Los paros del día 5 de diciembre y 26 de enero están demostrando la fuerza del magisterio democrático de la CDMX. Cientos de escuelas en paro y miles de maestras y maestros en la movilización. Sin duda estas movilizaciones, las más importantes de las secciones de la Ciudad de México desde las jornadas de lucha contra la mal llamada reforma educativa de Peña Nieto en 2013 que inundaron las calles de la Ciudad junto con docentes de muchos lugares del país pueden constituirse en los primeros pasos de una nueva primavera magisterial.

Este ambiente y estado de ánimo de las y los maestros de pasar a la ofensiva tienen muy atemorizados a los charros, así como a las autoridades educativas.

Hemos dejado bien claro nuestra voluntad de lucha por mejores condiciones laborales y mejor educación pública, sin embargo, la SEP y la AEFCM se han negado a negociar nada y con pretextos todas las demandas han sido rechazadas. Es por eso que el paro del 26 debe ser sólo un paso más. Para romper la cerrazón de las autoridades tenemos que ensanchar aún más el movimiento, integrar a miles de maestras y maestros más.

Aún hay miles de maestras que podemos ganar que están entre la desinformación y el miedo. Todos los días charros y directivos, advierten que habrá descuentos, impiden realizar asambleas, o entregar información a las compañeras, pegar un cartel, colgar una lona o hablar con las madres de familia, nos amenazan, nos amedrentan, nos impiden ejercer nuestros derechos democráticos a luchar y organizarnos.

Llegar a esas maestras y maestros es de primera importancia. Desde donde ya estamos organizados, lancemos brigadas, aunque tenga que ser a la hora de entrada y salida, con volantes, carteles y megáfonos o de forma clandestina. Hacer llegar a estas nuevas capas de maestros información, a veces básica, que se desconoce, para que puedan actuar de primera instancia frente a las amenazas, al tiempo que nos organizamos para con nuestra presencia advertir a autoridades y representantes sindicales charros que somos un movimiento que no permitirá abusos, amenazas ni represiones.

Hemos demostrado un potencial enorme, pero aún nuestro movimiento necesita ensanchar su fuerza, cientos de escuelas se han unido al paro, pero necesitamos que sean miles. Levantar una campaña sistemática con un plan de lucha serio, que plantee la continuidad de la lucha, sostenerla en el tiempo e irla aumentando, ganando el apoyo social para nuestra causa y la mayoría del magisterio de la CDMX.

Todos y todas las docentes sabemos cuál es la realidad del día a día en las escuelas. A pesar de constante propaganda del Gobierno federal sobre la revalorización del magisterio, lo cierto es que su política en la educación pública ha dejado un montón de pendientes, promesas y cambios superficiales que no rompen con la política de anteriores gobiernos.

La situación que padecemos no es sólo el resultado de la política gubernamental, sino también de la inmovilidad por parte del charrismo del SNTE. Existe un descontento que busca salida; miles de profesores y profesoras jóvenes no han conocido otra cosa en su experiencia laboral que la precariedad, interinatos, represión y desamparo de sus derechos. Y los y las más veteranas que no olvidan las grandes luchas de años atrás. Es hora de unificar al profesorado sobre la base de una acción sindical que en los hechos rompa con la desmovilización que tantos retrocesos nos ha traído.

Todos estos años de paz social y desmovilización en el sector han sembrado mucho escepticismo y desánimo entre sectores del profesorado, que no van a desaparecer en una sola jornada de lucha. Debemos ir por tomar el control de nuestro sindicato para impedir a los charros justificar la represión contra quienes luchamos y facilitar las siguientes acciones, en vez de tenerlos encima. La CNTE tiene que movilizarse solidariamente a nivel nacional, sumando sus demandas, rompiendo la calma controlada que quiere la burocracia estatal ante el cambio sexenal.

Existe un enorme descontento entre el profesorado que hay que convertir en fuerza y en organización. Esto sólo puede hacerse con una acción sindical decidida, centro a centro, asamblearia y de combate, que plantee un plan de lucha serio y contundente, que vaya a más, hasta conseguir nuestras mejoras reales. Este paro es un paso importante, pero no puede quedarse en una movilización aislada.

Ante la fuerza demostrada el pasado 26 de enero la SEP no nos recibió ¿Por qué? Está claro que las autoridades de la SEP pretenden canalizar este “diálogo” con sus leales, o sea, los charros, no sólo para mantener un sector del magisterio leal al gobierno sino también impedir que la autoridad política de la CNTE crezca y transitemos de demandar la dignificación salarial a exigir todo lo que este gobierno nos ha quedado a deber. Detrás de esa cerrazón y apariencia firme y dura de la SEP hay un miedo desaforado a nuestro potencial y fuerza.

Por eso necesitamos volver a salir a las calles, pero con más fuerza aún. Extender la movilización a toda la comunidad educativa con una huelga general en la educación pública. Madres y padres de familia, explicando que la lucha por mejores condiciones laborales para el magisterio es parte de la defensa de la educación pública, que no sólo se trata de salario sino también de mejores condiciones educativas para las hijas e hijos de las familias humildes. Hay que poner a la comunidad educativa en pie de guerra para dar un giro brusco en la situación y poner a las autoridades contra las cuerdas.

Especialmente tenemos que combatir la división entre docentes y PAAE, contrarrestando los argumentos clasistas y elitistas que desprecian a los trabajadores no docentes y adulan al maestro, pero tapando sus ojos sobre una verdad irrebatible, unidos todos y todas las trabajadoras de la educación, nuestra fuerza se multiplica. Unir a los compañeros a la movilización.

Y también con el apoyo de otros sindicatos y organizaciones. Nuestras demandas son parte de las exigencias de las y los trabajadores, como la reducción de la jornada laboral a 40 horas semanales, la jubilación digna, la libertad sindical y mejoras salariales, debemos convocarlos a marchar con nosotros.

Volver a la carga, con más fuerza aún, es la única garantía de que las autoridades, la SEP, la AEFCM, Gobernación, etc, se sienten a negociar y resuelvan satisfactoriamente nuestras demandas, no ganaremos nada en las mesas que no ganemos antes en las calles. Continuar y fortalecer la movilización, con un plan de lucha serio y sistemático, recabando la solidaridad obrera y popular, ese es el camino.


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