Pocos ponen en cuestión el hecho de que la humanidad se enfrenta a una crisis ambiental sin precedentes. Los datos son muy clarificadores en este sentido: la concentración de dióxido de carbono en la atmósfera se ha disparado desde comienzos del siglo pasado, la temperatura media mundial se ha incrementado más de un 25% en el mismo periodo, el nivel del mar subirá más de medio metro en 80 años y provocará serios problemas a las ciudades costeras y cada vez son más frecuentes eventos climáticos extremos en todo el mundo (olas de calor, sequías, inundaciones, derretimiento de los polos...).
La Tierra, por tanto, nos está enviando una señal de alerta que no debemos ni podemos eludir porque de ello depende la supervivencia de la biodiversidad, incluida nuestra propia especie. La causa no es natural, está directamente relacionada con la actividad humana. De hecho, según publica la revista Science, la probabilidad de que los cambios observados en las estaciones se deban a procesos naturales y no a la actividad humana es tan sólo de cinco sobre un millón.
2018 será el cuarto año más cálido desde 18501 y en los próximos cinco años se prevén temperaturas récord
Algunos estudios apuntan a que se puede producir un incremento de las temperaturas de hasta cuatro grados para finales de siglo, lo que supondría la pérdida en torno al 60% de la producción de maíz en América y la de trigo en la India, con lo que ello conllevaría teniendo en cuenta que son graneros esenciales para alimentar a la población mundial. Por otra parte, la deforestación a consecuencia de la tala indiscriminada de bosques, muchos de ellos privatizados y adquiridos por fondos de inversión, destruye los pulmones del planeta. Sin ellos no es posible absorber el dióxido de carbono del aire y, por lo tanto, no se podrá hacer frente al efecto invernadero. A todo esto debemos añadir la alarmante contaminación de la atmósfera, de los medios hídricos, el suelo y los océanos donde se acumulan los plásticos, los residuos nucleares e industriales, y todo tipo de basura en cantidades ingentes. Esta actitud absolutamente criminal es producto de un modo de producción anárquico, depredador y profundamente violento con las personas y con el medio natural que nos rodea.
El capitalismo es incapaz de ganar la batalla contra el calentamiento global, tal y como reflejan varios informes publicados en The Economist y New Scientific. Un artículo de The Guardian se quejaba hace poco de que no existe voluntad política para abordar este problema, pero hay que explicar que no hay voluntad política porque las acciones imprescindibles para realizar los cambios que se precisan chocan frontalmente con los intereses de las burguesías de los diferentes Estados nacionales y los intereses vinculados a la propiedad privada de la tierra y de los grandes medios energéticos y productivos. El capitalismo ha hecho surgir potentes medios de producción, pero a su vez “se asemeja al mago que ya no es capaz de dominar las potencias infernales que ha desencadenado con sus conjuros” (Marx y Engels, El Manifiesto Comunista, 1848).
Aumento de incendios forestales, huracanes, inundaciones y otros desastres medioambientales
Los incendios forestales en EEUU durante el mes de agosto de 2017 batieron todos los récords históricos y tuvieron un efecto equivalente al de una erupción volcánica: su humo penetró en la estratosfera, dio la vuelta al globo en dos semanas y permaneció allí a niveles mensurables durante varios meses.
Los océanos están perdiendo oxígeno a pasos agigantados. En los últimos 50 años, las áreas oceánicas en las que falta oxígeno se han multiplicado por cuatro, y las zonas costeras con déficit de oxígeno se han multiplicado por diez. El calentamiento del mar por efecto del cambio climático, así como la eutrofización2, que consume mucho oxígeno, amenazan la vida marina.
El nivel global del mar —en lugar de aumentar a un ritmo constante como se pensaba que sucedía hasta ahora— se está acelerando progresivamente, según un nuevo estudio basado en la recopilación durante 25 años de datos procedentes de los satélites de la NASA y de Europa. El nivel del mar subirá más de medio metro en 80 años, lo que provocará serios problemas a muchas ciudades costeras y archipiélagos. Esto es consecuencia del deshielo de los polos y de la “expansión térmica” que se produce como consecuencia del incremento del calor del agua y que ha aportado aproximadamente la mitad de los siete centímetros de aumento de nivel que se han producido en los últimos 25 años.
