Hace tres años la plácida Islandia se vio sacudida por un estallido social sin precedentes en respuesta al hundimiento económico que provocó la clase capitalista. Las masivas movilizaciones que se sucedieron son una inspiración para todos los revolucionarios. Hoy el país parece haber superado la recesión. Algunos sectores han difundido la idea de que esto se logró sin recortes sociales, negándose a pagar las deudas de los banqueros, encarcelando a los responsables de la crisis y aplicando la democracia directa y participativa. La viabilidad de este modelo vendría a demostrar que “otro capitalismo es posible”; un capitalismo alternativo al modelo neoliberal. ¿Qué hay de cierto en todo esto?
Islandia es una isla volcánica de 103.000 km2, situada en el extremo noroeste de Europa, muy cerca del círculo polar ártico. Pese a ser mayor que Portugal, su ínfima población, menos de 320.000 habitantes, es equiparable a la del municipio de Vigo.
Su ubicación le confiere importancia geopolítica. En 1951 EEUU estableció una importante presencia militar en la isla ante el intento de la URSS de instalar armamento y submarinos nucleares en la península de Kola.
La burguesía islandesa ha sacado provecho de su situación estratégica —amagando con permitir a Rusia el uso de su territorio— para obtener contrapartidas.
Islandia era uno de los países más pobres de Europa. La transformación profunda su economía no llegaría hasta la segunda mitad del siglo XX, cuando la ubicación de la isla atrajo el interés de EEUU, tal y como se ha comentado.
El ingreso de Islandia en la OTAN en 1949 provocó protestas masivas en el país. EEUU, que quería establecer una base aérea en la isla, se vio obligado a realizar concesiones económicas. Islandia recibió a través del Plan Marshall 43 millones de dólares, lo que equivalía a ¡cinco veces más dinero per cápita que el recibido por Francia! Esta importante inversión económica sentó las bases para la industrialización del país.
Orgía especulativa
Desde los años 80, en sintonía con la política económica que aplica la burguesía a escala mundial, se inicia un proceso de privatizaciones que afecta, en primer lugar, a la industria pesquera y que está detrás de la formación de las principales fortunas actuales del país.
En el año 2000 se privatizan los tres bancos islandeses (hasta entonces estatales). La comunión de intereses entre los políticos burgueses y los capitalistas es cristalina1. Ávidos de beneficios rápidos, los banqueros logran del Gobierno la desregularización total del sistema financiero (requerimientos de reserva, condiciones para la concesión de créditos, etc).
Desde ese momento, comienza a inflarse una gigantesca burbuja especulativa. Los altos tipos de interés que ofrecía la banca islandesa atrajeron inversores de todo el mundo deseosos de beneficiarse de esa elevada rentabilidad. Pero para pagar los altos intereses ofrecidos, los bancos necesitaban conseguir constantemente nuevos inversores para evitar que todo se derrumbase. Las maniobras financieras y contables para conseguir más clientes rayan la locura. El periodista financiero Michael Lewis, explica el método utilizado: “Tú tienes un perro y yo tengo un gato, los dos nos ponemos de acuerdo en que cada uno vale mil millones de dólares. Tú me vendes el perro por mil millones y yo te vendo el gato por mil millones. Ahora ya no somos simples propietarios de dos mascotas sino bancos islandeses con mil millones de dólares en nuevos activos”2.
Los activos de los bancos islandeses ascienden a una cantidad de entre 80.000 y 100.000 mil millones de dólares, es decir, 10 veces el PIB islandés. Aun así, en 2007 las agencias de calificación de riesgo les otorgan la triple A (máxima puntuación).
Se trata de una monumental estafa de tipo piramidal. La crisis de las hipotecas subprime en EEUU frena en seco todo el proceso. Se evidencia la realidad; la economía real está en apuros, también en Islandia. Los bancos islandeses piden préstamos, pero los especuladores han huido. Nadie presta dinero a nadie. Por supuesto, el Banco Central Islandés no puede rescatar a bancos cuyas deudas decuplicaban el PIB nacional. No hay forma de mantener el sistema. Todo colapsa. La bolsa islandesa se desploma y miles de personas pierden los ahorros de toda su vida.
