Frente al sabotaje económico  de la burguesía y la  burocracia: toma y ocupación de fábricas para ponerlas a producir bajo control obrero.

 

  Los resultados del referéndum constitucional de pasado 15 de marzo abren una nueva etapa en la revolución.  La victoria del Sí  supone una nueva oportunidad para terminar las tareas pendientes de la revolución mostrando cómo la correlación de fuerzas entre las clases es enormemente favorable para  avanzar al socialismo. Los trabajadores y las comunidades han dado un nuevo mandato al presidente Chávez para llevar a cabo la revolución socialista. Como el propio Presidente ha señalado el socialismo sólo se puede llevar a cabo  si se cambian las relaciones económicas. Este año 2009 va a ser clave para desatar el nudo gordiano de la revolución bolivariana. Sólo hace falta cortar el mecate que une a Venezuela con el capitalismo. Venezuela no va a ser inmune a  la crisis económica mundial más importante desde los años 30. Para la revolución de esta situación sólo cabe o la mayor de las victorias o una derrota catastrófica.


Polarización del PSUV en líneas de clase.


Tras la victoria del 15,  los sectores reformistas dentro del movimiento bolivariano empezaron a presionar para intentar llegar a un acuerdo con la oposición y terminar con la “polarización”. Es decir para traicionar a las masas y llegar a un acuerdo con la burguesía que en la práctica sería una reedición del pacto de punto fijo. Afortunadamente el Presidente Chávez y varios dirigentes del PSUV (Mario Silva, Vanessa Davies, Muller Rojas) salieron en contra de todo tipo de conciliación y pacto con la derecha pese a que el coro de conciliadores era fuerte y estaba encabezado por el conciliador mayor: Jose Vicente Rangel.  Esta lucha aparentemente retorica por ahora, muestra como las contradicciones de clase, la polarización a izquierda y derecha se profundiza dentro del PSUV. Es tarea de las bases organizarse dentro del partido por una política auténticamente socialista frente a la fracción burocrática  y pro burguesa que está organizada clandestinamente en su seno presionando al Presidente de la República.


No basta con amenazar a la burguesía: hay que nacionalizar la industria para poder planificar la producción nacional.


Los reformistas pretenden que negociemos con los saboteadores y los golpistas. Mientras los capitalistas continúan con su campaña de ataques a la revolución sobre todo en el terreno económico. El papel especulativo y parasito de la burguesía se ha mostrado una vez más  con el conflicto de la industria arrocera que terminó con la nacionalización de planta de  la multinacional Cargill. Buena parte de la inflación que sobre todo golpea a los más pobres proviene de la especulación de los capitalistas que tratan de evitar la producción de los productos cuyo precio está regulado por el estado, produciendo productos no regulados a precios muy superiores. Una muestra más de que la búsqueda del beneficio individual del capitalista entra en contradicción con los intereses generales del pueblo. El presidente Chávez amenazó también con nacionalizar la Polar si continuaba con sus prácticas especulativas. Estas medidas son progresistas y son apoyadas por los marxistas. Muestran también, cómo ocurrió en Sidor, el entusiasmo de los trabajadores y el pueblo cuando se toman medidas decisivas contra la burguesía. ¿Nos imaginamos el entusiasmo de los trabajadores y el pueblo si se expropiara completamente a la burguesía?


Porque esa es la tarea pendiente: no basta con amenazar a la burguesía para que esta empiece a producir. Ni siquiera  expropiar algunas empresas.  ¿Tras estas amenazas y  expropiaciones ha bajado el precio  del arroz? .Desafortunadamente la respuesta es no, el sabotaje se ha redoblado. Las nacionalizaciones tienen que significar una mejora sustancial de las condiciones de vida del pueblo y los trabajadores. Y esto no ha sucedido tras las mismas. La causa de ello es por un lado el sabotaje de la burocracia del estado y por otro  que la burguesía mantiene el control del resto de la producción y distribución. Es una utopia intentar llevar a cabo una revolución socialista apoyandose en el aparato del estado burgués como ya señalaron Marx y Engels. Este es un instrumento para mantener la desigualdad, no para abolirla. Para llevar a cabo el socialismo en Venezuela es menester que se cree un auténtico estado revolucionario basado en los consejos de trabajadores y consejos comunales al mismo tiempo que se disuelven y licencian los ministerios, alcaldias , gobernaciones y todo el aparato estatal actual fuente de sabotaje , corrupción e ineficacia.

