El 9 de enero de 2025, Elon Musk ofreció a la presidenta de la AfD, Alice Weidel, un espacio en su plataforma de Internet «X» interviniendo en la campaña electoral alemana en favor de la ultraderechista AfD. Esa bochornosa conversación, de la que Weidel pareció avergonzarse por momentos tartamudeando sus opiniones, será recordada principalmente por su absurda falsificación de la historia.

Para “demostrar” que la AfD no se sitúa en la tradición del fascismo alemán, Weidel afirmó que el dictador nazi Adolf Hitler era en realidad comunista. Musk —aparentemente igual de ignorante en cuestiones históricas— coincidió en que los nazis “nacionalizaron industrias como locos”. A pesar de que ambos subrayaron que Hitler y sus seguidores no se denominaban a sí mismos como “socialistas”, sino como “nacionalistas”, no se cortaron en repetir una vieja mentira difundida por sectores de la extrema derecha.

Adolf Hitler: un ardiente anticomunista

Por supuesto, Adolf Hitler y los nazis no eran izquierdistas ni comunistas. Al contrario. La “erradicación del marxismo” y la “aniquilación del bolchevismo judío” eran las piedras angulares de la ideología nazi. El propio Partido Nacionalsocialista Alemán de los Trabajadores (NSDAP) surgió en gran parte de los Freikorps de extrema derecha, que desde 1918 ahogaron en sangre la revolución socialista en Alemania. Los dos partidos obreros SPD y KPD —especialmente este último con su programa por la conquista revolucionaria del poder— eran considerados los principales oponentes políticos de los nazis en el “periodo de lucha” anterior a 1933. Los matones de la Sección de Asalto (las SA) atacaban regularmente las reuniones comunistas, asesinaban a trabajadores comunistas, y agitaban contra el KPD y su objetivo de lograr una Alemania soviética roja, una república obrera sin hambre, explotación ni guerra.

Después de que el capital alemán transfiriera el poder a los nazis, en la primavera de 1933, comenzó un terror de Estado sin precedentes contra el movimiento obrero y sus organizaciones. De unos 300.000 miembros del KPD en 1933, unos 150.000 fueron perseguidos hasta 1945, muchos de ellos encarcelados y exterminados en los campos de concentración. Los comunistas fueron punta de lanza en la resistencia antifascista contra Hitler, pagando con su vida por sus convicciones. Alice Weidel trata de escupir sobre su legado con la calumnia de que Hitler era “comunista”.

La prueba más atroz de su fanático anticomunismo la dieron Hitler y los nazis con la guerra de exterminio que desataron en el verano de 1941 contra la Unión Soviética, el Estado obrero surgido de la Revolución rusa de 1917, en el que se había expropiado al capital estableciendo una economía planificada. Más de 27 millones de soviéticos fueron víctimas de la “cruzada contra el bolchevismo”. Órdenes criminales como la “Orden del Comisario” tenían como objetivo explícito el asesinato de funcionarios comunistas del Ejército Rojo y atestiguan el carácter ideológico que los nazis atribuyeron a esta guerra.

Librería"
La “erradicación del marxismo” y la “aniquilación del bolchevismo judío” eran las piedras angulares de la ideología nazi. En la foto presos políticos (comunistas, socialistas, sindicalistas…) en el campo de concentración de Sachsenhausen, 1938. 

Fascismo: el dominio desenfrenado del capital

El movimiento obrero y el comunismo —ya fueran los partidos de izquierda o el Estado soviético— fueron el principal enemigo de los nazis, que se constituyeron como una fuerza totalmente procapitalista al servicio de la clase dominante, la patronal y los bancos. Los nazis defendían con vehemencia la economía de mercado y la propiedad privada de los medios de producción y rechazaban la expropiación de las empresas y del capital financiero. Eran cualquier cosa menos socialistas.

