En el artículo La CNTE: 27 años de lucha democrática, publicado por la Universidad Obrera, su autor, el profesor Mario Alberto Leyva Galicia, relata que:
“El 17 de diciembre de 1979 fue fundada la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación y Organizaciones Democráticas (CNTE), en Chiapas, al calor de las luchas magisteriales que en aquel momento agitaban las conciencias de los compañeros afectados por el boom petrolero en el sureste mexicano, pero convocando por igual a los combativos maestros de la Montaña de Guerrero, que también desplegaban en aquel momento los combates frontales en contra del charrismo sindical y del autoritarismo oficial.”
Siguiendo la tradición combativa que le dio vida hace 34 años, la CNTE nuevamente toma las calles y plazas de decenas de ciudades del país y se trasforma en el movimiento sindical más trascendente de los últimos años de historia en la lucha de clases en México. En el frente sindical, desde el repunte huelguístico de los mineros, mismo que se catapultó tras la tragedia de Pasta de Conchos en febrero de 2006 en la que perdieron la vida 65 obreros tras un derrumbe, no se había visto este grado de insurgencia laboral. Así, al igual que lo hicieron los mineros hace apenas unos cuantos años, el magisterio democrático está demostrando nuevamente que la clase más vital, la única capaz de poner al Régimen patas pa´riva, es la clase trabajadora. Y ello ha sido posible, del mismo modo que lo hicieron los mineros en su momento, gracias a que la CNTE ha impulsado acciones de fuerza combinando las movilizaciones y lo paros laborales, todo ello en un marco de unidad en la acciones; es decir, a propósito de esto último, el magisterio democrático optó a partir de agosto pasado pasar de la luchas por cada sección por separado y en sus respectivas entidades federativas a acciones unificadas que se han traducido en que en estos momentos 28 secciones del total de las que integran al Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) estén representadas y actuando de manera coordinada en la actual insurgencia magisterial.
La lucha escala
Entre las semanas que van de agosto a septiembre se han presentado dos importantes punto de inflexión no sólo en lo que corresponde a la insurgencia magisterial, sino que también en lo relacionado al conjunto de la lucha de clases en general del conjunto del país: entre el 19 (día en que 40 mil profesores entraban al DF provenientes de diferentes puntos del país) y el 23 agosto la determinación y el arrojo de los profesores provocó una semiparálisis legislativa pocas veces vista en la historia contemporánea del país, la cual impidió que en esas fechas fuera aprobada la reaccionaria Ley General del Servicio Docente.
Así, desde que Enrique Peña Nieto (EPN) arrancó su mandato, por primera vez era frenado en seco por las acciones de la clase trabajadora. Si bien es cierto que se trató de un resultado temporal (pocos días después EPN impondría dicha ley por medio del legislativo) ello no le resta ninguna clase de mérito a la CNTE pues demostró en los hechos que es posible hacer que el suelo se mueva debajo de los pies del Presidente a condición de que se desarrollen acciones de lucha que lo hagan sentir que el peligro es real. Pero si hay un resultado que dada esa coyuntura es importante reconocerle a los maestros, es el de haber contagiado con su garra a cientos de miles de trabajadores y jóvenes dispuestos a luchar. Las ondas expansivas de la lucha del CNTE han sido muy positivas para el resto del movimiento social, en particular para el estudiantil y para la militancia de base de Morena.
El segundo punto de inflexión se presentó el 13 de septiembre cuando más de 3 mil 500 elementos de la Policía Federal, con el apoyo de las fuerzas represivas del GDF al mando de Mancera, irrumpieron violentamente en el Zócalo capitalino para levantar el plantón que sostenían en ese sitio los maestros a lo largo de, ya entonces, 25 días. También, en Veracruz, por la madrugada del día 14 sería desalojado de forma violenta el plantón que sostenían en la plaza central de Jalapa los profesores inconformes con la política de EPN.
Esa acción sería el resultado de las presiones de empresarios montados en cólera ante los serios signos de debilidad dados por EPN; en ello es celebre el desplegado que el mismo viernes 23 haría público el Consejo Coordinador Empresarial (CCE) en el que de manera histérica reclamaría que es “inaceptable que los legisladores cedan a chantajes y a las acciones violentas de una parte del magisterio, dejando en suspenso la posibilidad de aprobar esta norma que es fundamental para mejorar la calidad de la educación en el país.”
