Desde hace mucho tiempo se ha discutido el tema del calentamiento global, científicos y organizaciones medioambientales del mundo entero han advertido las consecuencias del cambio climático que atentarán con la supervivencia de todas las especies, incluyendo la humana.
En los últimos años hemos visto como las temperaturas han aumentado, la atmósfera y océanos se han calentado, por lo que el hielo y la nieve han disminuido y el nivel del mar ha ido en aumento. Las concentraciones de gases de efecto invernadero han aumentado brutalmente, resultado de la anárquica actividad industrial. El uso de combustibles fósiles y gases industriales fabricados para el uso de aerosoles, aire acondicionado; el uso del carbón, el gas natural, el aceite o el petróleo son de alta toxicidad medioambiental y tienen graves consecuencias para el planeta.
Los patrones del medio ambiente han sido alterados, la fauna y la flora están expuestas a la extinción. Por otro lado, las condiciones climatológicas inciden en enfermedades transmitidas por el agua, los insectos y otros animales que también han cobrado vidas humanas, según la OMS el cambio climático cobra 150 000 muertes al año y evidentemente las zonas más afectadas son las más pobres del mundo.
El calentamiento global no es un proceso natural, sino que ha sido generado por la industria capitalista.
La hipocresía capitalista
Se han realizado cantidad de congresos, foros, cumbres y encuentros para impulsar proyectos que aminoren la situación. Sin embargo, terminan en palabrería barata para disfrazar que el único interés es atender las demandas y los intereses económicos de las grandes multinacionales. Es más que claro que los capitalistas no tienen ningún interés en el medio ambiente, sino en cómo llenarse los bolsillos, un ejemplo claro es el avance en los renovables, que, pese a que pueden disminuir el impacto en el medio ambiente, por el desembolso económico que generarían, la energía se sigue produciendo en los combustibles fósiles y de manera deficiente. El ejemplo más claro de esta hipocresía es la cumbre de París en 2015 que ha resultado una farsa y qué lejos de verlo como una problemática que nos afecta a todos, lo han visto sólo para fingir un interés aparente y que han aceptado sus resolutivos, puesto que carecen de verdaderos compromisos, de verdaderas sanciones y además, iniciará en el 2020. No es que exista una conciencia ideológica, sería ilógico pensar que la burguesía a partir de hoy lanzará sus productos en condiciones que beneficien a sus consumidores, que tengan en buenas condiciones las empresas para que no contaminen o que por supuesto estén diseñadas para el beneficio del medio ambiente, cuando lo único que les importa es ver quién logra el dominio de los mercados y del mundo.
Ante intereses capitalistas, medidas revolucionarias
El problema es evidente estamos ante una devastación de los recursos natural, y aunque existen medidas que ayudarán a minorizar estos impactos ambientales, el problema mayúsculo es el capitalismo que prioriza los intereses del beneficio privado de una minoría y son las grandes empresas petroleras, eléctricas, automovilísticas, etc., y que no van a invertir en una idea autosustentable, sino que los afectados terminarán siendo los más pobres, los más oprimidos, los más desfavorecidos. Donde quieren tener todo el dinero y poder posible a costa no sólo de la explotación de los trabajadores sino también de la explotación de los recursos naturales.
La economía debería estar al servicio de todos y no al de unos pocos, además de implementar las opciones sostenibles que preserve nuestro planeta y que atiendas las necesidades de la población en general de todo el mundo. Es evidente que todo los impactos que han recibido nuestro planeta son irreversibles, pero lo cierto es que hay muchas cosas que aún pueden hacerse para detener futuros impactos ambientales. Y queda claro que los poseedores de los medios de producción no están interesados en detener nada ni en invertir en medidas que implicarían un desembolso brutal, por eso resulta indispensable apostar por eliminar la actual forma de producción que pone por sobre todo la ganancia privada, para mitigar estas catástrofes. Debemos insistir en una lucha por transformar la industria y que esté enfocada en las necesidades de la humanidad y del planeta, es decir, impulsar un programa revolucionario y socialista.
Proyectos de muerte
Los intereses de la burguesía quedan claros en todos los países cuando empresas transnacionales ven la oportunidad de saquear los recursos naturales de cualquier lugar a costa del enriquecimiento. Un claro ejemplo es el colan, un recurso natural que se ha utilizado para el desarrollo de la tecnología y que países como los Africanos que cuentan con este recurso han sido presionados, invadidos para la extracción del mismo respondiendo a los intereses del Estado ´y de los países fronterizos, de las guerrillas, de las multinacionales occidentales y contrabandistas han resultado una guerra para obtener el oro negro.
Las luchas por ir en contra de los proyectos de muerte no son fortuitas, luchas como las de Atenco, de Mexicali. de la Sierra norte de Puebla, Tlanixco y demás no son sólo por el derecho a defender esos territorios por el espacio geográfico, sino por el impacto ambiental que estarían produciendo al tomarlo para la construcción de empresas transnacionales y que derivan en escasez de agua, pésimas condiciones de vida para la gente, contaminación de ríos, etc. y que evidentemente a los sectores que perjudican son a los de la clase trabajadora, para ponerlos en condiciones no vivibles.
¡Por la preservación del planeta!
¡Por medidas revolucionarias que rompan con el sistema de producción capitalista!
¡Qué muera el capitalismo, para que no muera la tierra!