Economía

Los llamados de Calderón por evitar escenarios catastrofistas se parecen mucho a la tripulación del Titanic negándose a aceptar el hundimiento del barco, con la diferencia que México no es una embarcación de gran calado, sino una lancha sin motor atada al “Titanic gringo”. La economía de EUA sigue en una incontenible espiral descendente sin final a la vista.

En tres meses, a pesar de las “limosnas” millonarias que el conjunto de la población ha obsequiado a los más ricos (incluso economistas burgueses como el premio Nobel Paul Krugman han llamado este fenómeno “socialismo chatarra”), se contabilizan, desde diciembre del año pasado, 3.6 millones de personas que han perdido su empleo, las principales empresas automotrices están prácticamente en quiebra, junto con los principales bancos y  casi todos los sectores industriales; miles de personas están siendo expulsadas de sus casas obligadas a vivir en estacionamientos. El periódico burgués Wall Street describió elocuentemente la situación de la siguiente manera: “es el infierno, y empeorará”.  Mientras tanto el gobierno de Calderón sigue siendo orgánicamente incapaz de reconocer el impacto que indefectiblemente la crisis tiene y tendrá en la economía de México.

Obama empieza a mostrar el verdadero rostro de su gobierno detrás de esa máscara sonriente y amable, después de haber anunciado algunos cambios cosméticos de carácter propagandista (el cierre dentro de un año de la infame prisión en Guantánamo, declaraciones sobre el retiro de tropas en Irak, el tope de medio millón de dólares para las compensaciones de los altos ejecutivos, etc.) Obama plantea un nuevo plan de rescate para la burguesía por cerca de alrededor de 900 mil millones de dólares (su propuesta original era de 100 mil millones). Aún cuando la propaganda oficial señala que ese rescate será para promover el empleo, para la construcción de obras de infraestructura, para salud y educación es propaganda destinada para los incautos; es tan claro como el día, que ese rescate (que probablemente cuando este artículo vea la luz ya estará aprobado por las cámaras) será fundamentalmente para seguir absorbiendo deudas tóxicas de los grandes bancos, rescatar a las grandes industrias y a los más ricos; al mismo tiempo que se distrae la atención de las masas y se dirige su odio contra algunos ejecutivos y especuladores usados como cabeza de turco del capitalismo. El plan de Obama plantea una ley llamada Buy American que plantea dejar de comprar, entre otras cosas, productos manufacturados fuera de EUA; si bien ha sido matizada por las cámaras para que no aplique a los socios comerciales como México, es más que probable que en cuanto la crisis se profundice se apliquen políticas proteccionistas.

Sólo un caso clínico, como Calderón, incapaz de ver el abismo que se abre bajo sus pies, podría minimizar las implicaciones que esta crisis está teniendo y tendrá sobre la economía mexicana. Calderón se niega a ver la realidad porque la clase a la que representa es totalmente incapaz de hacer nada frente a la crisis; si la inyección de cerca de 900 mil millones de dólares y la anunciada inutilidad de los otros 800 mil por parte del gobierno estadounidense han sido y serán incapaces de detener la espiral descendente, menos aún puede hacer una economía totalmente débil, ligada colonialmente al ciclo estadounidense. Los discursos sobre el barco de gran calado y la solidez de la economía sólo pueden tener efecto sobre los más inocentes. Ahora mismo en nuestro país se han perdido de diciembre a la fecha más de medio millón de empleos, la producción automotriz ha colapsado más del 50%, la industria manufacturera está colapsando y todas las empresas e industrias continúan cercenando su planta laboral, continúa la más grade fuga de capitales desde finales del 94; además, la espiral inflacionaria es incontenible (con todo y las colosales ventas de dólares por parte del Banco de México). Si el 90 % de la exportaciones mexicanas son absorbidas por EUA, si EUA compra la mayoría de nuestro petróleo (principal fuente de divisas), si la segunda fuente de ingresos depende de la remesas, si la economía depende en buena medida de la inversión extranjera, es imposible que esta crisis se manifieste en un “catarrito” como ridículamente llegó a afirmar Carstens.

No obstante esta crisis acicateará la lucha de clases, la burguesía y sus partidos hablan ya del peligro de una explosión social; ya vemos que los grandes empresarios piden a gritos un rescate y condonación de impuestos y, al mismo tiempo, exigen más impuestos para la población y más contrareformas; esto es una receta acabada para un ascenso sin precedente del movimiento obrero, comenzando con las luchas sindicales (ya estamos viendo el inicio de este fenómeno). Si en el mismo corazón de EUA (Chicago) hemos visto a trabajadores tomando su fábrica, ya veremos, sin duda, ese fenómeno en nuestro país. La tarea de los trabajadores y sus organizaciones es el impulso de una huelga general por la caída de este gobierno inútil e incapaz  y la formación de un gobierno obrero que expropie a los parásitos que han provocado esta crisis (por más que el gobierno se empecine en afirmar que la crisis viene de fuera, la burguesía y su gobierno mexicanos no son más que la sucursal local del imperialismo). Cortemos de raíz la causa de las crisis liquidando el obsoleto sistema capitalista.

El 16 de marzo, una vez más, los trabajadores agrupados en el SME hemos emplazado a huelga en demanda de aumento salarial, pero la crisis económica y social mundial, harán esta ocasión especialmente convulsiva.

La crisis económica actual, que todos los economistas juraban por “la del Tepeyac” era sólo especulación, ahora ha alcanzado el terreno de la producción, millones de trabajadores en todo el mundo pierden su condición de tales en un abrir y cerrar de ojos y mientras las masas laboriosas se acercan inexorablemente al abismo de la pobreza y el lumpenizaje, el gobierno Calderón se embarra en el lodo de la perdida lucha contra el narco, la destrucción de la economía nacional y las crisis internas y contra ciertos empresarios “catastrofistas” que más bien padecen de un realismo burgués pesimista.

El trabajo y el salario no se mendigan ni se negocian, se exigen

La industria energética en este país, está en grave peligro, la experiencia reciente de PEMEX todavía está sangrando y los ojos del asesino (gobierno y empresarios nacionales y extranjeros) ahora apuntan hacia la electricidad, que como ya se ha dicho en incontables ocasiones, esta es un negocio de lo más redondo, pues actualmente nadie puede privarse de este servicio, sin embargo hay un gran obstáculo: el SME y sus trabajadores.

