25,2 millones de contagiados, cerca de 300.000 muertos y entre 350.000 y 400.000 nuevos casos diarios. La India se ha convertido en un infierno en la Tierra. La nueva ola de la pandemia en el segundo país más poblado del mundo está dejando cifras y escenas escalofriantes. Piras funerarias improvisadas, parques convertidos en cementerios y crematorios, incineraciones masivas, colas interminables de coches fúnebres frente a los hospitales, falta de pruebas y vacunas, y escasez de medicamentos y bombonas de oxígeno de uso medicinal.
Pensar que esta crisis sanitaria y humanitaria tiene su explicación sólo en la aparición de la variante india de la Covid-19 —considerada más peligrosa que la cepa original— es un verdadero engaño. Las políticas capitalistas de extrema derecha del Gobierno Modi y la búsqueda del máximo beneficio por parte de las multinacionales son los responsables de esta barbarie.
El epicentro mundial de la pandemia
“Nunca había visto algo así antes. Dondequiera que mires, ves ambulancias y cadáveres”. Así define la situación un vecino de la ciudad de Varanasi[1] en Uttar Pradesh, el Estado más poblado del país con 204 millones de habitantes y el segundo más afectado por el virus después de Maharashtra. En esta región, la falta de centros sanitarios es una constante: sólo hay un centro médico público por cada 9,5 millones de habitantes —la ratio recomendada por la OMS es de un médico por cada cien mil— y las clínicas privadas, sin ninguna regulación y sin personal formado, se han convertido en la única opción, expulsando de facto del sistema de salud a millones de personas pobres que no pueden pagar facturas sanitarias.
En el hospital de la Universidad Teerthanker Mahaveer, los casos graves por Covid detectados representan entre el 50% y el 60%[2] y las UCI, que han más que doblado su capacidad, siguen colapsadas. En Nueva Delhi, el Lok Nayak Jai Prakash Narayan, una instalación diseñada para el tratamiento exclusivo de la enfermedad con 1.500 camas, está asignando un colchón por cada dos pacientes. El 28 de abril, esta ciudad de 18 millones de habitantes sólo tenía 13 camas disponibles en cuidados intensivos. A su vez, el personal sanitario trabaja entre 16 y 22 horas diarias casi sin descanso.
Los crematorios trabajan a contrarreloj desbordados 24 horas al día construyendo miles de piras en aparcamientos o en mitad de la calle, donde, según informa Indian Express, el tiempo de espera para quemar un cuerpo oscila entre las 3 y 4 horas. En los crematorios de Delhi ya no queda leña y el departamento de parques de la ciudad ha tenido que conceder un permiso especial para que se talen sus árboles[3]. La magnitud de esta crisis se puede medir también por la decisión del Gobierno del estado de Karnataka, en manos del BJP de Modi, de convertir urgentemente 93 hectáreas de terreno a las afueras de Bangalore en 23 cementerios y crematorios. Este colapso de los hospitales y servicios funerarios está dejando imágenes dantescas, como la aparición de centenares de cuerpos sin vida abandonados en el río Ganges.
India es el segundo país —tan sólo por detrás de Estados Unidos— con más fallecidos por Covid en términos absolutos. Según el último informe de la Organización Mundial de la Salud basado en las cifras oficiales de los Gobiernos, el sudeste asiático, con el territorio indio a la cabeza, ha registrado un repunte del 6% de los casos semanales y el 15% de las muertes. Pero la realidad es que distintos periodistas, desde la BBC a medios locales, están denunciando que en algunas ciudades indias las muertes son diez veces más de lo que se está contabilizando.
La pandemia ha puesto en evidencia además un sistema sanitario público desmantelado y en la práctica inexistente. En comparación con otros países (de los llamados BRICS) India es el que menos porcentaje de su PIB dedica a la sanidad: un 3,6% en los seis años de Modi frente al 5% de Rusia, 8% Sudáfrica y un 9% Brasil[4].
¿Qué hay detrás de la crisis del oxígeno?
Uno de los factores que ha agravado el colapso en los hospitales indios ha sido la escasez constante de bombonas de oxígeno, un tratamiento médico esencial. Teniendo en cuenta que un 20% de los enfermos de Covid-19 (uno de cada cinco pacientes) lo necesita, los enfermos y sus familiares buscan desesperadamente una bombona en la puerta de los centros de salud y también en redes sociales.
