Para la mayoría de las familias trabajadoras la reivindicación de una escuela pública digna no es una consigna abstracta, es una necesidad, ya que se trata de la única vía de que sus hijos puedan acceder al conocimiento y, por tanto, aspirar y obtener una vida mejor. Convertir la educación en un derecho básico y garantizado para cualquier niño y joven fue el resultado de una larga lucha. No podemos olvidar que muchos de nuestros mayores no pudieron siquiera soñar con tener una formación académica. La movilización social, y sólo ella, permitió la creación de una amplia red pública de centros educativos, así como un sinfín de apoyos para las familias con menores recursos.

La educación ¿un derecho o un privilegio?

Hace ya más de una década que ha estallado una crisis económica sin precedentes desde los años 30 del siglo XX, el origen de esa crisis se encuentra en el sistema económico y social que nos gobierna, el capitalismo. Y la receta de la panda de burgueses, empresarios y capitalistas para seguir aumentado sus beneficios es sencilla: recortar los salarios, abaratar la mano de obra y aumentar los despidos, precarizar nuestros derechos como las pensiones, recortar presupuesto a la educación, salud, etc. Su obsesión por privatizar la educación pública es consecuencia de la misma lógica y plan, su objetivo es obtener un gran nicho de negocio en detrimento de nuestras necesidades más básicas.

Esta oleada de recortes y privatización de la educación pública se ha desarrollado a escala internacional. Los jóvenes en muchos partes del mundo, junto con sus profesores, padres y los trabajadores de la educación hemos salido con fuerza a responder a los ataques de los capitalistas, a decirles que no, que la educación debe ser pública, gratuita en todos los niveles, accesible para todxs y un derecho en lugar de un privilegio para quien pueda pagarla.

Ahora mismo en nuestras asambleas ha permeado en un sector de compañeros la ideología de la cruzada estratégica que los gobiernos de la derecha en el pasado y que desde la Rectoría se mantiene por destruir este derecho. Bajo la idea de la burguesía de que “lo bueno cuesta” o “quien pueda pagarlo que lo haga” algunos compañeros se han reusado aceptar la consigna de la gratuidad de la enseñanza. Desde nuestro punto de vista esto es un error gravísimo ya que este argumento no es del movimiento estudiantil sino de la derecha y de los capitalistas, recordemos que bajo estos mismos argumentos el Rector Barnes de Castro en el año de 1999 impuso las cuotas en la UNAM, significando que a corto plazo lanzara fuera de las aulas a miles de hijxs de familias humildes a las calles a expensas del desempleo y todas las lacras del capitalismo.

La generación de ese entonces se lanzó a la lucha por su derecho a la educación y el de las futuras generaciones. Gracias a ellos muchxs ahora mismo ocupamos estas aulas, pero no todxs los hijos de los trabajadores que pagan las universidades públicas están dentro de ellas.  

Los capitalistas no quitarán el dedo del renglón, es por ello que dentro de nuestras asambleas debemos oponernos firmemente a que se avance en la verdadera gratuidad. Ya sea de manera descarada o de forma velada, como lo han venido haciendo cobrando aquí y allá, desde lo mínimo como las credencias, copias, hasta las inscripciones. Por eso fue totalmente correcto en las Asambleas de la Facultad de Ciencias Políticas en el pasado mes de septiembre oponernos a que se cobraran las actividades y exigir rendición de cuentas de los recursos del plantel, demanda de la mayoría de los estudiantes.

¡Lxs hijxs de las obreras y obreros a la universidad!

La educación y la cultura siempre han sido un elemento liberador para los oprimidos. El empresariado y la casta política quieren que la formación, el conocimiento, las universidades y los estudios superiores estén solamente abiertos a gente de su clase, a la minoría adinerada y pudiente. Para los jóvenes de las familias campesinas, trabajadoras o indígenas en cambio, tienen otros planes: la precariedad, el crimen organizado, la explotación, el desempleo, la drogadicción o la emigración, en el mejor de los casos. Ellos necesitan mano de obra barata para poder enriquecerse a nuestra costa y la mejor forma de lograrlo es negándonos el derecho a la educación. Y así nos quieren ellos: explotados, ignorantes y sumisos.

Uno de los mecanismos que la burguesía ha encontrado para impedirnos la enseñanza, son los exámenes de selección. Año con año las universidades hacen evaluaciones elitistas arrojando cientos de miles de jóvenes rechazados. “No todos tienen capacidad”, dicen algunos; “no caben todos”, dicen otros. No hay insulto más grosero que afirmar que “no todos pueden”, estos argumentos dejan ver la ideología más medieval, elitista y discriminatoria de la burguesía y sus vasallos: los rectores.