En cuanto a la biodiversidad, un informe reciente indica que, si la temperatura media del planeta aumentase 4,5ºC respecto a la era preindustrial (el escenario previsto, si no se reducen las emisiones de efecto invernadero), un 48% de las especies podría desaparecer en ciertas regiones. La diversidad biológica —la esencial variedad de formas de vida en la Tierra— continúa en declive en todas las regiones del mundo y va reduciendo significativamente la capacidad de la naturaleza de contribuir al bienestar de las personas. Esta alarmante tendencia pone en peligro las economías, los medios de vida, la seguridad alimentaria y la calidad de vida de las personas de todo el mundo, según cuatro informes científicos realizados por más de 550 expertos de más de cien países.3
Las grandes ciudades, donde ya vive la mitad de la población mundial, sufren con mayor severidad el calentamiento global: los días más calurosos se han triplicado desde 1986 y han afectado al 70% de las ciudades con más de cinco millones de habitantes. Barcelona y Madrid son las más afectadas del Estado español por estas oleadas. Por otra parte, la pobreza extrema también contribuye a agravar el problema. Aproximadamente 3.000 millones de personas —más del 40% de la población mundial— siguen sin tener acceso a combustibles y tecnologías de cocción limpias en sus hogares, lo que constituye la principal causa de contaminación del aire doméstico. Más del 90% de las muertes relacionadas con la contaminación del aire se producen en países donde los trabajadores tienen ingresos bajos y medianos.
Ante esta realidad, proliferan cada vez más llamamientos desesperados firmados por miles de científicos apelando a la responsabilidad humana para detener la carrera hacia el abismo. Recientemente, más de 700 científicos franceses, con motivo de las marchas por el clima que movilizaron a miles de personas en diferentes ciudades de cien países, han firmado otro manifiesto en Libération. En él advierten que la Tierra ya ha entrado en el futuro climático y piden a los políticos pasar de los discursos a la acción para alcanzar la profunda transformación social que demanda el desafío climático. Sin embargo, estas advertencias caen una y otra vez en saco roto.4
El capitalismo es inviable
Según un informe que se publicará el próximo año, elaborado a petición de la ONU por un grupo de científicos finlandeses: “el capitalismo es inviable. La crisis climática nos obligará a cambiar de sistema económico. No podemos esperar a que los mercados la resuelvan… Se necesita una política proactiva que nos conduzca a una nueva era económica (…) la muerte del capitalismo está próxima” y nos esperan “años turbulentos” sentencian.
El informe destaca que “el cambio climático y la extinción de especies se están acelerando, al mismo tiempo que las sociedades humanas experimentan una creciente desigualdad social, altos niveles de paro, lento crecimiento económico, elevados niveles de deuda y gobiernos incapaces de resolver este conjunto de problemas: no tienen las herramientas de gestión que demandan los nuevos tiempos”.
Según estos científicos, “el pensamiento económico capitalista no puede explicar, predecir o resolver los problemas de la economía global en la nueva era en la que estamos”, destacando que “los mercados, la base del credo liberal que hoy rige la economía global, no pueden llevar a cabo la transición porque la política que se requiere para atender el desafío climático está en contradicción con los intereses privados y tributarios”. Y concluyen: “los modelos económicos convencionales ignoran casi por completo las dimensiones energética y material de la economía”.5
737 dueños del planeta controlan el 80% del valor de las empresas mundiales 6
Donald Trump ignora el cambio climático porque encarece los costos de producción y, por tanto, afecta a la competitividad y a los beneficios de los grandes magnates estadounidenses. Como señaló Marx: “El capital experimenta horror por la ausencia de ganancia o por una ganancia muy pequeña, como la naturaleza siente horror por el vacío. Si la ganancia es adecuada, el capital se vuelve audaz, un 10% seguro y se lo podrá emplear donde quiera; 20%, y se pondrá impulsivo; 50% y llegará positivamente a la temeridad; por 100% pisoteará todas las leyes humanas; 300% y no hay crimen que lo arredre, aunque corra el riesgo de que lo ahorquen” (Karl Marx, El Capital).