En esta revisión salarial necesitamos ante todo defender nuestras condiciones de existencia. Recuperar el poder adquisitivo del salario electricista significa fortalecer la capacidad de resistencia ante los embates del capitalismo, sin embargo para poder ganar esta lucha es necesario hacer un llamado a las tradiciones y métodos que han hecho triunfar a la clase obrera en todo el mundo, es decir, no sólo utilizar la huelga como amenaza o trámite administrativo sino realmente prepararla, llevando a la base a una politización y una conciencia del papel que como gremio se juega en la industria y en la sociedad para de ahí realizar acciones que pongan al sindicato en una posición de ventaja frente al gobierno federal, como todo buen general sabe, una batalla se gana antes del enfrentamiento.

Es necesario hacer un llamado de solidaridad a los trabajadores de confianza de LyF así como a los trabajadores en general de CFE para que se opongan al esquirolaje que con ellos quiera hacer el gobierno, de igual manera a todos los sectores organizados y sindicatos a realizar acciones en apoyo al SME y en defensa de sus propias reivindicaciones provocando un movimiento generalizado de la clase obrera para lograr la victoria, en esta ocasión sería muy provechosos recordar la huelga general de 1916.

Al capitalismo no se le reforma, ¡se le destruye!

En este momento en Argentina se está desarrollando un movimiento contra el aumento obsceno y absurdo de las tarifas del servicio eléctrico encabezado por el Sindicato de Luz y Fuerza de Mar de Plata, ellos han hecho un llamado a la población en general a sumarse y organizarse para denunciar y dar la batalla por la reducción en las tarifas eléctricas, habrá que recordar la experiencia de la huelga electricista en 1996 en Honduras donde ésta triunfó gracias al apoyo que la población brindó al  sindicato en su reivindicación por la reducción de las tarifas; el SME debería retomar estas experiencias y también hacer un llamado a lucha de los usuarios por la creación de una tarifa social y la eliminación de la tarifa DAC, explicando que los responsables de los altos cobros no son los trabajadores, sino el gobierno.

La única manera de garantizar una industria eléctrica al servicio del pueblo trabajador y el desarrollo social es que los mismos que producen la electricidad sean los que decidan como y para quien se produce, es decir, con el control obrero de la producción, eliminado la corrupción a través de la democracia obrera y la planificación social y con la misma combatir los intereses privatizadores de la burguesía nacional y extranjera. El problema no son las políticas neoliberales, sino el capitalismo en sí.

Por un aumento salarial que asegure la vida digna de los trabajadores electricistas y la clase obrera nacional.

Rompamos la política anti obrera de Calderón, ¡preparemos la huelga!

Frente a la crisis económica que padecemos, Andrés Manuel López Obrador y Jesús Ortega, este último dirigente nacional del PRD, han presentado cada uno por separado sus iniciativas (planes anticrisis) que, de acuerdo con ellos, evitarán que la crisis económica continúe dañando los niveles de vida de las familias trabajadoras del campo y de la ciudad.  Son diferentes la áreas sobre las cuales elaboran sus propuestas (educación, salud, vivienda social y políticas públicas de asistencia social, por mencionar las más significativas) sin embargo entre ellas hay tres rubros que por su relevancia en las condiciones de vida de las mayorías (empleos, salarios y el campo) es necesario centrar especial atención, pues los efectos que la crisis tenga sobre éstas serán determinantes para el futuro de millones de mexicanos.

Con el objetivo de exponer nuestro punto de vista sobre estas propuestas y con la intención además de llevar nuestras ideas a la clase trabajadora respecto a los planteamientos de los marxistas sobre nuestra alternativa socialista para luchar contra la crisis económica y sus efectos sobre las clases desposeídas, Militante elaboró el siguiente cuadro en el que compara con su alternativa las propuestas de ambos dirigentes perredista. En este número, sólo abordamos la parte referente a empleo y salario, el resto de puntos (campo, recursos financieros y método de lucha)  los presentaremos en los siguientes números.

Invitamos a los trabajadores y a los jóvenes a discutir en torno a estas propuestas y a organizar círculos de debate, en los que apoyados en las ideas del marxismo, se evalúen y definan acciones para impulsar una lucha tenaz y sin cuartel contra el gobierno de Calderón y la burguesía parasitaria. Únete a nosotros y lucha por el socialismo.

Rubro

Qué propone AMLO

Qué propone J. Ortega

Qué propone Militante

Defensa del empleo

- Llevar a cabo un programa de construcción de obras públicas.
- Construir tres refinerías de PEMEX

- De manera inmediata iniciar la construcción de la nueva refinería de PEMEX

Es cierto que obras como las de más refinerías para PEMEX, generarían empleos, sin embargo sean una o tres refinerías,  el efecto de esta medida sería limitado pues no lograrían satisfacer la demanda un millón 300 mil nuevos empleos que cada año demandan los jóvenes que se integran al mercado laboral. Además, por otro lado, esa cantidad  tendría que sumarse al medio millón de desempleos que aproximadamente han sido destruidos de noviembre a enero pasados a consecuencia de la crisis económica.

El despido masivo es uno de los dos recursos más empleados por la burguesía para tratar de salvar sus privilegios en tiempos de crisis a costa de los trabajadores. Esta realidad requiere respuestas, que aseguren una legítima defensa del empleo, tales como:

- Ni un sólo despido más. Reinstalación inmediata de todos los trabajadores que han sido despedidos con el pleno reconocimiento de todas sus prestaciones laborales y de antigüedad.
- Reducción de la jornada de trabajo de 8 a 6 horas sin reducción de salario. Que el trabajo existente se reparta entre todos los brazos disponibles.
- Fábrica cerrada, fábrica tomada bajo el control democrático de los trabajadores. Si la burguesía es incapaz de mantener  trabajando a las fábricas, que se hagan a un lado. Los trabajadores debemos tomar esas fábricas y ponerlas a producir para mantener viva la fuente de sustento familiar.
- Por la nacionalización bajo control obrero de las diferentes empresas quebradas para rescatar esas fuentes de empelo.
- En el terreno de la infraestructura, la propuesta de más refinerías para PEMEX, nosotros la complementaríamos de la siguiente manera: Por un verdadero plan nacional de inversión en obras públicas (agua potable, drenaje, electrificación, escuelas, hospitales, caminos, puentes, sistemas de riego, vivienda popular, presas, etcétera) bajo el control y administración de comités de vecinos y trabajadores.

