El próximo 5 de junio se celebrarán en Perú las elecciones presidenciales. Se verán las caras en segunda vuelta el partido de Keiko Fujimori, Fuerza2011 y Ollanta Humala, Gana Perú. Ollanta Humala es el líder del Partido Nacionalista del Perú que desde hace años viene defendiendo un discurso antiimperialista en defensa de los más castigados por la pobreza. En el 2006 también disputó la segunda vuelta contra el actual presidente Alan García, que ganó gracias a un más que probable fraude electoral.
Humala se presenta ahora coaligado con otros partidos de la izquierda y ha despertado una gran simpatía entre los jóvenes, trabajadores y campesinos. Keiko Fujimori, hija del ex dictador, ex primera dama, no sólo no reniega del gobierno de su padre sino que apoya el autogolpe de Estado del 91 y el uso de la represión. Se presenta como la candidata del orden, contraria a la revolución en América Latina y a Chávez.
El hecho de que hayan llegado estos dos candidatos a la segunda vuelta es producto de la tremenda polarización política y social que está viviendo la sociedad peruana. Ninguno de los partidos tradicionales pudieron presentarse, ni siquiera el del actual gobernante. Los dos principales candidatos de la burguesía, el ex presidente Alejandro Toledo y el ex dirigente del FMI Pedro Pablo Kuczynsky (PPK), no lograron el apoyo para pasar a la segunda vuelta. Así de desprestigiada está la política tradicional peruana.
El crecimiento económico del Perú, en torno al 7% anual en los últimos 5 años, se ha basado en los altos precios de las materia primas (impulsado por la demanda de China) y una burbuja especulativa asociada a la construcción. Pero ese crecimiento económico no ha beneficiado a la mayoría de la población: Perú cuenta con más de diez millones de pobres y tres que viven en la pobreza extrema. Las diferencias sociales son abismales; el Perú ocupa el puesto 13 de 17 países latinoamericanos en el índice de la ONU que mide la igualdad de oportunidades.
Frente a esta situación, las masas han salido a la calle en repetidas ocasiones: fueron responsables de la caída de Fujimori, volvieron a salir a la calle contra la corrupción del gobierno Toledo, trataron de aupar a Humala al poder en el 2006, y bajo el gobierno de Alan García han protagonizado luchas muy intensas como, por ejemplo, en julio del 2007 cuando el Perú se quedó paralizado por un Día Nacional de Lucha convocado por la Confederación General de Trabajadores Peruanos (CGTP); la huelga general del 9 de julio de 2008 o la lucha contra los decretos amazónicos en junio del 2009. Actualmente en Puno se está llevando a cabo una gran movilización en contra del saqueo de las multinacionales mineras: la población de esta región ha salido a tomar las calles y en el momento de escribir este artículo controlaban la ciudad de Puno y la frontera con Bolivia. El apoyo social de Humala hunde sus raíces en el ascenso de la lucha de clases.
A pesar de sus discursos demagógicos –en los que habla de un Perú nuevo, sin pobreza— Fujimori es la gran favorita de la burguesía peruana. No es casualidad que cuando salió como candidata con más posibilidades de victoria en un primer sondeo, la Bolsa de Lima registrara subidas de más del 6%. Detrás de Keiko está el imperialismo, la gran banca, la oligarquía y la Iglesia, responsables de explotar durante todos estos años a la población peruana.
Falsos amigos
Recientemente el reaccionario Vargas Llosa y el expresidente Alejandro Toledo mostraron su apoyo a Humala frente a Fujimori. En la primera vuelta, el Nóbel Vargas Llosa defendía que elegir entre Keiko y Humala era elegir entre “el sida y el cáncer”. Estos “demócratas ilustrados” han sido los primeros en rechazar y calumniar la revolución en América Latina, llegando a equiparar el gobierno de Chávez con la dictadura de Alberto Fujimori y no dudó en definir a Chávez como “el gran desestabilizador de la democracia en América Latina”. Vargas Llosa representa a una parte de la burguesía que teme que una victoria de Keiko pueda conllevar un enfrentamiento mayor entre las clases y que piensan que pueden controlar a Humala para que éste contenga el movimiento. En esa línea, Alejandro Toledo le ofreció su apoyo a cambio de un “cogobierno”. Desgraciadamente Humala respondió, en su cuenta de twitter: “creemos que es posible un gobierno de concertación nacional”. ¿Qué puede ofrecer a Ollanta una persona odiada por las masas como Toledo? ¿Y el reaccionario Vargas Llosa? Estos falsos amigos, le insisten en que modere su discurso para poder ganar a las “capas medias”. Quieren alejar a Humala de la revolución, que se mire no en Chávez, sino en Lula. El PT de Brasil, de hecho, ha enviado asesores electorales para moderar la campaña de Gana Perú.
Sin embargo, a medida que Humala ha ido moderando su discurso, en las encuestas indican que su popularidad ha ido cayendo. Su apoyo se debe fundamentalmente a que las masas oprimidas ven en él al dirigente que puede traer la revolución a Perú. Al moderar su discurso favorece a la demagogia de Fujimori. La coalición Gana Perú debe dotarse de un programa de transformación social, que incluya inversiones para las mejoras sociales, educación, sanidad públicas, trabajo digno, vivienda digna, que sólo puede conseguirse con la expropiación de las multinacionales y de la banca bajo control de los trabajadores. Un programa de estas características sería recibido con entusiasmo por la mayoría de la clase obrera, la juventud, los indígenas y campesinos peruanos y sería un tremendo impulso para la revolución en toda América Latina.