El ascenso del NSDAP antes de 1933 habría sido imposible sin el apoyo financiero y político del gran capital alemán. Asustada por la profunda oleada revolucionaria del final de la Primera Guerra Mundial, la burguesía necesitaba una fuerza de choque contra la creciente fuerza del movimiento obrero. La encontró en las organizaciones fascistas y en las masas de la pequeña burguesía, que se convertirían en la base de aquellas. Con su demagogia reaccionaria, los nazis prometieron todo tipo de mejoras a la pequeña burguesía, oprimida por la competencia de las grandes empresas y al mismo tiempo atemorizada por los objetivos socialistas de la izquierda. Sin embargo, su verdadero objetivo siempre fue reprimir a la clase trabajadora en favor del capital y gestionar los problemas del capitalismo con métodos autoritarios. Por eso, ya a finales de 1932, empresarios y banqueros como Fritz Thyssen, Hjalmar Schacht y Kurt von Schröder exigieron con insistencia al presidente del Reich, Hindenburg, un Gobierno nazi y, en febrero de 1933, se reunieron personalmente con Hitler y Göring para acordarlo.

A partir de 1933, la dictadura nazi aplicó sistemáticamente políticas favorables al gran capital alemán. Entre 1933 y 1938 los beneficios de la industria y el comercio alemán pasaron de 6.600 millones a 15.000 millones de marcos. En el mismo periodo, la participación del capital en la renta nacional pasó del 17,4% en 1932 al 26,6% en 1938. Mientras tanto, los salarios de los trabajadores alemanes en los principales sectores industriales se mantuvieron por debajo del nivel previo a la crisis de 1929. Lejos de “nacionalizar industrias como locos” (tal y como afirmó Elon Musk), los nazis gobernaron en favor de los monopolios. Los verdaderos amos de Alemania entre 1933 y 1945 fueron corporaciones como Vereinigte Stahlwerke AG, IG Farben AG, Kali-Syndikat, Siemens, Allgemeine Elektricitäts-Gesellschaft (AEG), Friedrich Krupp AG, Deutsche Bank, entre otras. Gracias al terror nazi, ya no tenían que pelear con sindicatos ni partidos de izquierda y mostraban su profundo agradecimiento con la “Donación anual Adolf Hitler de la economía alemana” (46 millones de marcos solo en 1937/38).

La retórica “socialista” del NSDAP era solo una estratagema demagógica para adormecer a su base de masas pequeñoburguesa y desapareció por completo en el momento en que los nazis tomaron el poder. Los nazis de Hitler no eran socialistas, comunistas o izquierdistas, sino fieles servidores de la burguesía y defensores del capitalismo más salvaje.

¿Por qué miente Weidel?

Las afirmaciones de Alice Weidel señalando a Hitler como “comunista” son obviamente absurdas. Pretenden encubrir a la extrema derecha actual de los crímenes históricos del fascismo y culpar de estos crímenes a los oponentes políticos de la AfD: la izquierda y los genuinos comunistas.

Sin embargo, los comentarios de Weidel también revelan algo sobre el rumbo de la AfD: sitúa al partido en la línea de Musk como “libertario” —ultracapitalista— y “conservador”, y como un bastión contra la nacionalización y el socialismo que denuncian como el peor de los males. De hecho, la extrema derecha actual —desde Trump hasta Milei y Meloni—, como ocurrió con los nazis, tiene ideas ultraliberales sobre el mercado y ataca duramente las condiciones de vida y de trabajo de la clase trabajadora para lucrar aún más a los más ricos, a los que quieren más recortes fiscales y eliminar cualquier tipo de regulación que limite sus beneficios. En este sentido, Alice Weidel tiene mucho más en común con Hitler y los nazis de lo que le gustaría admitir.

Hitler ein Kommunist? Blödsinn! - offensiv.net


banner libres y combativas

banner

banner

banner libres y combativas

banner revolutionary left

banner sindicato de estudiantes

banner revolucion rusa