Defensa del Salario

- Cancelar los aumentos de precios de la gasolina, el diesel, el gas y la electricidad

- Aumento de emergencia del 8 % al salario mínimo y al derivado de las revisiones contractuales.
- Congelación del precio de la gasolina, disminución en un 10% del gas LP y del precio del diesel y el del gas natural y las gasolinas.

En definitiva la defensa del salario pasa por aumentar su monto y por combatir la carestía de la vida, no obstante los enormes niveles de la inflación (el precio de la canasta básica en los dos últimos años se encareció en un 67.1%) y la fuerte depreciación de los salarios (los cuales sólo se han incrementado 12.5% a lo largo del gobierno de Calderón, de acuerdo a la UNAM) nos permiten afirmar que la cancelación de los aumentos a los precios a los productos que propone AMLO sería un paso al frente, pero que sería necesario ir más lejos para efectivamente contrarrestar la carestía, la cual empobrece a las familias trabajadoras.

Por  otro lado, de acuerdo al  Centro de Análisis Multidisciplinario de la Facultad de Economía de la UNAM, la combinación de inflación y decremento salarial ha dado como resultado que hoy en día la llamada Canasta Alimenticia Recomendable (ojo, es decir sin tener en cuenta los gastos de una familia trabajadora en higiene personal, salud, vivienda, vestido, transporte, educación y ni qué decir de viajes y esparcimiento, por ejemplo) tenga un precio de 132. 12 pesos diarios contra los 54.80 pesos en que se establecieron los salarios mínimos para este 2009. Mirando esta realidad, y sólo teniendo en cuenta las necesidades promedio de una familia trabajadora exclusivamente en el terreno de la alimentación, el aumento salarial del 8% que propone Jesús Ortega sería más que insuficiente.

Para los marxistas dignificar las condiciones de vida de los trabajadores y sus familias pasa por acciones como las siguientes:

- Por un salario mínimo de 10 mil pesos mensuales que cubra de manera satisfactoria todas y cada una de las necesidades
 de una familia trabajadora.
- Reducción del 50% y congelación de los precios y tarifas de los productos y servicios necesarios para la vida cotidiana de
 una familia trabajadora (alimentos, vestido, transporte, vivienda, educación, gas, gasolina, electricidad, teléfono, salud,
 cultura, recreación, etcétera)
- Escala móvil precios-salarios
- Por la nacionalización de los monopolios y cadenas mercantiles para asegurar el abasto de alimentos y otros productos y contra el acaparamiento y la especulación de éstos para encarecer sus precios.
- Por la conformación de comités de trabajadores y vecinos que administren y organicen el abasto de alimentos y otros productos básicos y que combatan toda clase de acaparamiento y especulación.

Cuando el capitalismo era joven era frecuente ver como grandes fortunas se perdían en el marco de las severas crisis capitalistas. Los burgueses espantados señalaban tal o cual factor como el causante y como niños traviesos prometían que eso no volvería a suceder.

A finales del siglo XIX parecía que las cosas estaban solucionadas pero el crecimiento económico capitalista trajo consigo un crecimiento hasta entonces no conocido de la competencia internacional.  El Estado se convirtió en el campeón de cada burguesía en la búsqueda de materias primas baratas, mercados y espacios de inversión de capitales.

Pero estalló la crisis expresada en la feroz guerra mundial y los capitalistas se refugiaron de tras de sus propios aparatos estatales para “defender la propiedad privada”.  Con la ayuda del reformismo, la burguesía salió adelante para repetir el esquema anárquico que los llevó a la crisis del 29.  

Al  grito de “sálvense quien pueda” implementaron medidas proteccionistas. El resultado fue una explosión de la crisis a nivel mundial que llevó a un estancamiento que sólo se pudo romper con el advenimiento de la segunda guerra mundial.

El capitalismo daba fin a su crisis sacrificando a más de 50 millones de personas, destruyendo las fuerzas productivas de bastas regiones del mundo, especialmente Europa y Asia. En suma llevando a la humanidad a un estado de barbarismo que no tiene antecedente en la historia humana.

Desde entonces la combinación de una política de relativa apertura comercial, con un Estado que hacia las veces de “gran capitalista en jefe” fueron los principales estandartes del crecimiento económico mundial, aunque no debemos dejar de señalar que la coyuntura revolucionaria que se abrió en la postguerra pudo haber significado el fin del capitalismo. Sólo con las garantías del estalinismo de que no habría revolución en occidente la burguesía pudo levantar cabeza.

Luego llegó la crisis de los setentas, nuevamente la burguesía, en su voracidad por la máxima ganancia, llevó las contradicciones a tal grado que sobrevino un nuevo colapso de la actividad económica.

Para entonces el Estado sin dejar de intervenir como “Big Brother” de cada burguesía local estableció una desregulación, es decir eliminó reglas, con la supuesta creencia de que el motivo de la crisis eran los excesivos controles gubernamentales sobre los negocios, y por supuesto el gasto social que para la burguesía es una inversión improductiva e inútil.

El Estado disminuyó su papel como propietario de empresas pero no como agente económico, especialmente mediante el impulso de toda una contrarrevolución económica que consintió en otorgar todo negocio redituable a la burguesía y eliminar toda ley que impidiera su enriquecimiento, incluyendo leyes laborales.
Mediante el Estado, la burguesía asegura leyes a su conveniencia, pero últimamente más importante ha sido que se ha convertido en una fuente de recursos ilimitada. Cuando algo va mal “pues que venga el Estado y empleé las finanzas publicas para rescatarnos”

Así sucedió durante la crisis de los noventas  donde  en México  se empleo el 20 % del PIB; en Francia  el 0.7 %;Estados Unidos 3.2 % en 1982; Tailandia  en 1997 el 32.8%; Corea del  Sur en 1997 26.5%; Japón en los noventas el 20%; Indonesia en 1997 el 50% ( la Jornada 3 de febrero del 2009)
Ahora se dice que el rescate en Estados Unidos representará algo así como el 10% de su PIB, eso está por verse: en 1995 el rescate empezó con 50 millones de dólares, se prometía que era un problema transitorio, para finales del 2008 el monto del rescate lleva a los 62 mil millones de dólares
Muchos de estos rescates implican el control del Estado de las instituciones financieras, son una especie de estatización. El caso más reciente es Estados Unidos, donde prácticamente todo el sector bancario de segundo piso, es decir bancos que prestan a bancos, es ya propiedad del Estado. No obstante se trata de rescates; el Estado  pretende sanearlos para después volvérselo a entregar a los capitalistas que los hicieron tronar. Es como un mecanismo de trasferencia de riqueza cada día más descarado.

