Si se analizan con rigor las motivaciones de la brutal agresión sionista en Gaza y también en Cisjordania, una de las cosas que salta a la vista es como los medios de comunicación ocultan que tras los bombardeos y la destrucción de miles de viviendas e infraestructuras, tras la masacre de la población palestina y su limpieza étnica se esconde un gran negocio.
La sangre de miles de niños y niñas palestinos, de miles de hombres y mujeres inocentes es la condición necesaria para que los bolsillos de los capitalistas israelíes y sus socios occidentales vuelven a llenarse con beneficios estratosféricos.
No es solo el caso de los especuladores bursátiles, que conocían el momento del ataque[i], sino de la banca y de los especuladores inmobiliarios que están frotándose las manos con el desplazamiento sangriento de la población palestina y las posibilidades de ampliar el negocio a Gaza, negocio que en Israel y en Cisjordania les ha procurado beneficios cuantiosos gracias a una de las burbujas inmobiliarias más infladas del mundo.
Negocios a costa de lo que sea
En Israel la base social de la extrema derecha y la derecha tiene muchas similitudes con la del Estado español y otros países: el boom inmobiliario y el alza de precios, junto a la ausencia de vivienda pública que afecta duramente a la clase obrera, ha permitido a los grandes y pequeños tenedores de vivienda a forrarse con el alquiler y la reventa de casas y pisos, impulsando la expropiación de tierra a los palestinos para seguir construyendo y especulando.
Detrás de esta política de destrucción de viviendas en Gaza y Cisjordania, de asentamientos que se multiplican, y de limpieza étnica pavorosa hay un negocio multimillonario a expensas del pueblo palestino.
Israel es en la actualidad uno de los países del mundo más caros para comprar vivienda, y un paraíso para los especuladores inmobiliarios y la gran banca que se hace de oro con este negocio. Los precios de la vivienda en Tel Aviv y Jerusalén son más altos que en cualquier gran ciudad europea, incluida la capital más cara, Paris[ii].
El precio medio de una propiedad en Israel es ahora de 1,9 millones de NIS (548.700 dólares) y de un apartamento en Tel Aviv 3 millones de NIS (878,000 dólares).
Los precios de la vivienda aumentaron más de un 200% desde 2007 debido a la ausencia de planes de vivienda pública y la completa liberalización del sector. Como señalaba el periódico Times of Israel: “los precios en Jerusalén son escandalosos, los más altos que puedas conseguir. Desde 1 millón a millón y medio de dólares tu solo puedes conseguir un apartamento de entre 85 y 100 metros cuadrados”. Todo el que tenga una parcela hace un negocio fabuloso: “Una empresa inmobiliaria de lujo con sede en Nueva York compró una importante parcela de tierra en el centro de Jerusalén propiedad del Patriarcado Ortodoxo Griego por 750 millones de NIS (216 millones de dólares), anunciaron las partes esta semana. La compra fue la primera en Israel para Extell Development, fundada y dirigida por el empresario judío-estadounidense Gary Barnett, quien también es propietario de Extell Ltd., que ha emitido bonos en la bolsa de valores israelí durante los últimos ocho años”[iii].
Las empresas norteamericanas y europeas también están haciendo caja. Existen proyectos para construir torres de 40 plantas en la parte occidental de Jerusalén. ¿De qué país es el estudio de arquitectura al que se dio la licitación de la obra? Alemania. “El espacio público será diseñado por los arquitectos berlineses Topotek 1, ganadores de una licitación internacional para la obra”. Esto es solo un pequeño ejemplo de los negocios que tiene la burguesía alemana en Israel y explica que se haya convertido en una de los grandes valedores del Estado sionista en su genocidio en Gaza[iv].
Los asentamientos, un maná para la especulación inmobiliaria
Pero la intervención militar está claro que ha abierto nuevas ventanas de oportunidades. Empresas constructoras de asentamientos ya están preparándose para el futuro, y ven en Gaza repetir los negocios lucrativos que hacen en Cisjordania.
En 2020 tras el anuncio del plan de Trump de respaldar nuevas anexiones en Cisjordania que se consideraban ilegales, un artículo incidía en el negocio que se avistaba: “Los agentes dicen que han visto un salto en las ventas desde que la anexión comenzó a dominar los titulares después del lanzamiento del plan estadounidense, y a los compradores les preocupa que los precios aumenten (...) Inmediatamente después de la anexión, los precios aumentarán entre un 10 y un 15 por ciento, y dentro de cinco, seis o siete años, subirán alrededor de un 30 por ciento, no menos. Zeev Epstein, que registró un número récord de ventas el mes pasado, comparte el optimismo:
`La anexión marcará una gran diferencia`, afirmó Epstein, cuya empresa inmobiliaria Harei Zahav (Montañas Doradas en hebreo) se ocupa exclusivamente de los asentamientos israelíes, dijo a la AFP. `Será un gran mercado, tendremos que prepararnos y trabajar duro para aprovechar esta oportunidad`[v].
Cualquiera puede imaginar que millonada podrán ganar estas empresas construyendo vivienda residencial, complejos de resort y hoteles de lujo en la Franja de Gaza de cara al mar.
