Desde los orígenes del sistema capitalista y con el nacimiento del proletariado se puso sobre la mesa un debate central en la vanguardia del movimiento: qué forma de organización, qué programa y qué métodos debe adoptar la clase trabajadora de cara a mejorar sus condiciones de vida y conseguir su plena emancipación. Ese debate, que tiene que partir de la propia experiencia histórica del movimiento obrero es decisivo para poder alcanzar la transformación socialista de la sociedad.

Por ello la lucha sindical, una de las herramienas básicas de organización de la clase trabajadora, fue objeto de especial atención por parte de León Trotsky que, a través del análisis marxista, abordó los puntos fundamentales a este respecto. El método con el que aborda Trotsky la cuestión sindical es de una tremenda utilidad hoy en día, cuando la crisis capitalista está sometiendo a la clase obrera a un ataque sin precedentes y pone de relieve la necesidad de un profundo cambio en la política sindical. Hoy como ayer la lucha contra las direcciones reformistas, así como contra las tendencias sectarias y ultraizquierdistas (que surgen como reacción a las primeras) dentro de las filas del movimiento obrero, es decisiva para que los trabajadores puedan conseguir sus objetivos.
Tanto durante los primeros años de la Internacional Comunista como posteriormente, en su lucha contra la degeneración burocrática de la URSS y de la propia IC, Trotsky prestó especial atención a los errores planteados con relación a la política sindical, teniendo en cuenta la especial gravedad que suponían los mismos de cara a construir una genuina alternativa marxista y de clase en el movimiento obrero.

Clase, sindicato y partido

Entender la relación entre la clase obrera en su conjunto, los sindicatos y el partido revolucionario, ha sido una de las premisas a la hora de llevar a la práctica una política sindical correcta. Trotsky tuvo que librar importantes batallas en el seno del movimiento comunista contra tendencias que planteaban la "independencia del movimiento obrero" o la "independencia sindical" en abstracto. Sin embargo, en lo concreto, el movimiento sindical siempre adopta, sea errónea o correcta, una determinada orientación política. Trotsky explica que aunque los sindicatos son un paso adelante en la organización del proletariado, resultan insuficientes, por su misma naturaleza y desarrollo histórico, para lograr la plena emancipación del proletariado. "Cuanto más amplias son las masas que abarca, más se acerca el sindicato al cumplimiento de sus objetivos. Pero en la medida en que la organización gana en amplitud, pierde en profundidad. Las tendencias oportunistas, nacionalistas y religiosas que cunden en los sindicatos y en sus direcciones muestran que éstos no sólo reúnen a la vanguardia sino también a una pesada retaguardia. Así, las debilidades de los sindicatos surgen de lo que los hace fuertes".1
El aspecto fundamental para Trotsky era explicar la necesidad de construir un partido revolucionario que permitiera agrupar a la vanguardia consciente del proletariado, más homogéneo que los sindicatos, y para ello era necesario hacer un trabajo político revolucionario en el seno de los mismos, defendiendo un programa acabado de transformación socialista de la sociedad. Frente a aquellos que planteaban la necesidad de la "autonomía de los sindicatos" respecto del partido, Trotsky replicaba que dicha posición suponía contraponer "al sector proletario más atrasado con la vanguardia de la clase obrera, la lucha por las conquistas inmediatas con la lucha por la completa liberación de los trabajadores, el reformismo con el comunismo, el oportunismo con el marxismo revolucionario".2
La organización del movimiento obrero no se produce de forma homogénea, ya que la propia clase trabajadora no lo es, existiendo trabajadores con una conciencia de clase más avanzada que otros. Precisamente la tarea política de la vanguardia del movimiento obrero, agrupada en el partido, es acompañar a las diferentes capas de la clase a través de su experiencia práctica, facilitando y acelerando su proceso de incorporación a la vida política consciente.
Trotsky planteaba en un artículo de 1923: "Si el proletariado como clase fuera capaz de comprender inmediatamente su tarea histórica no serían necesarios ni el partido ni los sindicatos. La revolución habría nacido simultáneamente con el proletariado. Por el contrario, el proceso mediante el cual el proletariado comprende su misión histórica es largo y penoso... Solamente a través de prolongadas luchas... los mejores elementos de la clase obrera de la vanguardia de las masas alcanza esa comprensión... [y] a través de su minoría con conciencia de clase... la clase obrera se convierte en factor histórico".3