Colapso
En otoño de 2008, los tres bancos islandeses, Glitnir, Landsbanki y Kaupthing, incapaces de hacer frente a sus obligaciones y de conseguir liquidez, quiebran. Uno tras otro son intervenidos por el Estado.
En pocos días la corona, la moneda islandesa, se desploma hasta perder el 85% de su valor en relación al euro. Para intentar frenar el colapso de su moneda, el Gobierno establece un corralito, impidiendo el cambio de coronas por divisas. La bolsa de Reikiavik es cerrada durante una semana. Aún así, al reabrirse pierde el 90% de su valor. El Gobierno solicita el rescate del FMI. Islandia se convierte así en el primer país occidental que recibe un préstamo de rescate del FMI desde 1976.
Todos los indicadores económicos se hunden: el PIB islandés cae en 2009 un 6,7%, lo que supone la mayor caída desde que empezaron a elaborarse las cuentas nacionales, en 1945. La formación bruta de capital fijo se desploma más de un 50% en 2009 tras haber perdido otro 20% en 2008 (ver cuadro).
Formación bruta de capital fijo
2006 2007 2008 2009 2010
24,4% -12,12% -20% -51,1% -8%
Fuente: Estadísticas de Islandia (Gross fixed capital formation), www.statice.is
El desempleo, un fenómeno prácticamente inexistente, llega al 9,1 en el segundo trimestre de 2001.3 El sueño de eterna prosperidad se acaba bruscamente en Islandia.
Miles de islandeses pierden su trabajo y no pueden hacer frente a las deudas contraídas en la época de boom. Las clases medias ven cómo se evaporan todos sus ahorros en acciones y cómo les son embargadas las segundas residencias en España y otros países, como consecuencia de la devaluación.
A cambio de los planes de austeridad habituales, el FMI concede un préstamo de 2.100 millones de dólares a finales de 2008 (el acuerdo Stand by). Varios países nórdicos, Polonia e Islas Feroe, concedieron otro préstamo de 3.000 millones de dólares. En ese momento esa era la única forma de obtener un préstamo, ya que Islandia estaba vetada en mercado privado internacional, tras el colapso bancario y la quita de la deuda de sus bancos.
De acurdo con el FMI se procedió a reorganizar el sistema bancario. La Autoridad Supervisora Financiera tomó el control de los bancos y los separó en dos partes, una nacional y otra internacional. La parte nacional, es decir, la que correspondía a depósitos de islandeses, fue recapitalizada con dinero público, creándose tres nuevos bancos. Los viejos bancos, con depósitos de inversores extranjeros, procedieron a la liquidación de activos y a la quita ordenada de la deuda, que no podían pagar (y que era imposible salvar con dinero público). Sólo una pequeña parte de esta deuda impagable fue objeto de disputa —en cumplimiento de una norma específica del Espacio Económico Europeo—, la que correspondía a Icesave, una filial del banco Landsbanki, que operaba en Gran Bretaña y Holanda.
Estallido social
La población islandesa se asoma al abismo. Ahora, con la devaluación de la corona, todos aquellos que tenían una deuda contraída en moneda extranjera —y era lo habitual— para la compra de una vivienda o un coche, ven sus deudas triplicadas. Además, miles han visto cómo se volatilizaban todos sus ahorros en acciones.
A la vez, van apareciendo noticias que demuestran que los responsables de este timo, como los directivos de Glitnir, se embolsaron comisiones multimillonarias mientras el banco se hundía, o que los administradores de Kaupthing vieron perdonadas sus deudas. La temperatura social aumenta.
