No han manera de construir el Partido que necesitamos si no lo pensamos –también­- como un gran motor de Comunicación Revolucionaria hacia el socialismo. Bien sabemos que un fardo de escepticismo flota contra casi toda idea de construir un Partido Mundial de la clase obrera (llámese como se llame y se de donde se de). Bien sabemos que una lista larga de experiencias amargas –con no pocas traiciones- suelen bloquear la posibilidad organizarse para no repetir los vicios más odiosos del burocratismo, el sectarismo y el reformismo. Bien sabemos que no son pocas las personas –incluso luchadores extraordinarios- que sostienen reticencias variopintas ante la necesidad del Partido como herramienta efectiva para la construcción del poder nuevo, desde abajo. A ratos parece un tema prohibido, algo de lo que sólo se puede hablar a escondidas bajo el peligro de parecer sospechoso, antiguo o inocente. Y sin embargo la vida enseña, la historia enseña y abre ante nosotros la evidencia de que seremos derrotados siempre si no elevamos la conciencia y la calidad de nuestras herramientas organizativas de clase. El Partido es una de ellas. Bien pudiéramos abrir espacios para saber, a ciencia cierta, si hay mejor lugar para delinear las Políticas de Comunicación del Estado Revolucionario que los lugares –aun en sus estadios embrionarios- del partido mundial de la clase trabajadora. ¿Podremos?

Sabemos que el imperialismo usa todas sus armas: saboteo económico, golpes de Estado, desabastecimiento, terrorismo mediático, canalladas jurídicas y guerra alienante acelerada. No basta desear que muera el capitalismo, hay que erradicarlo definitivamente. Es la única forma de asegurar que el proceso revolucionario mundial sea irreversible. En materia de Comunicación es inexcusable denunciar cómo la "globalización", burguesa ha impuesto una "guerra mediática" alienante y mundial que el capitalismo apresura contra toda iniciativa democrática desde abajo. Denunciar que el modelo mass media del capitalismo es fundamentalmente despilfarro, banalidad y consumismo. Denunciar que tal guerra tiene consecuencias profundas para todo el mundo, que su peligro es reconocido incluso por algunos sectores de la propia burguesía que resienten los efectos de su irresponsabilidad económica en materia de propaganda mercantil y sus tóxicos ideológicos.

Nadie puede negar que el escenario actual de guerra mediática mundial es un desafío decisivo que, aun protegido por inversiones descomunales, nos obliga a librar una lucha superadora. Y no basta con la denuncia, en materia de producción de significados, signos y símbolos revolucionarios hay que tomar la dirección cuanto antes. No podemos ceder ese terreno, no podemos quedarnos a contemplar –obligados a aplaudirles- cómo nos silencian y como nos aplastan la conciencia. "Hasta el presente, se creía que la formación de los mitos cristianos bajo el Imperio romano había sido sólo porque la imprenta aún no estaba inventada. Es todo lo contrario. La prensa diaria y el telégrafo que difunden sus invenciones por todo el universo en un abrir y cerrar de ojos, fabrican más mitos en un día (que el tropel de burgueses los acepta y los difunde) que antes en un siglo". Karl Marx. Carta a Kugelmann[1]

Comunicación y Socialismo, la épica de la lucha


Cada militante será una usina de comunicación revolucionaria o será nada. La clase obrera de todo el mundo es el único sector que puede organizar y dirigir un Estado revolucionario verdadero. Por si solos los campesinos, los sectores populares, la pequeña burguesía... son incapaces de derrotar a todos los vicios reformistas, sectarios o burocratizados. Es absolutamente necesaria la intervención de la clase obrera con su Partido mundial y con órganos de poder decididos organizar ese Estado revolucionario que demanda la revolución mundial. Toda otra forma de organización popular, aun con sus mejores avances, se verá limitada para dirigir una alternativa al estado burgués a pesar, incluso, de todos los avances y recursos económicos que hayan aportado a su desarrollo. Y es que el partido jamás debe ser un freno al desarrollo de las luchas democráticas sino su motor ordenado programático y permanente y en ese espíritu las tareas comunicacionales, las tareas de la "puesta en común" de objetivos, métodos y transformaciones revolucionaros es de importancia superlativa.