Sindicatos y capitalismo

Durante el auge capitalista de finales del siglo XIX y principios del siglo XX las ilusiones en que se podían alcanzar mejoras graduales de forma indefinida, sin una confrontación decisiva contra el capitalismo, tuvieron una base material. De hecho, la lucha sindical sirvió para arrancar conquistas de las manos de los capitalistas, mejorando en la práctica las condiciones de vida de la clase obrera. Este éxito llevó a la mayoría de los dirigentes del movimiento a aceptar la lógica del sistema capitalista, y por tanto a aceptar corresponsabilizarse en la gestión del mismo, dejando fuera de sus objetivos lograr la plena emancipación del proletariado mediante la revolución socialista.
Dichas mejoras, que en todo caso fueron producto de la lucha, se obtuvieron principalmente para determinados sectores de la clase obrera, conformándose como base social de los sindicatos la llamada "aristocracia obrera", y quedando excluidos de dichas mejoras amplios sectores del proletariado, las capas más explotadas, así como los trabajadores de los países coloniales. Sobre dichas condiciones materiales surgió la burocracia sindical, vinculada más estrechamente con los sectores más "privilegiados" del proletariado, dando lugar, como explica Trotsky, a que el aparato sindical se independizara progresivamente de las masas, generándose en el mismo "poderosas tendencias al pacto con el régimen democrático-burgués".
En la época de decadencia del capitalismo, como la actual, esta tendencia se agrava ante la imposibilidad de la burocracia sindical de obtener ni siquiera tímidas reformas en beneficio de los trabajadores, teniendo que gestionar exclusivamente las pérdidas que sufre la clase obrera. Trotsky explica que en la época del capitalismo monopolista "las camarillas capitalistas que encabezan los poderosos trusts, monopolios, bancas, etcétera, encaran la vida económica desde la misma perspectiva que lo hace el poder estatal, y a cada paso requieren su colaboración", teniendo los sindicatos que "enfrentar un adversario capitalista centralizado".4 En la medida en que los sindicatos mantienen un programa reformista, y ante la imposibilidad, como hemos dicho, de conquistar reformas progresivas para la clase obrera en el marco del capitalismo, Trotsky explica que los sindicatos tienden a "adaptarse al Estado capitalista" tratando "de liberar al Estado de sus ataduras capitalistas, de debilitar su dependencia de los monopolios".4 La burocracia sindical se enfrenta a esta situación sin comprender la naturaleza de clase del Estado burgués, que en un contexto de crisis del sistema resulta de forma más clara un instrumento de la burguesía para mantener su dominio de clase. Los efectos prácticos esta política son nulos en cuanto a su capacidad de cambiar la orientación del Estado aunque son muy perniciosos en la medida que desarman ideológicamente a los trabajadores y obstruyen la acción independiente de la clase.  

¿Hay que abandonar los sindicatos de masas?