Incluso la población norteamericana, acostumbrada a ver a sus banqueros como “ganadores” con el derecho a vivir bien, está indignadísima ante noticas tales como la de que con el dinero del rescate bancario John Thanin directivo de Merril Linch, distribuyó a sus ejecutivos 4 mil millones de dólares. No fue el único, durante el año 2008 los directivos de bancos e instituciones financieras de Wall Street cobraron 20 mil millones de dólares.
En un Estado de clase, siempre que hay problemas se trata de apoyar a la clase dominante, en este caso la burguesía se solidariza consigo misma y saquea los fondos del Estado con la mayor impunidad y cinismo.

Este “socialismo de millonarios” de parásitos es el que hay que derribar lo más pronto posible. Porque nunca en la historia veremos un “capitalismo con rostro humano”, prefieren hundirse y hundir al mundo con ellos que atender el bien común.

El programa de transición ante la crisis capitalista

Lunes 2 de marzo, Casa Museo León Trotsky, Rio Churubusco 410, Coyoacán (cerca del metro Coyoacán), 11:00 a.m.

Para la burguesía y los líderes reformistas de las organizaciones de masas de los trabajadores, no existe otra alternativa para salir de esta crisis mas que los trabajadores se crucen de brazos y esperen pacientemente que se les reduzcan los salarios, que se queden sin empleo o que suban las mercancías y vean cómo sus niveles de vida se van a la basura.

En los hechos, plantean que esta desastrosa crisis la paguen los trabajadores, su visión es muy simple: cuando hay riqueza, ésa es para los dueños y poderosos, pero cuando hay crisis, que ésta se generalice entre los trabajadores.

Pero nosotros sí tenemos otra alternativa para la crisis y ésta fue escrita por León Trotsky en su libro “El programa de Transición”, el cual plantea medidas como la toma de fábricas, el control obrero y la escala móvil salarios-inflación para evitar, precisamente que las crisis causadas por la burguesía afecten a los trabajadores.

En este mitin rescataremos la importancia del Programa de transición y plantearemos el programa de la Corriente Marxista Internacional frente a la crisis capitalista actual.

Martes 17 de Febrero, 12:00 hrs., en auditorio de la Facultad de Físico-Matemáticas.

(Manifiesto de la Corriente Marxista Internacional)

La crisis del capitalismo mundial es un hecho que nadie puede ignorar. Ayer mismo los economistas nos aseguraban que era imposible otro 1929. Ahora hablan de la amenaza de otra Gran Depresión. El FMI advierte de un aumento del riesgo de una recesión económica severa y prolongada a escala mundial. Lo que comenzó como un colapso financiero en EEUU se ha extendido ahora a la economía real, amenazando los empleos, las viviendas y las vidas de millones de personas.

Luchemos por el socialismo

El anterior es el encabezado del volante que distribuiremos en la concentración para la que está convocando López Obrador este 17 de febrero en el Palacio Legislativo de San Lázaro. Invitamos a todos nuestros lectores y simpatizantes a reproducir este volante para distribuirlo en las movilizaciones, en su centro de trabajo o de estudio. Difunde y lucha por las ideas del marxismo.

11 de febrero de 2009.

Perspectivas nacionales e internacionales 2009

Los resultados que arroja el último periodo de la crisis del capitalismo han sido devastadores, el desempleo a nivel mundial se encuentra en su peor momento marcando el inicio de un sinnúmero de luchas entendidas como un paso adelante para el movimiento de los trabajadores y por supuesto de los hijos de éstos. La recesión se ha convertido en una  gran ola que arrasa con todo a su paso inundando “oficialmente” a los principales países capitalistas; Estados Unidos dando vacaciones obligatorias a los trabajadores sin goce de sueldo pero sin dejar de inyectarle miles de millones de dólares a las deudas de la burguesía ¡que irónico! “esto es capitalismo para la clase trabajadora y socialismo para la burguesía”.

El proletariado español en la misma tónica que el estadounidense se encuentra en uno de los peores momentos de su historia con las más altas cifras de desempleo cerrando el año 2008 con un regalo de Zapatero a la Banca privada de 50,000 millones de euros aunado a 21,000 millones en rebajas fiscales para los empresarios en éste año.

Particularizando en el caso de México gracias a las fluctuaciones en el precio de los hidrocarburos se ha provocado que el sector pesquero pare su producción por el incremento excesivo del diésel siendo insuficiente el subsidio estatal del 23.3% dejándolo sin rentabilidad. Pero éste no es el único caso ya que el sector de los transportes de carga y de pasaje han anunciado un paro general para el 16 de febrero sí el gobierno federal se niega a reducir el precio del diésel y mantenerlo.

Otro de los acontecimientos que ha conmocionado al mundo en este año ha sido la barbarie del capitalismo que ha golpeado con gran fuerza a medio oriente -un ejemplo más de la decadencia del sistema- donde la guerra es la única solución para la hegemonía de los países imperialistas teniendo como resultado una desmesurada matanza de personas civiles.

La lucha por la defensa de nuestros derechos implica riesgos y sacrificios; la burguesía no se detendrá hasta arrebatarnos todo -producto de las luchas obreras- sólo la lucha organizada los detendrá. Los que integramos el CLEP-CEDEP y Militante en Acatlán te invitamos a que asistas a la primera charla del año “¿Que, ya paso lo peor de la crisis?” Perspectivas Nacionales e Internacionales 2009, el miércoles 11 febrero a la 1pm en el Edif. A6 Salón A-604.

¡¡Socialismo o Barbarie!!
¡¡Unidos y organizados venceremos!!

Febrero de 2009.

Mientras el putrefacto sistema capitalista sigue hundiéndose víctima de su política rapaz, millones de trabajadores a nivel mundial siguen siendo arrojados a la miseria y a la pauperización de sus niveles de vida y la de sus familias. La actual crisis económica mandó al desempleo, tan sólo en nuestro país, a medio millón de personas en un mes solamente. Miles sobreviven con trabajos precarios y miles más buscan alguna alternativa que permita llevar más ingresos a sus hogares ante la embestida que el gobierno de nuestro país ha dado a los salarios.