Y parte de las tareas de la Comunicación del Partido –de ese partido que aun no existe o que esta en estado embrionario- son precipitar la muerte del capitalismo, erradicar el burocratismo y enfocar sus fuerzas para completar la revolución en sus plazos cortos, medianos y largos en lo cuantitativo y en lo cualitativo. Esa es una tarea de primera línea y es inexcusable elevar el nivel del debate, multiplicarla conciencia transformadora y convertirla en políticas concretas para el Estado Revolucionario. El Partido tiene en sus tareas de comunicación presupuestos internacionalistas ineludibles y esto no puede omitirse del debate, de la "puesta en común", que ha de expresarse, desde luego, en una lucha mundial contra toda forma de bloqueo mediático que la burguesías imponen con sus armas de destrucción mass media, su guerra mediática alienante con sus tácticas terroristas.

La lucha comunicacional del Partido debe alimentarse desde su debate programático basado en las organizaciones de masas y su poder de insurrección expresiva, su insurrección semiótica, con base en los comités de fábrica y los sindicatos, con el objetivo de sacudirnos el yugo alienante burgués y todos sus reformistas, burócratas y sectarios que están dispuestos siempre a infiltrar las filas revolucionarias para deformarlas o degenéralas. El programa del Partido debe socializar el poder político y la cultura, poder de decisión del pueblo en sus organizaciones incluso las organizaciones democráticas en el campo de la ciencia y de las artes. Debe también democratizar toda intervención para dirigir la defensa de los ecosistemas planificar la producción y la satisfacción de las necesidades sin depredar la naturaleza... y mucho más, socializar la defensa armada de la revolución, la soberanía socialista nacional y la socialización de la seguridad pública. Todos y cada uno frentes inexcusables para el trabajo de la Comunicación socialista del Partido.

El mayor objetivo del Partido constructor del Socialismo, liberado de todos los vicios más odiosos, es la organización de los trabajadores, su formación revolucionaria para incluirse como dirigentes del Gobierno y enseñarles a gobernar. No se puede perder este objetivo. Eso no será sencillo. Los problemas prácticos de la construcción de la economía, que son agudos y urgentes, el combate a toda tendencia al burocratismo, la resolución de problemas obreros... todas son tareas que la Comunicación del partido debe abrazar como urgencias históricas. La comunicación de Partido debe ser un esfuerzo enorme de diseño y corrección sobre lo que hará el aparato del Estado. La Comunicación del Partido Revolucionario hacia el Socialismo debe esculpir ese trabajo según sea percibido por las bases y cómo responda ese trabajo a las necesidades concretas de la clase trabajadora.

Es preciso reconocer el poder revolucionario y comunicacional que radica en los comités de fábrica, entender su fuerza simbólica, su poesía y su épica, urgidas de ganar la dirección en materia de producción de sentido hacia la revolución de la conciencia, la batalla de las ideas, el encuentro con los lenguajes nuevos de la revolución socialista. El Partido de los obreros revolucionarios debe revitalizarse expresar sus caudales revolucionarios plenamente, desde y hacia la fuerza comunicacional de su programa revolucionario y permanente. Ganar democráticamente la dirección de todas las herramientas para la producción comunicacional de impulsar su nueva comunicación revolucionaria para ser capaces de acelerar imparablemente la derrota del capitalismo. No hay de otra.

La vanguardia de la Revolución en la Comunicación, lirismo socialista.

Lo único verdaderamente nuevo en la Comunicación revolucionaria será socialista, nacerá de ahí o será nada. Ahí tienen un papel decisivo los consejos de trabajadores, llámense como se llamen, desde su Partido, porque de ellos depende inmediatamente el control obrero de la producción de significado, producción simbólica revolucionaria, la cultura de la revolución simbólica permanente... y esto está en contradicción irreconciliable con la propiedad de los mass media en manos de la burguesía, el control mercantil de los medios de producción comunicacional y el control de medios públicos en manos del estado burgués.

