Guantánamo:
crueldad imperialista
El salvaje tratamiento con el que el imperialismo norteamericano retiene a cientos de prisioneros en la base militar de Guantánamo sirve para conocer la crueldad y la brutalidad a la que es capaz de llegar la burguesía. La humillación y el maltrato a los presos es idéntica a las torturas utilizadas a lo largo de la historia por las más sangrientas dictaduras. Personas que han sido liberadas por ser inocentes han relatado al mundo cómo los militares norteamericanos tratan a los presos: les inyectan sustancias desconocidas, les prohíben hablar, tiene los oídos tapados, la boca amordazada, el cuerpo inmovilizado, son obligados a respirar gases paralizantes y tóxicos, únicamente pueden salir diez minutos de su diminuta celda y siempre tienen una capucha en la cabeza que les impide tener contacto visual.
De los cerca de 460 prisioneros sólo a diez de ellos se les acusa de algo. Ninguno tiene derecho a cuestiones tan elementales como saber de qué se les acusa o tener un abogado. La mayoría de los presos fueron capturados y entregados al ejército norteamericano, en algunos casos al precio de dos mil dólares por prisionero. Muchos de ellos fueron entregados y acusados por motivos personales a raíz de enfrentamientos entre caciques locales y tribus rivales. En otros muchos casos simplemente han sido detenidos “por error” sin tener nada que ver con el terrorismo.
No nos puede sorprender, en EEUU hay multitud de casos en los que se ha ejecutado a inocentes o se ha condenado a personas a largas condenas por error. Si esto pasa en la justicia ordinaria, ¡qué vamos a esperar de Guantánamo!
La última muestra de cinismo la encontramos en los tres presos que se suicidaron. Para los generales estadounidense esto es un “acto de guerra”. Si un suicidio es un acto de guerra ¿cómo calificamos las atrocidades que comete el ejército británico en Basora, los bombardeos masivos a Faluya, la masacre de civiles en Hadita o las torturas en Abu Ghraib?
Vuelos secretos de la CIA y la hipocresía de los gobiernos europeos
Pero Guantánamo es sólo la punta del iceberg. El escándalo de los aviones de la CIA lo demuestra. Los servicios secretos norteamericanos secuestran a “sospechosos terroristas” por todo el mundo y los envían a cárceles secretas que tienen en Rumania, Polonia, Marruecos, Jordania, Egipto o Afganistán. Europa no se libra del escándalo. Varios gobiernos europeos no han puesto ningún obstáculo para que la CIA realizase sus operaciones secretas y extrajudiciales. Entre ellos el español.
El informe de la eurocámara contiene 17 testimonios que aseguran haber sido secuestrados y torturados posteriormente en cárceles secretas. Los detenidos se encuentran sin garantías judiciales, sin una acusación formal, sin abogado y sufriendo torturas, algo que viola los derechos que desde Europa aseguran que están garantizados.
Es muy difícil de creer que la CIA haya podido realizar sus trabajos sin algún grado de complicidad por parte de los estados europeos. El responsable de investigar este asunto en el Consejo de Europa ha dicho que “resulta inconcebible que algunas operaciones ejecutadas por los servicios secretos estadounidenses hayan tenido lugar sin la participación activa, o al menos la convivencia de los servicios de espionaje nacionales”.
Condoleeza Rice hace poco se defendía diciendo que “otros Estados europeos también han expresado su derecho a detener a un sospechoso de terrorismo en un territorio extranjero”. De hecho tiene razón, seguramente cualquier otro Estado europeo no tendría reparos en hacer lo mismo si lo creyese necesario.
Sería falso admitir que en Europa sí se defienden y garantizan los derechos democráticos. Es evidente que ningún gobierno europeo ha puesto pegas a que los servicios secretos norteamericanos utilicen suelo y espacio aéreo europeo para secuestrar a personas y llevarlas a cárceles secretas. Si la CIA detiene y tortura en el país que quiere y a quién quiere no es posible solamente gracias a la complicidad de países como Marruecos, Jordania o Afganistán, sino con el amparo y consentimiento de estados occidentales supuestamente garantes del estado de derecho.
Actitud del gobierno español
Al menos catorce gobiernos europeos han consentido a la CIA realizar estas operaciones, entre ellos el español, que ha prestado su suelo y espacio aéreo para estas oscuras operaciones.
Según el registro de Eurocontrol (organización europea de control aéreo), la primera escala de un avión de la CIA en suelo español se produce el 11 de diciembre de 2001. En 2002 se producen 6 escalas y otras 16 en 2003. De los 2.600 movimientos aéreos orquestados por la CIA en Europa, 125 de ellos tuvieron lugar en espacio aéreo español, llegando a utilizar diez aeropuertos.
El escándalo surgió cuando el libanés Khaled El-Masri fue detenido en secreto el 23 de enero de 2004 en Macedonia y enviado a Kabul, donde fue torturado. Más tarde fue liberado cuando autoridades estadounidenses reconocieron confundirle con un terrorista. El avión que le transportaba utilizó el aeropuerto de Mallorca.
El gobierno de Zapatero da por buenas las explicaciones de EEUU. Conscientemente intentan ocultar información, guardar silencio y restar importancia al asunto. No quieren que se esclarezcan los hechos porque quedaría al descubierto la falsedad e hipocresía con la que defienden “al estado de derecho”. Es evidente que no hay tanta diferencia entre Europa y EEUU en lo que se refiere a derechos democráticos.
Es vergonzoso que un gobierno supuestamente de izquierdas y que retiró las tropas de Iraq, se niegue ahora a dar explicaciones y encubra al imperialismo estadounidense.
Las guerras imperialistas, la tortura, los secuestros, las leyes represivas y operaciones como los vuelos secretos de la CIA no son algo excepcional, es la manera de dominar que tienen los imperialistas que hay detrás de la camarilla de la Casa Blanca. Los mismos métodos que utiliza el aparato del Estado norteamericano contra “sospechosos de terrorismo” mañana serán utilizados contra los trabajadores y sus organizaciones, si no acabamos antes con este decadente sistema