“Con una inflación anualizada que ya llega a 6.23 por ciento, el Consejo de Representantes de la Comisión Nacional de los Salarios Mínimos (CNSM) acordó otorgar un aumento general de 4.6 por ciento a los salarios mínimos de las tres áreas geográficas. Así, las percepciones mínimas legales que regirán a partir del primero de enero de 2009 serán de 54.80 pesos diarios para la zona geográfica A, 53.26 pesos para la B y 51.95 pesos para la C…” Jornada, 19 de diciembre de 2008.

Los generosos 2 pesos con 32 centavos que el gobierno federal aumentó al salario mínimo alcanzan para comprar un bolillo, dos chicles o un boleto del metro. El argumento que ofrecieron quienes aprobaron esta medida fue que con ello no se perderían más empleos, lo cierto es que “durante los últimos 31 años el poder adquisitivo del salario de los mexicanos ha caído 75 por ciento…” (La Jornada 5 enero 2009).

Contrario a lo que Calderón ha declarado sobre que la economía mexicana se encuentra mejor que la de países desarrollados en todo el mundo la verdad es otra. Por ejemplo, “un abogado en México devenga un salario promedio de 32.48 pesos por hora (2.8 dólares), mientras que su similar en el estado de California tiene un salario de 63.78 dólares por hora…un analista de sistemas en México tiene un salario promedio de 52 pesos por hora (4.5 dólares), en tanto que en Estados Unidos el mismo equivale a 37.01 dólares por hora, y una recepcionista en nuestro país devenga en promedio 20.15 pesos por hora (1.75 dólares), mientras en el vecino país la percepción es de 12.49 dólares por hora.” (La Jornada, 16 de abril de 2008).

Lo anterior es sólo una muestra de que, como en los viejos tiempos del priismo, a los trabajadores se nos quiere dar atole con el dedo. No sólo el incremento salarial ha sido raquítico sino que, además, los alimentos, la gasolina, las medicinas, la luz, el agua y el transporte, entre otras cosas, suben y suben como la espuma. “Artículos indispensables como la tortilla han tenido incrementos de 42 por ciento; la leche 53 por ciento; el pan 60 por ciento; el frijol 100 por ciento; el azúcar 40 por ciento; el arroz 30 por ciento y un elemento básico que ha desatado la inflación es el aumento gradual en los combustibles y la electricidad, ya que precisamente el costo del servicio de luz aumentó este año ciento por ciento, la gasolina ha tenido aumentos permanentes y el gas se encareció 12 por ciento.” (La Jornada, 12 de diciembre de 2008).

Como explica Trotsky en El programa de transición: bajo pena de entregarse voluntariamente a la degeneración, el proletariado no puede tolerar la transformación de una multitud creciente de obreros en desocupados crónicos, en menesterosos que viven de las migajas de una sociedad en descomposición. El derecho al trabajo es el único derecho que tiene el obrero en una sociedad fundada sobre la explotación. No obstante se le quita ese derecho a cada instante. Contra la desocupación, tanto de “estructura” como de “coyuntura” es preciso lanzar la consigna de la escala móvil de las horas de trabajo.

La burguesía prefiere mil veces someter a la barbarie, al salvajismo y a la explotación más feroz a millones de personas antes que perder sus lujosos privilegios y ante ello es obligación de todos los sindicatos defender tajantemente los derechos de los trabajadores. Los contratos colectivos de trabajo deben asegurar el aumento automático de los salarios correlativamente con la elevación del precio de los artículos de consumo.

Los trabajadores no debemos pensarlo más. No hay nada que pensar. Sólo existe una alternativa y es la lucha por el Socialismo. Luchar por el Socialismo es luchar por una vida digna, es luchar por el bienestar de la familia, es luchar por tener la vida de ensueño a la que siempre hemos aspirado. Aspiramos a una vida maravillosa porque la vemos reflejada en aquellos que se han hecho ricos a costa de nosotros. No estamos pidiendo nada que no nos pertenezca. No esperemos más, emprendamos la lucha ahora. Únete a la Tendencia Marxista Militante y lucha con nosotros por el Socialismo.

Enero de 2009.

Socialismo o más barbarie

Es un hecho innegable que bajo capitalismo en tiempos de crisis, sin excepción la clase trabajadora termina pagando los platos rotos. A nivel internacional el ejemplo histórico más representativo de esta dura realidad ha sido la Gran Depresiónde 1929 cuando, tras el colapso del sistema bursátil de los EU, arrancó lo que hasta el momento ha sido la crisis económica mundial más profunda y duradera. Tan sólo en los EU, dicha crisis mundial se tradujo en 14 millones de despidos; para el caso de Alemania esta cantidad llegó a los 6 millones y en Inglaterra los estragos del desempleo alcanzaron a 3 millones de personas.

Esto que es válido para la economía mundial, lo es también para el caso de México, el cual, a lo largo de su historia como nación capitalista ha experimentado diferentes crisis económicas. De cara a los estragos que estamos ya padeciendo a consecuencia de la actual crisis, es importante sacar las lecciones necesarias de las experiencias del pasado para prepararnos mejor y frenar la ofensiva de la burguesía contra nuestros derechos e intereses como trabajadores. Para dicho efecto nos remontamos a algunos de los casos más representativos y cercanos a la experiencia de las generaciones contemporáneas de proletarios.

La Crisis Económica de 1976

La crisis mexicana de 1976 va a ser la expresión nacional del colapso de la economía mundial desarrollado por aquellos años y que, sin ser ésta la causa de fondo, va a tener como catalizador el embargo petrolero dictado en octubre de 1973 por la Organización de los Países Exportadores de Petróleo (OPEP) en contra de todos los países que apoyaron a Israel en la guerra del Yon Kippur contra Siria y Egipto. La crisis económica mundial de mediados de la década de los setentas marcó el final del boom más profundo y prolongado del capitalismo, el cual ya se había prolongado desde poco después de que finalizó la II Guerra Mundial.

El estallamiento de la crisis mexicana del 76 va a ser la culminación de un proceso que ya se venía incubando lentamente desde 1971, año en el cual se contrae la economía nacional registrándose un crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) del 4.2%, siendo éste el peor dato registrado desde 1959. El impacto del colapso de la economía mundial va a significar para nuestro país el que prácticamente fueran suspendidas las compras de mercancías mexicanas en el mercado yanqui, traduciéndose esto a la vez en que la actividad industrial  cayera severamente, un 6.7%, además de quiebras y despidos masivos.