 

Cínicamente los reformistas y burócratas señalan a los trabajadores cómo culpable de los déficits de las empresas nacionalizadas o públicas.  Eso tiene un fin: crear la matriz de opinión de que los obreros no son capaces de dirigir la industria. El ejemplo más claro es Inveval que tras 4 años de nacionalizada por el presidente Chávez está sometida al sabotaje burocrático  del estado debido a que la misma se halla  bajo control obrero con un consejo de fábrica.   En estas deficiencias, que son consecuencia de  hacer una revolución a medias, son en las que se apoya la oposición para socavar las bases de apoyo del movimiento bolivariano.


Si se continúa esta línea reformista,  se producirá la apatía y  la desmoralización de la base revolucionaria y  se ampliarán   los 5 millones de votos para la oposición del referéndum del 15 de febrero fruto no de los radicales de los discursos de Chávez ni porque  el  socialismo asuste a las clases medias, si no por la contradicción entre el discurso sobre el socialismo y la vida cotidiana,  por el lastre del burocratismo, del aparato del estado burgués y el sabotaje de la burguesía en la medida que sigue controlando la economía del país.


 A todo esto se suma el fracaso de las ideas reformistas del llamado “socialismo petrolero”. Los  reformistas que mantenían que los precios del petróleo “eran una fuente de ingresos segura a largo plazo para construir el socialismo” y que con ello no hacía falta expropiar a la burguesía se golpean contra la realidad del mercado mundial en medio de una crisis de sobre producción y su efecto en los precios  del petróleo. El presupuesto nacional se pautó en 2009 para 60 dólares el barril de petróleo. Desafortunadamente para los sabios asesores del Presidente el precio está ahora a  menos de 40 dólares. Ello va a generar  numerosos problemas para la financiación del estado así cómo el mantenimiento de las conquistas de la revolución.


La caída de la renta petrolera incrementa la lucha de clases.
Auge de  la lucha económica y política  de la clase obrera.


Tal como señalamos desde finales del año  2008 desde las páginas de El militante,  2009  iba ha presenciar la entrada en acción de la clase trabajadora. Los años de crecimiento económico desde 2004 han fortalecido al proletariado en las empresas haciéndolo tener más confianza en sí mismo: hubo un incremento de la formación de sindicatos sobre la base del aumento de la organización de las masas al calor de la revolución. Al mismo tiempo las tasas de inflación de los últimos meses del -30% total  y del 50% en productos de alimentación- iban a impulsar a los trabajadores a luchar para recuperar el poder adquisitivo. Coincidiendo  con la caída de la actividad económica por la caída del precio del petróleo todo genera una espiral ascendente de  incremento  de la lucha de los trabajadores, no tan sólo en el número,   si no en  la conflictividad de las luchas. Un reporte de El Universal del 13 de febrero señalaba que: “Más de la mitad de los reclamos laborales que se registraron en enero contaron con altos niveles de conflictividad, en acciones que incluyeron concentraciones, piquetes, paralizaciones de las industrias, tomas de las instalaciones e, incluso, enfrentamientos que provocaron la muerte de dos trabajadores”.


La muerte dos  trabajadores a los que se refería El universal fue el  asesinato a manos de Polianzoátegui , de  Pedro Suarez y Jose Marcano que defendían junto a sus compañeros  la toma de la planta de Mitsubishi en Barcelona  el pasado 29 de enero. Con la toma,  los trabajadores de MMC automotriz defendían la readmisión y absorción de los 135 despedidos de la contrata Induservis que laboraban en la planta. Esta masacre  es  una lección y advertencia para la clase trabajadora y el conjunto del movimiento bolivariano. Muestra el carácter burgués del estado venezolano que tras 10 años de gobierno de Chávez no ha sido depurado. Es también un ejemplo para la dura cabeza de los dirigentes sindicales reformistas y ultraizquierdistas de UNT  de cómo en un contexto revolucionario la lucha reivindicativa sindical se transforma en lucha por el control de las empresas por parte de los obreros, es decir en una lucha por el poder.


