El pasado 5 de abril la policía y el ejército de Ecuador asaltaron la embajada mexicana en Quito, tras la salida de la embajadora mexicana Raquel Serur.

Este acontecimiento, justificado por el ultraderechista presidente Daniel Noboa – uno de los principales peones del imperialismo estadounidense en la región– como una defensa de la “soberanía nacional” y para evitar la “intervención extranjera en los asuntos internos de su país”, no es para tomarlo a la ligera. Los medios de comunicación han planteado este capítulo como una crisis diplomática entre ambos países, pero lo que se esconde es la violenta negativa de Estados Unidos a perder influencia y poder en América Latina.

¿Cómo hemos llegado hasta aquí? La alianza Ecuador-EEUU

Hagamos un breve repaso. Las tensiones entre Ecuador y México aumentaron rápidamente tras las declaraciones del presidente Andrés Manuel López Obrador en las que planteó que el asesinato del candidato Fernando Villavicencio en las pasadas elecciones presidenciales había influido en las intenciones de voto a Noboa. Como respuesta a los comentarios de AMLO, el gobierno ecuatoriano declaró “persona non grata” a la embajadora de México en Ecuador y le dio un breve plazo para abandonar el país. La respuesta mexicana pasó por otorgar asilo político a Jorge Glas –estrecho colaborador de Rafael Correa–, condenado por la justicia ecuatoriana por corrupción. Es en este momento, en el que militares y policías entran en la embajada mexicana en la capital Quito.

Daniel Noboa es el responsable de la espiral de violencia que sacude Ecuador, el hijo del mayor magnate del país, quien aplica políticas de recortes, liberación económica y ha permitido que las mafias y los narcotraficantes penetren libremente en las instituciones. Ecuador, que alguna vez fue conocido como principal exportador de plátanos del mundo, ahora es descrito como la “supercarretera de la cocaína hacia Estados Unidos y Europa”.

Aprovechando una supuesta “lucha contra el narcotráfico”, Ecuador y EEUU cerraron en 2023 un acuerdo que autorizaría el envío de tropas terrestres y marítimas al país. No es la primera vez que se usa al narcotráfico como excusa para incrementar el intervencionismo imperialista, cuando esta lacra capitalista es al mismo tiempo solapada y alentada por el mismo gobierno norteamericano y sus agencias de inteligencia: la DEA y la CIA, así como de la burguesía ecuatoriana y los gobiernos derechistas del banquero Lasso y Lenin Moreno. La administración Biden y el Gobierno Noboa juran mano dura contra el narcotráfico, pero la única mano dura que aplican es contra los trabajadores y jóvenes.

Estados Unidos no renunciará a América Latina

Es en este contexto de retroceso de Estados Unidos en zonas estratégicas del mundo, en el que se produce el asalto a la embajada mexicana.

A EEUU parece salirle todo mal, pero no perderá su influencia y su poder sin más. En Europa, el imperio yanqui y sus aliados de la OTAN provocaron la guerra en Ucrania; en Oriente Medio, están financiando y apoyando al régimen sionista de Netanyahu quien, no sólo está llevando a cabo un genocidio atroz contra el pueblo palestino, sino que con sus constantes provocaciones pretenden dinamitar una guerra regional agitando una escalada bélica sin precedentes desde la II Guerra Mundial.

Los viejos amos del mundo, este imperialismo decadente que pretende arrasar todo antes que caer él, está utilizando esta misma estrategia en América Latina. Recientemente, EEUU estableció acuerdos para crear dos bases militares en el continente, una naval en la Patagonia para abrirle la puerta a la Antártida, con el auspicio de Milei, bajo el lema “defensa de la vida, la libertad y la propiedad privada” y otras bases secretas en la Guyana Esequiba. Además, la titular del Comando Sur, Laura Richardson, ha triplicado sus visitas a la región entre 2017 y 2023. Estados Unidos mantiene 6,000 bases militares en su territorio y unas 800 fuera de sus fronteras, de las cuales 76 están en América Latina y el Caribe[1].