La desesperanzadora situación de la economía mexicana de aquellos años hizo que los capitales se lanzarán a la búsqueda de territorios más seguros y rentables, haciendo que se fugaran cuantiosas cantidades de dinero al mismo tiempo que caía la inversión foránea. Ante esta problemática el gobierno, con Luis Echeverría al frente, opta por tratar de financiar el déficit de divisas por medio de incrementar la deuda externa y las reservas internacionales, sin embargo estas medidas son insuficientes y las reservas terminan por agotarse no dejando otro camino mas que el de devaluar el peso el 1 de septiembre de 1976 de 12.50 a 24.75 unidades por dólar. Con esta medida quedaba hecha polvo la política de estabilización cambiara, el desarrollo estabilizador, que se extendió a lo largo de 22 años.

Además de una deuda externa que creció desde los 6 mil millones de dólares que tenía en 1970 a los 20 mil millones y los inevitables efectos negativos de esta sobre las clases desposeídas, la crisis de 1976 también dejó como saldo el estancamiento de los salarios durante los últimos meses de ese año, cuestión que para los trabajadores se vio agravada con el repunte experimentado por la inflación la cual fue del 11% que ya había acumulado de manera anualizada en junio a los 27.2 puntos registrados ya en diciembre.

La Crisis Petrolera de 1982

Para financiar la crisis, ya como presidente López Portillo (1976-1982), el régimen y la burguesía optaron por apostarle todo a la producción y exportación petrolera, la cual gozaba de un precio en el mercado mundial que aseguraba jugosas utilidades. Para aprovechar mejor las oportunidades se decidió desarrollar significativamente la infraestructura de PEMEX, obteniendo los recursos incrementando la deuda externa. De esta manera, la economía mexicana fue petrolizada, al depender de este medio el 80% de los ingresos del Estado.

Efectivamente la estrategia adoptada ayudó a la economía a salir de la crisis del 76, sin embargo el modelo encerraba contradicciones que lo único que estaban haciendo era preparar el camino para una nueva crisis de mayor trascendencia. Para su éxito las medidas adoptadas por el gobierno dependían de que los magníficos precios internacionales del petróleo se mantuvieran, pero ésta no podía ser una situación indefinida.

En los buenos momentos el optimismo era tanto que López Portillo declararía que los mexicanos teníamos que prepararnos para administrar la abundancia. Durante esos días el barril mexicano de exportación se vendía en promedio a 45 dólares, pero las condiciones favorables empezaron a cambiar en 1981, por ejemplo, los países de la OPEP, en especial Arabia Saudita, incrementaron significativamente su producción haciendo que los precios iniciaran una espiral descendente que significó que el precio del barril del Brent, pasara de los 36.83 dólares en 1980 a los 32.97 dos años después. Para 1985 dicho precio se ubicaba en los 15 dólares. Para México todo ese contexto se tradujo en lo que se conoció como la Crisis Petrolera de 1982.

Este colapso de la economía mexicana, que provocó entre otras cosas una devaluación del 400% al pasar el dólar de 22 a 70 pesos, motivó la firma en diciembre de 1987 del Pacto de Solidaridad Económica. Dicho acuerdo signado por los charros del sindicalismo oficial, los empresarios y el Estado, en ese entonces con Miguel de la Madrid como presidente (1982-1988), marcó el inicio de una política de contención salarial que se extendió por diez años bajo la firma de diferentes pactos. Esta Política diseñada como pilar para sacar al país de dicha crisis, trascendió hasta nuestros días por medio de la Comisión Nacional de Salarios Mínimos, provocando que los salarios reales en la actualidad sufran un retraso de 28 años al ubicarlos en un nivel similar al que tenían en 1980. Sobre la reducción de la capacidad de consumo de las masas basta recodar que la Crisis Petrolera orilló a que en agosto de 1982 el precio de los productos básicos se incrementara en prácticamente un 100%: en dicho mes el valor del kilo de tortilla pasó de 5.5 a 11 pesos; el del pan blanco brincó de 50 centavos a 1 peso la pieza; en gasolina el salto fue de 6 a 10 pesos; y el del gas doméstico fue de 4.30 a 5.10 el kilo, etcétera. 

Otro resultado de esta crisis fue lo que poco después se conoció como la crisis de la deuda: al arranque del gobierno de José López Portillo la deuda externa era de 21 mil millones de dólares, al finalizar dicha administración esta suma ya era de 76 mil millones de dólares. Esta problemática sería heredada por el expresidentes Miguel de la Madrid el cual al terminar su mandado dejó como uno de sus logros una deuda externa de 105 mil millones de dólares. La otorgación de estos préstamos para auxiliar a la economía mexicana significó la imposición de durísimas condiciones para el gobierno por parte del Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial (BM), representando ello el despliegue de una política que ya se ha extendido por mas de un cuarto de siglo consistente en privatizar prácticamente toda la industria paraestatal, en  bruscos recortes del gasto social, en la eliminación de prácticamente todos los susidios para el campo y en una apertura comercial que tendría años después su principal expresión en el Tratado de Libre Comercio (TLC)

La Crisis Petrolera de 1982 a la postre significo el tiro de gracia al Estado de Bienestar y el arribo del llamado neoliberalismo, acarreando todo esto tras de sí un proceso sin precedentes de deterioro de los niveles de vida de las masas obreras y campesinas y que perdura hasta el momento.

Los errores de diciembre y la crisis de 1995

En 1995 el proletariado mexicano sería forzado a padecer los efectos de una nueva crisis económica, pero esta vez con mucho más crudeza que las anteriores.

Los errores de diciembre es la expresión acuñada por el ya entonces ex presidente Salinas para calificar la medida adoptada el 19 de diciembre de 1994 por el nuevo gobierno bajo la conducción de Zedillo, consistente en devaluar el peso en un 15%. Dicha determinación desencadenó toda una serie de graves contradicciones acumuladas en los últimos años que derivarían en el colapso económico más catastrófico hasta el día de hoy de la historia contemporánea de México.

