Para hablar del empleo de los jóvenes, y enarbolar un programa concreto con reivindicaciones sobre este tema, resulta en primer lugar necesario señalar que a nivel internacional la economía atraviesa por una de sus crisis más importantes en la historia, comparable solamente con el crac de 1929, crisis que sólo se resolvió mediante la Segunda Guerra Mundial. Lo anterior es fundamental si pretendemos construir un programa real que se sustente en las condiciones existentes, y no un programa que sea lejano o que por la vía de los hechos no pueda llevarse a cabo.

Actualmente la juventud representa cerca del 43% de la población mundial y casi el 60% en los países desarrollados. Este sólo dato arroja ya un sinfín de elementos para analizar la situación en la que se encuentra la competencia laboral en este sector, pero a ello se agrega que el desempleo juvenil representa aproximadamente un 15%, es decir, es entre la juventud en donde han recaído fundamentalmente los despidos y el desempleo a nivel mundial. Según la Organización Internacional del Trabajo ¡el desempleo de la juventud es del 41.6% a nivel mundial! Pero por si fuera poco este mismo organismo aclara que “la mala suerte de esta generación que ingresa al mercado laboral en los años de la Gran Recesión no sólo produce la actual sensación de malestar provocada por el desempleo, el subempleo y la tensión de los riesgos sociales asociados con la falta de empleo y la inactividad prolongada, sino que además podría tener otras consecuencias que a largo plazo en términos de salarios más bajos en el futuro y desconfianza en el sistema político y económico” (Actualización de las Tendencias Mundiales del empleo juvenil, 2011).

La situación en México no es nada alentadora, según el INEGI en los últimos diez años el desempleo aumentó en 162%, mientras el empleo creció en el mismo plazo solo el 12%. Pero la situación para los próximos años no es nada alentadora, “la dinámica de baja generación de empleos, que además son mal remunerados y con prestaciones precarias o nulas, estará lejos de cambiar a lo largo de 2012 porque la economía mexicana reducirá su ritmo de crecimiento y no habrá incentivos para crear nuevas fuentes de trabajo, advierten especialistas”[1]. Ello significa que no hace falta exclusivamente que AMLO llegue a la presidencia en las próximas elecciones, que representaría es un paso al frente en la lucha para que mejoren nuestras condiciones de vida. Junto a ello es necesario que se implementen una serie de medidas encaminadas a distribuir el trabajo existente para con ello reducir el desempleo sin reducir los salarios, pues sólo de esta forma podremos realmente mejorar nuestras condiciones de vida. Por ello proponemos:

  • Salario mínimo de $18 mil pesos al mes.
  • Jornada Laboral de 30 horas sin reducción salarial.
  • Contratación de los desempleados en los centros de trabajo y distribución del trabajo excedente a 30 horas laborales con salario mínimo.
  • Derechos sindicales y laborales para los trabajadores eventuales.
  • Obtención de la base a los 15 días de trabajo.
  • Escala móvil automática de salarios en función de la inflación
  • Contra la corrupción, amiguismo y persecución laboral: democratización de los sindicatos. Puestos revocables y salario medio de un trabajador cualificado.
  • Seguridad social y transporte gratuito a todos los desempleados.
  • Ni un solo desempleado más. Subsidio de desempleo.
  • Dos aguinaldos de 40 días por año. Vacaciones pagadas 30 días.
  • Expropiación de los monopolios, transnacionales, bancos, latifundios y fincas colocándolas bajo el control democrático de los trabajadores.


[1]  Mayoral Jiménez, Isabel, Pobreza y desempleo,`condenaen 2012, en http://www.cnnexpansion.com/economia/2011/12/23/pobreza-y-desempleo-constantes-en-2012


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