Por años los exámenes de selección han servido para lanzar fuera de la universidad a los hijos de los trabajadores, obreros, campesinos e indígenas. Por años nos han preguntado si contamos con auto, cocina equipada, casa propia o cuánto perciben nuestros padres o tutores ¿con qué fin? Con el objetivo de saber si somos “candidatos” para pagar lo que nos impongan sin chistar tan sólo un poco. Por eso rechazamos estas pruebas estandarizadas, elitistas y antipedagógicas.     

Desgraciadamente la UNAM va a tono con esto, tres de los cuatro candidatos para ocupar el cargo en el próximo mes se refieren así sobre el tema:

Angélica Cuéllar Vázquez, directora de la FCPyS, considera: La universidad debe escoger los procesos con los que “elige” a sus estudiantes.

Pedro Salazar dice: recibir más estudiantes sin un filtro adecuado provocaría que la excelencia académica de la institución se viera comprometida.”

Enrique Graue, actual rector: “No, no, por supuesto que no. Este año aspiraron a la universidad más de medio millón de jóvenes, entre media superior y superior, sería imposible tomar esa medida (eliminar el examen)”.

Estos planteamientos tan tajantes y sin ningún tipo de rubor, refleja la ideología y fines con los que los funcionarios rigen la UNAM. Efectivamente para ellos estos centros educativos son exclusivos y así deben de mantenerse. La selectividad también introduce elementos de competitividad entre escuelas donde unas tienen supuesta “calidad” y otras no. Esto favorece la idea de universidades de primera, orientadas a los más privilegiados, a los excelentes, a los “elegidos”; y las de segunda categoría.

Desde el Sindicato de Estudiantes abatimos esta forma de pensamiento, desde nuestro punto de vista no debe de existir ninguna traba para que todo niño y joven que desee estudiar pueda hacerlo y en condiciones dignas; no hay estudiantes o instituciones de primera y de segunda; si no hay suficientes espacios, se crean; si no hay dinero para ello, se exige y si hay rezago se aborda, trabaja y elimina; pero no se segrega y rechaza. 

Si hay dinero, pero lo tiene la burocracia y los ricos

Necesitamos más de una UNAM, más de un IPN, más de una UAM, más de una UACM, necesitamos cientos de universidades como estas en cada ciudad y población. Por eso una de las demandas principales de nuestro movimiento es el aumento al 10% del PIB para la educación pública, como única vía para sentar las bases de garantizar enseñanza y cultura para todo el pueblo y no unos cuantos.

Es una contradicción que AMLO al mismo tiempo que plantea el rechazo a los exámenes de selección, que es correcto y plausible, no plantee un aumento serio y real al presupuesto educativo y que sólo se pretenda cubrir lo correspondiente a la inflación.

López Obrador hace un llamado a ser transparentes en los recursos, sin embargo, aunque existiera una redistribución, por ende, una democratización del presupuesto – demanda principal de la huelga del Sindicato Independiente de Trabajadores de la UAM (SITUAM) y ahora presente también en el paro de 24 horas de 30 universidades del país - los recursos serían insuficientes. Por eso la consigna de mayor presupuesto no es panfletaria, ni un burdo chantaje, es una necesidad urgente. La batalla por la redistribución y por más recursos está siendo titánica y lo será aún más, los trabajadores están demostrando el camino a seguir: La lucha organizada.

La UNAM ya mostro que no se deja intimidar, negándose a aceptar la propuesta presidencial basándose en la “grandiosa” autonomía; autonomía que en el 68 y 99 no les importó cuando mandaron al ejército y a la PFP a romper nuestras huelgas y mandarnos a la cárcel. Lo que ellos entienden por autonomía es seguir siendo un grupo de poder y continuar amasando sus riquezas a través del presupuesto de las universidades, es un manotazo advirtiendo no meter las narices en sus negocios. Pues nosotros les decimos, si hay dinero y lo tienen los de siempre, así que la única forma de obtener esos recursos es como nuestras generaciones pasadas nos enseñaron: ¡luchando!

