El movimiento del 68 en nuestro país ha significado para la juventud un legado de lucha muy valioso, en particular, el 2 de octubre se convirtió en una fecha en la cual los jóvenes salimos a las calles a revelar que las condiciones objetivas de la juventud han cambiado en todo pero en nada a la vez. A 43 años de distancia de este movimiento histórico, la juventud nos movilizaremos no sólo para refrescar la memoria histórica y declarar que estos acontecimientos jamás se borrarán de la mente de la juventud y la clase obrera, sino también levantando la bandera de las reivindicaciones pasadas así como las actuales.
La década de los sesentas fue muy contradictoria para el capitalismo mundial, viviendo uno de los booms, en los países avanzados, más grande después de la segunda guerra mundial se tuvo que enfrentar a acontecimientos muy convulsivos: la revolución cubana del 59, el mayo francés del 68, las movilizaciones en los EU contra la guerra de Vietnam, la primavera de Praga, el otoño caliente en Italia, las movilizaciones juveniles contra el franquismo en el Estado Español así como las revoluciones antiimperialistas en Medio Oriente, África y América, etcétera.
Nuestro país no estaba exento de ese ambiente, fueron muchas las luchas aguerridas contra el estado, una de ellas la de los ferrocarrileros que dejó como saldo varios obreros muertos y cientos de detenidos y entre la juventud existía un ambiente combativo motivado por los sucesos a nivel internacional que chocaba con el control que el estado quería ejercer sobre la juventud. Es por ello que la lucha comienza a raíz de la necesidad que existía de luchar contra un régimen autoritario que reprimía toda lucha y organización democrática.
Formalmente, la gesta inicia a finales del mes de julio de ese año. Centenares de obreros y jóvenes se encontraban en las cárceles a causa de movilizarse por mejores condiciones de vida. Un derecho tan básico, pero muy peligroso para el gobierno, como la organización y lucha de los oprimidos no era permitido y era acallado a punto de tolete y fusil. Por tales motivos el pliego petitorio del Consejo Nacional de Huelga, máximo órgano de decisión y conformado el 4 de agosto de 1968, decía lo siguiente: 1.- Libertad a los presos políticos, 2,-Derogación de los artículos 145 y 145 bis del Código Penal Federal. (Instituían el delito de disolución social), 3.-Desaparición del Cuerpo de Granaderos, 4.-Destitución de los jefes policíacos, 5.-Indemnización a los familiares de todos los muertos y heridos desde el inicio del conflictos, 6.-Deslindamiento de responsabilidades de los funcionarios culpables de los hechos sangrientos.
Todas estas demandas no sólo las reivindicaban los estudiantes, que sin duda eran de los sectores más golpeados por el régimen priista, sino también por el pueblo en su conjunto. Esto favoreció a la unidad del movimiento obrero y estudiantil, acción que tenemos que seguir pretendiendo como una de las garantías del triunfo de nuestra lucha como estudiantes.
Algo también trascendente es que en las movilizaciones participaban estudiantes de instituciones educativas públicas como privadas, siendo las primeras las predominantes y las que marcaban el camino a seguir. El movimiento supero muchos obstáculos entre ellos los prejuicios chovinistas, yo soy UNAM soy IPN, que las autoridades fomentan dentro de los estudiantes para dividirnos y confrontarnos, esto el movimiento lo arrojó por la borda y demostró su capacidad de unidad a la hora de actuar. La consigna por una organización nacional de los estudiantes sigue siendo vigente y necesaria, si golpeamos todos juntos a la misma hora y al mismo tiempo podemos generar mayor organización y poner en jaque a las autoridades.
México 68 fue esto y mucho más, sin duda un episodio digno de estudiar por las lecciones y experiencias organizativas hacia el movimiento estudiantil. El desenlace de este episodio no es una norma, los jóvenes debemos de aprender del pasado, rescatando lo mejor y aprender de los errores. Si a nuestras luchas las dotamos de un carácter clasista, métodos proletarios y adoptamos un programa revolucionario y combativo seguro que nuestra lucha no solo será heroica sino victoriosa.
No debemos olvidar que aunque el gobierno priista de Díaz Ordaz haya masacrado a cientos de jóvenes y trabajadores la tarde del 2 del octubre, estos nos supimos sobre poner y ahora poseer nuevos bríos de lucha para enfrentarnos y vencer a un estado que aunque en términos formales nos permite la organización y lucha, concretamente reprime nuestras opiniones y protestas, considerándonos criminales y con la tentativa de aprobar una reforma de seguridad donde el ejercito tendría la capacitar de reprimir a la lucha organizada de trabajadores y la juventud.
La única forma de rendir un homenaje a los caídos y hacer justicia por los crímenes del priismo es seguir defendiendo los derechos conseguidos en luchas pasadas y concluir lo que ellos iniciaron, erradicando este sistema de opresión y miseria mediante la lucha de los obreros y la juventud proletaria bajo un programa socialista.