El oxígeno medicinal se ha convertido en un verdadero bien de mercado y se ha abierto la puerta a la especulación más ruin mientras la población, literalmente, se asfixia. En el estado de Bengala Occidental el precio ha pasado de las 7.000 rupias (78 euros) a más de 40.000 Rs (500 euros). A costa del sufrimiento de la población, los entramados de distribuidores ilegales ofrecen bombonas y concentradores de oxígeno por centenares de dólares y también medicamentos vitales y camas al mejor postor.
Pero, ¿es cierto que la India no tiene oxígeno? No. De hecho, el país tiene una capacidad de producción diaria de al menos 7.100 toneladas de oxígeno[5]. El desabastecimiento en los hospitales responde, en primer lugar, a una criminal gestión en la planificación y distribución del propio Gobierno[6] y, en segundo, a los empresarios del gas que se han hecho de oro durante la pandemia y ahora no dudan en subir precios mientras ven un repunte en sus beneficios ya estratosféricos.
El mercado global del oxígeno medicinal ya era muy rentable antes de la pandemia: valorado en 4.572 millones de dólares en 2020, se prevé que crezca hasta los 6.712 millones en 2026. A nivel mundial, hay tres fabricantes que concentran el 69% del mercado de gas industrial (el cual incluye el oxígeno médico): Air Liquide, Linde y Air Products. Linde, el más importante, ha obtenido 979 millones de dólares de beneficios desde enero a marzo de 2021.
La crítica situación que se vive ha puesto el foco especialmente en las compañías indias vinculadas a este sector. Bhagawati Oxygen se ha revalorizado un 91% en abril y en lo que llevamos de mayo lo hace un 12%. National Oxygen ha incrementado el precio de sus acciones un 68% en abril. El furor bursátil por las acciones del oxígeno se está extendiendo incluso a multinacionales que no producen este gas. Bombay Oxygen Investments —que ha cambiado recientemente su nombre— logró en abril una revalorización del 78%. En la desesperación y sufrimiento de millones de personas, los capitalistas ven oportunidades para seguir llenándose los bolsillos.
De esta manera, el oxígeno se ha convertido en una mercancía más para el lucro de monopolios y fondos de inversión. La producción capitalista no está determinada por atender racionalmente a las necesidades sociales existentes, sino por la sed de ganancias y acumulación de capital que impone el mismo proceso productivo. Es un modelo caótico y depredador.
Lo mismo sucede con el proceso de vacunación. A pesar de que la industria farmacéutica de la India es la tercera más grande del mundo y produce alrededor del 70% de vacunas a nivel internacional, sólo un 8% de su población ha recibido la primera dosis y un pírrico 1,6% está totalmente vacunado.
El Serum Institute de India (SII) el año pasado llegó a un acuerdo con AstraZeneca para producir mil millones de dosis de su vacuna Oxford-AstraZeneca, llamada Covishield en el país. El SII recibió una subvención de 300 millones de dólares de la Fundación Bill y Melinda Gates para suministrar vacunas a los países más pobres. Unos meses más tarde, el Serum Institute prohibió las exportaciones de su producto. Ahora, el director general de la empresa exige 30.000 millones de rupias (408 millones de dólares) al Gobierno para continuar produciendo[7]. El sueño de todo capitalista: financiación pública, beneficios privados. Esta multinacional, según la base de datos de Capitaline, ha obtenido una ganancia neta de 2.251 millones de rupias en el año 2020.
El BJP y Modi fracasan en unas elecciones clave
Ante la situación de emergencia que vive la India, no ha habido ningún tipo de medida preventiva por parte del Gobierno. Al contrario. Esta matanza ha sido gestada y perpetrada mientras los ultrarreaccionarios del Bharatiya Janata Party (BJP) negaban la pandemia y afirmaban todavía a finales de abril “tener bajo control la enfermedad”.
El rechazo a Modi crece día tras día en el país. La empresa estadounidense de datos Morning Consult publicaba que la aprobación del primer ministro ha caído del 74% en marzo al 65% en mayo y la población que suspende su labor, en este mismo periodo, ha pasado del 20% al 30%.
