Esto fue verificado indirectamente por Tawfiq Abu Khoussa, portavoz de Fatah, quien dijo que “la seguridad empeoraría si Hamás mantenía su nueva fuerza en las calles de Gaza desafiando las órdenes de desmantelamiento del presidente palestino”.
El mes pasado Abbas, en un decreto presidencial, acusó a Said Siyam, Ministro de Interior, de actuar ilegalmente al formar la nueva fuerza y situar al frente de ella a Jamal Abu Samhadana. El jefe de la nueva fuerza es un miembro fundador de los Comités Populares de Resistencia y ha sobrevivido al menos a un intento de asesinato por parte de Israel.
El Ministro de Interior de Hamás, respondió que la decisión de formar esta fuerza estaba conforme con la ley… “que otorga al ministro la autoridad para adoptar las decisiones necesarios para garantizar la seguridad”.
Este enfrentamiento no era el primero desde que Hamás ganara las elecciones en enero de este año y formó nuevo gobierno. Sin embargo, sí fue el más intenso. En las últimas semanas han muerto ocho personas en estos enfrentamientos. La muerte de Radiada era la octava de esta lucha interna en Gaza durante este mes.
Hace unos días, Tareq Abu Rajab, el jefe de los servicios de inteligencia palestinos nombrado para esta tarea en abril de 2005 por el presidente, y uno de los favoritos de Israel, fue llevado a un hospital de Israel después de ser seriamente herido en un ataque a su cuartel general en Gaza, Alí Abu Asirá, guardaespaldas de Abu Rajab, murió debido a las heridas provocadas por esta explosión, en ella otras quince personas resultaron heridas.
Fuentes de seguridad palestinas acusaron a Hamás. En Ramalah, hombres armados palestinos de las Brigadas de los Mártires de Al Aqsa, una ramificación del movimiento Fatah de Abbas, irrumpió en el parlamento en señal de protesta contra la explosión de Gaza, culpando a Hamás.
El gobierno de Hamás lo negó. Ghazi Hamad, portavoz de Hamás, dijo que no debería sacarse una conclusión apresurada. “La gente no debería hacer juicios tan rápidos y debería escuchar la voz de la sabiduría. No queremos aumentar las tensiones en la calles palestina”.
Abu Rajab tenía muchos enemigos y es más probable que no fuera Hamás sino alguno de los grupos que quieren provocar estos enfrentamientos, algo similar a lo que estamos viendo en Iraq.
Después del atentado, Tawfiq Tirawi, jefe de los servicios de inteligencia, dijo a los periodistas en Ramalah: “Hemos información de que muchos grupos están intentando tener como objetivo a los dirigentes de las fuerzas de seguridad palestinas además de dirigentes políticos, incluido el presidente de la Autoridad Palestina, Mahmoud Abbas”.
Estos grupos podrían estar relacionados con la Yihad Islámica que ha estado acusando a Hamás de traidores a la causa. Desde que Hamás tomó el poder ya ha manifestado en más de una ocasión que están dispuestos a hacer las paces con Israel con unas condiciones determinadas. Por ejemplo, el 21 de abril de 2006, Khalid Misal, funcionario político de Hamás, dijo a ZDF, una televisión pública alemana, que la paz con Israel era factible si devolvían los territorios ocupados en 1967, incluida Jerusalén. Otras condiciones eran: “el derecho de los refugiados a regresar además del desmantelamiento de los asentamientos judíos, la destrucción del muro de separación y la liberación de todos los detenidos palestinos… Si, y sólo si, Israel hace esto, entonces Hamás, los palestinos, los árabes y los musulmanes estarán preparados para una paz verdadera”.
Israel tendría más dificultades para luchar y derrotar a un movimiento palestino unido. Pero ni Hamás ni Fatah, ambos compitiendo para formar parte de la Pax Americana, son capaces de dirigir la lucha contra la ocupación. Los gobernantes de Israel son estrechos aliados del imperialismo norteamericano y han dejado claro que bajo ninguna condición aceptarán a Hamás como socio de la Pax Americana.
De este modo, se pueden sacar la conclusión de que estos nuevos enfrentamientos reflejan de una u otra manera los intentos de Israel y EEUU para provocar una guerra civil y acabar con el gobierno de Hamás.
Una vez más está claro que no hay solución dentro del orden imperialista. La lucha contra la ocupación necesita un tipo de dirección muy diferente, una que comprenda que los enemigos reales del pueblo palestino, y del pueblo israelí, son los imperialistas y todas las fuerzas que les sirven o quieren servir a los capitalistas, tanto árabes como judíos. El conflicto sangriento les sirve muy bien para utilizarlo y desviar la atención de la lucha de clases, canalizándola hacia los enfrentamientos étnicos y sangrientos. Esto será un callejón sin salida para todos los trabajadores de la nación, independientemente de la nacionalidad a la que pertenezcan.
La única solución posible para la clase obrera es una Federación Socialista de Oriente Medio, donde palestinos e israelíes tengan autonomías territoriales nacionales dentro de un estado federado socialista. Para conseguir esto es necesario una dirección marxista y revolucionaria.