La burguesía reclamaba mano dura contra el magisterio y su temerario desafío a la estabilidad burguesa y no pararon hasta supuestamente lograr su objetivo, sin embargo los acontecimientos del 13 de septiembre en el Zócalo capitalino quedaron muy lejos de los esperados por EPN: primero, porque el Estado no fue más lejos ante el temor a una abierta confrontación que derivará en un insurrección revolucionaria similar a la de Oaxaca en 2006 tras las acciones de Ulises Ruíz, exgobernador de la entidad, contra la sección 22 de la CNTE; y segundo porque, lejos del desánimo y el repliegue esperado por la derecha, los maestros reaccionaron con destacadas acciones de lucha contra la represión en decenas de ciudades del país. Además se radicalizó el ambiente en el frente en defensa del petróleo y en las filas del movimiento estudiantil. Todo ello derivando en una nueva escalada en la lucha en defensa de la educación pública y los derechos de los profesores.
Un recuento de dichas reacciones relata que ese mismo día 13 se desarrollarían movilizaciones y bloqueos de carreteras a cargo de los profesores en 9 estados de la República; un día después esa misma dosis se aplicaría de nuevo en 7 entidades federativos; el 15 de septiembre además de en el DF (donde, como no se veía en años las secciones 9, 10 y 11 de la Ciudad de México, junto a la 36 del Valle de México, jugarían un papel protagónico con robustos contingentes) en otras 12 entidades se desarrollarían intensas movilizaciones. Una situación similar se repetiría entre el 16 y 19 de septiembre, fechas en las que, entre otros saldos, ciudades como Tlaxcala, Tuxtla Gutiérrez y Cancún, serian bloqueadas e incomunicadas por los profesores; por su parte en esos mismos días ciudades como Zacatecas y Guadalajara, con más de 12 mil y 28 mil profesores respectivamente, vivirían para su propia experiencia las mayores protestas de profesores en décadas.
Sin embargo un punto de especial trascendencia en la respuesta hacia la represión fue la del movimiento estudiantil, el cual respondió con asambleas en decenas de escuelas, mismas que derivaron en un paro de labores que se extendió a 30 centros de educación superior y universidades entre los días 18 y 19 de septiembre; de esa forma los estudiantes de la UNAM, de la UAM, del IPN, de la UACM, de la ENAH, de la UPN, entre otros, desarrollarían una de las más importantes manifestaciones de repudio vista en el último periodo contra la política represiva y antiobrera de EPN.
Todo ello sirvió para radicalizar el ambienten general, resultado que se expresaría de manera muy categórica en el mitin convocado por AMLO el 22 de septiembre en defensa de PEMEX en el que las muestras de apoyo para la lucha del CNTE fue total entre los asistentes a dicho acto y en el que decenas de miles corearon llamados al paro nacional.
Otro hecho más que es de especial relevancia porque puede marcar una nueva etapa muy positiva para el movimiento es el dado a conocer por La Jornada el 30 de septiembre pasado, en el que se destaca que “... miles de padres de familia de las delegaciones Xochimilco, Tláhuac y Milpa Alta alzaron la voz en contra de la reforma educativa, por lo que han tomado alrededor de un centenar de escuelas en la capital del país (…)Los padres dijeron que convocaron a esta movilización porque están enojados y preocupados. Expresaron que con las reglas establecidas en las modificaciones a los artículos 3 y 73 de la Constitución se institucionalizará que sean ellos quienes deban costear los gastos de la escuela pública.”
Así, de acuerdo a los padres de familia, del “lunes pasado a la fecha el saldo es el siguiente: casi 100 escuelas tomadas, otras más en proceso de cierre y cerca de 5 mil alumnos sin clases”. Es importante señalar que en la huelga de los profesores del DF de 1989, el fiel de la balanza que la inclinó a favor de los huelguistas fue la irrupción masiva de cientos de miles de padres de familia en apoyo a la lucha magisterial.
Democracia sindical
Retomando el artículo del profesor Leyva, La CNTE: 27 años de lucha democrática, el movimiento del magisterio democrático, diez años después de su agrupamiento en torno a la Coordinadora, experimentaría un nuevo salto en su lucha por medio de un resultado que sería trascendente para el movimiento. En su escrito el profesor Leyva relata que:
“Para 1989, la situación salarial del maestro con plaza inicial era insostenible. Su salario equivalía a 1.3 salarios mínimos y el charrismo vanguardista medraba abiertamente con los intereses laborales de los maestros. En el Distrito Federal, el control burocrático a través de las secciones 9 de maestros de primaria, 10 de posprimaria y 11 de trabajadores, había impedido a lo largo de 30 años la expresión democrática de los docentes. Este estado de cosas devino [en] ruptura incontenible en abril de aquel año, con una huelga inédita de más del 90% de maestros capitalinos, que sólo se levantó en mayo con la renuncia de Carlos Jonguitud y el aumento de 35% al salario.”