Las manifestaciones comienzan en octubre de 2008. Y cada vez suman a más gente. Exigen la dimisión del Gobierno. Surgen distintas asambleas ciudadanas. El presidente Hardee es apedreado. El parlamento es rodeado por una multitud. Un joven sustituye la bandera del parlamento por la bandera de la cadena de supermercados propiedad del magnate Johannesson (dueño también del banco Glitnir). La policía lo detiene. Cientos de manifestantes asaltan la comisaria para liberarlo. El 22 de enero de 2009 la policía usa gas pimienta y carga por primera vez desde 1949. Al día siguiente el primer ministro Hardee anuncia su dimisión. Las protestas han forzado la caída del gobierno y la convocatoria de elecciones.
Las elecciones de abril de 2009 dan como vencedor a una coalición de izquierdas, por primera vez en la historia de Islandia. El derechista Partido de la Independencia pierde su hegemonía tras 65 años y cosecha un muy mal resultado. Johanna Sigurdardottir, del Partido Socialdemócrata, es investida primera ministra. Algunos sectores de la izquierda se han deshecho en halagos hacia esta mujer, sin embargo, la calle cuenta una historia distinta. Las protestas no tardan en resurgir.
En diciembre de 2009 el parlamento (ahora con mayoría absoluta de la izquierda) acuerda entregar a Gran Bretaña y Holanda el dinero que estos gobiernos pusieron para hacer frente a la quiebra de icesave, la filial de Landsbanki, que afectaba a 300.000 inversores en esos países. El dinero entregado por Gran Bretaña y Holanda era de 3.900 millones de euros, pero el parlamento accede a la demanda británico-holandesa de pagar además intereses de un 5,5%, a contar desde 2008 (lo que elevaba la cantidad a 5.500 millones de dólares en 15 años). Entre los “ahorradores” se encontraba el chef Gordon Ramsay, o el magnate inmobiliario Robert Tchenguiz pasando por supermercados como Sainsbury o tiendas de ropa como Karen Millen o House of Fraser.
La oposición al pago de esta deuda, que era una deuda de un banco privado, es masiva. En agosto, 3.000 personas, una enorme cantidad para un país como Islandia, se manifestaron en contra de esta indemnización. Mientras los banqueros hicieron beneficios astronómicos, los trabajadores islandeses no se beneficiaron del festín. Ahora que tenían problemas querían que fuese el estado, a través del presupuesto, el que se hiciese cargo de sus problemas.
Una cuarta parte del censo electoral suscribió una petición al presidente —un cargo político poco menos que ornamental— para someter esta decisión a referéndum. Éste, ante la tremenda presión, aceptó, usando una prerrogativa constitucional en desuso.
El 6 de marzo de 2010 se llevó a cabo el referéndum. El resultado fue abrumador: el 93% de la población se opuso a la entrega del dinero. Tras la votación, el ministro de Finanzas de la coalición de izquierdas afirmó: “Queremos dejar claro que el no no significa que no vayamos a pagar. Vamos a cumplir con nuestras obligaciones”4.
El Gobierno renegoció las condiciones del pago de la deuda a Gran Bretaña y Holanda y obtuvo un acuerdo más ventajoso, con un interés menor. Sin embargo, una vez más la presión popular obligó al Presidente a convocar un nuevo referéndum. La primera ministra se esforzó al máximo para aterrorizar a la población con las consecuencias que tendría el no. Sin embargo, el segundo referéndum, celebrado casi un año después y que contó con un 75% de participación volvió a saldarse con una victoria del no por un 60% de los votos.
1. Landsbanki es vendido a simpatizantes del Partido Progresivo (de derechas), concretamente al empresario Björgólfur Thor Björgólfsson, y Kaupthing Bank pasa a manos de hombres cercanos al Partido de la Independencia (también de derechas). El tercer banco, Glitnir, acaba en poder de Jón Ásgeir Jóhannesson, billonario y magnate de la alimentación. En pago a los servicios prestados, el Partido de la Independencia recibió donativos en 2006 de 25 millones de coronas del banco Landsbanki.
2. Web Open Economy, www.opendemocracy.net/openeconomy/ethan-wagner/travels-amongst-financial-ruins.
3. Estadísticas de Islandia. www.statice.is.
4. www.elperiodico.com/es/noticias/economia/201003-07/islandia-vota-devolver-deuda-reino-unido-holanda/92585.shtml.