Entre 2007 y 2014, las Fuerzas Especiales de Estados Unidos triplicaron las misiones de entrenamiento en América Latina. Las Guardias Nacionales de 18 estados, más Puerto Rico y Washington DC, tienen acuerdos con las fuerzas armadas y de seguridad de 24 naciones de América Latina y el Caribe, y tres países, Argentina, Brasil y Colombia, han sido considerados aliados extra-OTAN en 1998, 2019 y 2022[2].

El imperialismo norteamericano ha estado involucrado en procesos clave de los últimos años para definir gobiernos en América, como el asesinato del presidente de Haiti Jovenel Moise en 2021, a manos de sicarios colombianos entrenados en EEUU, el golpe de Estado a Castillo y la imposición de Dina Boluarte, el golpe en Bolivia con Jeanine Áñez... Controlar la región, apropiarse de sus recursos, parar el avance de China y Rusia e imponer gobiernos títeres es su objetivo. El problema que tiene EEUU –como se está viendo en Israel–, es que estos personajes de extrema derecha que él mismo ha aupado y arropado, tienen su propia agenda: desde cometer un genocidio atroz que puede provocar un levantamiento popular tras otro, hasta asesinar a candidatos a vicepresidente o asaltar una embajada. Es un capitalismo en decadencia atado al carro de unos locos.

¿Cuál es el papel del Gobierno de AMLO y la izquierda latinoamericana?

El gobierno de AMLO rechazó con dureza la ofensiva a la embajada mexicana, rompió relaciones con Ecuador y ha solicitado que se le suspenda de las Naciones Unidas hasta que no haya una disculpa pública, reparación del daño y recomposición de la embajada, entre otras peticiones. El presidente mexicano también llamó a pronunciarse a EEUU y Canadá, forzando una respuesta muy tibia por parte de la Casa Blanca.

Sin embargo, el hecho de centrar la atención hacia la ONU, de confiar en los comunicados de organizaciones internacionales como la OEA, ponen encima de la mesa una pregunta: ¿debemos confiar en las instituciones internacionales capitalistas para denunciar esta agresión del imperialismo estadounidense? ¿En la misma justicia que todavía busca “pruebas” del genocidio en Gaza? ¡No! El Gobierno de AMLO debería haber señalado al Gobierno de Noboa como lo que es, un peón que defiende los intereses de Washington, un ultraderechista que está dispuesto a lo que sea con tal de imponer su agenda en la región.

Los Noboa y los Milei quieren revancha contra la izquierda, incluso contra la izquierda que no se ha salido del guión que marca el capitalismo como, lamentablemente, los gobiernos de Petro, Lula o AMLO.

Contra la derecha y el imperialismo, ¡necesitamos un programa de acción revolucionario!

Detener la ofensiva de la derecha auspiciada por el imperialismo estadounidense no pasa por llamados soberanistas o nacionalistas. Tampoco por el cinismo de las maniobras diplomáticas o por confiar en los imperialistas rusos o chinos.

Las experiencias de estos últimos años de Gobiernos de la izquierda que fueron aupados por la movilización social pero que terminaron sembrando desilusión y apatía, son claras. En Ecuador, Perú o Argentina, quienes nos prometieron “cambiar las cosas” y se negaron a confrontar con los capitalistas e imperialistas, abrieron las puertas a la derecha y extrema derecha.

Para combatir a la derecha al servicio de Washington y detener su avance en México y en todo el continente, hay que levantar una izquierda revolucionaria y antiimperialista consecuente, que diga sin miedo que hay que acabar con el capitalismo y que vincule la lucha de la clase trabajadora mexicana con la ecuatoriana, la estadounidense y la de todos los países del globo. Sólo así podremos terminar con los intentos made in USA de dividir a los pueblos de América Latina y podremos construir una genuina solidaridad internacionalista en los hechos.

 

[1] https://www.tvpublica.com.ar/post/bases-estadounidenses-donde-estan-y-cual-es-su-objetivo

[2] https://cenital.com/la-preponderancia-militar-de-estados-unidos-en-america-latina/


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