El Partido crece también con períodos de cambio, lentos y graduales y también con acontecimientos explosivos de guerras y revoluciones que aceleran las transformaciones. Nada debe detener su desarrollo, ninguna secta tiene derecho a postergar los cambios que los trabajadores deciden. Las herramientas de Comunicación del Partido deben servir para organizarnos y organizarnos mejor, para acelerar los cambios y los consensos democráticos desde abajo. Acompañar todo escenario dirigido por al Partido para enriquecer la agitación política y social, derrotar todas las ideas reaccionarias, los prejuicios y los vicios para que la conciencia de las masas organizadas en su Partido transformen al mundo de inmediato y sin retrocesos.

El movimiento obrero revolucionario que late –aun de manera desigual y combinada- en la construcción del Partido debe tomar en sus manos toda iniciativa de política comunicacional y desarrollarla por la base para logra que el Estado obrero la impulse como tarea vital a estas horas. Contra todo sector reformista que ya se organiza para subsumir la comunicación del Partido en el modo burocrático con el fin de hacer reproducir, en la base de los trabajadores, los peores vicios que retasan toda voluntad revolucionaria. Es fundamental para la supervivencia del Partido ayudarse con la comunicación para combatir cualquier intento de secuestrar los consejos de trabajadores convirtiéndolos en consejos de la burocracia reformista que, aliada con los patrones y los funcionarios burgueses, actúan en contra del movimiento obrero mundial. Pero sería un error enorme del Partido de la clase trabajadora no tomar la vanguardia de la Comunicación desde el Partido o dirigirla de un modo burocrático, o sectario... se perdería, como ha pasado, una de las herramientas organizativas para control obrero más poderosas a la hora de producir una comunicación nueva rumbo a una sociedad nueva.

Es preciso debatir, desde abajo, cuales son las tareas de la Comunicación del Partido en lo inmediato para impulsar el programa revolucionario mundial de los trabajadores. Por ejemplo, impulsar una lucha contra toda forma de alienación, contra todo bloqueo mediático... ejercer una lucha radical contra el terrorismo mediático de las oligarquías, luchar contra toda forma de sabotaje y desabastecimiento, denunciar, donde se presente, la explotación, abrir los libros contables de las empresas, divulgar toda auditoria al Estado y formar los cuadros de la militancia comunicacional del Partido. Especialmente entrenarse en la gestión y control de todos los espacios de Comunicación hacia la producción simbólica revolucionaria bajo la perspectiva del que los trabajadores que tomen el control de las empresas y erradiquen de ellas todo residuo de alienación. El partido debe recoger sus políticas de Comunicación de los consejos de trabajadores, ayudarse de ellos y servir a sus luchas trabajando junto a ellos, ganando todo lugar en la coordinación estatal, nacional y mundial con ayuda, también de sus medios de Comunicación. Organizar y dirigir la lucha organizada que sustituirá al Estado burgués y a su burocratismo que es la mayor y más mortal amenaza contra revolución socialista en todas partes.

El papel de la Comunicación de Partido


Una tarea permanente del Partido Revolucionario radica hoy en formar los cuadros de comunicadores expertos en ideas revolucionarias, estilo y sintaxis revolucionarios. Es imprescindible para todo militante ser capaz de comunicar el programa del Partido Revolucionario. Comunicar en las mejores extensiones del término. Tener dominio de las herramientas de la comunicación: la palabra, la escritura, la radio, el cine, la televisión las asambleas... Tal dominio no es sencillo. Ser capaz de comunicar no significa, exclusivamente, ser capaz de manejar las tecnologías, las técnicas o las formas; implica, ante todo, desarrollar las habilidades necesarias para poner en común, comunicar, las ideas de la revolución condensadas en el programa de la Revolución Permanente. Saber qué se quiere expresar, qué es lo necesario en comunicación según la etapa que la sociedad vive y que vive el Partido. Eso no puede reducirse al viejo concepto estalinista de propaganda.

