¿Cómo llegamos a esto?
El III Congreso de Morena fue la confirmación de que, lo que se había venido desarrollando como una deriva derechista del grupo que dirige Morena, que iba probando a cada momento qué tan lejos podía ir, ha tomado carta de naturaleza reformando el partido para crear una estructura adecuada para llevar adelante su programa, que no es otro que los intereses de los enemigos del pueblo.
Un sector importante de la burguesía mexicana, en concordancia con el capital internacional asumió que, en vez de enfrentar a Morena desde fuera, tenía que hacerlo desde dentro. Al tiempo que descobijó a los partidos derechistas tradicionales, emprendió una verdadera invasión de Morena, una táctica entrista que ahora muestra su resultado a la vista de todos.
La modificación de los estatutos, la eliminación de la definición como partido de izquierda, la consolidación de una casta burocrática, la unción como mandos medios (coordinadores y consejeros de todo tipo) del partido de cientos de arribistas, burócratas soberbios y pusilánimes, y la victoria de la derecha son la consolidación de una proyecto ajeno, contrario, peligroso para los intereses de las masas trabajadores en su propio nombre, dentro de la organización en que millones confiaban para cambiar las cosas a su favor, contra el prianismo, la pobreza y el hambre.
La coronación
Pareciera, a todas luces que el reciente Congreso significa la coronación de la nueva casta burocrática al servicio del capital dentro de Morena, y ciertamente ese es uno de los principales resultados, sin embargo, nos equivocaríamos si creyéramos que el nuevo rey podrá sentarse tranquilamente a observar sus dominios. La dirección burocrática que hoy domina el partido se sienta sobre un volcán activo, la crisis económica y política profunda del capitalismo en México e internacionalmente hace subir la temperatura, y el descontento y la confrontación social estallan de vez en cuando, haciendo cada vez más difícil la paz social.
La burocracia derechista puede morir quemada en una explosión, puede rodar ladera abajo mientras el movimiento obrero y social hace estallar todo, y aún si se tardara, puede morir envenenada por los gases tóxicos emanados de la misma inestabilidad de su condición.
La tendencia será a controlar cada vez más la estructura del partido, apagar las críticas y el pensamiento independiente, sofocar la vida interna del partido con una orientación exclusivamente electoralista destinada a la administración pública cuyo único interés son los puestos y el control del Estado.
Nuevos vasallos
El resultado del Congreso también da cuenta del lado de la barricada que ocuparon todos los actores relevantes, no sólo la derecha del partido. Hace tiempo es claro que gente como Monreal, Delgado, Polevnsky, etc. sirven a intereses extraños y contrapuestos a la base social del morenismo, pero también pasaron en este teatro nombres como los de Citlalli Hernández y otros; fantasmas antiguamente izquierdistas que arrastran las cadenas que se pusieron a sí mismos cuando felizmente posaban para la foto y decían que se podía seguir trabajando juntos y que la crítica era para después.
Y los intentos, que pudiesen ser honestos en manos de la base que sigue a Ackerman y compañía pero que son infructuosos porque sus dirigentes “convencionistas” y “puros” son incapaces de romper abierta y decididamente con la derecha, y salen del Congreso hediondos de la pestilencia malsana que se les ha impregnado y que no logran sacudirse.
Queda claro, viendo los resultados y las oportunidades perdidas, las sonrisas radiantes de los Delgado y toda su calaña, las actuaciones lamentables de los otrora izquierdistas, las imposibilidades de los izquierdistas en turno, que sin una clara alternativa revolucionaria, anticapitalista y marxista se complica levantar una alternativa viable a la degeneración burocrática que lastra a miles de militantes honestos.
Por supuesto, no se puede negar, esta situación es un revés para miles de luchadores y militantes honestos, de mujeres, jóvenes, campesinos, indígenas, obreras y obreros que habían depositado su confianza. Prácticamente toda la nomenclatura actual del Morena es insalvable pero lo que empuja la historia no son los aparatos burocráticos, sino la lucha de los pueblos, los proletarios que se alzan una y otra vez contra la explotación y la miseria.
El partido que hoy ha renunciado a la transformación social, apostando a gestionar el capitalismo y administrar el narcoestado mexicano sólo logra ponerse cada vez más cerca del cráter ardiente del volcán, avanza alegremente camino a la tumba. Queda claro que la burocracia que hoy domina Morena tiene los días contados.
La revolución es el único camino
Por difícil que parezca, por dura que sea la idea, necesitamos construir una alternativa revolucionaria, una organización que sea capaz realmente de lograr una transformación social y económica del país, una verdadera revolución. Para docenas y cientos de activistas de Morena, es claro que hay una degeneración burocrática, pero queda la duda de qué hacer frente a ello, sobre todo cuando hay miles aún que no tienen la seguridad de romper con Morena, que aún sienten que tiran a la basura demasiado esfuerzo.
A todos esos compañeras y compañeros les proponemos que nos reorganicemos, ya desde Morena, ya desde fuera, que busquemos conectar la convicción de cambio de la base social y militante del partido con las luchas de las y los oprimidos. Ir de nuevo hacia las fábricas, las colonias, el campo, las escuelas, los sindicatos, etc. unificando los esfuerzos, esclareciendo los objetivos y explicando que la lucha es contra la burguesía que nos explota, su Estado que nos reprime, el capitalismo que nos condena y también contra la burocracia morena que intenta salvarlo.
Que hay que dejar el miedo de empezar otra vez y entender que, lo mismo que Morena no surgió de la nada, no se empieza de nuevo desde cero. Morena no surgió de la inspiración de ningún líder genial, sino de la necesidad histórica del pueblo de luchar, y podemos volver a levantarnos, organizando la resistencia dentro de Morena, y extendiendo la organización obrera y popular, con una nueva bandera, anticapitalista, revolucionaria y socialista.
Fuera la derecha de Morena
Por un resurgimiento de la izquierda revolucionaria para recuperar el partido
Por un nuevo partido que se proponga la revolución social