El Congreso Universitario en la UNAM y la lucha del 86 - 87
Desde septiembre de 1986 miles de estudiantes universitarios salieron a las calles en defensa de la UNAM y la educación pública. El Consejo Universitario aprobó modificaciones a los reglamentos de Inscripciones, Pagos y Exámenes de la Universidad, con lo cual se avanzaba un paso más en la privatización de la UNAM. De este ataque un poderoso movimiento emanó, el del Consejo Estudiantil Universitario (CEU), quien en cuestión de semanas logró aglutinar a miles de jóvenes y que paralizó la Universidad durante más de tres meses.
Los estudiantes pedían la democratización de la Universidad. Tal y como ahora, el presupuesto universitario se reducía; las obsoletas formas de gobierno universitarias atentaban una y otra vez en contra de la educación; la reducción de la matrícula era escandalosa y las modificaciones a planes y programas de estudio, sin contar el intento de incrementar las cuotas universitarias, ponían a la UNAM en un riesgo inminente de privatización.
Tras varios meses de lucha, la huelga termina el 17 de Febrero de 1987 con la promesa de que se realizaría un congreso universitario donde se analizarían los temas más importantes de la UNAM. Por ello se conformaría la Comisión Organizadora del Congreso Universitario (COCU). Dicho organismo tenía como tarea elegir delgados y hacer todas las preparaciones necesarias para que el estudiantado, trabajadores y profesores pudieran expresar en él sus demandas.
Desde mediados de 1987 y hasta 1990 las autoridades, mediante la COCU, maniobraron para que el movimiento se desgastara y el avance generacional jugara un papel de freno. Las autoridades universitarias, ya con José Sarukhan al frente, habían logrado que los delegados de la COCU fueran cada vez más afines a las autoridades y de esta manera el Congreso Universitario no fuera más que una plataforma más de las autoridades. Las sesiones de la COCU fueron totalmente irregulares durante 3 años, había ocasiones en las que por más de siete ocasiones consecutivas no existía quórum para que las sesiones se llevaran a cabo. Por fin, en diciembre de 1989, casi tres años después del poderoso movimiento estudiantil, se emitió la convocatoria para el Congreso Universitario, el cual se realizó de mayo a junio de 1990.
Para cuando el movimiento estudiantil percibió las maniobras de las autoridades era muy tarde. No sólo el movimiento se había desgastado sino que el avance generacional había jugado su papel. Básicamente la generación que había luchado años atrás había egresado de la Universidad y eso generó un ambiente totalmente favorable para las autoridades, quienes ante dicho panorama intentaron impulsar nuevamente el proyecto de privatización de la UNAM.
Con muy pocas fuerzas el movimiento estudiantil logró echar para atrás nuevamente este intento, pero las pocas demandas democráticas que habían logrado impulsar los estudiantes al interno del Congreso fueron ignoradas por las autoridades. El amargo sabor de boca que dejó la experiencia del Congreso Universitario debilitó tremendamente las fuerzas del movimiento estudiantil no sólo a inicios de la década de los 90 sino años después. La desorganización y desmoralización jugaron un papel negativo tremendamente y dejaron cancha abierta para que las autoridades atentaran en otras ocasiones contra la Universidad, tal fue el caso de la aprobación de las reformas del 97 y posteriormente el intento de privatización de 1999.
La lucha estudiantil de 1986-1987 tuvo como uno de sus ejes principales el congreso universitario; en la lucha de 1999-2000 la consigna se repitió, pero con menor fuerza. La importancia que el movimiento estudiantil en general le da a los congresos, como método de solución, tienen aquí un gran pilar. Pero hay que decir que no podemos hacer un fetiche de ninguna táctica. No debemos tratar de repetir mecánicamente lo que se hizo en el pasado, mucho menos cuando claramente sirvieron para golpear al movimiento.
El CNP y la necesidad de luchar en las calles
Tras la huelga estudiantil de 2014 en el IPN las autoridades politécnicas no sólo no han cumplido con ninguno de los acuerdos aprobados en aquel entonces sino que, al igual que lo hicieron con la UNAM, han intentado desgastar al movimiento estudiantil apostando al avance generacional y la cooptación de dirigentes en las escuelas.
La misma táctica que utilizaron en la primera década de los 90 en contra de la UNAM está siendo utilizada por las autoridades politécnicas ahora con el IPN. La famosa Comisión Organizadora del Congreso Nacional Politécnico no ha emitido ni siquiera la convocatoria para dicho congreso y no ha explicado absolutamente nada.
Los estudiantes politécnicos debemos ser muy conscientes de que lo que no se gana en las calles, con la lucha organizada, no se ganará en ningún Congreso ni en ninguna mesa de negociación. Las autoridades del Politécnico y la SEP están apostando a que la generación que luchó en 2014 egrese de las escuelas para atentar nuevamente en contra de la institución. De ninguna manera se puede llevar a cabo un debate democrático con quienes representan a nuestros enemigos de clase y mucho menos dentro de sus propias estructuras.
Las autoridades educativas cuentan con un enorme aparato legal y propagandístico que puede terminar de tajo con los estudiantes y sus demandas, pero los estudiantes tenemos un arma mucho más poderosa que es la organización y la lucha en las calles.
Los jóvenes que ahora impulsan la nueva huelga en las vocacionales y en algunas escuelas superiores tienen que hacer un llamado serio a la lucha en las calles. Debemos hacer un llamado a la juventud universitaria y a la juventud en general para defender la escuela pública. La burguesía intenta arrebatarnos un derecho fundamental como lo es la educación e intenta hacernos pagar millonarias sumas por ella y de ninguna manera podemos permitirlo. Reiteramos, sólo la organización del poli con otras escuelas como la UNAM, la UAM y el conjunto de universidades estatales podemos frenar la reforma educativa que intenta acabar con la educación pública en nuestro país.
Unidos y organizados... ¡Venceremos!