La Comunicación de Partido debe formar los cuadros que sustituyan todo resabio burgués en las políticas comunicacionales del Estado prepararles para participar ellos mismos en el Gobierno. El comunicador revolucionario del partido no es un simple informador, o propagandista en su sentido más reduccionista... su tarea, nueva e importante, es intervenir creativamente en el proceso revolucionario mundial hacia el socialismo.

Es imprescindible tal habilidad; es necesaria la eficacia. Para cultivar las maneras mejores de comunicar con un estilo emblemático de creatividad en la lucha revolucionaria se requiere mucho trabajo, se requiere estudiar. Porque ningún estilo verdaderamente emblemático del poderío revolucionario nace de la nada... nace de la conciencia, del conocimiento preciso y metódico del programa revolucionario. Nace de la pregunta sobre qué se necesita en éste momento y en ésta lucha, razonar las condiciones desde la perspectiva de los trabajadores, ser capaz de tener respuestas dialécticas siempre.

Es fácil dominar una herramienta de Comunicación para producir cualquier cosa del capricho individualista, sea este capricho de funcionario o de comerciantes. Contra ese vicio es preciso sostener un debate profundo entre lo que se quiere y lo que se necesita en materia de Comunicación revolucionaria. Debatirlo firmemente. Es fácil dominar una herramienta de la Comunicación para la lisonja, para halagar o para la obsecuencia. Mucho más fácil es llenar los medios con el "lenguaje oficialista", los formatos estereotipados, la sensiblería, la cursilería y el paisajismo contemplativo en todas sus modalidades. Ya hemos tenido de eso hasta el hartazgo. Cuando un militante no siente como suyas las necesidades de su interlocutor y sin diagnóstico, (sin método y sin programa revolucionarios) se mueve con una idea caprichosa sobre lo que debe comunicar, surgen los discursos que ya nos hartan plagados de vulgaridades, clichés, palabrería burocrática, imágenes huecas... demagogia diversa y única.

La urgencia de comunicar las ideas del Partido Revolucionario, la urgencia de expresar lo que es imprescindible y necesario para transformar la sociedad es prioridad de trabajo para todo militante como es prioridad que emplee todos los medios posibles para lograrlo eficaz y eficientemente. Cada militante debe ser capaz de sostener propuestas ricas y creativas a las necesidades sociales o de poco servirán sus esfuerzos. ¿Qué ideas debemos exponer claramente ahora?, ¿ante quién o quienes? y ¿por qué y para qué? No hay dudas que el modo de comunicar es de importancia suprema, la riqueza de la comunicación, su poesía y su fuerza emocional pero nada de eso tiene valor sin haber resuelto con claridad programática el contenido concreto de la comunicación.

Todo militante de la Comunicación revolucionaria puede, en su tarea de partido, ser elocuente a su manera en los temas y las ideas que más familiares le son y que mueven más su interés. Cada militante debe desarrollar su estrategia para comunicar con viveza con lucidez, con capacidad seductora. Suele ocurrir que los comunicadores revolucionarios identifiquen temperamentos propios pero lo que debe ser común denominador radica en la fuerza persuasiva en la riqueza del significado lleno con ideas claras de lo que se necesita en un momento dado. Comunicar no sólo por Comunicar cualquier cosa sino que intentar, con todos los medios y los modos, fortalecer la organización revolucionaria, elevar su poderío conceptual y teórico, impulsar experiencias de comunicación como el cumplimiento una responsabilidad histórica. Creativamente, enamorados profundamente del socialismo científico.

