos llevan a la guerra imperialista! La guerra imperialista es una guerra de los ricos contra los trabajadores de todos los países. ¡Pero es posible vencerla!
Las luchas de clases en Gran Bretaña o ahora también en Francia, con huelgas militantes y manifestaciones cada día más fuertes, muestran el camino a seguir: han vuelto a poner la consigna de la Huelga General en la agenda. En Alemania tenemos que hacer lo mismo.
La realidad es la misma para todos los trabajadores: 10 por ciento de inflación y 2,9 por ciento de aumento salarial. Todos los trabajadores saben: "¡Lo que me afecta a mí, afecta a todos los demás!"
Para avanzar en las luchas, debemos romper la unidad nacional sellada entre los líderes sindicales y los empresarios. La reunión en julio de la presidenta de la principal central sindical, DGB, Yasmin Fahimi, con el presidente del Banco Federal, de la patronal y con el Gobierno ha intentado legitimar y lograr apoyo social para los planes de rescate del Gobierno Federal en favor del gran capital alemán y para intentar garantizar la paz social.
¡Hay un enorme potencial para unir las luchas! La negociación colectiva en la industria electrometalurgica, con 3,8 millones de empleados y con un enorme peso en la economía, se producirá este otoño, a partir del 28 de octubre. Su lucha multiplicaría el poder de lucha del conjunto del movimiento obrero si se unen con las luchas y huelgas que ya están protagonizando los trabajadores del metal, impulsando una ofensiva conjunta.
Tenemos que impulsar esta lucha desde abajo, a través de la acción directa, con huelgas militantes, y con la solidaridad masiva del conjunto de la población, que padece los mismos problemas. Tenemos que construir el camino para una Huelga General, unificando a todos los sectores que tarde o temprano tendrán que salir a luchar. Y tenemos que construir un partido comunista genuino y revolucionario.
El capitalismo ha llevado al mundo al borde de la destrucción. Nos explota para incrementar aún más sus obscenas ganancias, destruye el medio ambiente y ha comenzado una guerra que podría destruir la civilización. Solo cuando el capacidad productiva de la sociedad sea arrebatada a los capitalistas, -mediante la expropiación, la nacionalización y el control democrático de bancos e industrias clave-, y solo mediante la revolución socialista se podrá poner fin al desastre al que nos conduce el capitalismo.
El capitalismo está llevando al mundo a la barbarie. El reformismo está muerto. ¡El futuro pertenece a las ideas del comunismo revolucionario!
¡Únete a los comunistas revolucionarios!
[1] V.I. Lenin, Pacifismo burgués y pacifismo socialista