La lucha sirve, la lucha sigue

Las batallas de estos años no han sido en balde, nos hemos mantenido movilizados y hemos sacado lecciones a través de nuestra experiencia concreta. Cada lección nuestra y de las generaciones pasadas hay que darle su peso, para no partir de cero a la hora de la próxima batalla. Apenas el año pasado protagonizamos una batalla histórica contra el porrismo dando como resultado la expulsión y detención de varios de estos individuos, esta situación casi le cuesta el puesto al Rector y a una serie de funcionarios, quienes impidieron que llegara a más pues hubiera tenido un gran efecto propulsor de nuestra fuerza como movimiento. Por supuesto no estamos aún nada satisfechos, hay varias cosas que necesitamos y otras que queremos erradicar, como el machismo de nuestras escuelas y la represión que nos impide el derecho democrático a la organización y protesta y para ello hay que afinar métodos, consignas y tácticas, para ello tenemos que abrir el debate democrático para continuar explicando que la unidad de toda la comunidad educativa es un punto clave para poder ganar nuestras demandas. La táctica de frente único con padres, profesores y trabajadores, con sus organizaciones sería un gran paso adelante. 

No podemos esperar que nadie haga esto por nosotros y mucho menos las instituciones que nos quitan los recursos, nos imponen exámenes de selección o nos reprimen, tenemos que ser nosotros, los que sufrimos los ataques y los recortes, los que organicemos el movimiento con nuestras propias fuerzas. La experiencia de estos años intensos ha puesto de manifiesto que los jóvenes no estamos dispuestos a aceptar el futuro de miseria, desempleo, violencia y catástrofe ambiental que el capitalismo nos tiene preparado. No estamos dispuestos a renunciar a la educación pública, a que se nos robe lo que nuestros padres y abuelos conquistaron para nosotros. La lección de estos años es clara: la movilización es el único camino. Es la lucha en las calles codo a codo con nuestros padres y el conjunto de los oprimidos como hemos obtenido nuestros derechos y como seguiremos escribiendo la historia de nuestra libertad.

Únete al Sindicato de Estudiantes y lucha por:

  • Una educación pública, gratuita, científica, critica, democrática y popular.
  • Una educación racional, objetiva y laica, no más concesiones a la iglesia para educación privada.
  • Gasto mínimo del 10% del PIB en educación pública.
  • Aumento del presupuesto a la ciencia, investigación y tecnología de un 3% del PIB.
  • No más recortes. Aumento de recursos públicos a Arte y Cultura, Seguridad Social y Servicios Sociales. Educación artística y deportiva obligatoria a toda la juventud.
  • Equipamiento del 100% de las escuelas con aulas, laboratorios, talleres, bibliotecas, salas de computo, auditorios, gimnasios, etc.
  • Educación pública obligatoria desde la educación básica hasta la superior. Eliminación de los exámenes de selección en todos los grados, que son filtros para justificar negarnos el acceso a la educación pública.
  • No más saturación en las aulas, por un plan de creación de centros escolares dignos y públicos para reducir el número de alumnos por salón hasta máximo 25 estudiantes.
  • Base y salario digno a nuestros profesores, por un plan de contratación para los nuevos centros educativos.
  • Sistema de becas para los hijos de los trabajadores, con un monto igual al salario mínimo y otorgamiento sin discriminación por razón de edad, sexo, raza, etcétera.
  • Gratuidad del transporte, material escolar y comedores escolares subsidiados bajo control de los estudiantes y trabajadores sindicalizados de las universidades.
  • Creación de casas-residencia para estudiantes fuera de su lugar de origen. Gratuitas, dignas y con todas las condiciones y medios.
  • Fomento especial a la educación indígena, enseñanza en la lengua y tradiciones de las comunidades. Creación de escuelas en las zonas alejadas equipadas y dignas, con profesores de la comunidad y hablantes en su lengua.
  • Por un puesto de trabajo digno al finalizar nuestros estudios.
  • No más acoso y violencia machista en nuestros centros de estudio. Por la creación y cumplimiento de lineamientos que den atención y seguimiento a víctimas. Por comités de autodefensa en nuestras escuelas.
  • Por una educación sexual científica, separada de la moral de la iglesia y no sexista, desde educación básica.
  • Nos solidarizamos e impulsamos la lucha de las comunidades que están combatiendo contra las trasnacionales y empresarios nacionales que impulsan los megaproyectos de la muerte que despojan de agua y territorio a las comunidades causando la migración forzada y muerte de flora y fauna completamente irreversible. El capitalismo mata el planeta.
  • Erradicación de todo tipo de cuerpos represivos y de control. Eliminación real del cuerpo de granaderos, así como de la Guardia Nacional.
  • Por nuestro derecho a manifestarnos, organizarnos y hacer actividades que permiten desarrollar la conciencia social y comunitaria. Por nuestro derecho hacer paro o huelga en defensa de nuestros derechos.

    

    


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