El capitalismo obtiene sus beneficios de las plusvalías generadas por el salario no pagado a los trabajadores a través del proceso de producción y distribución de mercancías. La competencia les obliga a renovar los medios de producción y aumentar la escala de producción de mercancías de forma creciente dando lugar a la concentración creciente de riqueza en menos manos, al dominio del capital financiero y de los monopolios. El 82% de la energía primaria que el mundo utiliza para esta producción proviene de combustibles fósiles (petróleo, carbón y gas) que son altamente contaminantes, provocando el progresivo agotamiento de los mismos y el calentamiento global del planeta.
Las desigualdades sociales alcanzan niveles extremos: 85 ricos suman tanto dinero como 3.570 millones de pobres que, además, son las principales víctimas del calentamiento global.7 Hay recursos financieros más que de sobra como demuestra que los paraísos fiscales escondan un tercio de la riqueza global —más de 25 billones de euros—, cantidad suficiente para comenzar inmediatamente a tomar las medidas precisas ya que existen las fuentes alternativas a los combustibles fósiles.
Un sector de la burguesía pone el foco en los avances tecnológicos como algo milagroso que resolverá el problema: la inteligencia artificial, la energía nuclear de fusión, etc. Lo cierto es que, con los avances científicos que ya existen en la actualidad, se podría frenar el cambio climático y asegurar el sostenimiento ecológico. La estructura energética o del transporte puede hoy ser transformada rápidamente. Un estudio de la Universidad de Stanford, dirigido por Mark Z. Jacobson, señalaba que el 100% de la energía mundial, para cualquier fin, podría ser suministrada mediante viento, agua y recursos solares en 2030.8
El problema no es la falta de tecnología, sino el hecho de que la misma sea mayoritariamente propiedad privada o, siendo en parte pública, responda a los intereses nacionales de las respectivas burguesías.
La socialdemocracia y no pocas organizaciones que llevan el nombre de verdes culpan a la propia población de la situación, tratando de centrar el debate exclusivamente en la cuestión de la concienciación y el consumo responsable en lugar de señalar al verdadero culpable, que es el capitalismo.
Para dar un giro a la actual amenaza medioambiental hace falta una economía socialista, donde los grandes medios financieros y de producción social pasen de ser propiedad de particulares —y responder a la lógica de la búsqueda del beneficio privado— a ser propiedad colectiva. Mediante la nacionalización de estos recursos y la creación de una Federación Socialista Mundial se podría proceder a una planificación democrática de la economía que frene de forma drástica el derroche de recursos que supone este sistema y el catastrófico deterioro medioambiental. Con los medios de producción bajo el control democrático de la población y la clase obrera, toda la creatividad y el talento acumulado nos permitirían, con acciones e iniciativas colectivas e individuales, limpiar el planeta, llevar agua a los desiertos, garantizar el futuro del medio ambiente y de la biodiversidad, además de educación, vivienda, agua, alimentos para todas y todos. En definitiva un futuro digno para toda la humanidad. Por ello debemos organizarnos para transformar la sociedad.
1www.tendencias21.net/2018-será-el-cuarto-año-mas-cálido-desde-1850_a44390.html.
2Abundancia anormalmente alta de nutrientes que, sobre todo, proceden de actividades humanas.
4otrasvoceseneducacion.org/archivos/289061.
5www.tendencias21.net/Los-cientificos-advierten-el-capitalismo-es-inviable_a44741.html.
6Encuesta de economistas y estadísticos, dada a conocer en Suiza en 2011: The network of global corporate control (La red de dominación global de las multinacionales).
7www.elpais.com/economia/2014/01/19/actualidad/1390168909_581864.html.
8www.energias-renovables.com/panorama/un-equipo-cientifico-internacional-lo-confirma-el-20170828.