El municipio de Tepotzotlán, en el Estado de México es uno de los 132 pueblos mágicos que existen en el país. Se trata de un territorio de un enorme valor ambiental, de un gran patrimonio histórico y de una inigualable riqueza cultural que prevalece gracias a la población misma que resiste frente al abandono gubernamental que históricamente han sufrido las comunidades.
Es un municipio de una importancia ecológica crucial no sólo para el Estado de México, sino para la Ciudad de México y el área metropolitana. Es uno de los municipios que además permite radicar a población que no desea asentarse en las grandes poblaciones.
El sentido de comunidad originaria aún latente y en general la calidad de vida de sus habitantes, se ven amenazados por las rapaces ambiciones de un pequeño grupo criminal conformado por autoridades estatales, grandes capitalistas y autoridades del ayuntamiento de Tepotzotlán, particularmente, la familia Zuppa Villegas, quienes se han valido de todo tipo de actos de corrupción para mantener durante años secuestrado el poder político del municipio.
Esta cúpula de criminales se ha dedicado a la construcción y operación de parques logísticos en la ilegalidad dentro de Tepotzotlán, parques que han legitimado mediante el argumento de la gran oferta laboral que ofrece, pese a ser la logística una de las industrias que mayormente se sirven de la flexibilidad y demanda de fuerza de trabajo, más automatización está implementando, sin mencionar los salarios de miseria, el outsourcing y las jornadas laborales excesivas que caracterizan a estas empresas.
Y es que, pese a que la depredación ambiental dio inicio con los gobiernos municipales priístas de 2003 a 2015, se ha intensificado a partir de 2018 con la llegada del ultra derechista de Movimiento Ciudadano, Ángel Zuppa Núñez, quien intentó invadir el Área Natural Protegida del Parque Estatal Sierra de Tepotzotlán abriendo un sendero donde pretendía colocar locales comerciales y coronarlo con una figura de bronce alusiva a Cristo crucificado, de 16 toneladas y más de 14 metros de altura.
Todo esto con recursos públicos, mientras fungía como presidente municipal y en complicidad, según sus palabras, con el gobernador Alfredo del Mazo Maza. Tras una batalla legal y resistencia popular, la figura no fue colocada y el ecocidio de la Sierra de Tepotzotlán fue pausado por un breve periodo. Al día de hoy, la figura de Cristo crucificado, símbolo de la corrupción de Ángel Zuppa está a la vista, tirada en vía pública en la plaza principal de Tepotzotlán.
Tras fracasar en su intento ecocida, trató de modificar, en plena pandemia de COVID-19, con una consulta y audiencias simuladas, el Plan Municipal de Desarrollo Urbano, no sólo con la intención de legalizar y legitimar toda construcción en la Sierra de Tepotzotlán, sino también para abrir las puertas, aún más, a la invasión de parques industriales, que consumen recursos naturales y saturan las vialidades dentro del municipio. Sin embargo, fue nuevamente la movilización popular y la batalla legal que llegó hasta dependencias de nivel federal, la que obligó al alcalde ecocida a frenar su proyecto servil al gran capital.
Esa sería solo una batalla ganada, pero no el fin de la depredación ambiental. Durante las elecciones de 2021, el alcalde puso toda la maquinaria del ayuntamiento, así como recursos públicos e influencias al interior de los órganos electorales al servicio de la campaña de su hija, María de los Ángeles Zuppa Villegas, quien terminó por salir “vencedora” en una campaña por demás fraudulenta.
Es así que llegamos al 2023. Con una alcaldesa que, en complicidad con su familia, han dejado claro que son aliados de los grandes capitalistas en una lucha por el territorio donde el pueblo defiende la conservación de sus recursos naturales y la vocación de pueblo originario de Tepotzotlán, frente a la mafia que busca privatizar hasta el último pedazo de tierra y secuestrar los recursos hídricos y las vialidades.
María de los Ángeles Zuppa Villegas, ha abierto un nuevo periodo de consulta simulada donde pretende aprobar un Plan Municipal de Desarrollo Urbano legitimado por la UAM. Sin embargo, este plan contempla cambios de uso de suelo y un modelo de ciudad compacta para Tepotzotlán. Esto quiere decir, que pretenden ceder todos y cada uno de los espacios verdes del municipio, junto con sus recursos hídricos, no solo a los empresarios logísticos, sino también a las grandes inmobiliarias que lucran con el derecho humano de la vivienda, elevando las rentas, gentrificando todo territorio al que llegan y robándose recursos naturales.
La alcaldesa Zuppa Villegas pretende que la población en general, lea y comprenda un plan repleto de tecnicismos y más de 300 páginas en un periodo de un mes con tan solo dos audiencias públicas donde, cabe recalcar, ha decidido que nadie puede hacer preguntas a los autores del plan. En la última audiencia pública, pese a que el pueblo manifestó tener dudas, nunca se le cedió el micrófono a ninguno de los asistentes. Cuando algunos vecinos decidieron alzar la voz para que se escucharan sus cuestionamientos, la alcaldesa respondió enviando a la policía municipal junto con golpeadores pagados a agredir a la gente. Así mismo, en el momento que iniciaron las agresiones, la transmisión en vivo de la audiencia fue cortada.
¿Cuál es el interés en destruir el patrimonio ambiental, así como la calidad de vida del pueblo de Tepotzotlán? Se trata de un pacto con el gran capital pues muchos predios donde hoy están establecidas naves industriales, se encuentran operando en la ilegalidad debido a que el uso de suelo del Plan Municipal de Desarrollo Urbano actual no permite la industrialización de ese territorio, lo que es un impedimento para dar certidumbre a los inversionistas. La necesidad de dar seguridad a estos obedece a un interés de especulación, pues estos terrenos forman parte de un Fideicomiso Inmobiliario que cotiza en la Bolsa Mexicana de Valores, de manera que la autorización de la propuesta de Plan Municipal de Desarrollo Urbano de Zuppa Villegas, abre las puertas a los especuladores inmobiliarios y convierte tanto la tierra como la vivienda y el empleo precario en un enorme negocio.
Al periodo de consulta simulada, donde no se puede pedir que se deseche el plan y solo se permite enviar sugerencias a través de boletas sin ninguna validez legal y sin garantía de ser leídas y ejecutadas, le restan menos de dos semanas y una sola audiencia más. Es un momento crucial para el pueblo de Tepotzotlán pues se trata de una batalla donde se conservará el territorio junto con sus recursos naturales y su vocación de pueblo originario o será privatizado por el cartel logístico del que la familia Zuppa Villegas forma parte.
Las y los habitantes de Tepotzotlán no tenemos otro camino más que organizarnos, dar la batalla y rescatar ejemplos de lucha como los de otras comunidades del Edomex, por ejemplo, las y los compañeros de Atenco, que a través de la participación organizada masiva del pueblo pudieron frenar uno de los proyectos más ambiciosos y devastadores del prianismo. Ese es el camino, la lucha organizada, así como difundir por cielo, mar y tierra lo que está sucediendo y solicitando solidaridad y apoyo de otras comunidades, movimientos y luchas en defensa del territorio y el agua.