 Las masas y sobre todo la clase trabajadora no va a esperar a que el gobierno revolucionario legisle a su favor, que la burocracia responda a los intereses del pueblo, al contrario la paciencia de las masas  se ha terminado ya.  Frente a los reformistas que plantean ir poco a poco resolviendo los problemas, construyendo el socialismo, el instinto de las masas les dicta (correctamente) resolver sus problemas ya, construir el socialismo ahora. Al mismo tiempo la burocracia estatal va a pelear por su pedazo de tarta de la renta nacional, una tarta por lo demás menguante. Ya estamos viendo la generalización de conflictos por la negociación de la contratación colectiva: sector eléctrico, metro de caracas, PDVSA, sector público, sector automotriz, entre otros.


En ese sentido la clase obrera va a poder  jugar este año el papel de vanguardia en la revolución socialista. Pero para que sea capaz de agrupar a todos los oprimidos del país y mostrar el camino del autentico socialismo a las masas, a la base  revolucionaria dentro del PSUV es fundamental  que la lucha de los trabajadores, integrando las reivindicaciones económicas  plantee en primer lugar las cuestiones políticas:  esto es que la única manera de hacer frente al sabotaje económico de la burguesía y  al despilfarro e ineficacia de la burocracia estatal es sobre la base que el control  de la empresas  pase a manos  de los trabajadores y el conjunto del pueblo tanto en el sector público como privado.


 Si por el contrario, se plantean la luchas obreras en términos puramente economicistas, obreristas,  desligados de la corriente general de la revolución, se dará todos los argumentos a la burocracia reformista para aislar las luchas obreras de cara a los sectores populares y al Presidente de la república y así, dar pie para plantear la matriz de opinión de que los trabajadores son unos privilegiados que luchan sólo por el real  y tienen pretensiones exageradas.  Todo ello con el fin de  enfrentar a la clase obrera con el gobierno. Con esta estrategia intentarán jugar tanto la oposición,  cómo los sectores ultraizquierdistas (cómo el grupo de Orlando Chirinos) que tras su verborrea antichavista y pseudo revolucionaria le hacen el juego descarado a la contrarrevolución. Ese peligro se está viendo ya en las declaraciones del presidente Chávez hace unos días a propósito de la negociación de la contratación colectiva del metro de caracas o de la industria básica en Guayana donde se pronunciaba en contra de los sindicatos que piden subidas exageradas amenazando que de ir a paro,  militarizará la actividad. Los trabajadores del PSUV, revolucionarios debemos poner todos los medios para evitar esta situación de la única manera posible: que la lucha sindical reivindicativa se tome como base para la toma del poder en las fábricas y en el estado por parte de los trabajadores y el pueblo.


La clase obrera debe ocupar y tomar todas las empresas de Venezuela junto a las comunidades para implementar una economía socialista planificada democráticamente.


Para culminar la revolución socialista es necesario que las fábricas estén en manos de los obreros, las tierras en manos de los campesinos. Todo ello para planificar democráticamente la economía y terminar con la anarquía capitalista y todas sus manifestaciones y desequilibrios, inflación, desempleo etc. Esta será la única manera de que la crisis económica mundial no afecte   Venezuela. Esa es la única garantía para el triunfo definitivo de la revolución. Cuanto más se  tarde, más se desesperará el pueblo con el sabotaje de la burguesía, más se arrechará el pueblo con  los burócratas que se visten de rojo, y más base social irá reclutando la reacción. No se puede repetir el escenario de 2007 con nacionalizaciones a medias, sabotaje burocrático, escasez y desabastecimiento que condujeron a la derrota del referéndum constitucional. El presidente Chávez debe nacionalizar ya la banca la tierra y las grandes industrias del país. Sí ejecuta esa medida pasará lo que pasó en Sidor y ahora en Cargill , los trabajadores y el pueblo tomaran esa iniciativa con entusiasmo. Sólo así construiremos el socialismo verdadero en Venezuela.


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