El Partido Bolchevique agrupó en su seno a los talentos más destacados de la militancia revolucionaria rusa. Hombres como Lenin y Trotsky han pasado a la historia no sólo por ser los dirigentes geniales de la revolución de Octubre, sino por haber contribuido de una forma concreta al desarrollo de la teoría marxista. Sin embargo, el legado de muchos autores bolcheviques, y de otros marxistas de altura teórica innegable como Rosa Luxemburgo, nos ha sido transmitido muy parcialmente, en muchos casos deformado y distorsionado, por acción de la censura estalinista.
Dentro de este firmamento destaca la obra de Evgueni Preobrazhenski, viejo bolchevique y destacado economista, autor de numerosas aportaciones teóricas que abarcan los terrenos más diversos, y entre las que se encuentra El ABC del comunismo, que escribió con Bujarin, La nueva economía, o Anarquismo y comunismo, este último editado por la Fundación Federico Engels. Preobrazhenski se incorporó a las filas del bolchevismo en 1904, siendo aún estudiante, y fue un incansable organizador clandestino del partido en la región de los Urales y en Siberia. Fue elegido miembro del Comité Central en 1917, 1918, 1919, y en 1920 fue nombrado por sus camaradas secretario del mismo.
Preobrazhenski siempre destacó por su gran talento. Cuando los primeros síntomas de burocratización afloraron en el seno del partido, él se situó decididamente en el ala izquierda, defendiendo la vuelta a las condiciones de la democracia obrera tanto en el seno del partido como en los organismos soviéticos. Cuando el 15 de octubre de 1923 se publica la declaración de 46 dirigentes bolcheviques demandando el fin del poder de los funcionarios y de la persecución contra los que expresan opiniones diferentes sobre el rumbo del partido, Preobrazhenski se encuentra entre ellos.
En 1927 fue expulsado del Partido Bolchevique junto con otros dirigentes de la Oposición de Izquierdas, pero, tras sufrir los rigores de la represión estalinista, el aparato consiguió doblegar su espíritu de resistencia. Capituló junto con Radek en el período en el que la burocracia, asustada por el enriquecimiento del kulak y la fuerza adquirida por la pequeña burguesía agraria y urbana, acomete un giro “izquierdista” y lleva a cabo de forma salvaje la colectivización forzosa de la tierra y el primer plan quinquenal. Como tantos bolcheviques, fue obligado a “confesar sus crímenes” contra el partido. Esto no impidió que fuera expulsado, encarcelado y nuevamente readmitido, antes de ser ejecutado en una cárcel estalinista en 1938. A pesar de ser rehabilitado tras el proceso de “desestalinización” realizado en el XX Congreso del PCUS en 1956, sus obras siguieron estando proscritas.
La revolución de Octubre de 1917 trasladó el debate sobre la transición del capitalismo al socialismo del plano teórico al terreno de la práctica: la clase obrera había tomado el poder en Rusia y los medios de producción estaban bajo el control del Estado obrero. Ya no se trataba de plantear las posibles medidas que un hipotético poder proletario podría implementar y cuáles podrían ser sus efectos. El proceso para construir la sociedad socialista estaba en marcha y las decisiones que se tomaban tenían un efecto real en las relaciones sociales, económicas y políticas.
El reto planteado no era menor: se trataba de iniciar la tarea de levantar los cimientos de la sociedad socialista en un país atrasado de amplia base campesina, con una economía devastada y cercado por la intervención imperialista. La situación concreta puso encima de la mesa problemas y cuestiones no contempladas anteriormente por ninguno de los maestros del marxismo, ni tan siquiera como hipótesis teórica.
Los problemas de la transición del capitalismo al socialismo
Preobrazhenski dedicó una gran cantidad de escritos a los problemas del período de transición aportando una visión original de las necesidades de la economía soviética, precisamente cuando la puesta en marcha de la economía planificada se encontró con dificultades tremendas provocadas por la guerra civil, el bloqueo imperialista y la desarticulación de la producción. Estas circunstancias desataron un intenso debate dentro del partido, como parte de una polémica mucho más amplia entre la Oposición de Izquierda y la fracción de Stalin.
Como uno de los principales economistas de la Oposición, Preobrazhenski defendió con vehemencia reforzar los planes de industrialización mediante un plan centralizado y facilitar así lo que él denominaba la “acumulación socialista primitiva”, es decir, la transferencia del excedente agrícola a la industria para aumentar la productividad del trabajo y facilitar la producción de manufacturas y bienes de consumo a precios bajos, tan necesarios en el campo como en la ciudad. El aparato rechazó estas tesis, y le correspondió a Bujarin oponer a los planteamientos de Preobrazhenski todo un modelo de “construcción del socialismo a paso de tortuga”. Bujarin señaló que, de aceptar las posiciones “industrialistas” de la Oposición, la presión sobre los campesinos instigaría la revuelta en el campo amenazando la dictadura proletaria; por tanto, era mucho más idóneo promover el crecimiento de la pequeña propiedad, con las concesiones que fueran necesarias a los campesinos medios, es decir al kulak, y favorecer su enriquecimiento.
Preobrazhenski tenía la intención de elaborar un exhaustivo estudio teórico del sistema económico soviético que arrojase luz sobre los problemas planteados, y lo pretendía estructurar en dos tomos. El primero constaría de dos volúmenes, uno de carácter teórico y otro de carácter histórico, y el segundo sería dedicado al análisis concreto de la economía soviética. El primer volumen del primer tomo vio la luz de forma independiente con el título de La nueva economía, un clásico marxista y en el que Preobrazhenski reafirma sus posiciones frente a los planteamientos del bloque Bujarin-Stalin.
En el segundo volumen, publicado en 1926, y que es el que ofrecemos en esta nueva edición de la FFE, presenta una síntesis de los principios fundamentales de la economía política socialista, desde los grandes utópicos (Saint-Simon, Fourier, Owen…) y las distintas sociedades ideales concebidas por ellos, pasando por Blanqui hasta llegar a Marx, Engels y a Lenin y a las tareas concretas impuestas, no en la teoría, sino en la práctica, al primer Estado obrero de la historia. La obra, que hemos titulado Por una alternativa socialista, igual que la publicada por la editorial Fontamara en 1976, constituye un recorrido por el pensamiento socialista muy útil para la formación de los jóvenes militantes que quieren conocer la teoría del socialismo científico.
Esperamos que esta nueva obra de Preobrazhenski despierte el interés y el reconocimiento de los lectores hacia la figura de un revolucionario, un teórico marxista, al que tenemos la obligación de rescatar de un injusto olvido.