La constante destrucción del IPN

La ley 3/2016 es un paso más en la privatización y destrucción de la educación pública en el IPN, sin embargo la problemática va más allá de esta ley. Con la entrada del “neoliberalismo” toda la educación pública ha entrado en un proceso de desmantelamiento, desde entonces el IPN ha recibido ataques que se han profundizado con la llamada “reforma educativa” aprobada con Peña Nieto.

Gracias a ello podríamos decir que prácticamente ninguno de los elementos más progresistas del IPN, que le dieron fama como una de las mejores instituciones de educación, se mantiene intacto. Calidad educativa, gratuidad, cobertura de la matrícula, derechos políticos, derechos laborales, etcétera, todo ha sido modificado. El carácter de escuela para hijos de trabajadores, cuya función seria dotar a la industria estatal de personal profesional es uno de los puntos más golpeados. El movimiento actual, como la huelga de 2014, es tan amplio y caótico en sus demandas porque el movimiento es muy crítico con la situación actual y trata de revertirla tanto como sea posible.

Desde la huelga del 2014 los estudiantes denunciaban que el gobierno estaba buscando convertir el grado de ingeniería o licenciatura en un grado de “técnico profesional”. Esa es la manera en que el movimiento resume discursivamente hechos reales. La forma concreta en que el gobierno logra este objetivo es, entre otras, a través de la modificación de los planes y programas de estudio; de poco en poco se han eliminado materias, laboratorios, horas clase, herramientas de apoyo, etc. Por ello estudiantes de la Superior de Medicina denuncian que el nuevo plan de estudios reduce la materia de Anatomía humana, una materia fundamental, a solo un semestre. Los estudiantes de la ESIA denunciaban una reducción, igual de sensible, para el caso de “mecánica de Suelos”. La reforma de los planes y programas de estudio en las vocacionales ha provocado que una buena parte de las materias ahora pertenezcan al llamado “tronco común”. Aquel politécnico con una poderosa formación profesional se ha golpeado severamente.

Otra forma es con el cierre de laboratorios o con el nulo reequipamiento que es, a su vez, producto de un presupuesto deficiente y de personal que los atienda. De hecho para muchas prácticas son los mismos estudiantes los que deben comprar instrumental e insumos o de otra forma ni pueden poner en práctica sus conocimientos.

Anteriormente el IPN solo extendía dos títulos de estudio: el de técnico, al terminar la vocacional, y el de licenciatura al terminar la superior. Ahora se han creado las “salidas laterales”, por ejemplo la carrera de técnico en construcción, impartida en la Voca 1, ofrece el grado de “auxiliar de topógrafo” al terminar el 4º o 5º semestre de estudios. Así es como el gobierno destruye el nivel académico del IPN y convierte a los ingenieros o licenciados en solo “técnicos profesionales o auxiliares técnicos”.

Capital privado

Originalmente el IPN tenía la tarea de dotar a la industria estatal de personal profesional preparado para el desarrollo y manutención, pero el profundo proceso de privatización (PEMEX, CFE, LyFC, puertos, carreteras, etc.) destruyó esa función social. Ahora el IPN es un centro de capacitación profesional para la industria privada. Si revisamos cualquier “gaceta politécnica” (órgano oficial) se podrá leer, en todas, el papel dirigente de empresas privadas en los más diversos temas internos del IPN.

La empresa privada no necesita investigadores, necesita mano de obra barata y mal pagada. Por ello promueven la destrucción de las partes más progresistas de la educación en el IPN. De esta misma necesidad empresarial surgen esas políticas internas dictatoriales tan asfixiantes: prefectos en los pasillos, policías por todos lados, acoso y castigos a los estudiantes por cosas como un beso entre una pareja de novios o por ropa y peinados “exóticos”. Otra necesidad es la inyección a los estudiantes de esa ideología empresarial, que en los hechos no es sino un golpeteo ideológico reaccionario para evitar la participación en la lucha social.

La presencia tan profunda del capital privado, además, está marcada por la corrupción. La ESIQIE es una de las escuelas que más recursos genera con investigaciones baratas a las empresas privadas, sin embargo en reportes hechos por el mismo IPN se ve claramente que hay decenas de actos de corrupción que involucran a los más altos funcionarios. La técnica esta “al servicio de la empresa privada”.

La empresa privada se beneficia con estudiantes preparados, con las instalaciones (otro ejemplo es canal 11 en manos de inversionistas privados), con el presupuesto del IPN y a pesar de ello no crea empleos suficientes. Recientemente en la feria del empleo, abril del 2016, se presentaron cerca de 15 mil demandantes de trabajo mientras que las empresas solo ofertaron 5 mil empleos, muchos de ellos de mala calidad y bajo salario.

Exijamos todo

El decreto 3/2016 debe ser parte de las demandas del movimiento pero no la parte más importante. Debemos exigir, de inicio, que se cumpla inmediatamente el pliego petitorio de la huelga del 2014, en segundo lugar todos los pliegos petitorios que han surgido localmente y, más importante, la cancelación de todas las políticas que forman parte de la reforma educativa peñanietista y las anteriores: a) salida inmediata de todo el capital privado b) exigimos planes, programas de estudio, laboratorios y material auxiliar igual al de las más prestigiosas universidades del mundo, c) cancelación de las “salidas laterales”, d) becas alimenticias, económicas y de hospedaje para todos los estudiantes que lo soliciten, e) eliminación del examen de admisión. Si al pase automático, f) eliminación de todo tipo de cobros: inscripción, exámenes, laboratorios, aulas especiales, bibliotecas, prácticas, etc, g) cárcel a todos los actos de corrupción dentro del IPN, h) salida de todos los grupos porriles y cárcel a los dirigentes, i) democracia real.

Hay que exigirlo todo, será la única forma de parar todos los ataques que ya se han recibido. Por supuesto hay que incluir todo lo que surja al calor de la lucha y además aquellas demandas que incluyan a trabajadores académicos y administrativos.

Unidad en las calles

El aislamiento y la desmovilización son veneno puro para el movimiento, ello quedó demostrado con la huelga del 2014. El gobierno de Peña Nieto no va a dar pasos atrás en sus ataques privatizadores a la educación si no le oponemos la lucha de la más amplia capa de estudiantes y trabajadores, por ello debemos llamar a una coordinación a nivel nacional con estudiantes de todas las universidades. A los trabajadores también debemos llamarles a luchar porque son al final de cuentas la fuerza más determinante en cualquier lucha social. Debemos combatir, a toda costa, que crezca ese discurso de “no mezclar la lucha con otras”, recordemos que Osorio Chong fue quien insistió en ese aislamiento para luego tratar de destruir al movimiento.

Una de las tácticas que han lanzado las autoridades politécnicas es la de “dialogar” y “resolver” escuela por escuela los pliegos petitorios. Al aceptar esta táctica el movimiento se está dividiendo y se debilita, los pliegos locales también deben de defenderse en colectivo.

Una de las lecciones históricas del movimiento es que sólo con la lucha en las calles se puede conseguir verdaderos triunfos, no hay otra forma. Por ello debemos hacer un llamado urgente a la movilización. De otra forma el movimiento puede entrar, como en el 2014, en una situación de desgaste de fuerzas que de oportunidad para que las autoridades lancen su contraofensiva.

La lucha del politécnico es muy importante no solo porque defiende la educación para los hijos de los trabajadores sino además porque rompe con un periodo de desmovilización y da aliento a otros sectores de trabajadores y jóvenes. Por otra parte es importante porque demuestra que la juventud y los trabajadores están dispuestos a luchar. Unidos y organizados… ¡venceremos!


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