El artículo que presentamos efectúa un análisis sobre la consigna de la Asamblea Constituyente y sus repercusiones al respecto del futuro del proceso revolucionario que se está desatando en México. ¿Tiene sentido otra constituyente burguesa en nuestro país? ¿Cuál es la consigna que los activistas del movimiento obrero y la juventud debemos adoptar en estos momentos? Responder a estas preguntas es un asunto de vital importancia para el futuro de la actual lucha.

“Ningún partido había retirado todavía la consigna de la asamblea constituyente y esto incluía a los bolcheviques. Pero casi imperceptiblemente en el transcurso de los acontecimientos de la revolución esta consigna democrática, que durante una década y media había teñido con su color la lucha heroica de las masas, había comenzado a palidecer y apagarse, de alguna manera había encallado, se había convertido en un cascaron vació, se había vaciado de contenido, era mas una tradición que una perspectiva. No había nada misterioso en este proceso. El desarrollo de la revolución había llegado a un punto de una batalla directa por el poder entre dos clases sociales, la burguesía y el proletariado. Una asamblea constituyente no servía ni a una ni a otra. La pequeña burguesía urbana y rural podía jugar sólo un papel auxiliar y secundario en este conflicto. En cualquier caso era incapaz de tomar por sí sola el poder. Si en los meses precedentes había demostrado algo, era precisamente eso.

Sin embargo, en una asamblea constituyente la pequeña burguesía todavía podía ganar (y realmente consiguió) la mayoría. ¿Pero con qué objetivo? Al final no sabía que hacer con ella. Esto rebela la bancarrota de la democracia formal en una crisis histórica profunda. Revela la fuerza de la tradición, que incluso en vísperas de la última batalla ninguno de los campos había renunciado al nombre de la asamblea constituyente. La realidad era que la burguesía reclamaba la asamblea constituyente a Kornilov [1] mientras que los bolcheviques lo hacían al congreso de los Soviets”.

León Totsky (Historia de la Revolución Rusa)
En el reciente periodo en nuestro país, tanto grupos que se reclaman revolucionarios (sectarios ultraizquierdistas) y dirigentes reformistas han levantado la demanda de la Asamblea Constituyente, como una de las máximas aspiraciones de estos dos bandos en la lucha de clases en nuestro país. Esta consigna en los oídos de los trabajadores suena a un poder de los trabajadores, suena a una posibilidad de transformar su realidad, incluso muchos creerán que con esto se solucionarán todos su problemas. Para muchos activistas medios incluso se les hará algo pedante tener una discusión sobre si una asamblea constituyente o un gobierno de los trabajadores, dirán que “es lo miso pero con diferente nombre”.

Sin embargo, el debate sobre Asamblea Constituyente (AC) o gobierno de los trabajadores no es escolástico, en realidad encierra un viejo debate de perspectivas para los países del tercer mundo, una perspectiva revolucionaria o una democrática burguesa, una revolución socialista o un nuevo parlamente democrático burgués.

La consigna de la AC en la Revolución Rusa de 1917

Muchos de los grupos que se dicen revolucionarios defienden esta consigna por costumbre, creen que siendo fieles a las consignas que utilizaron los bolcheviques en 1917 ellos serán los fieles herederos de las tradiciones revolucionarias del partido de Lenin y Trotsky. Sin embargo, lo que hacen es simplemente repetir como pericos una serie de demandas sin comprender de fondo el método de análisis sobre el cual los bolcheviques pudieron tomar el poder y llegaron a plantear esta demanda.

Es cierto que en 1917 los bolcheviques defendían la consigan de la AC, y en el contexto en que se desarrollaba la lucha revolucionaria en aquellos momentos esta consigna era correcta, Rusia, hasta antes de febrero vivía bajo un Estado feudal que sin embargo defendía los intereses de los terratenientes y la burguesía imperialista, es decir no existían libertades democrático burguesas, como lo puede ser el parlamentarismo, libertad de expresión, elecciones, etc., aparte esta consigna la utilizaban para ganarse a las más amplias capas de los campesinos (el 80% de la población eran campesinos). En este sentido el utilizar esta consigna era correcta, pero incluso y con todo lo correcto, no era la base de su propaganda, la consigna principal a partir de julio fue la consigna de “Todo el poder a los soviets” y esto lo que implicaba no era una AC, sino todo el poder a los trabajadores, es decir todo el poder al gobierno de los trabajadores, como dice Lenin en sus Tesis de Abril: “La característica del momento actual en Rusia consiste en el transito de la primera etapa de la revolución , que ha dado el poder a la burguesía por carecer el proletariado de la organización y la claridad de conciencia necesarias a la segunda, que deberá entregar el poder al proletariado y a los campesinos pobres”.

