En las últimas semanas hemos observado un cierre de filas de los gobiernos de EEUU y Canadá, de la burguesía y de la derecha mexicana, con reacciones histéricas y presiones políticas, hacia las propuestas de reformas del gobierno de López Obrador y Morena. Dichas reformas no garantizan una transformación de fondo, pero ponen en riesgo algunos privilegios de la clase dominante, es por ello que no están dispuestos a dejarlas pasar.

Desde que se conocieron los resultados electorales ha sido evidente el descontento de la burguesía, en especial, con relación a la posibilidad de llevar a cabo el llamado Plan C por parte del gobierno durante septiembre, el último mes de AMLO y el primero en funciones de las nuevas cámaras. Cuando se supo que Morena podría conseguir la mayoría calificada y con ella el poder reformar la constitución, el peso mexicano y la bolsa cayeron un punto porcentual. E inmediatamente Claudia Sheinbaum salió públicamente a dar tranquilidad a los capitalistas.

La derecha no ha perdido tiempo para lanzar una campaña propagandística en todos los diarios del país y en algunos internacionales, en dónde amenazan con la posibilidad de una caída estrepitosa de la economía mexicana debido a la aprobación de las reformas. El poder judicial, por su parte, organizó un paro de labores en detrimento de la ya aletargada y escuálida justicia en el país.

Estos sectores han alegado una y otra vez que la economía mexicana incluso podría entrar en recesión técnica y que el tratado de libre comercio podría estar en riesgo ante la posibilidad de que los organismos del poder judicial pierdan su autonomía.

La reforma que más ha cimbrado al sector financiero y al imperialismo ha sido la reforma judicial, cuyos aspectos más importantes son: la elección de los magistrados y los jueces mediante voto popular, así como un tope salarial homologado al salario del presidente. Ahora resulta que es antidemocrático votar y que es un riesgo para la economía.

Desde la Izquierda Revolucionaria no nos hacemos ilusiones con que las elecciones de los magistrados, jueces y ministros traerán la solución a la corrupción y a la injusticia que se vive en el país, así como la impunidad. Las ideas de la derecha de que eso pone automáticamente en riesgo la economía y puede incrementar la corrupción son chantajes y mentiras abiertas. La realidad es que la corrupción y la injusticia ya impera en todos los aspectos del poder judicial, en el caso de los crímenes contra las mujeres solamente el 5% obtiene alguna sentencia, tenemos más de 11 feminicidios al día y actualmente nos colocamos en el primer lugar de países con más trans feminicidios en el mundo, mientras las cárceles están llenas de pobres y presas y presos políticos.

El sistema actual no funciona y este mismo sistema judicial es el que ha permitido, por ejemplo, que los grandes bancos se hagan de enormes recursos blanqueando el dinero del narcotráfico. No nos podríamos explicar de otra manera el crecimiento y la internacionalización de ese gran monstruo si no fuera con la complacencia del sistema no sólo financiero sino también judicial del país y a nivel internacional, así como del gobierno de EEUU, sobre esto, ya hemos escrito antes y hay mucha información al respecto.

Es pura hipocresía que el capital financiero y el imperialismo hablen de corrupción y crimen organizado, en realidad lo que les asusta es perder el control sobre estos organismos que tradicionalmente les han servido para mantener sus negocios, hoy más que nunca han evidenciado su vínculo.

Es por ello que no han escatimado en chantajes mediante declaraciones en la voz del embajador Ken Salazar para señalar el supuesto riesgo que existe si se aprueban las reformas. Sin embargo, son muy transparentes en sus intenciones cuando dice lo siguiente:

“... un poder judicial fortalecido en México debe contar con jueces capaces de resolver litigios complejos…, disputas comerciales y otras cuestiones…”

Estos litigios complejos no pueden referirse sino asegurarles los negocios, cómo lo han hecho con la ley minera, la reforma energética y todos los amparos a favor de las empresas que nos despojan nuestros territorios y recursos.

En estos días López Obrador ha planteado una pausa en las relaciones con las embajadas de Canadá y EEUU, un acierto, sin embargo, no basta con “pausar” estas relaciones. Para contrarrestar efectivamente al imperialismo norteamericano, sus presiones, chantajes y ofensivas tenemos que estar preparados y contar con la participación real del pueblo trabajador, de las mujeres, los campesinos y de la juventud. Es necesario conformar comités de organización y defensa en cada colonia, en cada escuela, en cada centro de trabajo. Si es que realmente se quiere hacer frente a las presiones imperialistas no hay mejor alternativa que organizarnos y estar preparados para los ataques de la burguesía, la derecha y el imperialismo.

Necesitamos una revolución de fondo

En las elecciones pasadas, la clase trabajadora salió a votar masivamente por Morena, dándole 35 millones de votos; con ellos la presidencia, la mayoría de las gubernaturas y la mayoría calificada en el Congreso, respondiendo al llamado de AMLO para llevar a cabo el Plan C y dando una poderosa muestra más de la disposición de la clase trabajadora para seguir hundiendo a la derecha y pasar a la ofensiva.

Una de las reformas más importantes es la judicial, pero no es la única. Además, AMLO ha planteado la reforma minera para prohibir el fracking, la ley de pensiones, garantizar constitucionalmente becas y programas como sembrando vida y jóvenes construyendo el futuro, un tope inferior al salario mínimo, la disolución de organismos descentralizados, eliminar los diputados plurinominales, reducir presupuesto a los partidos, etc.

Todas estas reformas son importantes y progresistas, pero tenemos que ser claros, en la coyuntura económica y política internacional en la que nos encontramos no basta con reformas superficiales o con arrebatar un poquito de soberanía tras décadas de opresión imperialista y dependencia, tenemos que ir hasta el final. No bastan las leyes, es fundamental defender e impulsar cada reforma y cada paso en el terreno legal con la movilización y con la lucha en las calles, incluso este segundo aspecto es aún más importante si queremos estar preparados para la respuesta que puede haber.

Tenemos la fuerza para ir a fondo en todas estas reformas, necesitamos asegurar la soberanía y la independencia del imperialismo norteamericano hoy amenazado en su hegemonía y dispuesto a dar la batalla a toda costa, sacrificando a quien tenga que sacrificar, incluyendo a México, para preservarla. Hoy más que nunca necesitamos asegurar los recursos económicos bajo nuestro control para no ser arrastrados con la bancarrota del imperialismo estadounidense, y nunca más ser chantajeados y coaccionados como ya lo estamos siendo. Por ello cobra más importancia la nacionalización y la expropiación de todos los energéticos, de la industria minera, del capital financiero, y ser dirigidos bajo control democrático de los trabajadores y trabajadoras.

Esta será la única manera de no sólo conquistar las reformas sino también defenderlas y llevarlas a cabo hasta el final, profundizar y estar preparados para los ataques de la burguesía, la derecha y el imperialismo, poder llevar a cabo todos los programas sociales y cambios estructurales que de verdad aseguren pensiones dignas a los adultos mayores, las becas que garanticen un acceso real a la educación pública de toda la población, asegurar los proyectos y programas para la liberación de la mujer de la explotación en el hogar, salarios y empleos dignos y afrontar la crisis económica que se avecina.

¡Tenemos la fuerza, sigamos con una revolución socialista!


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