Liberación social de los caudales expresivos


La base de esa Comunicación revolucionaria radica en los hechos y en los puntos de análisis que el método marxista permite construir correctamente. Sin los hechos ningún análisis es suficiente por si solo. Todo argumento organizativo en la Comunicación del Partido debe tener piso en los acontecimientos vivos y concretos, ser oportunos, recuperar lo que sucede y debe haber un proceso de selección de aquellos hechos pueden, bajo la perspectiva de la lucha obrera, tener el impacto organizativo inmediato. La presentación de los hechos y su análisis programático correcto contribuyen a elevar el nivel de la conciencia participativa y es la esencia del arte de comunicar. Y es que la organización revolucionaria enriquece la voluntad de actuar, de trasformar al mundo, de dar pasos concretos para cambiar algo, conseguir algo, alcanzar algo y las tareas de Comunicación del Partido deben concentrarse en desarrollar con los todos medios y los modos estrategias subordinadas este fin.

No se debe caer en el engaño de oponer esas dos dimensiones de la comunicación: lo concreto de los hechos y su análisis programático no son elementos excluyentes. El hecho y la opinión son necesarios. Es preciso que ante los hechos reine la verdad, correctamente y de forma atractiva. Es absolutamente contraproducente, y equívoco, que un militante comunicador imponga a su interlocutor sus prejuicios y conclusiones. Cada interlocutor, ayudado con el programa revolucionario del partido, y una comunicación correcta de las ideas, puede examinar los hechos tal como son. Aproximarse sucesivamente a conclusiones propias.

Imponer en la interlocución conclusiones prefabricadas se traduce fácilmente en intermediarismo que puede suscitar desconfianza y la tarea de la comunicación del partido tiene en la explicación del método de Marx un soporte inexcusable para que todo comunicador, que desee aportar verdaderas herramientas para elevar la conciencia y la organización, logre avanzar paso a paso, corrigiendo y rehaciendo sus tareas de comunicación sin darse por satisfecho con lo que ha logrado porque su trabajo, además, es aprender de los demás y verificar metodológicamente que sus interlocutores participen en el enriquecimiento de su conciencia y su capacidad organizativa y transformadora.

La Comunicación revolucionaria debe tener una lógica organizativa y transformadora, ayudar a resolver los problemas conscientemente sin importar la complejidad del problema, siempre de manera creativa y con la mejor calidad disponible. El método y la riqueza de un comunicador del Partido es una de sus responsabilidades y de sus cualidades, esto va más allá del problema de la forma. Para un comunicador revolucionario cultivar las formas implica cultivar los contenidos de manera revolucionaria y permanente como un proceso dialéctico interminable. "La forma de la presentación debe corresponder al tema, al grado de complejidad o simplicidad inherente en él. Desde luego, es posible acumular en el conjunto demasiadas palabras extrañas y confundir la idea más elemental. Pero bastante a menudo, la dificultad se encuentra no en las palabras, ni en la redacción en general, sino en el tema mismo. Tomemos de ejemplo El Capital de Marx, ¿podría haber sido escrito en un lenguaje popular, eliminando las palabras extrañas? No ¿Por qué? Porque el tema es muy complicado. Si reemplazamos todas las palabras extranjeras por otras nativas, El Capital ciertamente no se haría más comprensible ¿Por qué? Porque el tema es complicado. Pero, ¿cómo hacer una aproximación a El Capital? Intentando leer un número de libros sencillos, acumulando conocimientos y entonces volver a El Capital. La principal dificultad es la complejidad del tema"[2]. León Trotsky.

Sociedad socialista y comunicación distinta, los cambios verdaderos

Con la toma de posesión de los medios de producción comunicativa la sociedad elimina la producción mercantil del significado, del signo y de su intercambio, con ello se elimina la comunicación como mercancía para pasar a ser fuerza organizativa y transformadora de raíz. La anarquía reinante en el seno de la producción de comunicación burguesa emprende guerras mediáticas terroristas cuyo objetivo es romper toda forma de lucha y organización consciente y planeada para transformar al mundo hacia el Socialismo. Se trata de terminar con todo individualismo burgués.