Los años de negociaciones del Tratado de Libre Comercio (TLC), el cual sería firmado en 1993 para entrar en funciones en enero del siguiente año, crearon un espectro que Salinas consideró favorable para lanzar una verborrea de lo mas demagógica señalando que México se dirigía hacia ser una país del primer mundo. No obstante la realidad económica decía lo contrario. Un argumento de Salinas eran las exportaciones las cuales, debido a la apertura comercial que ya existía incluso antes del TLC, entre 1989 y 1993 pasaron de 20 mil 545 a 51 mil 886 millones de dólares. Pero la otra cara de la moneda era un cada vez más abultado déficit de la cuenta corriente (fenómeno que se tiene como resultado cuando un país gasta más de lo que obtiene como ingresos de todas sus transacciones internacionales en servicios, mercancías, transferencias financieras, etcétera) el cual fue, en proporción al PIB, del 1.6 que tenía en 1988 al 4.7 en 1993.

Ante estas adversidades Salinas optó por diferentes mecanismos para subsidiar ese déficit, entre ellas profundizar la política de privatizaciones (para julio del 94 el saldo alcanzado por la venta de 400 empresas paraestatales era de 63 mil 450 millones de los entonces llamados nuevos pesos) e impulsando los Tesobonos, títulos de crédito respaldados por las arcas del gobierno federal los cuales se compraban y vendían pesos, pero protegidos contra una posible devaluación al cotizarse en dólares; dichos títulos al momento de cambiarse en pesos se pagaban al tipo de cambio vigente.

Los Tesobonos se vuelven un imán para las inversiones, pero principalmente para las de carácter especulativo y de corto plazo, las cuales van a tener una significación más que limitada y efímera para estabilizar a la economía. Muestra de ello es el propio 1994 cuando estos títulos experimentan un desarrollo del ¡¡¡mil 118%!!! al llegar en julio a una cantidad de 13 mil 752 millones de dólares. Para diciembre dicha cantidad ya alcanza los 18 mil 384 millones de dólares. No obstante este espectacular salto, los resultados son lejos de lo esperado pues a lo largo de los doce meses de ese mismo año el déficit de la cuenta corriente ya arroja un déficit del 8% en proporción al PIB.

La dura realidad económica pesó más sobre los inversionistas que las optimistas declaraciones de Salinas, iniciándose un paulatino pero cada vez más enérgico proceso de fuga de capitales lo cual, a su vez, se reflejó en una merma significativa de las reservas internacionales, las cuales durante aquel periodo lograron su máximo histórico (29 mil 155 millones de dólares) en febrero del 94 para después caer hasta los 12 mil 471 millones de dólares en noviembre de ese año.

Esta variable generó una contradicción que puso a la economía sobre una barril de pólvora: para los primeros días de diciembre las obligaciones crediticias del Estado a través de los Tesobonos superaban significativamente el monto que se disponía en reservas internacionales. Además, como un recurso desesperado para tratar de ofrecerle estabilidad cambiaria a las inversiones, Salinas se negó a devaluar el peso conforme se agotaban las reservas internacionales. Así, para los primeros días de diciembre la sobrevaluación de la moneda nacional ya era del 17%.

Era una situación insostenible ante la cual Zedillo reaccionó devaluando el peso, pero la medida ya era incapaz de frenar la tendencia y finalmente, la economía saltó en mil pedazos. El dólar, que a finales de noviembre tenía un valor de 3.46 pesos, inmediatamente saltó a un precio de 5.15 pesos, mismo que se fijó en los 7.50 pesos en marzo de 1995. Por su parte el PIB desploma lográndose resultados de -17% y -21% durante el primero y segundo trimestres del 95 respectivamente.

Por otro lado, producto de los quiebras y despidos masivos, el desempleo, que en diciembre de 1994 alcanzaba al 3.6 de la Población Económicamente Activa (PEA) llega al 7.6% en agosto del 95. Además, mientras los salarios mínimos sólo reciben un incremento del 31% al pasar de 15.27 a  20.15 pesos diarios, la inflación acumulada a lo largo de ese año va a llegar al 45%.

De crisis en crisis

La crisis de los Errores de Diciembre, ha sido calificada como la más profunda de nuestra historia, sin embargo los acontecimientos actuales han creado un contexto el cual amenaza al planeta entero con padecer una crisis tan o más trágica que la de 1929, traduciéndose ello para nuestro país en una perspectiva que apunta a que la crisis que ya padecemos se traduzca en una catástrofe económica que supere a la desarrollada durante el primer año de gobierno de Ernesto Zedillo.

En México la actual crisis se expresó con mayor fuerza a partir del mes de septiembre de 2008, no obstante ésta aún no toca fondo y lo peor está por venir. De ello ya hablan las declaraciones del 8 de enero del titular de la Secretaría de Hacienda, Agustín Carstens, señalando que, sin mencionar alguna cifra concreta, en 2009 la economía nacional no crecerá. Cabe recordar que para el presupuesto público de este año aprobado por los diputados en noviembre pasado, el gobierno proyectó como meta de crecimiento del PIB un 1.8%, sin embargo semanas después sería el propio Carstens quien anunciara una reducción a dicho objetivo fijándolo en un 0.4%. Pero ahora Carstens simplemente se limita a decir que la economía no crecerá en 2009.

Lo peor de todo es el sombrío presagio que se desprende de las declaraciones hechas un día después por el Gobernador del Banco de México (BMx), Guillermo Ortiz, quien calificó de manera irónica el punto de vista del secretario de Hacienda como “optimista”, en clara alusión a que para él las cosas marcharán peor.

Y no es para menos, la económica mexicana está fuertemente atada a la del imperialismo yanqui, principal consumidora del petróleo mexicano y a la cual van dirigidas entre el 80 y 90 de las exportaciones nacionales, además de ser el país del cual provienen la inmensa mayoría de las inversiones que llegan a nuestro país, así como origen de la segunda fuente mexicana más importante de divisas, las remesas. Los EU viven una recesión que se ha prolongado desde diciembre de 2007, viéndose empujado éste hacia una bancarrota cada vez peor. Además los analistas coinciden en que el colapso económico aún no ha tocado fondo. De hecho, siguiendo con el optimista Carstens, éste recientemente ha admitido públicamente que la economía yanqui entrará en un proceso de recuperación sólo hasta el año 2011. Este gris panorama representa un tiro en la nuca para las expectativas de Calderón sobre una pronta recuperación económica y también para sus cacareados planes anticrisis, incluido el Acuerdo nacional en favor de la economía familiar y el empleo anunciado con bombo y platillo el pasado 7 de enero.

