Las acciones del gobierno de Donald Trump para obligar a empresas norteamericanas a trasladar, cuando menos, parte de sus instalaciones a los Estados Unidos y modificar el Tratado de Libre Comercio, ha desatado una reacción histérica del gobierno mexicano y de los grandes empresarios del país.
Esta histeria contrasta con la actitud sumisa mostrada por ellos mismos frente a las agresiones realizadas durante la campaña electoral de Trump. Estas actitudes contradictorias tienen una explicación. Con la firma y entrada en vigor del TLC, México se integró total y de manera subordinada a las redes comerciales y financieras de los Estados Unidos, ello le garantizó a los grandes empresarios mexicanos una parte de las ganancias del comercio y dio al gobierno argumentos para legitimar las medidas privatizadoras de las empresas y servicios públicos: petróleo, electricidad, salud, educación, etc.
Estos beneficios del TLC están en riesgo si prosperan las pretensiones del gobierno norteamericano. Ante esta perspectiva, el gobierno de Peña Nieto no ha variado su actitud sumisa y servil pero ha recurrido a un viejo truco: defender la soberanía nacional, para ellos, sinónimo de conservar sus ganancias.
Empresarios, voceros gubernamentales, partidos políticos y medios de comunicación se han convertido súbitamente en ardientes defensores de la soberanía nacional, no es de extrañar, pero si llama la atención la lamentable integración a ese coro patriótico de López Obrador junto con la plana mayor de Morena.
Desde el momento mismo de conocerse el resultado electoral de los Estados Unidos, López Obrador declaró: “fue un error de los integrantes de la mafia del poder en México tomar partido” ¡y ahora se pondrá al lado del jefe de esta mafia! López Obrador afirmó públicamente “estaré al lado de Peña Nieto para defender al pueblo, a los migrantes y para defender la soberanía de México”. Esta declaración no toma en cuenta la actitud del gobierno mexicano, de Peña Nieto, de docilidad y autohumillación ante el presidente Trump. Hasta el propio López Obrador reconoce: “le ha faltado aplomo y hasta lo ha ninguneado por teléfono este Donald Trump”, pero al mismo tiempo no tiene empacho en decir “estaré al lado de Peña Nieto” (¡sic!).
Estas declaraciones y otras igualmente contradictorias son un apoyo al gobierno mexicano que no tiene la menor intención de enfrentar al gobierno norteamericano en defensa de las mujeres y hombres trabajadores del país.
La actitud de López Obrador se explica por el objetivo que él y la dirigencia de Morena se han fijado: ganar las elecciones sin importar si para hacerlo deben alentar ilusiones en sus simpatizantes y en el resto de la población en la posibilidad de una alianza patriótica con quienes los han agredido y orillado a una situación económica cada vez más precaria, a una situación económica en donde el sostenimiento de la familia es cada vez más difícil.
Para ganar las elecciones la dirigencia de Morena ha ido abandonando propuestas y actitudes que en el pasado le hicieron ganar un enorme apoyo, apoyo reflejado en los resultados de las encuestas electorales que sitúan a AMLO en primer lugar y a Morena en las dos primeras posiciones.
Así, la lucha por la defensa del petróleo se ha convertido cada vez más en puras declaraciones y repitiendo el esquema para toda demanda popular, trátese del movimiento magisterial, de la demanda de aparición con vida de los 43 normalistas de Ayotzinapa, del gasolinazo, etc.
En la práctica AMLO y la dirigencia de Morena se han corrido de la izquierda hacia el centro y más allá del centro. Es el caso por ejemplo de la integración de Esteban Moctezuma al equipo de López Obrador. Ex priísta de viejo cuño, Secretario de Gobernación en tiempos de Zedillo, acusado por los zapatistas de tender una emboscada asesina a la dirección del EZLN, en la actualidad empleado de Ricardo Salinas, el rancio y feroz derechista propietario de Televisión Azteca.
Todo ello peccata minuta si el resultado es atraer a un sector empresarial que le pueda proporcionar apoyo mediático y económico para la campaña electoral. Esto es un error, ya se sabe, moverse de la izquierda al centro es moverse a la derecha.
Estas contradicciones de la dirección de Morena no han mellado el apoyo reflejado en las encuestas electorales porque el hartazgo de la población contra el sistema político y sus partidos es enorme y la necesidad de buscar un cambio es imperiosa, pero si arrojan serias dudas sobre las ya exiguas posibilidades de AMLO de actuar de forma independiente de los intereses políticos y económicos que han subordinado al país al imperialismo norteamericano y, es decir, de cumplir a cabalidad sus promesas electorales.
De cualquier manera, la solución a las necesidades y demandas de los trabajadores de este país no están garantizadas con la actual política errática de los dirigentes de Morena y produce un efecto contrario al deseado dentro de sectores avanzados de los movimientos sociales y del propio Morena que pueden afectar sus resultados electorales. Si en algún momento surgiera la comparación entre los costos y los resultados de esta política contradictoria sería de un cinismo extremo que no merecen todos aquellos, hombres y mujeres que ven en Morena la posibilidad de un cambio real.