Tras ello en lo inmediato el viejo líder charro, Jonguitud Barrios, sería sustituido por el Elba Ehter Gordillo, quien sería impuesta en la dirección del SNTE por el entonces presidente de la República, Carlos Salinas. Todos eso cambios significarían una nueva etapa de la lucha de la CNTE por la democracia sindical y en defensa de los derechos de los maestros.
En los últimos años la combinación de ataques contra los derechos de los profesores y el abierto apoyo hacia esa política por parte de los charros del SNTE, provocaron una serie de fuerzas centrifugas, generando todo tipo de agrupamientos e incluso desmembramientos del sindicato, algunos como respuesta legitima al deseo de luchar y otros tratándose abiertamente de medidas oportunistas a cargo de ex charros sindicales. Así, durante los últimos años hemos visto un mosaico que va desde la Coordinadora Estatal de Trabajadores de la Educación en Guerrero (CETEG) con clara tendencia democrática, el Sindicato de Maestros al Servicio del Estado de México (Smsem), adscritos al Movimiento Magisterial 11 de Septiembre, y que ha participado con fuerza en la actual lucha contra la reforma educativa, hasta el Sindicato Estatal de Trabajadores al Servicio del Estado (SETSE), el Democrático de Trabajadores de la Educación de Veracruz (SDTEV); el Único de Trabajadores al Servicio de la Educación Media (SUTSEM) y el Independiente de Trabajadores de la Educación de Veracruz (SITEV), todos ellos en Veracruz, o el mismo Sindicato de Trabajadores de la Educación (STE) dirigido por Carlos Jonguitud Carrillo, hijo del viejo charro Jonguitud Barrios, y que agrupa a 290 mil profesores, según la versión de ese mismo gremio.
Así, de acuerdo al STE, en los últimos años han dejado al SNTE unos 900 mil profesores, mismos que se han integrado a 25 diferentes sindicatos de maestros en todo México.
De acuerdo al SNTE su afiliación oscila entre 1.7 y 1.3 millones de profesores, sin embargo este gremio realmente no está seguro de su situación pues, como lo reconocieron los dirigentes, en estos momentos están lanzando un proceso de credencialización para saber quién verdaderamente pertenece a éste sindicato.
El hecho es que el encarcelamiento de Elba Esther en febrero pasado y la aprobación de la reforma educativa con el apoyo de los charros han derivado en una seria crisis en el SNTE que, tal como lo reconocería su propio dirigente nacional, Juan Díaz de la Torre en el pasado 38 Consejo Nacional desarrollado el13 de septiembre, pone en riesgo la viabilidad del gremio. De acuerdo a Juan Días lo que está en peligro en estos momentos no son los “derechos laborales, sino la vigencia del sindicato (…) que el SNTE no se destruya, ese es el reto. Ese es el desafío para todo esto. Y lo que se desprende y lo que siga de la implementación, es la vigencia del sindicato”.
Y la preocupación de Juan Díaz tiene bastante sustento, pues la coyuntura de lucha abierta desde agosto pasado ha significado el que entidades bajo el control de los charros prácticamente ahora las hayan perdido, por ejemplo ese el caso de Veracruz, Jalisco, Quintana Roo, Campeche y Guanajuato.
Además en otros casos por la vía de los hechos los dirigentes de la SNTE en varias casos han sido hechos a un lado, viéndose obligadas las autoridades locales a negociar con los agrupamientos organizados por los profesores al calor de la lucha; ejemplos que hablan de ello son el Comité de Lucha del Magisterio (CLM) en Quintana Roo, el Movimiento Magisterial de Bases (MMB) de Morelos, el Comité de Base Magisterial Democrática de Campeche, el Movimiento Magisterial Popular de Veracruz (MMPV), entre otros frentes de batalla.
A la par de lo anterior, en Veracruz (secciones 32 y 56) y en Puebla (secciones 23 y 51), los profesores ya han iniciado la lucha abierta por la destitución de los charros para poner la dirección bajo el control del magisterio democrático.
Ante ello el SNTE ha tratado de responder con medidas como la credencialización de sus afiliados ofreciendo migajas por medio de éste trámite y lanzando la conformación de la sección 61 el 26 y 27 de septiembre pasados, la cual estará integrada por más de 30 mil trabajadores de los institutos tecnológicos del país.
Sin embargo al SNTE le llueve sobre mojado pues su crisis se ha extendido hasta el PANAL, formado por Elba Esther y cuya base principal es el magisterio; ello a raíz de que apenas el sábado 21 de septiembre, Mónica Arreola, hija de la Gordillo, fue obligada a dimitir a la secretaria general de dicho partido gracias a una conspiración organizada en su contra por Juan Díaz, actual máximo dirigente charro del magisterio. Definitivamente estas pugnas al interior de la cúpula del charrismo magisterial crearan grietas más profundas entre sus dirigentes dando como saldo un aparato cada vez más limitado para ejercer su papel como sólido aliado del Régimen.
