Ante la burocratización acelerada y la falta de democracia real en la vida interna del partido, denunciada por la propia militancia, la conformación de los Comités de Base sería un paso adelante para propiciar la participación efectiva de los jóvenes y trabajadores afiliados; a condición de no verlos como una simple estructura electoral, sino como espacios donde se discuta y se organice la lucha para resolver los problemas inmediatos de las familias trabajadoras y la juventud.
El verdadero reto para Morena no es cuidarse de las descalificaciones de los medios de comunicación controlados por los capitalistas o querer evitar la compra de votos con discursos y llamados moralistas a revolucionar las conciencias. Las tareas fundamentales son limpiar al partido de arribistas y oportunistas que no quieren luchar; tienden a la conciliación con los empresarios y quieren vivir como “profesionales de la política”. Volver a ganar la confianza de millones de trabajadores –porque hay que decir que la autoridad política de Morena ha menguado por su pasividad y su política vacilante- no se ganará con palabras, sino con acciones que demuestren que en Morena se está dispuesto a luchar decididamente y hasta sus últimas consecuencias.
No se puede seguir postergando o subordinando la solución de los problemas colectivos inmediatos a coyunturas electorales. Para frenar el crecimiento del desempleo masivo, la precarización laboral y la carestía de la vida; la privatización de la educación, la salud y los energéticos; la destrucción ambiental, el abandono del campo, la falta de cultura; la violencia e inseguridad, el narcotráfico, etcétera, no se puede pretender esperar la próxima fecha electoral o buscar una solución a partir de únicamente “legislar” en el Congreso.
Las necesidades son muchas y urgentes de satisfacer para millones de trabajadores y jóvenes, y sólo luchando en las calles se pueden lograr. Así lo han comprendido sectores importantes de la clase trabajadora (CNTE, jornaleros de San Quintín, policías comunitarias y grupos de autodefensa) y la juventud (IPN, Ayotzinapa) que han salido a movilizarse y a decir ¡basta ya de ataques a nuestros derechos! Todos ellos y muchos más, han pasado por encima de la inmovilidad que ha promovido la dirección de Morena, y están indicando con hechos el camino a seguir para transformar la sociedad: ¡luchar ahora!
El Programa y Proyecto Alternativo de Nación que propone Morena es progresista en muchos sentidos, pero las reformas que se propone realizar de llegar por fin a la Presidencia y obtener la mayoría en el Congreso, se quedarán en buenas intenciones y deseos si no comprende que el problema de fondo no es únicamente el modelo neoliberal y la corrupción del régimen político mexicano, sino la crisis orgánica del sistema capitalista. López Obrador, sin embargo, supone que la solución de fondo de la crisis es “combatir la corrupción, porque es la causante de que haya desempleo, violencia, inseguridad y desigualdad social en el país” (La Jornada, 23/01/16).
Históricamente se ha demostrado que las reformas sociales sólo son producto de una lucha revolucionaria, así que no es con principios ético-morales, sino con un programa y táctica revolucionarios, como se lograra la verdadera transformación social. Si Morena quiere ganar las elecciones presidenciales, debe conquistar la confianza de las masas trabajadoras integrándose hoy a la lucha en las calles adoptando un programa claramente anticapitalista.