La cobertura de educación a nivel superior en 2011-2012 se situó en cerca de 3 millones 274 mil (32.8 por ciento) y en 2012-2013 cercana a 3 millones 500 mil (Observatorio Académico Universitario, 03/10/2012). Para 2013-2014 el porcentaje preliminar de cobertura según la SEP fue de 24.6 por ciento. Al mismo tiempo la crisis está marcando la dinámica de este acceso a la educación: Entre 2002 y 2010, el gasto en educación, como proporción del gasto monetario total de los hogares, creció de 10.3 por ciento a 13.5 por ciento. Además, este aumento ocurrió en un contexto en el que la proporción de hogares consumidores de servicios educativos se contrajo de 71.4 por ciento a 68.6 por ciento (Ibíd.), es decir ahora en los hogares la educación es menos y cuesta más.
Sin embargo, las aspiraciones de la juventud y sus padres son de superación, de seguir preparándose académicamente al mismo tiempo que saben que las circunstancias son adversas. 97 de cada cien mexicanos, afirma que para los jóvenes es importante tener una carrera profesional, revela una encuesta de Gabinete de Comunicación Estratégica (GCE), mientras que el 31 por ciento considera que los jóvenes no tienen oportunidad para prepararse, el 78 por ciento cree que es difícil entrar a una buena universidad, las cifras respaldan esta percepción. En 2015 más de 200 mil alumnos fueron rechazados de las universidades públicas, en el IPN quedaron fuera el 73.4 por ciento (23 mil de 64 mil 440), en la UNAM el 90 por ciento (19 mil 301 por los dos exámenes de 85 mil en promedio de las dos convocatorias), en el primer examen de 2016 sólo aceptaron al 8.9 por ciento de los 136 388 aspirantes y en la UAM cerca del 80 por ciento (7 mil 262 de 35 mil).
La situación empeora para ciertas carreras de alta demanda, como medicina en la UNAM que con 108 aciertos el equivalente a un 9 los alumnos quedaron fuera, ¡cómo si no hicieran falta médicos en el sistema de salud público!
Desafortunadamente una vez logrado un lugar dentro de las universidades el reto es encontrar trabajo pues las tasas de desempleo en México son más altas para los egresados de licenciaturas que para los que estudiaron por debajo del bachillerato (OCDE). Esto se explica por el roll internacional al que estamos sometidos, proveedores de mano de obra barata, de materias primas y productos de maquila, para lo que no se necesitan muchos profesionistas.
¡La batalla por la educación pública, gratuita y de calidad así como por un empleo digno al terminar los estudios, no es una equivocación, ni una confusión, ni mucho menos un capricho, es una necesidad!