Los incendios en la selva más grande del mundo a cimbrado la conciencia de miles de jóvenes y trabajadores, porque ha puesto de manifiesto que los intereses de los capitalistas responsables de la deforestación, agroindustria y demás megaproyectos de “desarrollo” son totalmente antagónicos a los de la mayoría de la sociedad. Para estos dueños del dinero les da igual que el Amazonas absorba millones de toneladas de dióxido de carbono presente en la atmosfera y esto contribuya a frenar el cambio climático y que sea una gran generadora de oxígeno. Pero no sólo eso, regula las lluvias y mantiene el ciclo del agua a nivel mundial, influyendo en el clima mundial y en la circulación de las corrientes oceánicas; su suelo y vegetación contienen una cuarta parte de todo el carbono que se almacena en la tierra. 

Las acciones prácticas que el pueblo sudamericano lleva a cabo para salvaguardar su territorio, identidad y el futuro del planeta chocan frontalmente con los intereses de los gobiernos derechistas como el de Bolsonaro y las diferentes potencias mundiales. La devastación del Amazonas está completamente ligada a la necesidad que tiene actualmente el capitalismo por espoliar todo lo que quede del planeta para hacer grandes negocios, aunque en ese camino se carguen el mundo. Hace tres décadas la selva capturaba el doble de dióxido de carbono que ahora y con la llegada de Bolsonaro ha habido más de 33 mil incendios este año, 60% más que el año anterior esto debido a los altos niveles de deforestación, las áreas de selva destruida en junio fueron un 80% más que en el mismo mes del 2018 y en julio 270%.

A este ritmo en tres décadas el 50% de la selva actual se convertiría en selva degradada y será irreversible. Todo esto responde a los intereses comerciales que desean palear un poco la crisis de las materias primas abriendo grandes territorios a los intereses agroindustriales y mineros, con Bolsonaro ha aumentado la ocupación ilegal de tierras y su deforestación permite especular y venderlas. Es por eso que colocó como secretaria de Agricultura a Tereza Cristina, conocida por hacer lobby en favor del gran empresariado agroindustrial y como ministro de Ambiente designó a Ricardo Salles, quien fungió como secretario de Medio Ambiente del estado de São Paulo y de donde salió condenado por haber alterado mapas de un plan de gestión ambiental para favorecer a empresas mineras.

Es por eso que rechazamos la idea que esta destrucción es por la “acción del hombre” en abstracto, esto lo que refleja es la lógica y el funcionamiento del sistema de producción capitalista que arrasa con todo lo que encuentra, incluido el medio ambiente, para garantizar los beneficios económicos de un puñado de monopolios y multimillonarios.

Ninguna acción individual o leyes ambientales a medias tintas solucionaría el problema de fondo, tenemos que levantar desde nuestras comunidades un programa que luche con los trabajadores de las ciudades por derrocar la dictadura de estas multinacionales y sus gobiernos como el de Bolsonaro y tomar en nuestras manos las palancas de la economía y planificarla de una manera racional y respetuosa con el planeta. El capitalismo está devastando todo a su paso, la necesidad de transformar la sociedad de raíz es una urgencia vital, no hay más, socialismo o la devastación total de nuestro planeta. 


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