Este análisis de Trotsky no contradice su defensa de la necesidad de que los comunistas hicieran trabajo allí donde estuvieran agrupadas las masas obreras, y especialmente en los sindicatos, que suponían "un campo propicio para la educación revolucionaria de amplios sectores obreros y para el reclutamiento de los obreros más avanzados".5 En una discusión con miembros de la Oposición de Izquierdas francesa, Trotsky rebatía sus excusas para no trabajar en los sindicatos reformistas de la siguiente manera: "Una parte considerable de la clase obrera rechaza nuestra caracterización del reformismo. En otros ni siquiera se ha planteado la cuestión. El problema consiste precisamente en llevar a las masas a conclusiones revolucionarias sobre la base de nuestras experiencias comunes con ellas."5
En muchas ocasiones, como consecuencia de la propia actuación de los dirigentes sindicales, hemos visto cómo sectores de activistas de la clase obrera han abandonado los sindicatos llamando a crear nuevas organizaciones o tratando de formar nuevos sindicatos. Trotsky combatió duramente este tipo de planteamientos explicando que "el error fundamental de este tipo de intentos reside en que reducen a experimentos organizativos el gran problema político de cómo liberar a las masas de la influencia de la burocracia sindical".6
A pesar de las dificultades diarias del trabajo sindical, de tener que enfrentar cotidianamente las maniobras de la burocracia sindical, hasta sufrir incluso la persecución y expulsión, Trotsky combatió a los "izquierdistas impacientes" que justificaban el abandono de los sindicatos reformistas "usando como pretexto el carácter corrupto de la burocracia sindical", abandonando así en la práctica "la lucha concreta por ganar a las masas". Siguiendo la lógica de estos "izquierdistas", Trotsky se preguntaba: "¿por qué no abandonar el trabajo revolucionario también, en vista de la represión y provocación de la burocracia estatal?".6 El trabajo de los comunistas en los sindicatos requería, por supuesto,  a su vez, combatir con los métodos adecuados cualquier tipo de oportunismo y adaptación al sindicalismo reformista.

Los comunistas y la unidad sindical

Tanto en el trabajo sindical como en todos demás aspectos del trabajo revolucionario la teoría no debe tomarse como una plantilla. "La cuestión de las organizaciones obreras no tiene una solución simple, adecuada para todas las formas organizativas y para todas las situaciones (...) Si se creyera por un instante que el deber de contraponer una política revolucionaria a la de los reformistas impone a los comunistas la división de los sindicatos no habría que limitarse solamente a Francia (...) En ciertos países los partidos comunistas han adoptado concretamente esta línea. Hay casos específicos en que los reformistas no dejan realmente otra posibilidad. En otros los comunistas cometen evidentemente un error a responder a las provocaciones de los reformistas. Pero hasta ahora nunca, y en ningún lado, los comunistas provocaron una división por no admitir de antemano el trabajo a los reformistas en las organizaciones de las masas proletarias".5 Trotsky explica que los comunistas somos los primeros interesados en la unidad sindical, entre otras cosas porque facilita la extensión de las ideas del marxismo en el movimiento obrero, siendo la burocracia sindical la primera interesada en romper dicha unidad con la finalidad de aislar a los revolucionarios de las masas obreras agrupadas en los sindicatos. Pero Trotsky tampoco tenía una postura fetichista sobre la unidad y precisaba que lo determinante es que "el futuro de la revolución no depende de la fusión de dos aparatos sindicales, sino de la unificación de la mayoría de la clase obrera alrededor de consignas y métodos de lucha revolucionarios".2
El aspecto fundamental para Trotsky es la defensa de un programa revolucionario en el seno de los Sindicatos, ganando así, a través de la acción independiente del partido, a los obreros y dirigentes más conscientes de los mismos a la causa de la revolución. Como explica Trotsky en El programa de transición: "los sindicatos ni ofrecen ni pueden ofrecer, por sus tareas, composición y forma de reclutamiento, un programa revolucionario acabado; por tanto, no pueden ser sustitutos del Partido. La construcción de partidos revolucionarios nacionales, secciones de la IV Internacional, es la tarea central de la época de transición".

1. Los sindicatos ante la embestida económica de la contrarrevolución. Declaración de los representantes de la Oposición de Izquierda al Congreso contra el Fascismo, 1933 (www.marxists.org/espanol/trots-ky/ceip/escritos/libro3/T04V201.htm).
2. Comunismo y sindicalismo, 1929.
3. Una discusión necesaria con nuestros camaradas sindicalistas, 1923.
4. Los sindicatos en la era de la decadencia imperialista, 1940.
5. La cuestión de la unidad sindical, 1931.
6. Los sindicatos en Gran Bretaña, 1933.


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