A pesar de que la actual crisis aún no muestra su rostro más desgarrador, los costos ya están siendo altos para los trabajadores, de ello hablan los 413 mil empleos perdidos entre octubre y diciembre pasados de acuerdo a los datos de afiliación del IMSS. Por su parte, la patronal Concamin reconoce que la producción fabril ya acumula un crecimiento negativo del 8.3%.

Cada crisis económica se traduce en una guerra abierta de la burguesía contra de los trabajadores. La clase dominante actúa de esa manera porque no le queda otro remedio si es que quiere salvar sus privilegios. Por ejemplo para salir de la crisis de 1995, Zedillo lanzó una de las ofensivas más brutales aniquilando o mutilando el 70% de todos contratos colectivos del país, precarizando masivamente el empleo y estancando los salarios, entre otras medidas antiobreras. Sólo reduciendo de esta manera los costes de producción, la burguesía podía aprovechar las ventajas que le daba la devaluación del peso para transformar a la exportaciones en la plataforma más importante de la recuperación económica, cuestión esta última que también encontró importante estímulo en el auge económico por el que pasaban en esos años los EU.

Además, fruto de las diferentes condiciones impuestas por el imperialismo yanqui, el FMI y el BM, pero en congruencia con los principios de la táctica de Zedillo y la burguesía nacional, el régimen impuso el rescate bancario por medio del Fobaproa, lo cual significó que 552 mil millones de dólares que los bancos tenían como pasivos se trasformarán en deuda pública. Para garantizar que México cubriera sus diferentes compromisos de deuda, varias instituciones financieras reaccionaron otorgando préstamos: el Fondo de Estabilización de Divisas del gobierno yanqui otorgó 20 mil millones de dólares; el FMI facilitó 17 mil millones; el Bank International Settlement, puso 10 mil millones; el Banco de Canadá colaboró con otros mil millones; finalmente diferentes bancos de América Latina, especialmente de Brasil y Argentina, auxiliaron con mil millones de dólares más. Todas estas instituciones necesitaban estabilidad financiera y mejores garantías de pago, las cuales no veían ante la quiebra de sistema bancario, razón por la cual, además de salvar el pellejo de los banqueros, también se lanzó dicho rescate.

Esa fue la experiencia del colapso de 1995 respecto al cual, sin que ello haya significado gran cosa para las familias trabajadoras, la economía empieza a levantar cabeza después de 10 meses. Resultado para el cual, insistimos, se necesitó una de las ofensivas contra los trabajadores más salvaje en toda nuestra historia. Pero de cara a la crisis que en estos momentos vivimos, las cosas pintan peor; como vimos, la situación económica del imperialismo yanqui en el momento del colapso de los errores de diciembre era la de un boom que ya se había extendido en esos momentos media década y que prolongó aún más durante un periodo similar de años, esto le permitió a esa nación actuar con rapidez y ser un factor con un peso específico para auxiliar oportunamente a la economía mexicana. Sin embargo la fortaleza de aquellos días del imperialismo yanqui es un factor que simplemente en estos momentos está fuera de la ecuación. A diferencia de la segunda mitad de los noventas, el mercado gringo está muy lejos de ser un imán que atraiga enérgicamente exportaciones mexicanas; además el gobierno yanqui está muy limitado como para lanzar líneas de crédito tan cuantiosas como lo hizo en aquellos años, ejemplo de ello es el fuerte regateo de Bush y los empresarios del automóvil para lograr que se destinaran fondos públicos para el rescate de este sector industrial. Ante las adversidades actuales el imperialismo yanqui tendrá como prioridad el empleo de sus energías restantes para salvar su economía y no para rescatar a la de otra naciones.

La cuestión de fondo es que capitalismo mexicano, al igual que el capitalismo mundial, no puede escapar del círculo vicioso de las crisis recurrentes. La historia del capitalismo mexicano es la historia de las crisis económicas. En México el siglo XX arrancó con la crisis económica de 1907, la cual fue producto de la reducción abrupta del crédito bancario para empresarios y hacendados a consecuencia de la caída de las exportaciones de henequén, algodón y de algunos minerales industriales; ello a la par de las sacudidas que por aquellos días se registraron en Wall Street. La historia de las crisis económicas es larga, además de las ya mencionadas, está el caso de la Gran Depresiónde 1929, cuyos efectos se extendieron en México hasta 1934; otro caso es el de la crisis de 1943 en la cual la devaluación del peso provocó una escalada inflacionaria poco vista hasta entonces; durante el gobierno de Miguel Alemán (1946-1952) se presentó una nueva crisis similar a la anterior, la cual sería heredada por el siguiente gobierno, el de Adolfo Ruiz Cortínez; siguiendo con lo mismo, más recientemente se encuentra el caso de la crisis de 1987 cuando la Bolsa de Mexicana de Valores se desplomara tras el Lunes Negro del 19 de octubre de ese año en Wall Street.

Este es el panorama desesperanzador en el que han sido obligadas a vivir, crecer y morir generaciones enteras de proletarios. De hecho, las generaciones actuales de trabajadores no hemos tenido ni un remanso de tranquilidad, lo único que hemos conocido desde que nacimos y a lo largo de toda nuestra vida ha sido crisis y más crisis. Tenemos que poner un hasta aquí definitivo a este infierno, nosotros somos lo que producimos la riqueza de esta sociedad y sin embargo somos los menos beneficiados de ello. Al igual que el siglo XX, México hoy de nueva cuenta arranca el siglo XXI con una crisis económica. La crisis económica de 1907 tuvo importantes consecuencias políticas que, junto con otros factores, derivaron en alzamiento insurreccional de 1910, el más importante hasta nuestros días y que dio fin a la sangrienta dictadura de Porfirio Díaz.

Las clases explotadas de hoy en día somos mucho más fuertes y organizadas que hace un siglo, además contamos con un proletariado industrial mucho más desarrollado. Es momento de levantar en todo lo alto las banderas de la unidad en la lucha contra los explotadores. Arrebatémosle a los burgueses el monopolio sobre los bancos y la industria y pongámoslo bajo el control democrático de la clase trabajadora y, al igual que lo hicieron en 1907 los explotados de la época, hagamos de esta crisis económica una razón de peso para aplastar a nuestros enemigos de clase, aniquilando al capitalismo e instaurando el socialismo. Las crisis económicas son crisis del capitalismo, por ello para las generaciones actuales del proletariado mexicano y del mundo, la única alternativa es socialismo o más barbarie.

14 de enero de 2009.

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