Un paso adelante en la lucha de los oprimidos

El pasado 1 de enero el CNI y el EZLN, en el marco del 23 aniversario del levantamiento chiapaneco, dieron a conocer la conformación del Concejo Indígena de Gobierno (CIG) que tendrá como vocera a una compañera que contenderá como candidata independiente en la elecciones del 2018. “Esta iniciativa de lucha fue debatida por 43 pueblos originarios de 523 comunidades de 25 estados del país; de esas, 430 comunidades aprobaron la propuesta.” (La Jornada Maya 10 de enero de 2017).

Opresión y miseria

En los últimos quince años la violencia y represión del Estado, el narcotráfico, la miseria y el desempleo, y las constantes humillaciones del sistema sobre nuestras comunidades y el campo, se han agravado drásticamente. Los altos costos de las materias primas generaron un proceso de depredación capitalista que amenaza cada vez más las tierras de los pueblos originarios. Por ejemplo, la programación de 70 proyectos hidroeléctricos en 19 estados de la República, de ponerse en marcha, supondrían el desplazamiento de más de 170.000 personas de sus comunidades. A escala nacional existen más de 400 empresas mineras que acaparan el agua, contaminan el ambiente y los mantos freáticos de nuestros pueblos: en 2013 las concesiones mineras en el Estado de Oaxaca superaban las 817.000 hectáreas, lo que equivalía a casi el 24% del territorio del Estado. La voracidad del capital por obtener ganancias a costa del medio ambiente donde vivimos millones de trabajadores del campo e indígenas no tiene límite.

Hace 23 años el EZLN hacía su aparición poniendo la lucha campesina e indígena en el orden del día. A lo largo más de dos décadas el movimiento zapatista ha continuado como un ejemplo de resistencia. Pero la juventud, la clase obrera y el campesinado nos enfrentamos a un sistema que cuenta con poderosas organizaciones y recursos, que dispone de un aparato del Estado a su servicio. No basta en la lucha por nuestra liberación con el coraje y la valentía, rasgos distintivos que caracterizan al EZLN y a sus comunidades. Los oprimidos necesitamos también de un programa revolucionario, socialista e internacionalista, que ligue la lucha de los trabajadores del campo y la ciudad contra el enemigo común. La actual batalla contra el gasolinazo demuestra mejor que ningún otro hecho como nos afecta por igual, a trabajadores, campesinos o comunidades indígenas, las medidas del gobierno y de los capitalistas.

El aislamiento que ha atravesado el EZLN tiene mucho que ver con la inhibición manifiesta de su dirección en numerosas batallas que se han planteado en estos años contra la agenda de privatizaciones, recortes y ataques a nuestros derechos lanzados desde los gobiernos del PAN-PRI, así como en las contiendas electorales. Por supuesto, el combate de las comunidades indígenas por sus derechos ha sido una fuente de inspiración para todos los oprimidos. Acontecimientos como los de Cherán —donde la comunidad purépecha ha ganado el reconocimiento de su autogobierno—, o las autodefensas en Ostula (Michoacán) que han hecho retroceder al gobierno y al narcotráfico a costa de una larga batalla, represión y cárcel, muestran un gran nervio revolucionario imprescindible en la lucha por el socialismo. Por eso el paso dado por el EZLN y el CNI es sin duda una gran noticia, precisamente porque pone en el centro del debate la necesidad de levantar una candidatura presidencial que defienda los intereses de los oprimidos de México, de las comunidades indígenas, del campesinado, de los trabajadores y la juventud.

Un paso adelante

La decisión del EZLN-CNI supone un avance en sus conclusiones como movimiento: “no queremos ser parte de la clase política corrupta lo que queremos es tomar la tribuna mediante la candidatura para poder hacer visibles toda nuestra miseria y guerra contra nuestros pueblos”, han declarado en su propuesta de candidatura hacia el año 2018

Por supuesto, una parte muy importe para desarrollar la lucha es el programa y los métodos a defender para que la población siga nuestra bandera. El programa que levante el CIG debería incluir las demandas de todo el pueblo, que incluya a los trabajadores de la ciudad, a las mujeres, a la comunidad sexodiversa, a los migrantes, que sea abiertamente anticapitalista, en contra de la privatización de las tierras y de los recursos naturales, por la expropiación de las mineras bajo control democrático de los trabajadores, por el acercamiento y la dignificación de los servicios públicos esenciales para todas las comunidades y particularmente para las más alejadas (electricidad, agua, servicios sanitarios, educación en la lengua nativa…). Estas medidas, y muchas otras, servirán de ariete para combatir la pobreza y la marginación.

Este programa hay que defenderlo no sólo en los espacios que nos abra el proceso electoral sino sobre todo en las calles, con movilizaciones conjuntas en todo el país, mítines a puerta de los centros de trabajo, creación de comités de base en el campo y en la ciudad, convocatoria de asambleas en cada centro escolar del país para discutir el programa y organizar todo el descontento de la juventud y los trabajadores. No podemos tener un ápice de confianza en el Estado ni en la democracia de los capitalistas que, en realidad, esconde la dictadura de un puñado de banqueros y grandes monopolios que nadie ha elegido ni votado. Nuestros derechos, incluyendo el de ser escuchados, solo la ganaremos con la organización y la movilización en las calles, en las escuelas y en los centros laborales.

Desde Izquierda Revolucionaria saludamos este paso positivo, y aportaremos nuestras energías para su confluencia con el conjunto de los movimientos sociales, activistas y organizaciones de la izquierda que lucha, en un gran Frente Único para derrotar al PRI, al PAN y a todos los instrumentos políticos del gran capital mexicano e internacional.


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