La historia reciente de la AC en Bolivia

Si en aquellos años en donde las condiciones de Rusia eran mucho mas atrasadas que las de hoy en los países del llamado tercer mundo, la mayor fuerza de la organización de los bolcheviques se orientó hacia la toma del poder por parte de los trabajadores. Hoy a principios del siglo XXI la consigna de la AC es totalmente vacía.

Sólo en un país donde se viva una dictadura o las condiciones económicas sean muy atrasadas (semifeudales), esta consigna tiene cierta validez, sin embargo, en todos los países de AL se ha vivido ya varias décadas bajo los encantos de la “democracia” burguesa. Incluso esta consigna ha sido utilizada por la burguesía nativa para desviar la atención de los trabajadores y jóvenes que se mueven en una dirección revolucionaria, el ejemplo más claro lo tenemos en Bolivia.

Desde 2001 Bolivia estuvo sacudida por movilizaciones bastante fuertes por parte de los trabajadores y campesinos, en contra de la privatización del agua, dos años más tarde contra la privatización de los recursos energéticos y contra el presidente Sánchez de Lozada. Estas movilizaciones no fueron normales, miles, incluso millones de trabajadores se movilizaron en contra del gobierno, éstas se extendieron hasta febrero de 2004. Esta lucha histórica del pueblo de Bolivia fue descarrilada hacia vías parlamentarias por los reformistas del MAS (Movimiento al Socialismo) que encabezaba Evo Morales.
En diciembre de 2003 es tan fuerte la movilización que se declara una huelga general indefinida, esta ponía sobre la mesa la cuestión del poder.

El choque es frontal entre las partes en contienda, por un lado la burguesía cobarde escudándose detrás del ejercito y por el otro los trabajadores con sus organizaciones (principalmente la Central Obrera Boliviana) que incluso llegaron a desarrollar órganos de doble poder en regiones como El Alto, donde en los cabildos abiertos (asambleas democráticas) los trabajadores deslegitimaron a la policía, los desarmaron y conformaron órganos de autodefensa armada, crearon comedores públicos y guarderías publicas para que las compañeras tuvieran tiempo para la lucha, etc.

En realidad en aquellos momentos el poder prácticamente lo tenían los trabajadores, lo que hacía falta era comenzar a desgastar lo más rápido posible al Estado burgués (el cual ya estaba bastante desarticulado a partir de la huelga indefinida) y preparar la insurrección.
La toma del poder por parte de los trabajadores era la salida más correcta y necesaria, sin embargo en aquellos momentos la dirección del MAS sabotea las movilizaciones con la consigna de la Asamblea Constituyente, es decir desvía la lucha de las masas en la calle a una lucha parlamentaria, lo que Lenin llamo cretinismo parlamentario.

Junto a esta consigna también jugó su papel la falta de una dirección verdaderamente revolucionaria que hubiera dirigido todas esas energías revolucionarias hacia la toma del poder. Ahora podemos ver cual es el resultado de esta política del MAS. Recientemente en Bolivia se realizo un referéndum para crear la constituyente, y se hizo, pero para que la constituyente pueda hacer reformas tiene que tener la mayoría de un tercio de los representantes, cantidad que el MAS no reunió en las elecciones, esto significa la parálisis práctica de algunas reformas que benefician a los trabajadores y además se mantiene el régimen de explotación por parte de los oligarcas de aquel país.

Detuvieron esa magnifica oportunidad de los trabajadores de tomar el cielo por asalto para que se resignaran a mantenerse sometidos a una minoría que apenas representa menos del diez por ciento de la población en Bolivia.

La alternativa para los trabajadores de nuestro país está en el socialismo

A partir de las maravillosas movilizaciones que se han vivido en el último periodo en nuestro país se ha abierto un debate en las filas del movimiento acerca del camino a seguir después de la Convención Nacional Democrática y también a partir de la lucha en Oaxaca, la cual ha llegado a un punto de estancamiento a partir de la ruptura en la mesa de negociaciones con gobernación y la falta de alternativas por parte de la dirección de la APPO.
En este sentido la discusión se tendrá que desarrollar en términos de camaradería, tenemos que partir del hecho que la discusión no tiene un trasfondo teórico sino muy práctico, se está jugando la orientación del movimiento de masas mas importante que se ha vivido en nuestro país en los últimos 95 años. Se dice fácil, sin embargo cualquier error teórico en este momento se podría pagar por parte de los trabajadores de una forma bastante cara, incluso con vidas de por medio.

