Proceso de exclusión BUAP
El capitalismo es un sistema social que ha agotado todo su potencial progresista. En este predomina el hambre, la carestía, el desempleo, la desigualdad, la corrupción y, algo no menor, la ignorancia. A la clase capitalista no le interesa desarrollar seres humanos que piensen, sólo desea asegurar sus riquezas materiales y hacer de la población: seres productores incapaces de cuestionar su modo de vida. Por eso, para los capitalistas la educación debe de estar restringida al máximo.
En México, la educación sólo es posible para los hijos de los mismos capitalistas que pueden pagar una universidad privada y sólo para algunos hijos de trabajadores que tienen la suerte de entrar en una universidad pública, pues, año con año miles de jóvenes se quedan con las ganas de entrar a una universidad. En el caso de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP), aunque según las autoridades año con año la universidad intenta aumentar su matricula, la verdad es que anualmente dicha institución rechaza a miles de jóvenes. El año pasado sólo 13 mil 610 aspirantes fueron aceptados de un total de 33 mil 418, lo cual significó que el 60% de aspirantes fueran rechazados.
Se estima que para este año, al menos 16 mil jóvenes, rechazados de 35 mil aspirantes, tendrán que buscar algún lugar en una de las 11 universidades incorporadas a la BUAP. Estas son un foco de corrupción propiedad de los altos funcionarios, quienes redujeron sustancialmente la matrícula de la universidad para tener clientes cautivos en estas pseudo-universidades con una bastante cuestionada calidad educativa y donde se busca que los estudiantes se incorporen rápidamente al mercado laboral, confirmando así nuestra tesis de que al sistema capitalista no le interesa crear profesionales en todo el sentido de la palabra, sino sólo crear personas “productivas” que se incorporen de inmediato al sistema sin una preparación suficiente.
Así, cada año miles de estudiantes, hijos de trabajadores, se quedan sin la oportunidad de seguir estudiando. Es por eso que debemos organizarnos para luchar por nuestro derecho a la educación pública, gratuita, democrática, de calidad, por un puesto de trabajo digno al terminar nuestros estudios y por una sociedad mejor, en donde reine realmente la igualdad total y el respeto a los derechos de los trabajadores que sostienen, con el sudor que provoca su arduo trabajo, esta sociedad que día a día se conduce más a la barbarie.
¡Únete al Comité Estudiantil en Defensa de la Educación Pública y lucha con nosotros!
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