El Partido de la clase trabajadora entendida ésta como el conjunto de todos los asalariados, dotado de un programa revolucionario liberado de trampas reformistas y con un Programa de Comunicación coherente debe tomar del poder político y el poder económico para y sustituir al capitalismo y comenzar una era diferenta, la era del socialismo, en una sociedad sin clases sociales, sin explotación y sin desigualdades. Es preciso cursar una transición que debe pasar lo antes posible, nadie resiste más una espera prolongada porque eso contiene riesgos mortales para la revolución. La comunicación de Partido debe servir a este interés apasionadamente dirigida por los consejos de obreros, campesinos pobres, estudiantiles que mediante la expropiación económica de la oligarquía, la banca, la industria, los latifundios, inicie la planificación democrática de la economía. Será entonces cuando se acelere la transición al socialismo. La revolución no puede quedarse en un solo país.

El Partido Revolucionario hacia el socialismo puede entablar alianzas pero jamás con la burguesía, ni con sus comerciantes saqueadores y explotadores, ni con su base financiera extranjera o nacional, porque ellos constituyen el enemigo de la clase que debe ser derrotado, expropiado y desaparecido definitivamente. El Partido de la clase trabajadora, que sólo hemos conocido incipientemente, pero que concebimos como el sujeto histórico de la revolución socialista para la toma del poder, habrá de transformar las relaciones de producción capitalistas, empeñadas en frenar el progreso de la humanidad, o el Partido será nada.

El programa de la Comunicación, con vida democrática plena y dirección de los trabajadores, de obreros, campesinos, estudiantes, amas de casas, intelectuales, artistas, pequeños productores y comerciantes del campo y la ciudad, ha de garantizar la más amplia y científica participación y protagonismo dispuesto a determinar su destino sin amos, sin patrones.... el Programa de la Comunicación socialista debe reivindicar sistemáticamente el internacionalismo con la certeza de que los grandes objetivos de la Revolución sólo se alcanzarán cuando los pueblos alcancen la organización para emancipación de toda forma de alienación, bloqueo y silenciamiento. Nada de so es posible si el Programa de la Comunicación pierde de vista la necesidad de enterrar al capitalismo, para abrir paso a una nueva era en la historia de la humanidad.

El programa de la Comunicación socialista debe comunicar las consignas del Partido que en función del momento permitan recorrer acelerar la organización concreta y los objetivos revolucionarios estratégicos. Impulsar toda consigna, para su debate maduro con plena conciencia y libertad, con los objetivos de la revolución y el socialismo. Y para eso es preciso llegara al mayor número posible hombres y mujeres del pueblo para que se involucren en la resolución de todos los problemas planteados por la lucha socialista en sus diferentes fases y niveles: : expropiar a la burguesía, organizar la toma y ocupación de fábricas y demandar la nacionalización bajo control obrero de la banca, la tierra y los principales grupos industriales privados, la industria agroalimentaria... Son prioridades comunicacionales para e Partido Revolucionario y debe ser desarrollada con entusiasmo, creatividad y cientificidad.

Son tareas que deben realizarse pero no para poner esa riqueza bajo el control de la burocracia gubernamental sino bajo control de un verdadero estado revolucionario basado formado por voceros elegibles y revocables en todo momento. Se trata de construir un partido inédito del que sólo conocimos embriones, para que sirva como herramienta para llevar a cabo el programa de la clase trabajadora.

La Fundación Federico Engels propone una Corriente Internacional de la Comunicación hacia el Socialismo capaz de ofrecer y ofrecerse –también- un debate sistemático con talleres, cursos y conferencias para construir, desde la perspectiva de los trabajadores, las tareas para organizar la lucha contra la desinformación, el bloqueo mediático, la alienación mass media, el terrorismo mediático rumbo al control obrero, la toma y expropiación de todas las herramientas para la comunicación. Proponemos debatir y superar desde abajo el modelo burgués de abuso comunicacional mercantil para derrotarlo definitivamente desde el Partido Revolucionario mundial que crece con el motor de la historia que es la lucha de clases. Esta vez sin sectarismos, sin burocratismos, sin reformismos. ¿Podremos?

[1] http://www.signosdeltopo.com.ar

[2] http://www.militante.org/index.php?option=com_content&task=view&id=1722&Itemid=113


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