Mientras que a nivel nacional millones de trabajadores han salido a las calles a luchar en contra de la imposición de la derecha para mantener el régimen de explotación contra la mayoría de la población, en Oaxaca se ha desarrollado un proceso abiertamente revolucionario en el cual, la orientación instintiva de la clase obrera y el campesinado pobre ha llevado a la conformación de una dirección del movimiento concentrada en la APPO. Esta iniciativa es totalmente correcta, esta dirección se ha encargado de coordinar la iniciativa revolucionaria de la gente pobre organizada de las colonias y los sindicatos, así como ha organizado la lucha a nivel estatal dirigiendo ya 2 huelgas generales.

El poder en Oaxaca está en las calles, los trabajadores son amos y señores de la situación, sin embargo se corre el peligro de un estancamiento del movimiento debido a la falta de alternativas que está brindando las diferentes organizaciones dentro de la Asamblea Popular. La demanda de la destitución de Ulises Ruiz es correcta, sin embargo se debería de ampliar el pliego de peticiones y sumar demandas de transición que impliquen la necesidad de dar pasos hacia el socialismo, estas demandas tendrían que ser: a) expropiación del dinero de los bancos del estado, b) requisar las tierras de los terratenientes sin indemnización y en estas tierras formar comunidades agrarias que se tendrían que financiar con créditos baratos que repartiría la APPO (los recursos saldrían de los bancos requisados) y c) lo mas importante es el poder luchar con todas las fuerzas para hacer que esta lucha pueda ligarse con la lucha que se desarrolla a nivel nacional.

En estos momentos la consigna de la Asamblea Constituyente en Oaxaca simplemente jugaría el mismo papel que en Bolivia, descarrilaría el proceso en vías parlamentarias, en otras palabras, la alternativa para resolver las demandas mas importantes de los pobres de Oaxaca no está en un nuevo parlamento democrático burgués, sino con un gobierno de los trabajadores que empuje con toda su fuerza para extender el poder de los trabajadores a nivel nacional.

Esta misma consiga se plantea por parte de AMLO a nivel nacional, la argumentación es prácticamente la misma, nuestro país vivió una revolución democrático burguesa en 1910, desde esta fecha la burguesía nacional ha mostrado su total incapacidad para poder cumplir las demandas mínimas de la “democracia” capitalista, como elecciones limpias, reparto agrario completo, libertades democráticas, etc.

Esta incapacidad no se debe a otra cosa mas que a los lazos a los que está sujeta esta burguesía nativa al capital internacional, no pueden actuar en contra de la mano que les da de comer. La alternativa no es dar una nueva oportunidad a la burguesía para que ahora sí, después de casi 100 años nos cumplan estas demandas mínimas, sino que la alternativa está en un nuevo Estado, un Estado de los trabajadores, en donde la riqueza sea usufructuada por los que la crean, por los trabajadores, esto sería en verdad un estado democrático.

El problema de la desigualdad y la opresión no es cosa de voluntades, es un resultado del funcionamiento del capitalismo, los intereses de los empresarios están ligados proporcionalmente a la miseria que dejan en la población, de lo que se trata no es de poner a los explotadores mas benignos en el gobierno o que el gobierno represente al “sector mas progresista” de los empresarios, se trata de que lo trabajadores tiene que demoler el Estado opresor actual y tienen que dar paso a un Estado basado en las características que Lenin planteaba:

1) Elecciones libres y democráticas con derecho a revocación de todos los funcionarios.
2) Ningún funcionario puede recibir un salario superior al de un trabajador cualificado.
3) No al ejército permanente sino el pueblo en armas.
4) Gradualmente, todas las tareas de la administración deben ser realizadas por todos de manera rotatoria ("¡cuando todo el mundo es un burócrata, nadie es un burócrata!").

Con un nuevo Estado bajo estas características y sobre bases socialistas (expropiación de las palancas fundamentales de la economía y planificarla a partir de las necesidades del pueblo trabajador), sentarían las bases para un cambio radical en los niveles de vida de los trabajadores y aumentaría rápidamente el nivel cultural de la población, sentando así las bases para una sociedad socialista.

Esta es la única alternativa que tenemos los trabajadores de nuestro país y el mundo entero, en realidad la alternativa es sencilla y trágica a la vez, Socialismo o Barbarie capitalista.

NOTA
[1] Coronel contrarrevolucionario que encabeza un fallido golpe militar en Rusia en 1917


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