El pasado 28 de agosto se dio en Chile una manifestación histórica dentro del proceso de movilizaciones y luchas abierto el anterior curso. Este movimiento se ha convertido en el más fuerte y grande desde la época de Allende.
Por primera vez desde mayo de 2011, cuando se produjeron las primeras movilizaciones, el 28 de agosto las dos organizaciones más grandes de estudiantes de secundaria (ACES y CONES), la Confederación de Estudiantes de las universidades de Chile (Confech), el Colegio de Profesores y la Central Unitaria de Trabajadores (CUT), convocaron conjuntamente un paro nacional en la educación y manifestaciones en las principales ciudades del país. En Santiago de Chile se manifestaron más de 150.000 personas, en todo Chile fueron 230.000. Los estudiantes de secundaria se han puesto a la cabeza del movimiento participando masivamente y organizando tomas de centros de secundaria, con importante incidencia, durante el mes de agosto.
En los últimos meses la represión se ha endurecido, agresiones en las manifestaciones y las ocupaciones, intervenciones en las sedes estudiantiles, e incluso detenciones en domicilios o en los alrededores de los centros de secundaria y universidades por policías de paisano, claras señales de la falta de depuración del aparato represivo de la dictadura de Pinochet y de la preocupación que tiene el gobierno por la extensión, fuerza, simpatía y apoyo social que tiene este movimiento. A pesar de la política represiva los estudiantes están demostrando que no tienen miedo y ya se han anunciado nuevas movilizaciones para la segunda semana de septiembre con el objetivo de continuar presionando al gobierno y lograr una reforma profunda del sistema educativo y en beneficio de los hijos de los trabajadores. Hasta ahora el gobierno ha hecho cambios insignificantes, pero el movimiento no se ha despistado, manteniendo sus reivindicaciones en pie.
Por una educación laica, pública y gratuita
Las reivindicaciones de los estudiantes chilenos tienen unos rasgos de clase inequívocos. Además, la orientación hacia el movimiento obrero, vinculando sus reivindicaciones a las de los trabajadores, está dando una gran fuerza a su lucha. En la educación secundaria se reivindica que sea totalmente pública y gratuita, concretándolo en la necesidad de acabar con el control de más de la mitad de la educación secundaria por las empresas privadas y terminar con la administración municipal de los centros de secundaria (algo que se impuso bajo la dictadura de Pinochet y que ha servido de base para mantener los centros en condiciones lamentables de financiación) y que tenga un carácter estatal para garantizar que todos los centros tengan los recursos necesarios.
Respecto a la educación superior, se demanda la supresión de las universidades privadas y acabar con los grandes beneficios que sacan las empresas, tanto en las universidades públicas como privadas, y asegurar que los estudiantes puedan acceder de manera gratuita y libre a esa etapa educativa.
Se reivindica que la inversión pase del 4,1% al 7% del PIB y la renacionalización de la industria del cobre para poder conseguir esos recursos, demandas que claramente cuestionan las bases del sistema capitalista chileno.
Chile es uno de los países donde el precio por entrar a la universidad es más alto, provocando que las familias trabajadoras y los estudiantes se endeuden de por vida para poder formarse. Los estudiantes pagan el 75% de la matrícula y el Estado el 25%. En ocasiones, los estudiantes pagan más en la universidad pública que en la privada. En la secundaria pública no es menos, desde 2009 el 95% de la matrícula la pagan las familias.
Movilizaciones conjuntas de estudiantes y trabajadores
La lucha que se inició el año pasado acabó con la dimisión del ministro de Educación, Felipe Bulnes, el 29 de diciembre, después del desgaste de todo un curso de movilizaciones y huelgas educativas y generales, implicando al grueso de los trabajadores. La CUT convocó un paro nacional (24 y 25 de agosto) para sumarse y apoyar al movimiento. Durante los días 18 y 19 de octubre se volvió producir un paro nacional en la educación convocado por los estudiantes y apoyado por la CUT. Este año el camino con los trabajadores ha continuado, cuando el 25 de abril se abrió el calendario de movilizaciones del nuevo curso (que comenzó en marzo) con una huelga en la educación y una marcha convocada por la Confech, ACES, CONES y el Colegio de profesores. La marcha llegó a reunir a más de 100.000 personas en Santiago de Chile.
Sólo gracias a la movilización conjunta de los trabajadores y estudiantes y a la unificación de las reivindicaciones se ha podido conseguir tal masividad, continuidad y fuerza. El que las movilizaciones del año pasado coincidiesen con la lucha de los trabajadores contra la privatización de la empresa estatal de Cobre y se vinculasen dio lugar a que los planes privatizadores se interrumpieran y que las manifestaciones fueran más masivas aún.
Estas movilizaciones se engloban en los amplios movimientos en defensa de la educación pública que están recorriendo toda América: México, Perú, Colombia, e incluso en la ciudad de Chicago (EEUU), donde profesores de primaria van a ir a la huelga. Todo un escenario de defensa de la educación pública y de defensa de las condiciones de vida de la clase trabajadora que se extiende también por Europa.
Estos acontecimientos están suponiendo una gran escuela revolucionaria para la juventud y los trabajadores chilenos, algo que seguro inspirará futuras luchas revolucionarias por la lucha contra el capitalismo en Chile llegando a superar las de la época de Allende.