Negocio para los propietarios, pesadilla para la clase obrera israelí
Israel posee tan solo 295 unidades de vivienda por cada 1.000 habitantes, superada en escasez solo por Grecia con 285 unidades por cada 1.000 habitantes. El parque de viviendas medio fue de 473 viviendas por cada 1.000 habitantes en Europa.
Tal es la carencia que el Estado sionista organiza rifas de viviendas con descuento para los agraciados, eso sí siempre parejas casadas o en el trámite de serlo[vi]. Al que no tiene suerte en la rifa se le avoca al infierno de conseguir un alquiler…
“Alquilar una casa en Israel puede ser una experiencia dolorosa. No existe un contrato de arrendamiento estándar y los propietarios pueden exigir todo tipo de garantías (razonables y no razonables), dependiendo de la propiedad y su temperamento. Los arrendamientos también son a corto plazo, generalmente por solo un año (con opciones de extenderse por otro año), y los inquilinos pueden verse fuera de la casa en la que pretendían estar por un periodo más largo con solo unos meses de aviso. Un baño con goteras puede convertirse en una batalla de voluntades entre un inquilino y un propietario en ausencia de cláusulas claras que indiquen quién es responsable de qué reparaciones”.
“Es un mercado no regulado que favorece en gran medida a los propietarios privados (potencialmente hasta 13% de los israelíes) que teóricamente pueden aumentar el alquiler en cualquier porcentaje, y desalojar incluso a los buenos inquilinos para asegurar estos alquileres más altos. Esto se debe a un mercado inmobiliario sobrecalentado donde la demanda supera con creces la oferta y muchos de ellos no pueden adquirir propiedades”.
“Aproximadamente el 30 % de los hogares (o aproximadamente 800.000 hogares de unos 2,7 millones en 2021) viven en viviendas de alquiler (excluidas las viviendas de muy corto plazo). Alquileres como “zimmers” y casas de vacaciones, según una encuesta de 2018-2019 realizada por la Oficina Central de Estadísticas y publicada en 2021”[vii].
Esta situación de precios imposibles da pie también a sacar un buen rédito del alquiler de la vivienda o de su venta, creando una tupida red de pequeños y medianos rentistas que constituye la base social más sólida de la extrema derecha sionista.
Si para los trabajadores o los jóvenes israelíes es misión casi imposible conseguir una vivienda, la situación para los palestinos es aún peor. Y a esto se añade las trabas legales que hacen completamente inviable para la población árabe de Israel conseguir permisos para construir vivienda. Por supuesto los especuladores del sector tienen vía libre para construir lo que haga falta: “El comité regional de planificación y construcción para el distrito de Tel Aviv dio su aprobación esta semana a planes para agregar 36.000 nuevas unidades de vivienda en el ciudad de Holon, como parte de un plan de renovación urbana más amplio, anunciado como el proyecto de desarrollo más grande en el centro de Israel”[viii].
No solo la especulación inmobiliaria espolea la expropiación de tierras. Las exportaciones agroalimentarias suponen un buen negocio para unos pocos y está detrás de la expulsión y la limpieza étnica contra el pueblo palestino.
Israel exporta productos agrícolas y alimentos por valor de 2.000 millones de dólares, y una parte de esas tierras productivas, donde los colonos monopolizan el agua, están en los territorios ocupados. Según informaba el diario británico The Guardian. “Unos pocos se han enriquecido cultivando miles de hectáreas de tierras en disputa, donde han nacido bodegas boutique y marcas de dátiles medjool (muy apreciados en Europa) y aceite de oliva de alta calidad para la exportación. Una de las mayores empresas agrícolas de los asentamientos es Meshek Achiya, fundada en 2003 cerca del asentamiento de Shilo, una zona especialmente conocida por el acaparamiento de tierras y la violencia de los colonos”.
Y en otro artículo se añade: “Las familias locales dicen que Meshek Achiya creció tras hacerse con tierras por la fuerza durante la segunda intifada (levantamiento palestino) en la primera década del siglo XXI, cuando el acceso de los palestinos a la zona estaba bloqueado por puestos de control del Ejército israelí”[ix].
Para resumir. Las empresas inmobiliarias sionistas, con el fin de atraer posibles compradores entre la población judía de otros países, insisten en sus anuncios publicitarios que Israel es un país extremadamente seguro. Es decir, la seguridad inmobiliaria va unida al aumento de la violencia represiva contra la población palestina, al asesinato impune de niños, a la limpieza étnica. Por eso, los Gobiernos occidentales que hablan del derecho de Israel a defenderse no hacen más que cubrir y justificar una barbarie cada vez más parecida a la del nazismo.
Notas:
[i] Una investigación señala que inversores conocían con antelación el ataque de Hamás a Israel y lo aprovecharon en Bolsa
[ii] Israel registró el lugar más caro para comprar una casa en una encuesta europea de vivienda
[iii] US developer pays over $200 million for slice of central Jerusalem
[iv] Proyecto Jerusalem Gateway en camino con planes de desarrollo para las primeras torres de 40 pisos
[v] In West Bank settlements, money is on an annexation real estate boom
[vi] Las parejas comprometidas ahora pueden solicitar la rifa de un apartamento con descuento en Israel
[vii] Vowing to lower prices, new government could target Israel’s untamed rental market
[viii] Holon gets okay for central Israel’s largest urban renewal plan