Un secuela de esa crisis es ya el anuncio de la sección 59 de Oaxaca, creada exprofeso para esquirolear a la sección 22 tras la insurrección del 2006 en dicha entidad, de pasar a cierre de carreteras en caso de que no se le pague los salarios a los más de 5 mil profesores que la integran (Maestros de la Sección 59 del SNTE anuncian bloqueos carreteros: http://www.nssoaxaca.com/ )
El CNTE puede vencer
El Régimen por su parte y el SNTE por el suyo, ambas fuerzas organizadas para frenar la insurgencia magisterial, está haciendo agua. Las medidas represivas, misma que incluyen descuentos salariales y despidos, además de las refriegas en las plazas principales del DF y Jalapa, no han tenido efecto; incluso ese ha sido el caso de la táctica para tratar de dividir al movimiento (por ejemplo el gobierno de Oaxaca ofendiéndole a la sección 22 un esquema especial para la aplicación de la reforma educativa en dicho estado, ofrecimiento que fue rechazado). Por ello ahora el Estado ha pasado a la táctica de desgaste asumiendo una postura de cerrazón total a reabrir la negociones o en caso de aceptar alguna reunión con los profesores, simplemente no resolver nada. La idea es debilitar al movimiento para obligarlo a replegarse ya sea por la fuerza y por agotamiento.
La CNTE puede romper esa dinámica perniciosa apoyándose en sus propias fuerzas y en la enorme simpatía que posee y que han demostrado por medio de acciones los estudiantes, la militancia de base de Morena y ahora los miles de padres de familia que se han unido al movimiento; un llamado serio a unificar todas esa fuerza y la de los demás sindicatos, empezando por los agrupados en la UNT, con la de la CNTE podría capitalizar con muchas posibilidades de éxito los puntos débiles de Peña y el SNTE.
Por ello, al igual que lo proponemos en otros artículos, nuevamente insistimos en la necesidad de convocar a la conformación del Consejo Nacional de Huelga, integrado por todos los sectores en lucha y que tome las medidas para impulsar un paro nacional de 24 horas en defensa de la educación pública, de Pemex y del conjunto de los derechos de los trabajadores y del campesinado pobre. La CNTE tiene toda la autoridad política para lanzar dicha convocatoria y también para exigirle a los dirigentes de Morena, en especial a AMLO, y de la UNT, que pasen a la ofensiva llamando a la unidad en la acción y a la convocatoria al paro nacional.
Paralelo a todo ello, dada la debilidad de la cúpula del SNTE, es momento de preparar el terreno y agrupar a todos los sectores democráticos del magisterio para organizar las acciones necesarias para arrebatarle de una vez por todas el sindicato de las garras de los charros. Ante ello, la CNTE debe preparar un congreso nacional para la democratización del SNTE y la destitución de Juan Díaz de la Torre.
Las condiciones son propicias para avanzar sobre ambos objetivos: derrotar a Peña y su contrarreforma educativa y no parar ahí sino avanzar contra los charros para democratizar al sindicato más numeroso de América Latina.
La CNTE posee la fuerza y el apoyo necesario entre amplios sectores de la clase trabajadora y de la juventud, la clave está en echar mano de esas herramientas.
En estos momentos, dado el nivel de polarización social que se extiende en todo el país, una derrota sobre Peña a cargo de la CNTE se podría transformar en un cambio total del escenario de la lucha de clases de México, abriendo nuevos y muy prometedores cauces para los trabajadores en su búsqueda de una sociedad diferente: es decir en la lucha de los explotados contra la opresión capitalistas.
En la experiencia del 2006 en Oaxaca la CNTE a través de la conformación de la APPO demostró qué tan lejos puede llegar su movimiento siempre y cuando trascienda el gremialismo sin renunciar a sus demandas pero sí asumiendo como propias las reivindicaciones del resto de la clase trabajadora.
En la actualidad, a diferencia del 2006, el movimiento en su conjunto está más experimentado; también nuevamente se ha robustecido como lo enseñan las últimas semanas. Por ello el punto de partida es superior y las condiciones son muy buenas; la CNTE tiene en sus manos la posibilidad de darle al movimiento obrero en su conjunto un nuevo e importante impulso, y para ello tiene que basarse en su enorme autoridad política lograda en los últimos meses para llamar acciones revolucionarias al conjunto del proletariado y sus organizaciones que incluyan el derrocamiento de Peña Nieto y la expropiación de los capitalistas.