Los escritos de Lenin son una guía para la acción. El presente artículo[1], publicado en Pravda el 21 de abril de 1917, da la medida del genuino enfoque internacionalista del dirigente bolchevique y merece ser recordado en este momento, cuando la guerra en Ucrania y la pugna entre los bloques imperialistas arrecian.

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¡Hermanos soldados!

Todos estamos agotados por esta espantosa guerra que ha segado millones de vidas, ha lisiado a millones de personas y ha causado miseria, ruina e inanición incalculables. Cada vez más personas se preguntan, ¿por qué empezó esta guerra, para qué se libra?

Cada día está más claro para nosotros, obreros y campesinos, que soportamos la peor parte de la guerra, que los capitalistas de todos los países la empezaron y la siguen librando en aras de los intereses de los capitalistas, en aras de la supremacía del mundo, por la conquista de mercados para empresarios y banqueros, por el saqueo de los pueblos débiles. Se reparten las colonias y se apoderan de territorios en los Balcanes y en Turquía, y en aras de esos objetivos los pueblos europeos deben arruinarse, debemos perecer y presenciar la ruina, el hambre y la muerte de nuestras familias.

La clase capitalista amasa ganancias colosales, asombrosas y escandalosamente altas en todos los países gracias a los contratos y suministros de guerra, a las concesiones en los países anexionados y al encarecimiento de los productos. La clase capitalista ha impuesto a todos los pueblos, por muchas décadas, un tributo en forma de elevados intereses sobre los empréstitos de miles de millones destinados a la guerra. Y nosotros, obreros y campesinos, debemos morir, arruinarnos y pasar hambre, debemos soportarlo con paciencia y fortalecer a nuestros opresores, a los capitalistas, haciendo que los trabajadores de los distintos países se odien y se exterminen.

¿Vamos a seguir soportando sumisamente nuestro yugo, aguantando la guerra entre las clases capitalistas? ¿Vamos a dejar que esta guerra se prolongue colocándonos al lado de nuestros Gobiernos nacionales, de nuestras burguesías nacionales, de nuestros capitalistas nacionales, y destruyendo así la unidad internacional de los obreros de todos los países del mundo?

No, hermanos soldados, es hora de que abramos los ojos, es hora de que tomemos nuestro destino en nuestras propias manos. En todos los países crece, se extiende y se fortalece la ira popular contra la clase capitalista, que ha arrastrado al pueblo a la guerra. No solo en Alemania, sino también en Gran Bretaña, que antes de la conflagración tenía reputación de ser uno de los países más libres, centenares y centenares de auténticos amigos y representantes de la clase obrera se pudren en prisión por haber alzado su voz honesta contra la guerra y contra los capitalistas. La revolución en Rusia es solo el primer paso de la primera revolución, que deberá ser, y será, seguido por otros.

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La clase capitalistas amasa ganancias colosales, en todos los países gracias a los contratos y suministros de guerra, al encarecimiento de los productos, etc, mientras nosotros, obreros y campesinos, debemos morir, arruinarnos y pasar hambre. 


El nuevo Gobierno de Rusia —que ha derrocado a Nicolás II, tan ladrón coronado como Guillermo II— es capitalista. Sostiene una guerra tan rapaz e imperialista como los capitalistas de Alemania, Gran Bretaña y otros países. Ha respaldado los expoliadores tratados secretos concluidos por Nicolás II con los capitalistas de Gran Bretaña, Francia, etc. No publica estos tratados para conocimiento público, del mismo modo que el Gobierno alemán no publica sus tratados secretos, igualmente rapaces, con Austria, Bulgaria, etc.

El Gobierno Provisional de Rusia ha publicado el 20 de abril una nota refrendando los viejos tratados firmados por el zar y declarando su disposición a continuar la guerra hasta el final victorioso, despertando así la indignación incluso de aquellos que, hasta ahora, le prestaban su confianza y apoyo.

Pero además del Gobierno capitalista, la revolución en Rusia ha creado organizaciones revolucionarias espontáneas que representan a la inmensa mayoría de los trabajadores y campesinos: los sóviets de diputados obreros y soldados en Petrogrado y en la mayoría de las ciudades del país. Hasta ahora, la mayoría de los soldados y algunos trabajadores —igual que muchos obreros y soldados en Alemania— sigue teniendo una confianza irracional en el Gobierno de los capitalistas y en su discurso vacío y falso de una paz sin anexiones, de una guerra defensiva, etc.

Pero, a diferencia de los capitalistas, los trabajadores y los campesinos pobres no tienen interés ni en las anexiones ni en proteger los beneficios de los capitalistas. Por eso, cada paso del Gobierno capitalista, tanto en Rusia como en Alemania, desenmascarará el engaño de los capitalistas, desvelará que mientras dure el régimen capitalista no puede haber una paz verdaderamente democrática y no impuesta por la violencia, una paz basada en la renuncia real a todas las anexiones, es decir, en la liberación sin excepción de todas las colonias, de todas las nacionalidades oprimidas, anexionadas por la fuerza o mermadas de derechos; y la guerra con toda probabilidad seguirá agudizándose y prolongándose.

Solo si el poder del Estado en los dos países hoy enemigos, Rusia y Alemania, pasa íntegra y exclusivamente a manos de los sóviets revolucionarios de diputados obreros y soldados, que son los que realmente pueden destruir todo el entramado de relaciones e intereses capitalistas, solo en ese caso, los obreros de ambos países beligerantes adquirirán confianza mutua y serán capaces de poner fin con rapidez a la guerra sobre la base de una paz verdaderamente democrática, que libere de hecho a todos los pueblos y nacionalidades del mundo.

¡Hermanos soldados! Hagamos todo cuanto dependa de nosotros para acelerar la llegada de ese momento, para lograr ese objetivo. No temamos los sacrificios. Cualquier sacrificio por la revolución obrera será menos doloroso que los sacrificios de la guerra. Cada paso victorioso de la revolución salvará de la muerte, la ruina y el hambre a centenares de miles y millones de seres humanos.

¡Paz a las chozas, guerra a los palacios! ¡Paz a los obreros de todos los países! ¡Viva la unidad fraterna de los obreros revolucionarios de todos los países! ¡Viva el socialismo!

Comité Central del POSD(b)R - Comité de Petrogrado del POSD(b)R - Redacción de Pravda

Pravda, número 37, 21 de abril de 1917.

[1] Se publicó en Pravda, el 21 de abril de 1917, con la siguiente introducción: «Confraternización. La confraternización en el frente ha comenzado. La resolución del Congreso del Frente de Minsk, publicada en nuestro número del 15 de abril, dispone que la resolución de dicho congreso acerca de la guerra y la paz se imprima en alemán y se distribuya en las trincheras del enemigo. Reproducimos el llamamiento a los soldados de todos los países beligerantes, aprobado por nuestro partido para ser editado en ruso, alemán y otros idiomas y distribuido en el frente».

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Este texto forma parte de la recopilación de los escritos de Lenin de 1917, publicado por la Fundación Federico Engels. 

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