El Gobierno del BJP ha agitado la bandera del supremacismo hindú para tratar de dividir a la clase trabajadora en líneas religiosas, étnicas y sectarias; gobierna con guante de seda para los capitalistas y las castas superiores que dominan social y económicamente el país; y en plena pandemia, no ha dudado en aplicar reformas laborales, recortes y privatizaciones, como la del sector agrícola que provocó un verdadero levantamiento de los campesinos pobres en diciembre de 2020.
Buscando reforzar su imagen y desbancar a la oposición utilizando el virus como un arma de terror sobre la sociedad india, el presidente decidió convocar elecciones regionales y legislativas en cinco estados del país, una votación que permitiría medir el apoyo con el que cuenta Modi.
Los resultados no han podido ser más mediocres: el partido del Gobierno sólo consigue la victoria en Assam (con un 44,5% de los votos). En Bengala —el gran trofeo soñado por el BJP— logra 77 asientos de un total de 294, frente a los 210 obtenidos por el Congreso Trinamool; en Tamil Nadu, el principal partido de la oposición (DMK) obtiene 157 de los 234 escaños en juego mientras el BJP logra 4. En Kerala directamente no obtiene ningún escaño y la coalición de partidos de izquierdas locales, el Left Democratic Front —donde confluyen el Partido Comunista y el Partido Comunista (Marxista) con otras fuerzas parlamentarias— consigue una holgada victoria.
Socialismo o barbarie
La India es el país con más cantidad de pobres del mundo y a su vez es el tercero con más multimillonarios: en 2021 eran 177. Estos ricos han huido de la India en sus aviones privados mientras la población luchaba por una cama en un hospital. Una clara definición de qué es el sistema capitalista.
La pandemia y cómo esta ha sacudido a la clase trabajadora, al campesinado y a los pobres de la India pone sobre la mesa una cuestión fundamental: la burguesía es incapaz de garantizar lo mínimo a la mayoría de la sociedad. El Gobierno de Modi no es más que el defensor de este sistema senil y reaccionario que luchará por sobrevivir a cualquier precio.
La clase obrera india ha mostrado su músculo y fuerza en multitud de ocasiones. Las huelgas y manifestaciones históricas de este último periodo son un claro ejemplo de su voluntad de lucha. Ahora, como es evidente, las masas indias sufren una dura conmoción. El país parece sumido en una auténtica guerra. Sin embargo, la situación objetiva llevará más temprano que tarde a los oprimidos indios a retomar con determinación la calle. Es imposible que todo lo que está ocurriendo no provoque un terremoto social y político. El resultado en las elecciones regionales es una advertencia para Modi.
Su Gobierno puede ser derrotado. No es ninguna utopía. Pero para ello hay que levantar una izquierda de combate que una a la clase obrera y al campesinado pobre, a los hindús, musulmanes, cristianos y sijs, bajo una misma bandera: la del socialismo proletario. Si los distintos partidos comunistas de la India rompieran con su política de colaboración de clases, vincularan la lucha contra la pandemia a la nacionalización de la banca y de las industrias estratégicas de la economía, e impulsaran la movilización de masas en las calles contra la extrema derecha del BJP junto a los sindicatos, el Gobierno del BJP tendría los días contados.
Hace falta una alternativa revolucionaria que de verdad se oponga a la lógica de este sistema para acabar con la miseria y la anarquía capitalista. Construir el socialismo es la única salida para las masas indias.
[1] Covid in Uttar Pradesh: Coronavirus overwhelms India's most populous state
[2] Así son las malas condiciones de una UCI en la India
[3] Delhi: Forest department allows felling of 200 dead trees for wood
[4] India: la pira funeraria de Modi
[5] Explained: What is the extent of the oxygen crisis in India, and what are the solutions
[6] El Tribunal Superior de Delhi tuvo que ordenar al Gobierno que suministrara 700 toneladas de oxígeno a los pacientes de Covid en la región metropolitana de la capital. Cuando el presidente se negó, el tribunal inició un proceso de desacato contra él.
[7] Vacunas contra el coronavirus: el Instituto Serum dice que necesita ayuda económica del gobierno indio